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LÓGICA SIMBÓLICA DE PEDRO HISPANO

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Pedro Hispano fue un filósofo, teólogo y médico que pasó a la historia del pensamiento hispánico por escribir una obra de gran relevancia en el campo filosófico de la Lógica como fue Summulae logicales.

PEDRO HISPANO


Pedro Hispano, cuyo nombre en latín Petrus Julianus, nació en 1226 en Lisboa, aunque algunas fuentes aseguran su origen en ciudades de la Corona de Castilla o incluso en Estella, en el Reino de Navarra. Estudió humanidades, filosofía y teología en la Universidad de París, siendo discípulo de Juan de Parma y de Guillermo de Shyreswood, de quien heredó su entusiasmo por la Lógica, y sucesor de San Buenaventura. También estudió medicina en la Corte de Federico II, en Sicilia, con maestros de la escuela de Salerno.

En 1246, impartía clases de medicina en el Estudio General de Siena, y escribió libros sobre medicina y uno sobre el género filosófico de la lógica Summulae logicales, siendo deán de Lisboa en 1261 y arcediano de Vermuy en 1268. No tomó posesión del arzobispado de Braga en 1273. Gregorio X le nombro su protomédico, y después cardenal-obispo de Tusculum, llevándole al Concilio de Lyon, donde recibió la consagración episcopal.

Fue elegido Papa de Roma en el Conclave de Viterbo, con el nombre de Juan XXI. Logró la paz entre Felipe el Atrevido y Alfonso de Castilla, se pronunció a favor de Carlos de Anjou para el Sacro Imperio, preparó una nueva Cruzada e intervino en diversos Concilios, intentando reconciliar la Iglesia latina de Roma con la griega de Constantinopla. Reprimió las corrientes heterodoxas de la Universidad de París desde 1250, y que habían sido condenadas en 1270. Fomentó la obra misional y concedió numerosas becas a universitarios clérigos y seglares.

La época de su Pontificado coincidió con las luchas anti-aristotélicas. Por eso, en 1276, tomó medidas contra la enseñanza del Aristotelismo en la Facultad de Artes de París, a instancias de Etienne Tempier, y ordenó una encuesta en la Facultad de Teología. Mediante su Bula de 1277, favoreció el Agustinismo, es decir la corriente teológica de San Agustín, lo que equivalía a condenar que el alma no fuera forma del cuerpo.

El 14 mayo 1277, estando en su palacio de Viterbo, le cayó una techumbre quedando sepultado entre los escombros.


PEDRO HISPANO

La importancia de Pedro Hispano reside en su obra médica y en su aportación a la lógica y la filosofía. Es empirista y aristotélico, en medicina se remite a Avicena, y en teología fue fiel a San Agustín. Heredero y seguidor de Aristóteles, Boecio, Avicena, prevalece en su metodología científica lo empírico sobre lo racional, tomando de Aristóteles, en el plano racional, la abstracción interpretada con la iluminación de Avicena. El gran número de copias manuscritas e impresas de sus obras es un buen indicador de su éxito en la baja Edad Media y el comienzo de la Moderna.

Entre sus obras de medicina y de ciencias naturales la más célebre es Thesaurus pauperum, una especie de breve enciclopedia médica que estudia las enfermedades de mayor difusión y los remedios para combatirlas. Estaba destinado para el uso de estudiantes de medicina pobres que no podían adquirir las voluminosas obras de la materia. Escribió también diversos comentarios médicos a Hipócrates, Galeno, Aristóteles, Humayn ibn Ishaq, Isaac Israel¡, etc., aparte de algunos tratados originales sobre oftalmología como De oculisRegimen sanitatis, etc.

Sobre filosofía y teología destacan sus comentario aristotélicos De animaParva naturaliaHistoria Animalium. así como Scientia libri de anima y Exposiçao sobre os libros do beato Dionisio Aeropagita.

Dentro de sus comentarios y tratados sobre el alma merecen Scientia libri de animaQuaestiones libri de anima y Expositio libri de anima, que junto con el Liber de morte el vita y el Liber naturalis de rebus principalibus naturarum.

En teología siguió la línea tradicional del Agustinismo contra el Aristotelismo averroísta, rechazó expresamente el Monopsiquismo. Suyo es Exposigáo sobre os livros do beato Dionisio Areopagita, que es un comentario al pseudo Dionisio. Otra obra teológica son los Sermones praedicabiles.


TRACTATUS (SUMULAE LOGICALES MAGISTRI)

Su obra cumbre fue Tractatus, más tarde conocido como Summulae logicales magistri Petri Hispani, que alcanzó gran difusión gracias a que su contenido concordaba perfectamente con la solución gnoseológica del realismo moderado, predominante en las principales corrientes filosóficas de la época. Este tratado fue un importante manual de lógica que se utilizó en las universidades europeas desde el siglo XIII hasta el XVII, cuando fue desbancado por la filosofía y la ciencia modernas. Los iniciadores de esta tendencia estaban en la Facultad de Arte de la Universidad de París fueron Guillermo de Shyreswood y Lamberto de Auxerre, de los que Pedro Hispano fue discípulo. Se hicieron 48 ediciones de su Summulae logicalis, aunque con diversos títulos y contenidos.

El carácter meramente formal de su doctrina lógica hizo que fuese compatible con las diversas tendencias filosóficas, consiguiendo una gran aceptación de este compendio como texto escolar. De ella derivan los versos y palabras mnemotécnicas de la lógica formal clásica.

La lógica simbólica es un sistema formal que analiza los signos y lo que designan. Tradicionalmente, la Lógica positiva entiende que el significado es la relación que existe entre las palabras y las cosas, y su estudio tiene un fundamento empírico: puesto que el lenguaje es un reflejo de la realidad, sus signos se vinculan con cosas y hechos. Por el contrario, la Lógica simbólica de Pedro Hispano usa una notación matemática para establecer lo que designan los signos, y lo hace de forma más precisa y clara que la lengua también constituye por sí misma un lenguaje, concretamente un metalenguaje (lenguaje técnico formal) que se emplea para hablar de la lengua como si de otro objeto se tratara: la lengua es objeto de un determinado estudio semántico.


PEDRO HISPANO

Súmulas de lógica tiende a fijar la significación de los términos de la lógica y el valor de los argumentos con vistas a la disputa escolástica, con recursos nemotécnicos para el aprendizaje, por lo que pone en dísticos latinos diversas reglas de lógica, inspiradas en Aristóteles, Profirio y Boecio, pero reelaboradas por él.

Esta obra puede dividirse en dos partes principales. La primera versa sobre las doctrinas de la "lógica antigua" (logica vetus) y la "lógica nueva" (logica nova), y la segunda parte contiene doctrinas que han sido tratadas por la lógica moderna, esto significa que discurre sobre las propiedades de los términos.

No solo fue una de las obras más editadas en la Edad Media, sino también comentadas. Fueron insignes comentaristas Simón de Faversham, Roberto Anglicus y Guillermo Arnaldi, en el siglo XIII, y Juan Versor, Gerardo de Harderwijk, Pedro Tartareto, Juan Buridan y Marsilio de Inghem en el XIV. Continuaron sus comentarios en los primeros siglos de la Edad Moderna, época que viajó hasta América y a otras partes, gracias a las órdenes misionales, como por ejemplo Domingo de Soto, Alonso de la Vera Cruz o Tomás de Mercado. No es para menos pues, las Súmulas de Pedro Hispano junto con la Suma de lógica de Lamberto de Auxerre y las Introducciones a la lógica de Guillermo de Sherwood, fueron los textos que mejor recogieron el legado medieval de la Lógica filosófica.


COMENTARIOS AL APOCALIPSIS POR BEATO DE LIÉBANA

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El Beato es un género librario especificamente hispánico. Su origen se remonta al códice Comentarios del Apocalipsis de San Juan, escrito por un abad de Cantabria en el siglo VIII, cuyo nombre es Beato de Liébana.

Su originalidad se encuentra en sus ilustraciones de gran fuerza expresiva e iluminación, que consiguió una repercusión en el arte medieval de la España cristiana e incluso de la Europa del sur occidental. El manuscrito más representativo es el Beato de Fernando I y doña Sancha del año 1047.

MINIATURAS DEL BEATO DE LIÉBANA


Según los datos conocidos, fue en la isla de Patmos donde el apóstol San Juan tuvo una visión de la cual escribió el texto del Apocalipsis.

Ya en el siglo VIII, en el año 786, un abad del Monasterio de San Martín de Turieno (Santo Toribio), en la comarca de Liébana, perteneciente al Ducado de Cantabria, escribió unos Comentarios al Libro del Apocalipsis de San Juan. Su nombre era Beato de Liébana, un teólogo y experto exegeta, que tuvo relación con la protomonarquía astur. Vivía en una región protegida por la cordillera cantábrica, donde se refugiaban en su tiempo multitud de hispanovisigodos que huían de la conquista islámica al sur peninsular.

Beato alcanzó una gran popularidad en la Alta Edad Media por su enfrentamiento a la herejía adopcionista mantenida por el arzobispo primado Elipando de Toledo, que sostenía que Jesucristo era hijo adoptivo de Dios, no por naturaleza, sino por adopciónElipando defendía el Adopcionismo con la intención de conciliar el Cristianismo con las creencias islámicas que consideraban a Jesucristo como un profeta, ya que Toledo estaba en poder musulmán.

En este enfrentamiento religioso existía un interés político. Beato defendía al Reino de Oviedo como nueva entidad cristiana, heredera de la tradición hispano-visigoda, y estaba apoyado por el papa de Roma y por Carlomagno, el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.
Viviendo en una tierra libre del poder musulmán, defendía la pureza, independencia y ortodoxia de los dogmas cristianos. Sus ideales quedaron escritos en diversas cartas a su adversario y en su libro Apologético. Al toledano lo calificó de hereje, llamándolo "testículo de Anticristo".

La importancia de su obra es mayor porque es el primer hispano en citar a Santiago como patrón de España en su Comentario al Apocalipsis, dedicándole el himno O Dei Verbum del que escribió que era "caput refulgens aureum Ispaniae" (áurea cabeza refulgente de España). La difusión de este cántico generó la creencia de Santiago como patriarca de la España cristiana en lucha contra la invasión islámica en los comienzos de la Reconquista; e incluso para la aparición de su tumba en Santiago de Compostela, en el año 814.


BEATO FACUNDO, PÁGINA 235, REPRESENTA LA JERUSALÉN CELESTE

Los Comentarios al Apocalipsis son de estilo mozárabe con influencias carolingias, y constituyen la primera gran manifestación artística de la pintura española. Su contenido se inicia con una dedicatoria a Heterio y las explicaciones de Beato sobre las razones que impulsaron su realización:
"Santo Padre e obispo Heterio, te dedico este libro, escrito a petición tuya para edificación y estímulo de los hermanos, para que sea heredero también de mi obra el que me honro en tener como hermano religioso."
El libro se dedica, en su mayor parte, al estudio de las misteriosas revelaciones del evangelista San Juan a través de los escritos de importantes autores cristianos, de siglos anteriores, como San Isidoro de Sevilla, San Ambrosio, San Jerónimo, San Fulgencio, San Gregorio, Apringio de Beja, Primario, Ticonio e Ireneo.

Pero el objetivo de estas interpretaciones sobre el Apocalipsis era tratar de calmar la inquietud espiritual de los creyentes, preocupados por los males de su tiempo, el cercano "fin del mundo", y la muerte. Por aquel tiempo, la España cristiana del Reino visigodo representaba una materialización del apocalipsis final provocado por la invasión islámica.

Su popularidad se acrecentó durante el siglo X, coincidiendo con la más lamentable situación de los cristianos, como consecuencia de la grandeza del Califato de Córdoba. Es la obra más famosa de Beato de Liébana, aunque no la única, pues fue autor de obras como Adversus ElipandumApologético y Dei Verbum.

MINIATURAS DEL BEATO DE LIÉBANA

De este original Comentarios surgieron otras copias manuscritas elaboradas en los escriptorios medievales, que se conocen con el nombre genérico de "beatos", a través de la copia del texto por copistas y de su ilustración por iluministas. Circulaban como anónimos, ya que ninguno de los manuscritos conservados afirma la autoría de Beato.

Pero lo más llamativo de los beatos no es su texto, sino sus maravillosas ilustraciones, de gran belleza artística con un tono misterioso, que hacen referencia al propio apocalipsis, no a los comentarios. Estas miniaturas tuvieron una considerable repercusión en todo el arte medieval debido a la fuerza expresiva y descriptiva. Lograron una notable uniformidad pictórica, al contrario que las Biblias y Evangeliarios que no repiten sus iluminaciones.

Fueron el resultado de un conjunto de influencias artísticas: tardorromanos, visigóticas, carolingias, bizantinas, persas, copto egipcias, y musulmanas de Al-Andalus. Los elementos de origen asiático y norteafricano llegaron a través de los mozárabes, cristianos que vivieron en la España islamizada y que, más tarde, se refugiaron en los reinos cristianos del norte.

Por eso, los beatos son los códices más valorados y examinados de la Edad Media. Se han publicado diversos estudios sobre los beatos en diversos idiomas, y se han reproducido sus miniaturas en forma de láminas de impecable calidad.


BEATO DE FACUNDO, BIBLIOTECA NACIONAL DE MADRID

Se conservan cerca de 31 beatos, aunque 4 de ellos solo quedan hojas sueltas, y 24 contienen miniaturas, distribuidos en dos expresiones artísticas según su época de elaboración.

Los primeros beatos, de estilo prerrománico, también llamado mozárabe, fueron escritos entre los siglos X y comienzos del XI, en los escriptorios de los monasterios del Reino de León (Tábara, León, Escalada, Valcavado, Albares y Bobadilla), del Condado de Castilla (Cardeña, Valeránica y Silos), y del Reino de Pamplona (Albelda y San Millán de la Cogolla).

Los beatos posteriores, de adscripción románica, fueron realizados de mediados del siglo XI al XIII, abarcado una extensión territorial mayor. Su área de difusión alcanzó Portugal, la Corona de Aragón y, allende los Pirineos, Gascuña y Lombardía. También se sumaron otros monasterios del Reino de Castilla, como Las Huelgas o San Andrés de Arroyo. Esta repercusión en el suroeste de Europa se encuentra, por ejemplo, en las esculturas del famoso monasterio francés de Moissac. También es notable en el Beato de Sant-Srver, elaborado en el Monasterio de Saint-Server-sur-l´Adour, entre los años 1060 y se encuentra en la Biblioteca Nacional de París.

La mayoría de los códices poseen escritura visigótica, los que tienen su origen fuera de reinos hispánicos una grafía de estilo carolina, y los más tardíos carolinogótica.

MINIATURAS DEL BEATO DE LIÉBANA

Los códices mozárabes más representativos y mejor conservados que han dejado legado en la actualidad son:

El Beato Magiofue escrito en el Monasterio mozárabe de San Miguel de Escalada, en el Reino de León, en el 960, por el monje Magio, quien pintó 89 miniaturas. Se encuentra en la Biblioteca Pierpont Morgan de Nueva York.

El Beato Primero de la Biblioteca Nacional fue escrito en Monasterio de San Millán en la primera mitad del siglo X. Conserva tan solo 27 miniaturas con fuerte influencia musulmana.

El Beato del Escorial fue escrito en el Monasterio de San Millán en la segunda mitad del siglo X, hacia el 950. Conserva 151 folios y 52 ilustraciones. Se encuentra en la Real Biblioteca del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.

El Beato de Tábara fue escrito en el Monasterio de San Salvador de Tábara, en el año 970, comenzado por Magio y terminado por su alumno Emeterio. Contiene 168 folios y 9 miniaturas del centenar que poseía. Se encuentra en el Archivo Histórico Nacional de Madrid.

El Beato de Girona fue escrito posiblemente en el Monasterio de Tábara (Zamora), en el año 975, por el monje Emeterio y la monja Eude, y donado a la Catedral de Gerona en 1078. Es el beato con más ilustraciones conservado porque tiene 280 folios escritos a dos columnas y 160 miniaturas, algunas de ellas a toda una página e incluso doble página.

El Beato de Valcavado fue escrito en el monasterio de Santa María de Valcavado (Palencia), por el monje Oveco, en el año 970, y promovido por el abad Sempronio. También es llamado Beato de Valladolid. En la actualidad posee de 230 folios con escritura redonda visigótica y 97 miniaturas, algunas en doble folio y otras a folio completo con el mismo estilo de la escuela leonesa de Magio. Se encuentra en la Biblioteca del Colegio de Santa Cruz de la Universidad de Valladolid.

El Beato de Seo de Urgell fue escrito en el monasterio de San Salvador de Tábara, por Senior en el año 975. En la actualidad contiene 239 folios, de ellos 7 folios están numerados en romano y 232 en árabe, en escritura redonda visigótica en dos columnas, y 90 miniaturas, algunas ocupando dos folios. Se encuentra en el Museo Diocesano de Urgell.

El Beato de San Millán fue escrito en el monasterio de San Millán de la Cogolla por dos artistas de cronología y concepción artística diferente. Se comenzó se comenzó en la primera mitad del siglo XI, en el estilo mozárabe del X, y se terminó en la segunda mitad del XI, en estilo románico, reuniendo 49 miniaturas. Se encuentra en la Biblioteca Nacional de Madrid.

El Beato de Silos fue escrito en el Monasterio de Santo Domingo de Silos por los monjes Domingo y Munio e iluminado con 106 miniaturas por el prior Pedro entre los años 1091-1109, en el tradicional mozárabe, aunque en yuxtaposición de estilos con el románico. Se encuentra en la British Library de Londres.

MINIATURAS DEL BEATO DE LIÉBANA

El ejemplar más espléndido es el Beato de Fernando I y doña Sancha, por ser estos reyes leoneses sus promotores. También llamado Beato emilianense. Este Beato Segundo de la Biblioteca Nacional fue escrito en latín con escritura visigótica y miniado por Facundo, en 1047. También es conocido como Beato de Facundo, en atención al autor tanto de sus textos como de sus de sus ilustraciones. 

Posee 624 páginas a 2 columnas y 35 líneas, con unas dimensiones de 267 y 361 milímetros, cuyo título y epígrafes están escritos en rojo. En cuanto a su decoración, posee unas 98 excelentes miniaturas de gran expresión y habilidad técnica, muchas de ellas a página entera y a doble página. Aunque continua con la tradición de los beatos prerrománicos hispanos, empieza a apuntar ya mayores influencias románicas europeas. Es un tipo de beato en transición entre la tradición mozárabe y el novedoso románico, típico de mediados del siglo XI, generando una mayor expresividad en sus miniaturas.

El más bello y completo de todos los beatos, encuadernado en piel, por eso de su texto se pueden desglosar cada uno de los contenidos habituales es este tipo de códices:

1. Tablas genealógicas (hojas 10-17): Árboles genealógicos del pueblo judío desde Adán hasta el nacimiento de Cristo en forma de complejas ilustraciones, basadas en las Biblias mozárabes.

2. Capitulatio (en 34 párrafos) (h. 18-19)

3. Texto entero de El Apocalipsis, sacado de la Storiae del Comentario del Beato(h. 19-30)

4. Praefatio (h. 30): Breve texto en el que se manifiesta el deseo de hacer comprensible el libro bíblico. Abundan las citas de San Isidoro de Sevilla, en especial de su Contra Iudaeos. Se dedica la obra a Eterio, "sancte pater", quien solicitó esta escritura para la formación espiritual de cristianos.

5. Prologus I (h. 30): Biografía de San Jerónimo atribuida a Prisciliano, aunque en algunos manuscritos está atribuido al propio San Jerónimo. 

6. Prologus II (h. 30): Texto que San Jerónimo dedicó a Anatolio en su refundación del Comentario al Apocalipsis de Victorino.

7. Interpretatio (h. 30-40): Explicación resumida del Apocalipsis a partir, al parecer, de Primasio y Ticonio con citas isidorianas y en el que se utiliza un texto bíblico distinto de la Vulgata.

8. Beati in Apocapipsis (h. 40-263): Colección de citas bíblicas (grupos versículos del Apocalipsis seguidas de amplios comentarios patrísticos .

9. De ecclesia et sinagoga (h. 58-77)

10. De Antichristo (h. 203-204)

11. Explicit… Codex multorum librorum (h. 263-264): Añadido de las Etimologías de San Isidoro.

12. Hieronymi in Danielem (h. 267-316): Añadido de un pormenorizado comentario de San Jerónimo a Daniel desde antes del siglo X. Contiene escenas narrativas ilustradas.

Se conservó en la Colegiata de San Isidoro de León, en poder del marqués de Mondéjar, hasta finales del siglo XVII. En la Guerra de Sucesión, fue requisado por Felipe V en la Guerra de Sucesión y enviado a la Biblioteca Real de Madrid. En la actualidad, forma parte de los fondos de la Biblioteca Nacional de España, que posee dos ejemplares. Recientemete, ha sido incluido por la UNESCO en el Registro de la Memoria del Mundo.

MINIATURAS DEL BEATO DE LIÉBANA

NOVELA PICARESCA, REFLEJO SOCIO-ECONÓMICO DEL BARROCO

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Durante los siglos XVI y XVII, un estilo literario definido como novela Picaresca se convirtió en un reflejo de la crisis socio-económica de aquellos siglos, de una expresión de la filosofía española y de un medio de la cultura del Barroco. Entre sus literatos se encuentran algunos de los representantes del Siglo de Oro de las Letras españolas como Francisco de Quevedo, Mateo Alemán, Miguel de Cervantes o Luis Vélez de Gevara.

La novela picaresca fue seguida con enorme interés en Europa e imitada, sin conseguir la creatividad española, por escritores del nivel universal de Dickens, Balzac, Víctor Hugo, Dostoievski o Zola.

EL TRIUNFO DE BACO, POR DIEGO VELÁZQUEZ


En el siglo XVI, la novela Picaresca introdujo un modo de novelar, siendo uno de los productos más característicos de la cultura Barroca. Pero además la novela Picaresca ha sido calificada por muchos como reflejo de nuestra filosofía, aunque su medio de expresión no sea el discurso académico sino el lengua corriente.

El trasfondo socio-económico de la crisis barroca fue una amplia decadencia, que se produjo durante el reinado de Felipe II. Siendo esta decadencia distinta en el centro respecto a la periferia, por lo que surgieron el bandolero catalán y el pícaro castellano. Ambos fueron el resultado y productos del hambre, la miseria y el desempleo, pero con una diferencia: mientras el pícaro aceptaba las condiciones como se presentaban e intentaba conseguir provecho, el bandolero protestaba.

El pícaro y la sociedad en que vivía inspiraron la novela picaresca, reflejo de una España que no logró crear una sociedad burguesa basada en el trabajo y un nuevo orden económico. Cuando terminaron las etapas de conquistas y expansión imperial, el español encontró en las actividades antisociales la salida natural para su individualismo, y los antiguos soldados engrosaron el ejército de mendigos, rufianes, valentones, tahúres, embaucadores o hidalgos hambrientos y vanidosos, en los que se inspiró la novela picaresca.

En el centro de España la pobreza del campo incitó a una huida en masa hacia las ciudades, donde se podía vivir de la caridad o encontrar oficios serviles. Se llenaron pues las ciudades de sopistas y vagabundos, y crearon el ambiente apropiado para que surgiera la figura del pícaro: generalmente un pecador arrepentido que escribe sus memorias en edad madura, con carácter moralizador. El pícaro literario es así un pretexto para evidenciar ciertas lacras sociales: un protagonista nacido en los bajos fondos de la sociedad, sin oficio determinado, criado de muchos amos, que narra su vida con desenfado. Venía a ser pues un antihéroe conexionado con la literatura de los conversos, en tiempos en los que existió cierta rebeldía popular y alzamiento moral de los siervos.

La novela moderna surgió cuando el Realismo se impuso al Idealismo de la época renacentista, y el pícaro encarnó un nuevo personaje opuesto al pastor idealizado y al héroe caballeresco. Cambiaron los gustos literarios, porque el público deseaba ver la vida como era. La novela picaresca nace pues con la naturalidad del ambiente social, espiritual y material de su época, un cambio general de vida promovido por la crisis económica, moral e intelectual que se produjo entre la segunda mitad del siglo XVI y la primera del XVII. El pícaro que narra su vida impuso un punto de vista libre e individual, como si deseara una inversión social. Por eso la novela picaresca tiene una significación ideológica que supera la simple innovación estética, con disertaciones morales y relatos didácticos, con una insatisfacción e inquietud desilusionada y escéptica, con la astucia como arma de defensa. El pícaro es por eso el desposeído por excelencia, el pobre absoluto, conciencia disidente que protesta ante la injusticia, denuncia de la sociedad en que vive y expresión de su conciencia disidente. La novela picaresca es así un producto pseudoascético, y algunos escritores de novelas picarescas escribieron también escritos religiosos o morales.

El fondo filosófico de la picaresca literaria ya se había originado en la escuela cínica griega y en el Estoicismo grecorromano. De ambas concepciones asumió el Individualismo y el espíritu de resistencia, también la indiferencia por el mundo exterior y por su reputación. La picaresca fue la continuación del Estoicismo con otros medios, amoldada a la manera española de protesta, menos crítica y sufrida, pero más irónica y risueña.

La novela picaresca es la respuesta a la fachada barroca y refulgente de su tiempo y el testimonio de los bajos fondos de la vida que no aparecen en las crónicas de sociedad escritas por los historiadores y cronistas. Su protagonista no es el héroe convencional de las novelas caballerescas, pastoriles o sentimentales, sino el anti-héroe marginado y excluido social.

COMIDA DE PÍCAROS, POR DIEGO VELÁZQUEZ

Este género dio sus primeros pasos con La lozana andaluza de Francisco Delicado en 1528, donde la peripecia de una prostituta de Roma permitió justificar el arrasamiento de esta ciudad por las tropas imperiales a causa de la degradación moral en que había caído. La obra es significativa ya que su autor era un sacerdote con una pésima opinión del clero católico, que describió los vicios sociales y eclesiásticos. En un ambiente donde los primeros en prostituirse eran los papas y los reyes, cortesanos y sacerdotes, la prostituta en un sentido estricto resultaba ser una simple superviviente dotada de más sentido moral que aquellos que viven de predicar a los demás.

Posiblemente fue la aparición del La vida del Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades, en 1554, lo que produjo una mayor diversificación y dilatación del género picaresco. En ella el autor recoge la vida de Lázaro desarrollada en Salamanca y Toledo, contraponiendo al imperio de Carlos V la existencia de un pobre desdichado que sólo encuentra acomodo cuando acepta convertirse en cornudo consentido. En este panorama quedaron mal parados los clérigos que traficaban con bulas en pleno estallido de la Reforma de Martín Lutero, los que carecían de compasión hacia las necesidades del prójimo, y los hidalgos que se negaban a trabajar convencidos de su superioridad moral. 

En Lázaro de Tormes es una obra erasmiana, muy contagiada de espíritu castellano. No aparece la amargura ni el resentimiento de los pícaros posteriores, pero es sin duda la primera gran novela picaresca y más genuina porque reúne las siguientes características: 1. forma autobiográfica; 2. protagonista de baja clase social; 3. relato desde la infancia a la madurez; 4. carácter vagabundo del protagonista; y 5. hambre y necesidades como móviles vitales.
"Como la necesidad es tan gran maestra, viéndose con tanta hambre siempre, noche y día estaba pensando la manera que tendría en sustentar el vivir. Y pienso, para hallar estos negros remedios, que me era luz el hambre, pues dicen que el ingenio con ella se avisa."

EL LAZARILLO DE TORMES, POR LUIS SANTAMARÍA PIZARRO

El Guzmán de Alfarache, escrita por Mateo Alemán en 1599, es mucho más pesimista y exenta de la compasión del Lazarillo. Para él, pobreza y picaresca "salieron de la misma cantera". El pueblo hambriento es el eje central de esta novela:
"Los trabajos todos comiendo se pasan; donde la comida falta, no hay bien que llegue ni mal que no sobre, gusto que dure ni contento que asista."
Esta obra resultó extraordinaria en sus descripciones del sistema judicial y carcelario, y en la manera en que perfila el deterioro moral del protagonista. Guzmán ha sido considerado el pícaro por excelencia, satírico y moralizador, ejemplo a seguir por la doctrina contrarreformista. Mateo Alemán fue alumno del erasmista Juan de Mal-Lara, y autor de otra novela picaresca llamada ida de San Antonio de Padua.

A comienzos del siglo XVII, continuaron las publicaciones del género picaresco con notable acierto: La pícara Justina por Francisco López de Úbeda en 1605; La hija de Celestina o la ingeniosa Elena por Alonso Jerónimo de Salas Barbadillo en 1612; Vida del Escudero Marcos de Obregón por Vicente Espinel en 1618; y Alonso, mozo de muchos amos por Jerónimo de Alcalá Yánez en 1626.

Uno de los grandes literatos del Siglos de Oro de las Letras españolas en abordar el género picaresco fue Francisco de Quevedo mediante la publicación de dos obras: Providencia de Dios y gobierno de Cristo e Historia de la vida del Buscón llamado don Pablos. El Buscón, editado en 1626, resultó un denuncia social satírica y moralizadora, didáctica y doctrinal, conciencia religiosa de su época. La España imperial del Barroco aparecía mostrando su peor rostro, el de las bajezas y miserias que no conocían paliativo ni siquiera gracias a la acción de la Iglesia católica. Así el hambre era uno de sus peores males, que no ponían saciar el Buscón y sus compañeros: "Cenaron, y cenamos todos, y no cenó nadie."

VIEJAS FRIENDO HUEVOS, POR DIEGO VELÁZQUEZ

De menor relevancia fue Alonso de Castillo Solórzano, pero de gran popularidad en su época y autor de novelas como La niña de los embustes Teresa de Manzanares, de 1632, Aventuras del Bachiller Trapaza, de 1637, y La garduña de Sevilla y anzuelo de las bolsas, de 1642.

La novela de Luis Vélez de Guevara titulada El diablo cojuelo, de 1641, es extraordinaria, donde un ser demoníaco iría desvelando las realidades que se viven bajo los tejados de las casas de Madrid. 

también notables es la Vida y Hechos de Estebanillo González, hombre de buen humor, compuesta por él mismo, escrita por Gabriel de la Vega en Amberes en 1646. Se difundió por toda la península y algunos países europeos, cerrando un ciclo precisamente cuando la España de la Contrarreforma también estaba encaminada ya de manera irreversible a perder su hegemonía. 

Paulatinamente se fue produciendo una disminución en la intensidad de los caracteres, para ir acercándose a novelas de aventuras con carácter picaresco, muy próximo a lo que luego serían novelas costumbristas.

NIÑOS COMIENDO UVAS, POR ESTEBAN MURILLO

En la novela picaresca, el relato autobiográfico en primera persona sustituyó al tratado epistemológico, y la experiencia vivida al pensamiento abstracto. El tema central de la picaresca no fue la Metafísica ni el Más Allá, sino la Física y el Aquí, no el alma sino el cuerpo. La angustia es más cotidiana y menos trascendental, y su expresión máxima es el hambre del estómago vació y no el miedo al juicio final. Pero también el morir sin haber muerto pertenece al ámbito del hambre; el Lazarillo llegó a desear la muerte para librarse de la experiencia del hambre: "Pedí a Dios muchas veces la muerte." Pero deseaba también la muerte a quienes eran responsables de su escasez material.

Lo que Carlos Marx llamó "proletario lumpen" estaba ya configurado en el Lazarillo de Tormes, en el Guzmán de Alfarache, en Marcos Obregón o en el Buscón. De hecho, la cruzada de Feuerbach y Marx contra el Idealismo de Hegel y su afirmación de que la vida pertenece ante todo la satisfacción de las necesidades materiales del hombre, no es más que la versión germana y tardía del realismo introducido por la literatura picaresca española. Pero entre ambas concepciones existe una diferencia: mientras Feuerbach y Max trataron con aspectos filosóficos y científicos, Quevedo, Mateo Alemán o Espinel relataron los hechos y las vivencias de personajes con nombres y apellidos.

Dale J.B. Randall escribió en su libro The classical Ending of Quevedo´s Buscón, de 1964, que:
"Las novelas picarescas no son más que tratados morales en los que queda reflejada la sociedad y en donde muchos pueden ver sus culpas."

El hispanista alemán Albert Schuftheiss escribió en el siglo XIX en su obra Schelmenroman der Spanier und seine Nachbildugen (La novela picaresca de los españoles y sus imitaciones):
"Lo que ha convertido las novelas picarescas en creaciones originales se debe al hecho de que por primera vez el pueblo como tal es tenido en cuenta."

La novela picaresca constituyó uno de los testimonios más representativos del Escepticismo español. Pertenece a la dimensión realista del alma española, contrapunto de su vocación de trascendencia y ensueño. En ella existía un mensaje moral inequívoco: los culpables no son aquellos desventurados que tienen que recurrir a toda clase de trampas, mentiras y emboscadas para sobrevivir, sino los poderosos y privilegiados que permiten ese estado de cosas y que no hacen nada para remediarlo.

Aunque el autor de este género no haga apología de la rebelión de los oprimidos, es una literatura subversiva y de protesta social. No necesitaron proclamas incendiarias como las de los escritores revolucionarios de los siglos XVIII y XIX, les bastaba con contar los vivido o visto. Su significado es claro: allí donde no es justa la ley, es lícito prescindir de ella, tomársela cada uno por su cuenta y actuar sin vergüenza. Así lo escribió Mateo Alemán en el Guzmán de Alfarache:
"Nunca pudieron ser amigos el hambre y la vergüenza. Sólo ten vergüenza de no hacer desvergüenza, que lo que llaman vergüenza no es sino necedad."

RINCONETE Y CORTADILLO, POR MANUEL RODRÍGUEZ DE GUZMÁN

La novela picaresca fue seguida con enorme interés no sólo en España, sino en el resto de Europa. Ha sido imitada, sin conseguir la creatividad española, por escritores europeos del nivel universal de Dickens, Balzac, Víctor Hugo, Dostoievski o Zola. 

En Francia de popularizó a partir de la publicación de Gil Blas de Santillana, cuyo autor Alain René La Sege (1668-1749) fue acusado por Voltaire de haber plagiado a los españoles, acusación a la que con otros argumentos se sumarían el padre Isla y Antonio Llorente.

En Inglaterra también tuvo mucha repercusión. Henry Fielding (1707-1754), considerado como uno de los fundadores de la novela inglesa y precursor de Charles Dickens, rompió con la narrativa edificante, puritana y sentimental de Samuel Richarson e inspirándose en la picaresca hispana, introdujo en su país la novela realista y satírica, de la que son testimonio obras como Joseph AndrewThe History of Tom JamesA Foundling o Amelia. También las novelas de Tobías Smollett (1721-1771) reflejan la influencia de los picarescos hispanos en The Adventures of Roderich RandamThe Adventures of Peregrine Pickle y The Expedition of Humphry Clinker.

En Alemania la novela picaresca alcanzó una gran difusión bajo el nombre de Schelmenroman. Así pues, los Sueños de Quevedo inspiraron a Michael Moschrosh (1601-1669) para su novela Las sorprendentes y verdaderas caras de Filandro de Sittenwald. El autor alemán más importante del siglo XVII, Hans von Grimmelshausen (1625-1676), estuvo enormemente influido por Mateo Alemán, Espinel y Quevedo, cuyas obras habían sido traducidas al alemán. Su famosa novela Simplicius Simpliccisimus es fundamentalmente la versión teutónica de la picaresca hispana. De forma errónea, Albert Schulthiess definió a esta obra como "la novela picaresca por excelencia", sin comprobar que es literariamente inferior al modelo español.

EL ALMUERZO, POR DIEGO VELÁZQUEZ

ORACIÓN APOLOGÉTICA LITERARIA DE JUAN PABLO FORNER

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El gran defensor de la grandeza de España en la Ilustración española fue Juan Pablo Forner, mediante la publicación de la Oración apologética por la España y su mérito literario, publicada en 1786 contra el enciclopedista francés Masson de Morvilliers.

Utilizó con gran destreza la sátira y la crítica para enfatizar las grandes aportaciones españolas a las letras y las ciencias, defendiendo la tradición cultural cristiana frente al novedoso racionalismo y materialismo de los ilustrados franceses, como puso de manifiesto en sus Discursos filosóficos del hombre o en Exequias de la lenguas castellana.

JUAN PABLO FORNER




Juan Pablo Forner y Segarra nació en Mérida en 1756. Era sobrino del filósofo ecléctico y médico Andrés Piquer. Había estudiado Derecho en la Madrid y Toledo, y Filosofía y Humanidades en la Universidad de Salamanca en 1771, pero consiguió su título de doctor en leyes en la de Alcalá de Henares, en 1778.

En la Universidad salmantina trabajó como profesor de jurisprudencia, pudiendo formar parte del Parnaso, bajo el nombre de Aminta, y relacionarse con intelectuales como a Juan Meléndez Valdés, Pedro Estala, José Cadalso y José Iglesias de la Casa. En 1782, la Real Academia Española premió su Sátira contra los vicios introducidos en la poesía por los malos poetas.

Siendo protegido por Manuel Godoy, llegó a ser fiscal en la Audiencia de Sevilla desde 1790, y consejero real de Castilla desde 1796 hasta su muerte un año después.

Forner pertenecía a un grupo de ilustrados de su época, como Melchor Gaspar de Jovellanos, Leandro Fernández de Moratín, José Cadalso o Benito Jerónimo Feijóo, críticos con los males nacionales, más regeneracionistas que autocomplacientes, que pasaron a la historia del pensamiento español más por sus protestas constructivas que por sus dilaciones. Así, contribuyó con sus ideas a las reformas emprendidas por Carlos III para mejorar el nivel científico nacional. Para Forner, el sistema académico era bastante teórico y estaba alejado de la realidad social y económica. Escribió que "La sabiduría es la aplicación útil de la verdad a las necesidades y orden de la vida civil."

Era un apologeta virulento y agresivo, que utilizaba la polémica y la sátira con soltura, además poseía amplios recursos dialécticos. Está considerado como el principal exponente de la sátira español del siglo XVIII. También escribió ensayos y panfletos defendiendo el mérito de la cultura y tradición literaria española, y rechazando las ideas extranjeras empíricas y liberales de la Ilustración. Su postura conservadora y su considerable educación humanista le hizo emprender disputas con casi todo el Madrid literario, como Vicente García de la Huerta, Francisco Sánchez Barbero, José de Vargas Ponce, Cándido María Trigueros y León de Arroyal y Alcázar. A tal grado alcanzaron sus soflamas dialécticas que se prohibió publicar sin la expresa autorización real.


TOMÁS DE IRIARTE

Pero su polémica más sonada la tuvo con el literato moralista Tomás de Iriarte, un duelo entre amantes del género satírico, pero que no llegó al nivel literario ni personal que siglos y medio antes habían tenido Quevedo y Góngora, o Cervantes y Lope de Vega.

Aquella disputa empezó cuando Iriarte escribió sus Reflexiones para criticar la égloga Batilo de Meléndez Valdés, ganadora del concurso apologético de la vida rural organizado por la Academia de la Lengua en 1778. La amista con Meléndez Valdés, hizo que Forner saliera en su defensa publicando Cotejo de las églogas.

Tres años más tarde, en 1782, aprovechando la fama que Iriarte había alcanzado gracias a sus Fábulas, Forner continuó su ataque literario publicando la sátira El asno erudito. El fabulista entró en la reyerta publicando una carta, y Forner contraatacó con Los gramáticos. Historia chinesca.

En cambio, mantuvo amistad con el dramaturgo Leandro Fernández de Moratín, a quién apoyo en Contra la crítica de la comedia de Moratín El viejo y la niña, de 1790, y con José Iglesias. A su vez, fue admirado entre otros por Campomanes, Jovellanos, Fernández de Navarrete y Estala.

En 1786, la Real Academia de la Lengua Española organizó un concurso público que consistía en redactar una apología en respuesta a la crítica de un escritor ilustrado francés, sin ninguna retribución económica al ganador. El agraviador era Nicolas Masson de Morvilliers, que había publicado su Enciclopedia metódica, en París en 1782, y editada por Charles-Joseph Panckoucke. Esta obra era sucesora de la Enciclopedia de D´Alembert y Diderot. En su entrada dedicada a España se preguntaba: "¿Qué se le debe a España? ¿Qué ha hecho por Europa en los últimos dos, cuatro, diez siglos?" Movilliers calificaba a España con epítetos como "pueblo de pigmeos" o "la nación más ignorante de Europa".

Esta afrenta se había convertido en una cuestión de Estado, por eso el conde de Floridablanca, secretario real de Carlos III, solicitó a Forner que entrara a concurso, aprovechando sus dotes de polemista. Y Forner entregó la obra dividida en dos partes con la que pasaría a la historia: Oración apologética por la España y su mérito literario. Floridablanca quedó tan entusiasmado por el alegato que decidió publicarlo y otorgarle un premio de 6.000 reales.

ORACIÓN APOLOGÉTICA POR LA ESPAÑA Y SU MÉRITO LITERARIO, POR JUAN PABLO FORNER

La Oración apologética es más oratórica que histórica, pues minusvalora la filosofía, y basa las ciencias y las artes en la utilidad y la virtud. Forner defendió la orientación cristiana que estaba teniendo la cultura y literatura nacional, atacando el racionalismo materialista de los enciclopedistas franceses. Elaboró una exposición de las principales personalidades de las ciencias y las letras españolas, enmarcando la contribución particular en el conjunto continental.

Destacó la contribución al Escolasticismo y al Humanismo, ciencias sagradas, moral, derecho, náutica, arte militar, medicina, lógica, jurisprudencia, etc. Es un obra típica de la Ilustración de su tiempo, pues exaltaba las ciencias prácticas. Recibió los reconocimientos del marqués de Valmar, Marcelino Menéndez Pelayo, Wenceslao Ayguals de Izco, y otros conservadores españoles.

Hizo mención especial al literato Miguel de Cervantes, al humanista Luis Vives, al rey sabio Alfonso X, al teólogo Melchor Cano, y a su promotor Floridablanca, aunque reconoció que nunca hubo un científico del nivel de Isaac Newton o un filósofo como Leibnitz.
"España ha sido docta en todas edades. No hemos tenido en los efectos un Cartesio, no un Newton: démoslo de barato: pero hemos tenido justísimos legisladores y excelentes filósofos prácticos, que han preferido el inefable gusto de trabajar en beneficio de la humanidad a la ociosa ocupación de edificar mundos imaginarios en la soledad y silencio de un gabinete."
"Es menester confesarlo: solos Juan Luis Vives y Francisco Bacon de Beruliano han conocido en el mundo el mérito intrínseco, el valor real de la sabiduría, y solos ellos eran capaces de desempeñar dignamente el aprecio de la de cada nación."
"Para mí entre el Quijote de Cervantes, y el Mundo de Descartes, o el Optimismo de Leibniz no hay más diferencia, que la de reconocer en la novela del español infinitamente mayor mérito que en las fábulas filosóficas del francés y del alemán."

Forner reconocía la contribución que la España islámica había aportado a las artes y las ciencias durante el decadente Medio europeo, y las intenciones que sabios de Europa por llegar a España y adquirir aquellos conocimientos.
"Tal era el decadente estado de la literatura en Europa, cuando levantadas ya en el siglo XI escuelas célebres en España por los Árabes que la dominaban, excitada con ellas la emulación de Inglaterra, Francia, Italia, Alemania, sus sabios y maestros corren ansiosamente, parte a España, parte a la Arabia misma, a adquirir los métodos y materias de que carecían..." 
"La España árabe era el emporio de cuantos deseaban aprender las artes…. De allí salió el conocimiento de las Matemáticas, de allí la Astronomía, de allí la Medicina, de allí la Botánica, de allí la Química,…" 
"Averroes introducido sin diligencia suya en el imperio de la Filosofía, suministró sistemas nunca oídos, que se fundaron sobre sus malas interpretaciones de la de Aristóteles."
"España, libre del contagio del Escolasticismo, daba de sí entre los sarracenos habilísimos médicos, astrónomos, geómetras, algebristas, químicos, poetas, historiadores..."

Resaltó la contribución de la Escuela de Salamanca y de su universidad, de sus grandes pensadores del siglo XVI:
"Las primeras Cátedras con que se señaló la Universidad de Salamanca, erigida a mediados del siglo-XIII, fueron las de Lógica, Retórica, Aritmética, Geometría, Astronomía, y Música, artes todas que no se fomentaron ciertamente para formar grandes escolásticos." 
"... y habiendo florecido en él nuestros grandes nombres, Victoria, Cano, Báñez, Soto, Castro, Suárez, Valencia, Maldonado, y el restante escuadrón de varones doctísimos, escolásticos todos, pero escolásticos que entendieron y usaron de las humanidades y cultura de las lenguas y bellas letras con tanta maestría y acierto, como los que en otros países han colocado su gloria en sólo profesarlas; la malignidad misma habrá de confesar que uno de estos vale por muchos Okamos y Halesios."

DISCURSO SOBRE LA TORTURA, POR JUAN PABLO FORNER

En esa misma línea definida en su Oración apologética continuó con otra gran obra Discursos filosóficos sobre el hombre, publicada en 1787. Defendía a los grandes eruditos del pensamiento español del Siglo de Oro, como Francisco de Vitoria, promotor del Derecho internacional de Gentes, Francisco Suárez, promotor de la teoría de la soberanía popular, ambos máximos exponentes de la Escuela de Salamanca, y a, Juan Luis Vives, gran humanista europeo del Renacimiento y promotor de la psicología. Frente a estos grandes ejemplos de filósofos españoles representativos de la tradición cristiana, Forner criticó la ciencia de la Ilustración, encabezada por Voltaire.

En el tratado de historiografía ilustrada Discurso sobre el modo de escribir y mejorar la Historia de España, Forner estableció una teoría estética de la Historia; una síntesis de la Historiografía basado en la poesía. Esta obra fue publicada de forma póstuma, en 1816, ya que la mayor parte de la obra de Forner fue censurada, guardada por el también extremeño Manuel de Godoy, valido de Carlos IV, y editada, finalmente, por Valmar en su obra Poetas líricos del siglo XVIII. Y lo mismo sucedió con Exequias de la lengua castellana. Sátira menipea, publicada en 1834.

Las Exequias de la lengua castellana es posiblemente la mejor obra de Forner por ser una de las críticas más extraordinarias de la Ilustración española. En ella ofrece una visión global de la literaturas española, pero haciendo juicios sobre los autores clásicos e ironías contra los modernos. El argumento se basa en un viaje al Parnaso de la lengua castellana, que camina de manera moribunda y viciada por los literatos modernos que la corrompen y usan un latín bárbaro. Mezclando tanto prosa y como verso, utiliza composiciones burlonas y satíricas para criticar a los autores contemporáneos influenciados por los enciclopedistas franceses y para revalorizar la literaturas heredada del clasicismo latino.


ANTOLOGÍA DE JUAN PABLO FORNER EN BREVIARIOS DEL PENSAMIENTO ESPAÑOL

MOVIMIENTO DE LA HISPANIDAD

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La expresión Hispanidad apareció en la segunda década del siglo XX para denominar a las personas, países y comunidades que comparten la lengua española (o castellana) y poseen una cultura relacionada con España. En ella se incluyen 29 naciones y algo más de 472 millones de personas, en África, América, Asia, Europa y Oceanía.

El Día de la Hispanidad es el 12 de octubre de 1492, día del descubrimiento y llegada de los primeros españoles a América. Esta fecha marca el nacimiento de una nueva identidad producto del encuentro y fusión de los pueblos y culturas indígenas existentes en el continente americano y en España.

El concepto de la Hispanidad se fue desarrollando como un movimiento filosófico, histórico y cultural que integra a todas las naciones y etnias de habla hispana a ambos lados del Atlántico. No incluye ninguna nota racial que pueda señalar diferencias poco agradables entre los diversos elementos que integran a las naciones hispánicas. Todas ellas han heredado un patrimonio común, transmitido por antepasados comunes, aunque luego cada una haya aumentado su herencia con nuevos bienes y nuevas glorias, que constituyen el patrimonio intangible y soberano de cada una de las naciones hispánicas.

La Hispanidad reúne a todos los pueblos hispánicos este aspecto agradable y simpático de nuestra gran familia de naciones, aunque con distintos nombres y significaciones.
BANDERA DE LA HISPANIDAD

El primer antecedente de la Hispanidad fue ideado por Ramón de Basterra y Zabala, considerado la voz del futurismo, trabajó como vate oficial de la revista Hermes. A través de su poesía fue manifestando su peculiar arte e  ideología, su deseo de renovación española tras el desastre del 98 y la liquidación de las últimas colonias del Imperio, su ideal de nuestra cultura vinculada a Roma, el concepto de la hispanidad, en suma, de todos los pueblos de la península Ibérica y de América, hermanos en lengua, fe y tradición: la SobreEspaña, antecedente de la Hispanidad que definirían años después Zacarías Vizcarra y Ramiro de Maeztu.

El ideal de vida representado en el siglo XVIII por los ideales ilustrados y iiberales y que Basterra denominó Carlotercismo, refiriéndose al reinado de Carlos III, es el símbolo de la renovación española que el poeta propuso, puesto que para él, el esplendor de la cultura europea se produjo en el siglo XVIII, es decir, en pleno Racionalismo.

La hispanidad que Basterra relataba en sus obras en prosa, como La obra de Trajano escrita en Rumanía, y Los navíos de la Ilustración escrita en Venezuela, hacía referencia a los marinos ilustrados del siglo XVIII, hombres de ciencia y guerra, que llevaron en sus barcos los ideales liberales y progresistas con destino a las Américas. En estas obras, Basterra meditaba sobre la España imperial heredera de los valores de Roma.

En Los Navíos de la Ilustración, Basterra empezó a transformar el panorama cultural. Basterra se encontró en Venezuela con los papeles de la Compañía Naviera Guipuzcoana de Caracas, fundada en 1728, y vio que los barcos del conde Peña Florida y del marqués de Valmediano, de cuya propiedad fueron después partícipes las familias próceres de Venezuela, como los Bolívar, los Toro, Ibarra, La Madrid y Ascanio, llevaban y traían en sus camarotes y bodegas los libros de la Enciclopedia francesa y de la Ilustración española. Por eso, Basterra atribuyó la 
independencia de América al hecho de haberse criado Bolívar bajo las ideas de las Sociedades Económicas Amigos del País de aquel tiempo. Su error fue suponer que acontecía solamente en Venezuela lo que ocurría al mismo tiempo en toda la América española y portuguesa, como consecuencia del cambio de ideas que el siglo XVIII trajo a España.

Juan Ramón Jiménez comentaba de Basterra que:

"Se viste su uniforme diplomático, se echa a la Plaza de San Pedro en Roma, húmedo bloque central, y se pasea allí, columnas y fuente bajo los nublados cárdenos, siempre nostálgico de la palabra mujer española, buscando en los crepúsculos el brazo de Goethe como romano universal."

Eugenio d’Ors lo consideró imprescindible en la biblioteca de todo joven con ambiciones culturales, y Gerardo Diego lo incluyó en la edición de su antología canónica Poesía española contemporánea en 1934.

ESCULTURA DE RAMÓN DE BASTERRA

La decimoquinta edición del Diccionario de la Real Academia de la Lengua, publicado en 1925, explicaba que la voz Hispanidad era todavía un sinónimo de Hispanismo, un modo peculiar de hablar español que se aparta de las reglas comunes.

En la llamada Generación del 98, cuyo origen estuvo en la pérdida de los restos ultramarinos del antiguo Imperio español en 1898, la pregunta sobre nuestra identidad fue casi obsesiva. En la definición y desarrollo del ideal de la Hispanidad tomaron parte varios intelectuales, literatos y filósofos pertenecientes a esta Generación: Ramiro de Maeztu, Zacarías Vizcarra, Ramón de Basterra, Miguel Unamuno, Manuel García Morente, Eloy Azorín, Pío Baroja, Antonio Machado, etc.

En enero de 1913, la Unión Ibero-Americana de Madrid, inspirada por su presidente Fausto Rodríguez San Pedro, propuso 
instaurar el Día de la Raza entendida como Fiesta de la Raza española y refiriéndose a los españoles de ambos continentes. Difundió unas hojas tituladas Fiesta de la Raza, en las que podía leer:
"Es aspiración fomentada por la Unión Ibero-Americana, y para cuya realización se propone efectuar activa propaganda en 1913, la de que se conmemore la fecha del descubrimiento de América, en forma que a la vez de homenaje a la memoria del inmortal Cristóbal Colón, sirva para exteriorizar la intimidad espiritual existente entre la Nación descubridora y civilizadora y las formadas en el suelo americano, hoy prósperos Estados. Ningún acontecimiento, en efecto, más digno de ser ensalzado y festejado en común por los españoles de ambos mundos, porque ninguno más ennoblecedor para España, ni más trascendental en la historia de las Repúblicas hispano-americanas. De no haber sido ineludible el amoldarse a la organización oficial de los agasajos que se celebraron en honor de los Delegados ibero-americanos en las fiestas del Centenario de Cádiz, se hubiera celebrado el té con que les obsequió la Unión el día 12 de octubre en vez del 13, pues tal era el propósito de nuestra Sociedad, el de hacer coincidir con esta fecha el honor de recibir en ella a los emisarios ibero-americanos."


JUAN RAMÓN JIMÉNEZ

En 1917, la República de Argentina tomó la iniciativa y estableció durante la presidencia de Irigoyen la celebración del 12 de octubre como su Día Nacional "en homenaje a España, progenitora de naciones, a las cuales ha dado, con la levadura de su sangre y la armonía de su lengua, una herencia inmortal". El Día de la Raza es el nombre que fueron recibiendo en un principio las respectivas fiestas nacionales de la mayoría de los países hispanoamericanos.

Al año siguiente, en 1918, el gobierno de Antonio Maura, durante el reinado de Alfonso XIII, hizo oficial el 12 de octubre el día nacional de España con el mismo término.

El primero en utilizar el término Hispanidad fue el sacerdote, radicado en Argentina, 
Zacarías de Vizcarra y Arana, quien en 1926 propuso en Buenos Aires que se utilizarse el término Hispanidad para sustituir al de Raza, en el sentido de Día de la Raza por el de Día de la Hispanidad, y obtuvo amplia difusión en los ambientes hispanistas. El argumento utilizado fue que:
"Si el concepto de Cristiandad comprende y a la vez caracteriza a todos los pueblos cristianos, ¿por qué no ha de acuñarse otra palabra, como ésta de Hispanidad, que comprenda también y caracterice a la totalidad de los pueblos hispánicos?"

Para Vizcarra era importante definir las dos acepciones análogas de la palabra Hispanidad:
1. significa el conjunto de todos los pueblos de cultura y origen hispánico diseminados por Europa, América, África y Oceanía. Era de índole geográfica.
2. expresa el conjunto de cualidades que distinguen del resto de las naciones del mundo a los pueblos católicos de estirpe y cultura hispánica. Tenía un carácter ético.

A Vizcarra se le atribuye la creación de la palabra Hispanidad, descrita en su obra La hispanidad y su Verbo, publicación de 1926 en Buenos Aires:
"... de que no existe palabra que pueda sustituir a Hispanidad... para denominar con un solo vocablo a todos los pueblos de origen hispano y a las cualidades que los distinguen de los demás... significa, en primer, lugar, el conjunto de todos los pueblos de cultura y origen hispánico diseminados por Europa, América, África y Oceanía; expresa, en segundo lugar, el conjunto de cualidades que distinguen del resto de las naciones del mundo a los pueblos de estirpe y cultura hispánica."

Por esta definición, la inclusión del Imperio portugués en la Hispanidad parece clara, hasta porque no hay presencia española relevante en Oceanía, pero no es bien así. En 1936, el monseñor concretó que:
"...tenemos que España y su estirpe, es decir, toda la Hispanidad, debe cumplir todavía dos brillantes misiones en la Cristiandad, para salvar a la Humanidad en su más terrible crisis..."

ZACARÍAS VIZCARRA

No es extraño que fuese un portugués, Antonio Sardinha, quien pase por ser otro pionero en el uso de la palabra Hispanidad. Portugal nunca renegó de su condición hispana. El concepto de Hispanidad acuñado por Sardinha tendría su influencia en poetas iberoamericanos como Rubén Darío, y en otros hombres de la cultura como Sánchez Chocano y Menéndez Pidal. El vocablo Hispanidad surgía a semejanza de la palabra Cristiandad, para referirse a una comunidad de pueblos extendidos por todo el orbe cuyo origen común está en la península Ibérica.

Sin embargo, mientras que en unos textos Sardinha empleaba la palabra hispanidade, en otros como en su obra Madre-Hispânia, de 1924, se refería con lusitanidade. Y en 1922, en su texto O Pan-Hispanismo, sin fijar la palabra, supo definir muy bien el concepto:

"O pan-hispanismo nos surge daqui, como conclusão lógica, constituído por dois elementos estruturais: o espanholismo e o lusitanismo, "voz clamorosa de la sangre contra el pan-americanismo" - foi como definiu o pan-hispanismo no ano passado, por ocasião da Festa da Raça, no seu famoso discurso no Teatro Real de Madrid, o conde de la Montera, D. Gabriel Maura Camajo, acrescentando em seguida que "los pueblos que no se agrupen en organizaciones más amplias que la sociedad nacional, sucumbirán bajo el imperialismo."

Uno de los pioneros defensores de la Hispanidad fue el filósofo y escritor Miguel de Unamuno y Jugo. Fue catedrático y rector de la Universidad de Salamanca y afiliado al Partido Socialista. En 1927, Unamuno publicó un comentario a la obra La restauración nacionalista, del argentino Ricardo Rojas, en el que con el término Hispanidad definía la comunidad de pueblos de habla española y encerraba en él "aquellas cualidades espirituales, aquella fisonomía moral, mental, ética, estética y religiosa".

Unamuno ya prefería referirse a la Hispanidad en lugar de Españolidad dejándolo escrito en un artículo, en él que afirmaba:
"Digo hispanidad y no españolidad para atenerme al viejo concepto histórico-geográfico de Hispania que abarca toda la Península Ibérica para incluir a todos los linajes, a todas las razas espirituales, a las que han hecho el alma terrena y a la vez, celeste de Hispania”. Unamuno se sentía “doblemente español, por vasco y por español."

Unamuno presentó la creación de una identidad hispana como un proyecto a largo plazo, basado en la relación de diferenciación e integración que existe entre España y las otras naciones del mundo hispánico. Destacó el papel primordial que desempeñó la lengua española en la construcción de esta identidad.



MIGUEL DE UNAMUNO

Mientras que Miguel de Unamuno razonaba el concepto de la Hispanidad de origen puramente español, y concretamente vasco, otro español y vasco llamado Ramiro de Maeztu lo lanzaba en su obra Defensa de la Hispanidad. Mientras Unamuno razonaba su concepto de Hispanidad como exiliado en Hendaya, Maeztu lo defendía como embajador en Buenos Aires.

Ramiro de Maeztu fue un observador de la realidad española, que sufrió el hundimiento de los negocios de su familia en Cuba cuando la isla se emancipó de España en 1898. Vivió el Desastre del 98 en primera persona. Desde la relativa distancia de ser hijo de inglesa, estar casado con una inglesa y haber vivido quince años en Inglaterra, el gobierno del general Primo de Rivera le nombró en 1928 embajador de España en la Argentina.

Allí tuvo ocasión de tratar con Zacarías de Vizcarra, el introductor en 1926 de la idea de la Hispanidad, de quien recibió gran influencia de su filosofía y de este movimiento cultural emergente. Pero es al regresar a España cuando Maeztu comenzó a desarrollar su defensa de la Hispanidad, precisamente el mismo año en el que se proclamó la República.

El 15 de diciembre de 1931, Maeztu fundó en Madrid la revista católica y monárquica Acción Española. En su primer número publica un artículo titulado La Hispanidad que comienza:
"La palabra se debe a un sacerdote español y patriota que en la Argentina reside, D. Zacarías de Vizcarra. Si el concepto de Cristiandad comprende y a la vez caracteriza a todos los pueblos cristianos, ¿por qué no ha de acuñarse otra palabra, como ésta de Hispanidad, que comprenda también y caracterice a la totalidad de los pueblos hispánicos?"
"El 12 de octubre, (día del descubrimiento de América) mal titulado el Día de la Raza, deberá ser en lo sucesivo el Día de la Hispanidad. El concepto Hispanidad debe comprender y caracterizar a la totalidad de los pueblos hispánicos."

A lo largo de 1932 y 1933 Maeztu fue definiendo su idea de la Hispanidad, que quedó materializado en la primavera de 1934, cuando editó su libro Defensa de la Hispanidad. Se trataba de una recopilación de artículos editados en la revista Acción Española. Aquella defensa influyó de manera determinante en la consolidación de una alternativa política hispánica frente a las pretensiones globalizadoras del comunismo soviético.

Para él, la Hispanidad es el resultado del Imperio español, una Monarquía misionera a la que el mundo designaba propiamente con el título de Monarquía católica.

"La Patria es espíritu. Ello dice que el ser de la Patria se funda en un valor o en una acumulación de valores, con los que se enlaza a los hijos de un territorio en el suelo que habitan."

Maeztu adoptó las dos acepciones geográfica y ética, que había propuesto con anterioridad Vizcarra, en un texto conciso y riguroso: 
"La Hispanidad aparece dividida en veinte Estados lo que no logra destruir lo que hay en ellos de común y que constituye lo que pudiera denominarse la hispanidad de la Hispanidad."

RAMIRO DE MAEZTU

Fernández de la Mora analizó el pensamiento hispanista de Maeztu, quien redujo el ideal hispánico a un pensamiento radical: "la igualdad esencial de todos los pueblos de la tierra". Esta tesis antropológica tiene un corolario ético: "los hombres son iguales en punto a libertad metafísica". Ambas aserciones laicas y racionales tienen una traducción religiosa y dogmática que, además, es católica: "todos los hombres si quieren pueden salvarse". Según Maeztu, lo propio de los mejores hispanos del Siglo de Oro español fue entregarse a la defensa de esa alta concepción del hombre.

Para Maeztu, la Hispanidad se debe emplear para referir también al pueblo portugués y al mundo lusófono, como lo hace con el pueblo español y al mundo hispánico, porque este concepto abarca a dos realidades históricas y culturales distintas: la lusitanidad y la españolidad.
"No veo inconveniente en aceptar la distinción entre hispanidad, lusitanidad y castellanidad. Más aún, creo que será necesario complementarla con otra: la de hispanidad y españolidad, porque hay españoles, como los vascongados, que no nos sentimos incluidos en la castellanidad, pero sí en la españolidad y más aún en la hispanidad..."

Advertía, Ramiro de Maeztu para lo siguiente:

"...estar siempre prevenidos de que hispanidad tiene dos sentidos: el más amplio, que abarca también los pueblos lusitanos, y el más restringido, que los excluye."

El 12 de octubre de 1934, Zacarías de Vizcarra aprovechó el Congreso Eucarístico Internacional de Buenos Aires en el teatro Colón para convencer de la consolidación necesaria en la idea de la Hispanidad, su origen, denominación y conceptos, tomando las ideas de Maeztu y que se concretaban en una declaración titulada Apología de la Hispanidad:
"América es la obra de España. Esta obra de España lo es esencialmente de catolicismo. Luego hay relación de igualdad entre hispanidad y catolicismo, y es locura todo intento de hispanización que lo repudie."

A aquel congreso asistió el Arzobispo de Toledo y Primado de España Isidro Gomá Tomás e intervino en el mismo preguntándose qué era la raza hispana:

"Se ha llamado a este día, 12 de Octubre, el día de la raza. ¿De qué raza? ¿Qué es la raza? La raza, la hispanidad, es algo espiritual que trasciende sobre las diferencias biológicas y psicológicas y los conceptos de nación y patria. 
Si la noción de catolicidad pudiese reducirse en su ámbito y aplicarse sin peligro a una institución histórica que no fuera el catolicismo, diríamos que la hispanidad importa cierta catolicidad dentro de los grandes límites de una agrupación de naciones y de razas. Es algo espiritual, de orden divino y humano a la vez, porque comprende el factor religioso, el catolicismo en nuestro caso, y los otros factores meramente humanos, la tradición, la cultura, el temperamento colectivo, la historia,… de donde resulta una civilización específica, con un origen, una forma histórica y unas tendencias que la clasifican dentro de la historia universal. 
La hispanidad es la proyección de la fisonomía de España fuera de sí y sobre los pueblos que integran la hispanidad…, es el temperamento moral e histórico español, que se ha transfundido a otras razas y a otras naciones y a otras tierras y las ha marcado con el sello del alma española…"


DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA, 12 DE OCTUBRE DE 1492

Finalmente, el 12 de octubre de 1935 fue celebrado en Madrid como Fiesta Nacional con el nombre de Día de la Hispanidad. Ramiro de Maeztu pronunció un discurso en la Academia Española de la Lengua sobre el descubrimiento y la colonización de América. Y, con el título El Día de la Hispanidad, publicó un artículo en el número inaugural de Hispanidad, revista quincenal cuyo primer número está fechado precisamente el 12 de octubre de 1935. En el segundo número de esa revista puede leerse:
"La conmemoración de la fiesta de la Hispanidad. Con gran brillantez se ha celebrado este año el día de la Hispanidad. Toda España se ha sumado a su conmemoración. Y no solamente en España. En América, ni qué decir. En cuanto al extranjero, allí donde existe un núcleo de españoles se han reunido y han brindado por la cultura española." (Hispanidad, nº 2, 1 noviembre 1935, pág. 26.)

Ese mismo día de la Hispanidad, en Sevilla, se inauguró el XXVI Congreso Internacional de Americanistas.

El día siguiente, 13 de octubre de 1935, se inauguró una estatua del Cid Campeador en el centro de Buenos Aires con la presencia del presidente de Argentina, del embajador de España y de otras representaciones. Pronunciaron los obligados discursos oficiales dos oradores que no llevaban apellidos de origen español pero que supieron sentir y proclamar el ideal de la Hispanidad.

El historiador argentino Ricardo Levene explicó el significado de la presencia del Cid en América:

"El concepto espiritual de la hispanidad es común a todos los hispánicos, aunque no hayan heredado sangre española. Es una actitud acerca de la fidelidad, acerca de la defensa del desvalido, la dignidad del caballero y el honor del hombre; no sólo el honor exterior, que nace obligadamente en las relaciones con los demás, sino el honor íntimo o profundo, que tiene por juez supremo a la conciencia individual."
"Los héroes españoles e hispanoamericanos son de su noble linaje, que en América transvasó la desbordante vitalidad de la Edad Medía española, corriéndose impetuosamente por el tronco y las ramas la savia de la raíz histórica..."
"La hispanidad no fue nunca la concepción de la raza única e invariable, ni en la Península ni en América, sino, por el contrario, la mezcla de razas de los pueblos diversos que golpeaban en oleadas sobre el depósito subhistórico."
"La hispanidad ha dejado de ser el mito del imperio geográfico, no es forma que cambia, ni materia que muere, sino espíritu que renace, y es valor de eternidad: mundo moral que aumenta de volumen y se extiende con las edades, sector del universo en que sus hombres se sienten unidos por el lado del idioma y de la historia, que es el pasado. Y aspiran a ser solidarios en los ideales comunes a realizar, que es el porvenir."

Para la contemplación artística y enseñanza moral de los habitantes, la figura legendaria del Cid Campeador, hijo de nuestra directa España, duro, recio e indómito como las llanuras de Castilla que le vieron nacer, bravío guerrero de las gestas más mentadas al través de los siglos en los campos de batalla y docto en las Cortes ciudadanas, defensor del débil, paladín de la honra, libertador de pueblos, sostén del derecho y de la justicia, paradigma y síntesis, en fin, de las nobles, de las grandes, de las profundamente humanas virtudes españolas.


DEFENSA DE LA HISPANIDAD, POR RAMIRO DE MAEZTU

Un año después, en octubre de 1936, Ramiro de Maeztu fue asesinado en Aravaca (Madrid) por el bando republicano durante una saca de la cárcel de Las Ventas, tras el estallido de la Guerra Civil. La Defensa de la Hispanidad de Ramiro de Maeztu volvió a publicarse en 1938, y su idea sentó una de las bases ideológicas de la España levantisca y alzada contra quieres pretendían convertirla en una república comunista y subordinada a la Unión Soviética.

Miguel de Unamuno fue desposeído del cargo como rector de la Universidad de Salamanca por el Gobierno de la República al dar su apoyo al bando franquista. El 12 de octubre de 1936, tuvo un grave enfrentamiento con el general Millán Astray, solucionado rápidamente por la intervención de doña Carmen Polo de Franco. El 31 de diciembre de 1936, falleció en Salamanca el polémico, original, desbordante, a veces contradictorio, tanto en su pensamiento como en su actividad política, Miguel de Unamuno.

Durante ese mismo año del estallido de la Guerra Civil, otro gran español llamado Manuel García Morente desarrolló la idea de la Hispanidad también en Buenos Aires. García Morente simbolizó la "índole íntima del hombre hispánico" en la figura del "Caballero Cristiano". Esta figura simbólica fue tomada 
entre el caballero cristiano del vasco universal San Ignacio de Loyola y el hombre de acción que Pío Baroja describió en Memorias.

MANUEL GARCÍA MORENTE

También el escritor, catedrático de literatura española en el Instituto del Cardenal Cisneros de Madrid y académico de la Lengua, Ernesto Jiménez Caballero, dio su personal versión del término:
"Una palabra sacra y milenaria, de origen ibérico (Hispal o Hispan), la primordial Sevilla (desde donde se partiría para América recién descubierta). Hispal o Hispan, vocablo ibérico que garantizaría a Portugal y Brasil su iberismo y el resto del vocablo pura ‘latinidad’: el sufijo ‘latem’. Por consiguiente, sin necesidad de recurrir a la América ‘ibérica’ ni a la ‘latina’, esta última inventada por los celtizados franceses. La palabra Hispanidad es, por tanto, milenaria y sagrada. La empleó ya en el siglo I antes de Cristo -Hispanitatem- el cónsul Polion aplicada al español Quintiliano, y restaurada por los humanistas del renacimiento, como Filelfo y hasta el místico español Alejo de Venegas. 
El designar ‘Hispanidad’ como constelación espiritual superadora de la ‘Región’ y de la ‘Nación’, a base de lengua y literatura fue afirmado en 1909 por Miguel de Unamuno, seguido por el P. Zacarías de Vizcarra en 1926; defendido por Ramiro de Maeztu en 1934. Y consolidado por los Institutos de Cultura Hispánica en todo el mundo."

Tras el final de la guerra, el 12 de octubre de 1939 tuvo lugar en Zaragoza la celebración oficial del día de la Raza con una especial devoción a la Virgen en el día del Pilar, pero sobre todo como Día de la Hispanidad, símbolo de la nueva política interior y exterior. En esta celebración participaron representantes de algunas naciones hermanas.

Germán Vergara, encargado de Negocios de Chile, encabezó el discurso:

"Las fiestas de la Hispanidad han tenido en Zaragoza un escenario incomparable. El significado profundo de las fiestas fue la compenetración íntima del homenaje a la Raza y la devoción de Nuestra Señora del Pilar, es decir, el símbolo de la unión cada vez más estrecha de América y España. Chile participa con fervor en el homenaje que se rinde a la Hispanidad y se enorgullece de su origen y de sus firmes tradiciones hispánicas."

Continuó Juan F. Marcos Aguirre, ministro plenipotenciario de Ecuador:

"En los albores de la España Nueva, de la España Fuerte, de la España Grande, ha tenido lugar con más significación y solemnidad que nunca la Fiesta de la Raza. El Ecuador, ante la significativa solemnidad de este día, no puede menos de sentirse íntima, profundamente unido a España en la ruta hacia el futuro enorme. Hacia la meta grandiosa y clara que expresa: Hispanidad."

En 1943, la celebración oficial en España del Día de la Hispanidad fue objeto de especial atención, por cuanto se vinculó a la reinauguración de la Ciudad Universitaria, destruida durante la guerra:

"Hoy, Día de la Hispanidad. Con la solemne inauguración de la Ciudad Universitaria y el curso académico 1943-44, se celebra el Día de la Hispanidad."

Aunque, legalmente, el Día de la Hispanidad no alcanzó reconocimiento en la España del franquismo hasta 1958, cuando un decreto de la Presidencia del Gobierno de 9 de enero de 1958 estableció:

"Dada la enorme trascendencia que el 12 de Octubre significa para España y todos los pueblos de América Hispana, el 12 de Octubre será fiesta nacional, bajo el nombre de Día de la Hispanidad."

En 1981, tras la instauración borbónica y en vigor la Constitución española de 1978, el Real Decreto 3217/1981, publicado en el primer Boletín Oficial del Estado del año 1982, refrendó el 12 de octubre como Fiesta Nacional de España y Día de la Hispanidad.

Pero en 1987, la Ley 18/1987 (BOE 241/1897) ratificaba como festividad nacional de España el día asociado al Descubrimiento, y establecía el Día de la Fiesta Nacional de España en el 12 de octubre, frente a quienes pretendían elevar de categoría la conmemoración del 6 de diciembre, Día de la Constitución de 1978. Prescinde de la denominación Día de la Hispanidad, término desprestigiado entre una progresía resentida y revanchista que, en el mejor de los casos, estaba preparando las celebraciones del V Centenario sometida al yugo ideológico del Encuentro.



MAPA DE LOS PAÍSES QUE FORMAN LA HISPANIDAD

VIAJES DE JOSÉ MARÍA DE MURGA AL MARRUECOS ESPAÑOL

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JOSÉ MARÍA DE MURGA

José María de Murga y Murgátegui fue un romántico disfrazado en el Marruecos profundo, un escritor y militar, un viajero y aventurero natural de Bilbao, donde nació el 21 de junio de 1817, cuya fama le hizo ganarse el apelativo de el "moro vizcaíno".

Pertenecía a la familia de Murga, del poderoso linaje de Ayala, señores de la Torre de Vidarte, de Xemein. Fue esta una larga saga de diputados de Vizcaya.

A los ocho años leía el Quijote con devoción. Estudió en Madrid y Loyola, antes de comenzar la carrera militar. Adquirió nociones de medicina. Durante su vida llegó a conocer varios idiomas: euskera, castellano, francés, latín, griego, inglés y árabe.

Fue oficial del Ejército español en el cuerpo de Húsares de Pavía y de Montesa. Más tarde participó como voluntario en la comisión española que tomó parte en la Guerra de Crimea de 1854-1856, con los aliados (Francia, Gran Bretaña y el Imperio Otomano). Coincidió con un soldado vasco que luchaba con los rusos. Murga fue nombrado comandante militar de caballería.

Allí conoció las costumbres orientales y algunos jefes de las cabilas del norte de Marruecos. Incluso visitó Estambul. Fue durante su estancia en Crimea cuando se le despertó con fuerza la pasión por el misterioso Oriente. Tanto es así que nada más regresar a España comenzó el aprendizaje del arábigo en París. Pasó más tarde a Madrid y se doctoró en cirugía menor por la Universidad de San Carlos de Madrid, lo que le permitió, más tarde durante su aventura africana, ejercer de curandero y dentista.

No pudo tomar parte en la Guerra de África de 1859-1860, después de haberse preparado para la ocasión, eso le supuso una terrible frustración, por lo que decidió abandonar el ejército tras casi veinte años de servicio activo.

JOSÉ MARÍA DE MURGA EN UNIFORME DE HÚSAR

Inició entonces los preparativos del que sería el viaje de su vida: una expedición por el Imperio de Marruecos que efectuó con el objetivo de conocer, aprender y divulgar su organización política, costumbres y usos sociales.

El 27 de febrero de 1863, Murga llegó a Tánger. Allí se desvistió de español y se vistió de peregrino, cubierto su cuerpo con una chilaba corta y amplio turbante, apoyado en un palo, sin más compañía que la de un burro. En Tánger tomó contacto por primera vez con la realidad del territorio de sus sueños. Se dirigió a Larache y desde allí comenzó su apasionante inmersión en el Marruecos profundo y oculto, relacionándose con el pueblo llano. Su idea básica era la de "conocer el alma del pueblo vecino". Fue en aquel momento cuando decidió camuflar también su identidad, haciéndose pasar por un renegado y darse a conocer bajo el nombre de Mohamed el Bagády.

Durante su estancia, ejerció de sacamuelas, partero, exorcista, buhonero, mercader, cuenta cuentos, peregrino, mendigo e incluso santón. Mientras ponía en juego sus habilidades curativas, conoció la vida cotidiana de los magrebies y sus mezquitas, tomando notas y más notas, siempre secretamente para no ser reconocido como europeo y cristiano, pues según afirmó el historiador Federico Verastegui"Hubiera puesto en riesgo su vida."

JOSÉ MARÍA DE MURGA VESTIDO DE CHILABA Y TURBANTE

Tres años, de 1863 a 1866, duró su peregrinaje por el Magreb. En el transcurso de ese lustro de andanzas y aventuras, llegó a admitir que se había convertido en un verdadero moro, lo que le originó que le denominasen el "moro vizcaíno". En aquel primer viaje recorrió la distancia entre Tánger y Tetuán para proseguir después hacia Larache y luego a Alcazarquivir, Mequinez, Fez, Salé, Rabat y Fedala.

A la muerte de su madre en Markina, en 1865, regresó a España y tres años después, en 1868, publicó en Bilbao su hermoso Recuerdos Marroquíes del Moro Vizcaíno. Un compendio de impresiones, datos geográficos, históricos y económicos, observaciones etnográficas, radiografía social y reflexiones personales, producto de sus vivencias. Se trata de un texto de marcado carácter romántico, fruto del tiempo que le tocó vivir. Encargó doscientos ejemplares y se los regaló a sus amigos tanto de España como de Marruecos.

RECUERDOS MARROQUÍES DEL MORO VIZCAÍNO

En 1870, ocupó un cargo político como diputado foral del Señorío de Vizcaya por el bando gamboíno y estuvo a punto de ser secuestrado por una partida de carlistas. Esta labor fue desempeñada tan solo durante dos años, el mínimo permitido por las ordenanzas de la Diputación, y en cuanto pudo se desvinculó de esta actividad para preparar su segunda expedición a Marruecos.

Así, en 1873, estaba ya de nuevo de expedición en Marruecos. Partió en abril y regresó en agosto. Esta vez estuvo poco tiempo, ya que unas fiebres le obligaron a regresar a Tánger a los pocos meses de su llegada. Sin embargo, visitó lugares desconocidos para él, pasó por Azemur, Marrakech, Mogador, Mazagán, Casablanca, Rabat y Tánger, llegando incluso a las islas Canarias.

Durante su rehabilitación en Tanger, Murga conoció el el estallido de la Tercera Guerra Carlista de 1873-1876. La defensa de sus ideales liberales le hicieron regresar a España, para alistarse como voluntario del Ejército liberal, defendiendo su ciudad natal, Bilbao, del asedio de los carlistas.

En 1876, intentó de nuevo un asalto a Marruecos desde Cádiz. Previamente, estudió la técnica fotográfica y adquirió una máquina importada desde París. Cuando se dispuso a comenzar su tercera aventura, un grave problema hepático con complicaciones irremediables puso fin a sus días el 30 de noviembre de 1876.

Junto al alavés Manuel Iradier, está considerado el mayor africanista vasco del siglo XIX.

JOSÉ MARÍA DE MURGA EN UNIFORME DE LIBERAL

LITERATURA SATÍRICA DEL ARBITRISMO ECONÓMICO

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A finales del siglo XVI, surgió en España un género literario especializado en la burlar y parodia al denominado Arbitrismo político y económico. Aquellos arbitristas que ofrecieron supuestas soluciones ilógicas y consejos partidistas para revertir la decadencia de la Monarquía hispánica fueron el objetivo a ridiculizar por de los literatos del Siglos de OroMiguel de Cervantes, Félix Lope de Vega, Alonso de Salas Barbadillo, Francisco de Quevedo o Tirso de Molina, entro otros, originaron una abundante literatura memorialista de carácter satírico.

ARTIFICIO DEL ARBITRISTA JUANELO TURRIANO EN TOLEDO



El relativo éxito obtenido por los arbitristas de la segunda mitad del siglo XVI, y otros tantos que les siguieron más tarde, animó a algunos neo-solucionadores a probar fortuna, analizando causas y proponiendo remedios, la mayoría sin preparación alguna. El error más típico entre ellos fue el de creer que un remedio sencillo o una solución parcial podría resolver el complejo problema que en su conjunto representaba la calamitosa decadencia del gran Imperio español.

Además de la ignorancia y el desconocimiento surgidos en el movimiento arbitrista, en 1586 aparecía también la picaresca y la mala fe gracias a un proyecto que expuso un italiano, Esteban de Lezcaro, llamado Arbitrio del vino. Consistía en adquirir el monopolio de la venta del vino en todos los territorios de la Corona de Castilla, incluidos los americanos durante doce años. A cambio, el distribuidor pagaría a la Real Hacienda pública un montante de 100.000 ducados al año. Este arbitrio se llevó a Cortes en 1588 y 1590. La proposición fue rechazada, pero supuso el comienzo de una oleada de peticiones arbitrales ingeniosas para conseguir negocios monopolísticos de menor calibre. El capellán de Felipe III, Sebastián de Covarrubias, advirtió 
que los arbitrios con tintes de picaresca trataban de "dar trazas de cómo sacar dinero, siendo muy perjudiciales para el Reino". 


GRABADO COLOQUIO DE LOS PERROS, POR ANTONIO DE SANCHA

Estos personajes fueron el objetivo a ridiculizar por de los literatos del Siglo de Oro, originándose una abundante literatura memorialista de carácter satíricoLa primera obra fue El coloquio de los perros, una de las Novelas Ejemplares de Miguel de Cervantes escrita en 1613. Supuso la primera caracterización literaria de un arbitrista. La obra se centra en cuatro pacientes del hospital de Valladolid: un alquimista, un poeta, un matemático y "un de los que llaman arbitrista, contraste entre la altura quimérica de sus preocupaciones y la miseria de su situación". Según Jean Vilar, eran "cuatro pobres diablos, cuatro pensamientos en ebullición".

La caricatura del arbitrista era la de un "pobre diablo" junto a un nostálgico de los tiempos caballerescos, un buscador de la piedra filosofal y un especulador de la cuadratura del círculo, todos ellos encamados. Tres colgados a los que se suma "el nuevo despropósito del remedio único de los males del Estado". El propio arbitrista se encarga de explicar sus intenciones:
"Yo, señores, soy arbitrista y he dado a Su Majestad en diferentes tiempos muchos y diferentes arbitrios, todos en provecho suyo y sin daño del reino; y ahora tengo hecho un memorial donde le suplico me señale persona con quien comunique un nuevo arbitrio que tengo, tal que ha de ser la total restauración de sus empeños."
El mismo tono indulgente que con el que Cervantes dedicó a su arbitrista se repetía en la segunda parte del Quijote, cuando el cura y el barbero trataban de constatar la supuesta recuperación mental del hidalgo y para ello charlan sobre las noticias que viene de la Corte. Hasta don Quijote les confiesa que tiene la intención de dar al rey una serie de consejos. El pobre señor se despacha así "de la cumbre de la locura hasta el profundo abismo de la simplicidad", que es el Arbitrismo.


DIBUJO DE DON QUIJOTE, EL CURA Y EL BARBERO

Pero el Arbitrismo literario empezó a adquirir importancia a partir de 1620, y el movimiento arbitrista fue adoptando un carácter despectivo en la época, que terminó denominando a los arbitristas como "locos razonadores" y "locos repúblicos y de gobierno", y considerando sus dictámenes como disparatados e imposibles.

Si durante algún tiempo, el arbitrio de medidas simples y sencillas resultó efectivo para el pueblo y el Estado, con el tiempo aquellas cayeron en desprestigio porque parecían descabelladas y fantásticas, en un caso, simplonas e infantiles, en otro. Una de las medidas arbitristas que movieron a la hilaridad fue aquella de "queda prohibido a los piratas abordar a los barcos españoles".

La mala fama que alcanzaron los arbitrista fue debido en la mayor parte a que más que ayudar perjudicaron los intereses del Estado, siendo gravosos para la Hacienda pública. Así es como lo consideraron literatos como Cervantes, Lope de Vega, Salas Barbadillo o Quevedo. Porque si Cervantes y otros escritores de menor renombre atribuyeron a los arbitristas vicios derivados de su nulidad mental, otros como Caxa de Leruela los despreciaban por su idealismo. Muchos, como Covarrubias, los acusaron de usar malas formas, y los hubo, como Pedro de Valencia, que consideraron que sus arbitrios eran un "un veneno lisongero y engañoso" enfermando al Estado.



GRABADO DE EL PARNASO ESPAÑOL, POR JUAN DE NOORT

Quien con mayor dureza criticó a los arbitristas fue Francisco de Quevedo. Aseguraba que Judas y el demonio eran arbitristas, lo situaba a medio camino entre aventureros y charlatanes, y los definía en lengua latina con epítetos tales como arcigogolantes, alkemistas, arbitristas inicuos, etc. En varios pasajes de sus obras los acusa de ser la causa de toda clase de catástrofes. Según el literato, uno de ellos está tan enfrascado en escribir sus teorías que no se da cuenta de que se ha sacado a sí mismo un ojo con la pluma. El arbitrista ridiculizado por Quevedo es el que "quita a todos cuanto tienen, convenciéndole de que le enriquece con quitárselo" y el que persuade al expoliado de que, en lugar de quitarle, le dan.

La primera obra en la que Quevedo hizo referencia al Arbitrismo fue Sueños, escrita en 1605. en ella 
reflejó magistralmente la percepción de fracaso económico, como parte de la más general decadencia española en su célebre poema:
"Nace en las Indias honrado,
donde el mundo le acompaña;
viene a morir en España,
y es en Génova enterrado.
Y pues quien le trae al lado
es hermoso, aunque sea fiero,
poderoso caballero
es don Dinero."
Décadas más tarde, en 1636, publicaba La hora de todos y la fortuna con seso, donde hizo la más dura crítica contra los arbitristas a quienes llegó a considerarles fuego y Anticristos.


SUEÑO DEL INFIERNO, POR FRANCISCO SANS CABOT


Uno de los pioneros en este género literario fue el mayor satírico italiano del momento, Boccalini. Una de sus sátiras parte de una embarcación llena de estos embaucadores, "dedicados al lucrativo negocio de las gabelas"; esta es enviada por el dios Apolo desde el Parnaso con destino al Imperio otomano con la intención de que, a base de insistir en descomunales sugerencias, consigan hundir al Gran Turco. Esta sátira enlazó con otra receta, escrita en italiano, llamada Avisos del Parnaso. En él, Júpiter se propuso reformar el Universo asistido por un arbitrio que le permitía reorganizar el mundo con sólo fijar en los mercados un precio justo para las coles y las sardinas.

La estrategia militar fue un capítulo predilecto para los arbitristas. Un arbitrista que se asoma a la Vida del Buscón no ofrece una bizarra ocurrencia que, según él, permitirá a los españoles culminar el sitio de Ostende de 1601. La ciudad estaba defendida por el general inglés Francis Vere, quien había protegido el entorno de la fortaleza abriendo las esclusas de los canales. El arbitrista tenía la solución: esponjar los canales y así desecar los cauces y permitir a los españoles el asalto definitivo. 

Bernardino de Escalante presentó a Felipe II una propuesta de ocupación de Inglaterra con 30.000 infantes embarcados en Lisboa con rumbo a Escocia, aprovechando que los ingleses luchaban en los Países Bajos. La clave del operativo trazado por Escalante sería la toma de la Torre de Londres, que reproduce en su memorial.

La mayor parte de los memoriales relacionados con la estrategia militar pretendía sacar consecuencias de la guerra de los Países Bajos y apoyar remedios y soluciones para, según dijo Diego de Villalobos en 1594, "evitar el manifiesto agravio que algunos escritores extranjeros han hecho a la nación española atribuyendo sus hechos famosos a sus propias naciones".

En la Vida del Buscón de Francisco de Quevedo, el arbitrista aparece ensimismado mientras le explica a Pablillos, el personaje del buscón, un plan que tiene para reconquistar Tierra Santa y Argel.

LA VIDA DEL BUSCÓN LLAMADOS DON PABLOS, POR FRANCISCO DE QUEVEDO

También fueron frecuentes los arbitrios relacionados con la ingeniería como la canalización de los ríos, el regadío de tierras de secano o la construcción de molinos que no necesitaran de la acción del viento o el agua para desarrollar trabajo. Uno de aquellos ingenieros fue Juanelo Turriano, que había construido una máquina para trasvasar el agua del río Tajo hasta el alcázar de Toledo, pero sufrió el desprecio de aquellos que desconfiaban de quienes subvertían el orden natural de las cosas.

Los escritores del Siglo de Oro observaron con especial inquietud a aquellos arbitristas inventores. Antonio de Liñán, por ejemplo, los llamó "ingenieros-arbitrarios" en Guía y avisos de forasteros, escrito en 1620. Un personaje de obra de teatro de Tirso de Molina propuso un arbitrio científico para que el río Manzanares compita en caudal y salida al mar con el río Nilo.

En la única obra teatral dedicada al Arbitrismo, El arbitrista y el órgano de los gatos, plantea la construcción de un puente desde América hasta España para transportar los metales preciosos. Parecida reflexión mantiene un arbitrista de la obra El casamentero, de Castillo Solórzano, que propone la instalación de otro puente desde Ibiza hasta Valencia con el objetivo de alejar a los corsarios.

Terminado el Siglo de Oro y entrando en el de la Ilustración, la figura del arbitrista superó la mofa e ironía de los estudiosos y pasaron a ser considerados como reformadores. Las ideas de muchos arbitristas políticos e inventores empezaron a tener lógica en su intuición, y a ser posibles en su ejecución. Con el impulso científico y reformador que se generó en el Siglo de las Luces, muchas de aquellas ridículas ideas imposibles de cumplir empezaron a analizarse y tomar forma.

Se ejemplarizó la figura de Cristóbal Colón, un extraordinario arbitrista de los Reyes Católicos, que creyó en su intuición y convirtió un ideal utópico en un grandísimo hallazgo.

Con el tiempo, atores como Earl J. Hamilton, José Larraz, José Antonio Maravall, Fabián Estapé o Pierre y Jean Vilar consideraron a los arbitristas representantes del pensamiento económico, analizadores de precios y cambios, técnicos en la contabilidad nacional, denunciantes de la mayor parte de los problemas que arruinaron a España, apasionados estudiosos de la decadencia nacional, que buscaron medios de detenerla.

QUIETISMO DE MIGUEL MOLINOS

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Miguel de Molinos fue un teólogo y místico del Barroco español que ha pasado a la historia del pensamiento por innovar una corriente filosófica y espiritual heterodoxa denominada Quietismo, también llamada Molinismo. Su Guía espiritual tuvo 
mucha repercusión en Europa, especialmente en Italia.

MIGUEL DE MOLINOS


Miguel de Molinos Zuxia nació en Muniesa, provincia de Teruel, en 1628. A los 18 años comenzó a estudiar teología en el Colegio de San Pablo de la Compañía de Jesús, en Valencia. Tras ordenarse sacerdote el 21 de diciembre de 1652, fue confesor de monjas, perteneciendo al Colegio del Corpus Christi y a la Cofradía Escuela de Cristo, que fomentaba la reflexión espiritual.

En 1663, la Diputación valenciana le nombró postulador en Roma para promover un proceso de beatificación de Francisco Jerónimo Simón de Rojas. En esta ciudad transcurrió el resto de su vida, asentado en la iglesia agustina de San Alfonso, destacó como predicador, confesor, director espiritual y gran ascético iluminado. Llegó a convertirse en una de las figuras centrales de los círculos eclesiásticos e intelectuales de Roma. Aunque consiguió destacados adeptos, finalmente se hundió en el descrédito.

Fue figura eminente de un movimiento ligado con el Jansenismo, Carmelismo y Jesuitismo, pero al que Miguel de Molinos aportó originalidad, y lo llamó Quietismo. Escribió en prosa anterior a la decadencia de la época barroca, e incluso a la de Quevedo o Gracián, que recuerda la de fray Luis de León o San Juan de la Cruz. La doctrina Quietista está muy relacionada con el Budismo y su búsqueda del nirvana, existían ya antecedentes en las religiones orientales y en el Neoplatonismo, pero también estuvo influenciada por la obra de San Agustín.


ESCULTURA DE MIGUEL DE MOLINOS EN ZARAGOZA

Su Guía espiritual representó el último ejemplar de la tradición mística española, un auténtico "best-seller" de la época que se tradujo al latín, francés, holandés, alemán e inglés y del que se hicieron veinte ediciones en quince años. Fue publicada en italiano en Roma en 1675 con el significativo subtítulo de Que desembaraza al alma y la conduce por el interior camino para alcanzar la perfecta contemplación y el rico tesoro de la interior paz.

Para el Quietismo molinista, existen dos vías para llegar a Dios: a través del discurso y la meditación; y mediante el recogimiento interior y la contemplación. Se trataba de una concepción dualista esotérico-elitista. Consideraba su modelo de fe era superior, el otro inferior; por ello lazó críticas contra el método escolástico y los padres espirituales, que defendían un tipo de fe conceptual y externa.

La doctrina molinista representa la autonegación del Yo llevada a su máximo extremo: la aniquilación personal como espacio de relación con Dios. Para llegar a la paz interior, es necesario renunciar a la propia voluntad y someterse sin condiciones a la voluntad divina, eliminando todo vestigio de amor propio y de autoestima: “Esta hidra de siete cabezas del amor propio se ha de degollar para llegar a la cumbre del alto monte de la paz”. Quien ama a Dios no puede amarse a sí mismo: "No está la dicha en gozar sino en padecer con quietud y resignación."

Molinos definía como perfecta aniquilación a "tenerse en baja estima a sí mismo y a todas las cosas del mundo". El camino para llegar a la fusión con Dios es la nada: "Vístete de esa nada y de esa miseria, y procura que esa miseria y esa nada sea tu continuo sustento y morada." La elección voluntaria del no-ser o del no-yo es la culminación del verdadero ser: "Por el camino de la nada has de llegarte a perderte en Dios, que es el último grado de la perfección."

En definitiva, el mejor camino para llegar a Dios y encontrar la felicidad es no hacer nada: el alma tiene que estar pura y sin pecado, aligerada de toda preocupación o meditación, y para ello debe estar quieta. Este vacío del espíritu es el camino más corto para llegar a Dios, y este se encargará de hacer lo demás.


GUÍA ESPIRITUAL

La influencia del Quietismo se extendió por naciones católicas y protestantes. Tan curiosa doctrina sobre la oración mental ganó numerosos adeptos, y no sólo en los conventos. Fue recibido por personalidades de su época, como el general de la Compañía de Jesús, Paolo Oliva, se hizo amigo del papa Inocencio XI, y mantuvo correspondencia con la reina Cristina de Suecia. 

El Quietismo repercutió sobre todo en Italia, donde Molinos consiguió ganarse la amistad de los cardenales Casanata, Carpegna, Azzolini y D´Estress, siendo este último más tarde su enemigo, y tuvo como seguidores a Leandro Coloredi, Cíceri y Petrucci, obispo de Jesi. En Francia difundieron el Quietismo el padre François Lacombe, madame Jeanne-Marie Guyon y el escritor Fénelon, que apoyó las doctrinas de Molinos sobre el amor divino. En Inglaterra la Guía espiritual ejerció una notable influencia sobre el movimiento cuáquero, y en Alemania sobre el místico August Hermann Francke.

A pesar de que en el extranjero lograse bastante notoriedad, Molinos no tuvo la misma reputación en España. El historiador Marcelino Menéndez Pelayo lo llamó "clérigo oscuro" en su Historia de los heterodoxos españoles. Siglos más tarde, el Quietismo influyó en José Ángel Valente, que inspiró su poesía del silencio en algunos postulados de Molinos, y en el escritor portugués Miguel Torga.

MIGUEL DE MOLINOS

Fuera del contexto teológico, en su Dictionnaire Historique et Critique de 1697, Pierre Bayle lo consideró un antecedente de la Ilustración, efectuando una descalificación del pensamiento oriental sobre la base de homologarlo al Quietismo. La filosofía de Schopenhauer y su crítica a la voluntad como la encarnación del mal están muy cerca del Quietismo molinista. También existe una relación entre la sublimación molinista de la nada y la ontología existencial de Heidegger, aunque éste designe lo realmente auténtico no en ser-nada, sino como ser-para-la muerte.

Los miembros de la Compañía de Jesús, cada vez más reacios a aceptar la experiencia mística como vía legítima del conocimiento de Dios, establecieron una campaña difamatoria contra Molinos. Fue el método de unión mística basado en la aniquilación, el recogimiento, la muerte mística, la oración de quietud y la suspensión de palabra y entendimiento, lo que cayó bajo sospecha teológica. Se estaban enfrentando dos conceptos de espiritualidad: el contemplativo molinista y el discusivo jesuita.

En 1678, movidos en parte por la envidia, los jesuitas Gotardo Bell´Uomo y Paolo Segneri criticaron las teorías molinistas, incluyeron sus obras en el Índice de libros prohibidos de 1681 y pusieron sobre aviso a la Inquisición. Para hacer frente a las acusaciones, en 1680, Molinos escribió Defensa de la contemplación, que no pudo ser editada. Escribió además La devoción de la buena muerte (Valencia, 1662) y Cartas a un caballero español desengañado para animarle a tener oración mental (Roma, 1676).

La Guía espiritual fue también denunciada por el cardenal d´Estrées, embajador en Roma del rey Luis XIV, que consideraba a los quietistas partidarios de la Casa de Austria y enemigos de Francia. Molinos fue detenido por la Inquisición el 18 de julio de 1685 y su proceso se prolongó dos años ante la dificultad de hallar pruebas incriminatorias sobre las supuestas desviaciones doctrinales de su Guía espiritual.

El 13 de septiembre de 1687 tuvo lugar el acto de abjuración solemne en la iglesia de Santa María Sopra Minerva. Bajo tortura y ante 23 cardenales, pidió perdón y confesó cualquier cosa que le imputaban. Fue condenado por "inmoralidad y heterodoxia" a prisión perpetua. Conducido de la mazmorra a un monasterio en Roma, Molinos moría el 28 de diciembre de 1696.

El 20 de noviembre de 1687, Inocencio XI publicaba la bula Coelestis Pastor condenando 68 proposiciones molinosistas de la Guía Espiritual por heréticas, blasfemas, subversivas, inmorales e incitar al pecado sexual.

El argumento teológico más reiterado es el de la inmoralidad y la incitación al pecado, es decir, al deseo sexual. Acusaba a Molinos de promover una espiritualidad que dejaría en suspenso, en virtud de la apelación a la quietud, la responsabilidad moral, que derivaría hacia la irresponsabilidad moral del pecado sexual. En síntesis, los tres principales argumentos serían los siguientes:

1. encarnar la tendencia natural a evitar esfuerzos y práctica de virtudes.

2. exagerar la gracia divina y la pasividad espiritual, hasta el punto de eliminar la voluntad, el esfuerzo y la responsabilidad, lo que conduciría a la ociosidad espiritual.

3. modificar el carácter de la unión mística, derivando hacia una especie de panteísmo donde no queda definido el límite entre el hombre y Dios.

En 1695, una ola de anti-misticismo, encabezada por Boussuet, condenaba en Francia la doctrina del Quietismo y perseguía a todos sus fieles.


DEFENSA DE LA CONTEMPLACIÓN

LIBERALISMO DE VALENTÍN DE FORONDA

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Economista, escritor y político ilustrado y liberal, Valentín de Foronda ha sido considerado uno de los máximos representantes de la corriente crítica del pensamiento ilustrado. Sus obras tienen importancia por los principios económicos antimercantilistas y antifisiocráticos sobre los que teorizó.

Estableció los principios del Estado liberal en los derechos de propiedad, libertad y seguridad, y defendió los ideales liberales y constitucionalistas a fines del siglo XVIII y principios del XIX.

VALENTÍN DE FORONDA



Valentín Tadeo de Foronda y González de Echevarri era natural de Vitoria, donde nació en 1751, perteneciente a una familia noble y acaudalada. Su padre fue Luis Antonio de Foronda, caballero de la Orden de Santiago y tesorero general de la Santa Cruzada en La Paz; y su madre, Catalina de Echavarri, era hija de un secretario del Consejo del rey y regidor perpetuo de Vitoria. Su familia tenía intereses comerciales en la Compañía Guipuzcoana de Caracas.

Durante el reinado de Carlos III, participó en la creación del Banco de San Carlos con su amigo Francisco de Cabarrús, el principal promotor del proyecto. Cursó estudios de Economía Política en Francia, materia que más tarde impartió en el Seminario de Vergara, que él mismo impulsó, como miembro de la Real Sociedad Económica Bascongada de Amigos del País. Además impartió clases de economía política.

Desengañado del modo de obrar y pensar esta Sociedad Económica, dejó de ser miembro de la misma. Había definido a sus socios los caballeritos de Azcoitia de "fanáticos de la antigüedad", aunque mantuvo un estrecho contacto con sus socios frecuentando esta institución. También se preocupó de las duras ordenanzas de limpieza de sangre y xenofobia contra el forastero en las Provincias Vascongadas.

En 1777, fue elegido regidor de Vitoria, mandato durante el cual ayudó a fundar la Casa de la Misericordia de Vitoria.

SEMINARIO DE VERGARA

Viajó por Italia, Francia, FlandesGran Bretaña y Alemania y entabló amistad con los profesores extranjeros del Seminario, con lo que accedió a bibliografía exterior difícil de hallar en España. Finalmente, se estableció en Burdeos, donde mantuvo contactos con algunos de los representantes del pensamiento ilustrado del momento.

Su afición al estudio le transformó en un polígrafo interesado por numerosos temas. Tradujo, entre otras obras, Instituciones políticas, del Barón de Bielefeld; Lógica, de Étienne Bonnet de Condillac; Belisario, de Jean François Marmontel, y la Enciclopedia metódica de Charles Panckoucke; escribió asimismo diversos estudios sobre Jean Jacques Rousseau.

Publicó habitualmente en la prensa periódica (Diario de MadridDiario de ZaragozaSemanario de Salamanca, etc.). Publicó obras sobre química, lógica economía y política. Fue elegido miembro de las sociedades económicas de Zaragoza y de Valladolid, de Ciencias Naturales de Barcelona, de Ciencias y Artes de Burdeos y posteriormente de nada menos que la Sociedad Filosófica Americana de Filadelfia, fundada por Benjamín Franklin.

Con anterioridad a 1789, el contenido político y económico de las propuestas de Foronda fue relativamente moderado, pero, después de esa fecha, evolucionó hacia el más puro Liberalismo.

Hasta 1789, fue reflejando en su obra las ideas de MontesquieuCoyer y el Humanismo de FilangieriHume y Brissot de Warville. Desde ese año, empezó a publicar una serie de cartas en las que radicalizaba los principios económicos liberales, publicadas en el Espíritu de los Mejores Diarios. Estas cartas fueron reeditadas en Madrid (primer tomo, 1789; segundo, 1794; después reimpresos en 1799) y en Pamplona (1821), bajo el título Cartas sobre los asuntos más exquisitos de la economía política, clara defensa de los ideales políticos y económicos liberales y crítica del análisis económico fisiocrático de François QuesnaySe trataba de una gran crítica al intervencionismo estatal que reflejaban las preocupaciones de las clases burguesas españolas de un modo que era imposible encontrar en escritos anteriores. En ellas afirmó:
"Los derechos de propiedad, libertad y seguridad son los tres manantiales de la felicidad de los estados."
En dichas cartas citaba las obras de DavenantJohn LockeAdam SmithAccarias de SerionneNicolás DonatoForbonnaisGraslinHerbertNeckerPlumard de Dangeul, etc. En realidad, su pensamiento estaba formado en la escuela fisiocrática de Quesnay y en el Iusnaturalismo, a través de las relaciones que tuvo con Burdeos y con Guillaume Grivel, abogado y fisiócrata tardío afincado allí, pero se separó de dicha doctrina en puntos muy importantes. Rechazaba la descripción del orden social físico de esta escuela y se negaba a aceptar algunos de los principios analíticos de la misma (impuesto único sobre la tierra y el gran cultivo, por ejemplo) y las políticas derivadas de los mismos. Por otra parte, interpretaba el principio de seguridad según las ideas de Holbach y de Grivel. Por eso criticaba el despotismo y defendía los derechos políticos del ciudadano y la primacía de la soberanía popular sobre la real.


CARTAS SOBRE LA POLICÍA

También publicó sus Cartas sobre la policía (1781). La variedad de su producción se aprecia en libros como Miscelánea o Colección de varios discursos, que es una compilación de los discursos pronunciados en la Sociedad Bascongada de Amigos del País, que incluye, entre otros textos, Disertación sobre lo honrosa que es la profesión del comercio (1778), Disertación sobre la nueva Compañía de Indias Orientales (1784) y Cartas sobre el Banco de San Carlos (1786-1787). Se ganó rápidamente enemigos por sus ideas. Fue multado y obligado a abandonar Vergara por practicar con su hijo Fausto la inoculación de la viruela, y fue denunciado a la Inquisición por leer libros prohibidos. Además el inquisidor Juan Francisco Torrano le acusó de connivencia con los franceses durante la Guerra de la Convención (1794-1795) y la ocupación de Guipúzcoa, acusado de ser un colaboracionista francés. Ante estas delaciones, se exilió unos años a París.

Consiguió el cargo de cónsul general en Filadelfia en 1801. En 1807, asumió además el puesto de encargado de asuntos económicos del reino de España en Estados Unidos por el regreso del embajador. En esta ciudad publicó unas interesantes Observaciones sobre algunos puntos de la obra de Don Quijote (1807), aunque fue publicada en Londres bajo firma de T. E. (sus segundos nombre y apellido, Tadeo Echavarri), temeroso de la crítica cervantófoba que se volcó en esta obra; las cartas habían empezado a redactarse en 1793 en Vergara y reprochaban a la obra no ser todo lo edificante ni decorosa que fue recomendable, así como ciertas flojedades e incorrecciones de estilo, en lo que el mismo autor reconocía no conocer suficientemente la lengua de la época; parte de esas acusaciones fueron después rebatidas por Diego Clemencín.

En otro panfleto anónimo defendió la necesidad de abandonar las colonias españolas: Carta sobre lo que debe hacer un príncipe que tenga colonias a gran distancia, en Filadelfia (1803). También publicó allí Cartas presentadas a la Sociedad Filosófica de Philadelphia, (1807).

Tras la invasión francesa y unos momentos de indecisión, en los que se le llegó a acusar de jacobino, en vísperas de su llegada a Cádiz publicó en Filadelfia unos Apuntes ligeros sobre la Nueva Constitución proyectada por la Junta Suprema de España y reformas que intenta hacer en las leyes, que merecieron los elogios del presidente Thomas Jefferson. En tal escrito defendía un gobierno constitucional con separación de poderes, la soberanía del pueblo y las libertades individuales frente al despotismo.

Harto de la camarilla de Casa-Irujo y las dificultades que le ponían para solucionar los problemas que provocaba el comercio español con los Estados Unidos, solicitó su retorno a España, obteniéndolo en 1809. La Junta Suprema le nombró en 1810 intendente honorario del Ejército, y, tras las Cortes de Cádiz celebradas entre 1810 y 1813 en las que formó parte, fue nombrado miembro de la Junta de Censura, protectora de la libertad de imprenta, en Galicia.

En estos años, fue publicando diversas cartas sobre temas constitucionales: Cartas sobre varias materias políticas, en Santiago (1811), Ligeras observaciones sobre el proyecto de Nueva Constitución, La Coruña (1811). En estos escritos denunciaba una constitución que no especifica claramente los derechos individuales, otorga excesivos poderes al rey y no separa los espacios político y religioso. El proyecto territorial de Valentín de Foronda para la Constitución de 1812 trataba de dividir a España en dieciocho partes geométricas denominadas con números a fin de suprimir los nombres de Vizcaya, Castilla, Andalucía, etc., "que solo eran origen de disputas crueles, pueriles y funestas".

Siendo protegido del ministro de Hacienda, Francisco Cabarrús, Foronda defendió la pervivencia del Banco Nacional de San Carlos y participó como accionista en la Compañía naviera de Filipinas.

BANCO NACIONAL DE ESPAÑA, ANTIGUO BANCO DE SAN CARLOS

Sus ideas se vertían en los periódicos El Patriota ConstitucionalEl Ciudadano por la Constitución y La Gaceta Marcial y Política, desde los cuales combatió la tortura, la Inquisición, los abusos del clero gallego, la falta de garantías procesales en los pleitos, etc. Escribió además unas Cartas sobre la obra de Rousseau titulada Contrato social, en La Coruña, en 1814. Por sus escritos críticos contra el Antiguo Régimen, se ganó la enemistad de la Iglesia gallega y de los absolutistas de la región.

Tras la derogación de la Constitución de 1812 y la vuelta del Absolutismo fernandino en 1814, ingresó en una prisión madrileña como consecuencia de sus ideas políticas, y al año siguiente fue sentenciado a diez años de destierro en Pamplona. En la ciudad navarra, a través de Vidarte, pudo colaborar en las Cortes de Navarra en 1817 y 1818 para la inclusión de los principios liberales. Al ser rehabilitado políticamente en el Trienio liberal, intentó infructuosamente conseguir el Consulado general de Francia, aunque logró que las Cortes reconocieran públicamente su labor y fue nombrado ministro del Tribunal especial de Guerra y Marina.

Reeditó algunas de sus obras, relató el juicio político a que había sido sometido en Defensa de los dieciséis cargos hechos por don José de Valdenebro, en 1820, y escribió nuevos artículos para El Liberal Guipuzcoano, en 1821. Ese año murió en Pamplona.

INSTITUTO DE HISTORIA SOCIAL VALENTÍN DE FORONDA

DOCTRINA DE LA GUERRA JUSTA POR JUAN GINÉS DE SEPÚLVEDA

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El derecho al dominio político español en el Nuevo Mundo conllevaba implícita la legitimidad de la guerra. Esta es la doctrina de la guerra justa que defendió Juan Ginés de Sepúlveda en la denominada "polémica de los naturales" frente a las tesis de Francisco de las Casas, y que tuvo como resolución la controversia de la Junta de Valladolid sobre los Derechos Humanos en 1550.

Era un humanista, filósofo, jurista e historiador, situado en el lado más extremo y antítesis de la teología española del siglo XVI, que defendió con argumentos difícilmente compatibles con la doctrina de la no-violencia predicada por Jesucristo, por mucho que pretendiera apoyar sus tesis en San Agustín, Tomás de Aquino y otros doctores de la Iglesia.


JUAN GINÉS DE SEPÚLVEDA


Juan Ginés de Sepúlveda había nacido en Pozoblanco, Córdoba, en 1490. Desde 1510 a 1515 cursó estudios de artes en la Universidad de Alcalá de Henares, donde obtuvo el título de bachiller, y el de teología en Sigüenza, siendo discípulo del anti-erasmista Sancho Miranda de Carranza.

Mediante una beca concedida por el cardenal Cisneros en 1515, estudió en el Colegio de San Clemente de Bolonia, creado por Gil de Albornoz, que aún existe, y escribió la biografía de su fundador De vita et rebus gestis Aegidii Albornotii. Allí ingresó en la Orden de los Dominicos, entró en contacto con las corrientes humanistas destacándose pronto por su erudición en lenguas clásicas y doctorándose en artes y teología. Durante su estancia, consiguió la protección del príncipe de Capri, el anti-erasmista Alberto Pío, también la amistad de humanista Luis de Lucena, conociendo además a Julio de Médicis y Adriano VI.

Entre los años 1523 y 1526, residió en Roma, sirviendo en la Corte pontificia y asistiendo a las lecciones de Pietro Pomponazzi.

En 1527, se trasladó a Nápoles al lado del cardenal Cayetano (Tomás de Bio), que le encargó la revisión del texto griego del Nuevo Testamento.

Contrario a las reformas eclesiásticas del siglo XVI, entabló correspondencia con Erasmo de Rotterdam, al que combatió por no compartir su idea sobre el libre albedrío, y refutó las ideas de Lutero en De fato et libero arbitrio, libri tres.

Apoyó a Catalina de Aragón, hija de los Reyes Católicos, casada con el rey de Inglaterra Enrique VIII, en su obra Antapollogia pro Alberto Pio Comite Carpensi in Erasmum Roterodamum, publicada en Roma y París, en 1532.

En 1535, acompañó al cardenal Francisco de los Ángeles Quiñones a Génova, encargado de cumplimentar a Carlos V. El emperador quedó tan prendado de Ginés de Sepúlveda que le nombró capellán y cronista real. De regreso a España, vivió en la Valladolid cortesana y en su Córdoba natal.

Sepúlveda era un hombre de vasta cultura, conocedor de las lenguas clásicas. Su interés por Aristóteles le llevó a traducir su Política, su Ética y otros libros del Estagirita en 1548, y los Comentarios a la Metafísica de Alejandro de Afrodisia.

De Aristóteles asumió la tesis que defendía que existen hombres que habían nacido para ser esclavos. También estaba a favor del sometimiento de las culturas inferiores, cuya influencia fue determinante para sostener la legitimidad de la Conquista de América en función de infundir a los indios una cultura superior y cristiana. Partiendo de esta tesis racista, calificaba a los indios como bárbaros y justificaba como legítimo y necesario la utilización de la violencia como único procedimiento para erradicar sus ritos idolátricos y su incultura. Fue contrario al espíritu de Las Leyes Nuevas.

A pesar que las conquistas de Cortés y Pizarro ya habían acabado con los dos mayores imperios y regiones de América, Sepúlveda defendió la justicia de aquellas guerras, sentando por principio:
"… que es lícito subyugar con las armas á aquellos, cuya condición por naturaleza es tal, que necesariamente han de obedecer á otros. …, que siendo los Americanos naturalmente siervos, bárbaros, incultos é inhumanos; y rehusando como lo hacían el imperio de hombres mas perfectos que ellos, era justo conquistarlos y sujetarlos, por la razón misma que la materia se sujeta á la forma, el cuerpo al alma, el apetito á la razón, lo peor á lo mejor."
No satisfecho con querer someter a los habitantes del Nuevo Mundo, incitaba a Carlos V a expandir los dominios del Imperio español hasta Asia Menor, a mayor gloria del Cristianismo y de España, pero sin dejar de mencionar las riquezas existentes en aquella región.

EPISTOLARIUM LIBRI SEPTEM

En su Exhortación a Caros V (Oratio ad Carolum V ut bellum suscipiat in Turcas) escribía al emperador en 1535 con delirios de grandeza, proponiéndole desorbitados planes expansionistas: "¿Por qué no te decides, César, y te lanzas, sin temor, por este camino que Dios y el destino te muestran para las cosas más altas y el dominio del mundo?" Sepúlveda hacía compatible la disciplina militar y la creencia cristiana defendiendo la guerra justa, solo en los casos que: sea declarada por autoridad legítima, con la intención de corregir, actuando con moderación y proporcionalidad, y para repeler agresiones, recuperar el expolio y castigar a los agresores.

Se convirtió en el defensor oficial de la conquista, colonización y evangelización de los indígenas americanos, justificando el derecho de unos pueblos a someter a otros para su civilización superior, y el derecho del dominador sobre el dominado para evangelizarlo y elevarlo a su misma cultura, ya que eran pueblos sin civilizar.

Era lógico que un hombre que razonaba en estos términos rechazase la política irénica y humanista postulada por los principales teólogos de su generación, especialmente chocó de frente con la tesis iusnaturalista de Francisco de Vitoria.

Esta teoría quedó escita en su obra Democrates alter, sive de justi bellis causis suscepti apud Indos (Diálogo de las justas causas de la guerra): sobre las causas justas de la guerra y la legitimidad de la conquista española en América y sobre la licitud de la guerra por el derecho de los cristianos a hacerla contra los idólatras en virtud de la autoridad del Papa.

El obispo de Segovia, Antonio Ramírez de Haro, consiguió que se prohibiera el Democrates Alter gracias a la intervención de Francisco de las Casas y a la influencia de las universidades de Salamanca y Alcalá. Finalmente, Sepúlveda logró publicar en Roma bajo el título de Apología pro libro de justis belli causis (Defensa de las justas causas de la guerra), gracias a la intervención de su amigo Antonio Agustín, presidente del Tribunal de la Rota Romana, y miembro destacado de la Corte pontificia.
"Con perfecto derecho los españoles imperan sobre estos bárbaros del Nuevo Mundo e islas adyacentes, los cuales en prudencia, ingenio, virtud y humanidad son tan inferiores a los españoles como niños a los adultos y las mujeres a los varones, habiendo entre ellos tanta diferencia como la que va de gentes fieras y crueles a gentes clementísimas. 
¿Qué cosa pudo suceder a estos bárbaros más conveniente ni más saludable que el quedar sometidos al imperio de aquellos cuya prudencia, virtud y religión los han de convertir de bárbaros, tales que apenas merecían el nombre de seres humanos, en hombres civilizados en cuanto pueden serlo. 
Por muchas causas, pues y muy graves, están obligados estos bárbaros a recibir el imperio de los españoles [...] y a ellos ha de serles todavía más provechoso que a los españoles [...] y si rehusan nuestro imperio (imperium) podrán ser compelidos por las armas a aceptarle, y será esta guerra, como antes hemos declarado con autoridad de grandes filósofos y teólogos, justa por ley natural. 
La primera [razón de la justicia de esta guerra de conquista] es que siendo por naturaleza bárbaros, incultos e inhumanos, se niegan a admitir el imperio de los que son más prudentes, poderosos y perfectos que ellos; imperio que les traería grandísimas utilidades, magnas comodidades, siendo además cosa justa por derecho natural que la materia obedezca a la forma."
JUAN GINÉS DE SEPÚLVEDA

En contra de esta obra, Bartolomé de las Casas publicó sus Treinta proposiciones muy jurídicas, además consiguió impedir la entrada de este libro en España, e incluso se ordenó la quema de los ejemplares que ya hubiesen entrado; y también se prohibió su envío a las Indias. Pero Sepúlveda, no dándose por vencido, envió el libro al Concilio de Trento, que se desentendió del asunto.

En 1549, el Consejo de Indias propuso la celebración de una reunión de teólogos y juristas en Valladolid, formalizada en Junta, entre los meses de agosto y septiembre de 1550, con el objetivo de solucionar la disputa, que recibió el nombre Controversia de Valladolid. Fue la denominada "polémica de los naturales" el primer debate sobre los Derechos Humanos. Sus contendientes principales fueron Ginés de Sepúlveda y Bartolomé de las Casas.

Sepúlveda, partidario de un Consuetudinarismo aristotélico y de la Razón de estado de Nicolás Maquiavelo, defendió sus ideas sobre la justicia de la guerra contra los indios a causa de sus costumbres caníbales y los sacrificios humanos, por su inferioridad cultural y para evitar guerras entre ellos, argumentos a los que ya se habían opuesto los seguidores del iusnaturalismo de Francisco de Vitoria. Además, él creía que las conquistas eran necesarias por el adelantamiento cultural de España, de forma que la civilización equivalía a derecho del dominador sobre el dominado para evangelizarlo y elevarlo a su misma altura.

Ginés de Sepúlveda basó su defensa en los argumentos siguientes:
1. los habitantes de la Tierra bíblica de promisión, antes de establecerse en ella los israelitas, fueron castigados por haber cometido idolatrías y sacrificios humanos. 
2. las palabras de Dios en el evangelio de San Lucas (cap. XIV, v.23) han de entenderse como compulsión física y corporal. 
3. San Agustín aprueba que se coaccione a los paganos, y no sólo a los herejes, si bien esto ha de hacerse para apartarlos de la idolatría y predicarles la fe cristiana, no para obligarles a creer en ésta. 
4. el Papa San Silvestre, cuando convirtió y bautizó a Constantino, exhortó a éste a que castigase la idolatría con pena de muerte y pérdida de bienes. 
5. las palabras de San Pablo en la Epístola I a los Corintios han de interpretarse como potestad de las iglesias y del Papa para predicar a los infieles, subordinando a dicho poder espiritual todas las cuestiones temporales. 
6. el poder y potestad que Cristo transmitió a San Pedro y a sus sucesores se extiende a los fieles. 
7. los canonistas enseñan que sólo por no guardar la Ley natural, o por ser idólatras, pueden los gentiles ser castigados. 
8. los indios eran realmente bárbaros por no vivir conforme a la razón natural y tener muchas costumbres, públicamente aprobadas entre ellos mismos. 
9. aunque la guerra irrita a los indios no por ello debe dejar de hacerse, pues la guerra sirve para preparar la predicación evangélica, y no debe confundirse nunca con ésta, labor tan sólo de frailes y misioneros pacíficos y de vida ejemplar. 
10. el Papa tiene mandamiento y poder para predicar el evangelio por todo el mundo, y en consecuencia tiene también potestad para forzar y obligar a oír tal predicación. 
11. no es verdad que las guerras a los indios traigan mayores males que sus prácticas idolátricas y de sacrificios humanos, pues sólo en la Nueva España morían sacrificados más de 20.000 inocentes al año, según los viajeros de tales regiones. 
12. en la intención de donación pontificia de Alejandro VI en 1493 entraba el ceder a los Reyes Católicos el dominio sobre aquellas tierras y sus habitantes, a fin de que tras el dominio político se facilitase la predicación evangélica.

El rey Felipe II le confirmó en el cargo de cronista en 1556, después de haber sido su preceptor cuando era príncipe. Ese año editó De rebus hispanorum gestis ad Novum Orbem Mexicumque, que era una historia de la conquista del Nuevo Mundo en 30 volúmenes. También una crónica de carácter panegírico sobre el emperador De rebus gestis Caroli V. Pero ya había decidido retirarse a su pueblo natal de Pozoblanco, dedicándose a escribir las obras de historia que le han dado su gran reputación, y allí falleció en 1573, a los 83 de su edad.


ESCULTURA A JUAN GINÉS DE SEPÚLVEDA EN POZOBLANCO

CIENCIA DE LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA

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Entre 1760 y 1800, España se vivió una Revolución tecnológica y un conato de Revolución industrial. Aparecieron grandes científicos e investigadores como Elhuyar, Jorge Juan, Antonio de Ulloa, Agustín de Betancourt, que se contagiaron del espíritu científico de la Ilustración. Muy significativo fue el hecho de que España fuese el tercer país en abrir una escuela de ingenieros en Europa, fue la Escuela de Ingeniería de Minas en Almadén, en 1771. También hubo un gran desarrollo científico a través de las Reales Sociedades Económicas de Amigos del País.

REAL SEMINARIO DE VERGARA



Al igual que sucedió en otros reinos de la Europa del siglo XVIII, la Ilustración española tuvo una indudable proyección práctica. Para los reformistas, mirando el ejemplo extranjero, había que incentivar la elaboración y aplicación de nuevos conocimientos susceptibles de ser puestos al servicio de una doble empresa: incrementar el prestigio de la Monarquía española en el concierto cultural europeo y aumentar la producción nacional evitando así la dependencia económica del país al exterior.

Paralelamente a la adquisición de nuevos saberes, debía plantearse el objetivo de la aplicación práctica de los nuevos conocimientos, con la finalidad de acrecentar las habilidades operativas de la Marina y el Ejército.

En los planes de los ministros, por orgullo y por necesidad, España no podía quedar al margen del proceso de modernización científica y tecnológica si no quería seguir siendo una potencia de segundo nivel europeo. Al dominio de la naturaleza también debían aspirar los sabios españoles desterrando la escolástica en beneficio de los conocimientos útiles. Los grupos dirigentes entendieron que era preciso un saber que fuera susceptible de ser aplicado más allá de la especulación.

Por lo tanto, era doble el proceso que se necesitaba abrir: producir ciencia y aplicarla a la mejora de la vida material de los españoles. Ciencia y tecnología fueron un binomio inseparable en las pretensiones de los ilustrados y de los grupos sociales ligados al comercio y a la industria. Y cuando los primeros alcanzaron cotas importantes de poder en el gobierno de la nación intentaron dinamizar, al modo de los que se hacía en Europa, la ciencia española.

ELEVACIÓN DE UN GLOBO ANTE LA CORTE DE CARLOS IV, POR ANTONIO CARNICERO

La evolución de la ciencia española fue bastante parecida al del resto de otros países europeos. Desde finales del siglo XVII hasta la aparición del Teatro Crítico de Feijoo en 1726, se desarrolló una primera etapa de leve despegue, en la que si bien no todas las cuestiones científicas y filosóficas podían aún formularse con entera libertad, resulta evidente que empieza a ponerse las bases institucionales que permitieron el desarrollo posterior. Fue una época en la que únicamente el Ejército y la Compañía de Jesús ofrecían garantías en la actividad científica y también en la que se comenzaba a debatir entre la obsolescencia de los viejos esquemas y las nuevas realidades.

Fueron los años de enfrentamientos verbales entre novatores y tradicionalistas que encontraron una evidente repercusión en las Universidades. Nuevos saberes, como la iatroquímica, la geometría o la filosofía natural no aristotélica, comenzaban a ser levemente admitidos a través del escepticismo y el eclecticismo filosófico.

Al mismo tiempo, instituciones de nuevo cuño en las que era posible encontrar conocimientos distintos surgieron a la luz: la Academia de medicina de Sevilla (1700), la de matemáticas para la formación de ingenieros militares de Barcelona (1715) o la de Guardias Marinas de Cádiz (1717).

También fue importante la fundación de seminarios de Nobles, que siguen los pasos del creado en 1725 en Madrid. Esta táctica de creación de organizamos dependientes del poder central estaba encaminada a la posibilidad de disfrutar de corporaciones en las que no tuviesen lugar resistencias conservadoras, que por lo demás hacían de la universidad su principal baluarte.

La segunda etapa se extiende desde los años treinta hasta mediados de siglo. En ella se aprecian elementos de transición ligados al nacimiento de instituciones médicas, como los colegios de cirugía o a la publicación de los resultados de las primeras expediciones de Jorge Juan y Antonio de Ulloa. En este tiempo, el marqués de la Ensenada, Zenón de Somodevilla, pretendió revitalizar la Armada española y con ella las enseñanza y ciencias ligadas a las cuestiones marítimas. Los contactos y el cartesianismo empezaban a mostrarse sin complejos en los escritos de Antonio María de Herrero Andrés Piquer.

REAL INSTITUTO Y OBSERVATORIO ASTRONÓMICO DE LA ARMADA
EN SAN FERNANDO DE CÁDIZ

Con todo, no fue hasta los años cincuenta y sesenta cuando se abrió un tercer período de suma importancia en la actividad científica. Es una etapa fecunda que tendrá el rasgo definitorio de la militarización de la ciencia española y el progresivo predominio de lo experimental. Linneo y Conti, Franklin o Tournefort empezaban a ganar adeptos entre los círculos cultos de la nobleza cortesana o provincial. En filosofía, el eclecticismo acaba por constituirse en doctrina oficial y los jesuitas pasaron a controlar amplias parcelas de poder en la Corte.

Fue una etapa muy fecunda en cuanto a la creación de nuevas instituciones científicas. Se fundaron los Colegios de Cirugía de Barcelona (1748) y de Cádiz (1760). En 1750 se abrieron la Academia de Guardia de Corps de Madrid, la Academia de Artillería de Barcelona y la Academia de Ingenieros de Cádiz. En esta misma ciudad se instaló el Observatorio de Marina tres años después. En 1757 se inauguró la Real Sociedad Militar de Madrid y en 1762 el Colegio de Artillería de Segovia. En 1764, los alumnos del padre Tomás Cerdá en el Colegio de Cordelles de Barcelona constituyeron la Conferencia Físico-Matemática, origen de lo que después sería la Academia de Ciencia naturales, fundada en 1770.

Casi todas las nuevas instituciones científicas eran el resultado de iniciativas miliares. El Ejército y la Armada aparecían con una gran decisión en la apuesta por la renovación científica española, desde luego mucho más que una universidad que continuaba prácticamente anclada. Por último, en esta época comenzó una decidida política se salidas al extranjero a través de viajes programados y de provisión de pensiones a jóvenes científicos o artesanos que fueron a capitales europeas, preferentemente a París, en busca de los más recientes descubrimientos técnicos.

REAL JARDÍN BOTÁNICO DE MADRID

La investigación de aplicaciones concretas a los nuevos conocimientos marcó en buena medida la cuarta etapa, que se extendió entre los años setenta y ochenta del siglo. La enseñanza de las ciencias útiles en instituciones dedicadas a la náutica, en escuelas de bellas artes, dibujo y diseño industrial, en academias militares, en sociedades económicas o en consulados, fueron una constante de este período de la ciencia española. En el mundo de las disciplinas naturales el Jardín Botánico retomó nuevos vuelos, en la medicina el Protomedicato vio reformado su actuación en 1780 al ser dividido en tres audiencias (Medicina, Cirugía y Farmacia). En ese mismo año se creo en Madrid el Colegio de Cirugía de San Carlos, que aseguró una mejor preparación de cirujanos y médicos.

Al mismo tiempo, las autoridades promocionaron las expediciones científicas, lo que reforzó en buena medida los conocimientos de cartografía, hidrografía y astronomía.

Tofiño y Malaspina dieron comienzo a una importantísima serie de expediciones ilustradas. A la investigación y acumulación de los conocimientos botánicos y geográficos se unieron en esta etapa la progresiva consolidación de la Química aplicada a la Minería y la Metalurgia. En 1776 el Seminario de Bergara creó cátedras ligadas a la Química. Los diversos ministerios, por razones variadas, promocionaron estos estudios en los años sucesivos.

En 1787, se creó la cátedra de Química aplicada a las artes, dos años más tarde se fundaba la Real Escuela de Mineralogía y un año después el laboratorio de Química del Jardín Botánico. Incluso en las universidades aparecieron cátedras, como en la de Valencia, mientras que el Colegio de Cirugía de Cádiz también promocionó estas enseñanzas. Finalmente, los años ochenta vieron también cómo el reiterado intento de crear una Academia de Ciencias Naturales en Madrid, proyectada por Jorge Juan y Antonio Ulloa, mientras era ministro Ensenada, conoció la firma del rey a presentación de Floridablanca en 1785.

TERTULIA EN EL REAL SEMINARIO DE VERGARA

En definitiva, una etapa en la que el mantenimiento del imperio americano, el incremento de las fuerzas productivas nacionales (agricultura e industria) y los motivos de carácter sanitario ayudaron a promover la atención de los gobiernos por la ciencia y la tecnología. Y es que la ciencia española vivió bajo el reinado de Carlos III un movimiento de relativo apogeo, en el que las diversas autoridades pasaron a tomarse el avance técnico como una cuestión de Estado que afectaba esencialmente al progreso de toda la nación y a las aspiraciones de fortalecimiento de la Monarquía.

El reinado de su hijo Carlos IV no fue para nada un período de paralización y empobrecimiento de la ciencia. Aunque la iniciativa decreció sin duda, toda la lenta cristalización del proceso institucional no marcó el límite de las posibilidades de la Ilustración. A finales de la centuria y en los primeros decenios del Ochocientos, cuando tantas cosas se encontraban en crisis, los esfuerzos realizados en las décadas anteriores comenzaban a ofrecer resultados en la investigación científico-técnica. Con todo, la Revolución francesa también abrió en el terreno científico un período de desconfianza hacia las nuevas ideas, especialmente las procedentes de Francia.

A pesar de que la Monarquía hispánica y sus instituciones efectuaron una gran labor científica, los resultados científico-técnicos de la España ilustrada no consiguieron el nivel de éxito comparado con los obtenidos por las grandes potencias europeas. Aunque no faltaron individualidades de gran talla, la ciencia española fue más débil institucionalmente que las de otras monarquías. De hecho, este proceso científico y tecnológico dejó entrever cuáles fueron las características principales del desarrollo de la ciencia española dieciochesca: militarización, centralización, utilitarismo y americanismo.

En efecto, los diversos institutos militares de la monarquía tuvieron una actuación fundamental en el progreso científico español, de tal forma que en realidad se efectuó una militarización de la ciencia hispana, motivada esencialmente por cuestiones generales de carácter geopolítico. Los programas de renovación de las fuerzas armadas exigían técnicos cualificados en el terreno de la artillería y la marina. La guerra requería tecnología y ésta precisaba, a su vez, de investigación científica de base. Además, las fuerzas armadas eran las principales demandantes de productos manufacturados y, por tanto, estaban también interesadas en un abundante y barato aprovisionamiento.

Por otro lado, si algo era fácil de manejar por parte del poder real y de sus ministros eran las instituciones militares. La introducción de novedades era allí más fácil que en la universidad. Así que matemáticas, química, astronomía, metalurgia, medicina o náutica fueron en buena medida disciplinas que se cultivaron especialmente en las instituciones militares. La monarquía fue la que más se aplicó en la importancia de profesionales y científicos para la mejora inmediata de problemas prácticos que se iban planteando, política que a largo plazo supuso a veces una subordinación de las inversiones de base.

LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AMERICANA

El progresivo interés de los gobiernos por el desarrollo científico-militar y sus múltiples aplicaciones supusieron en la práctica una relativa centralización de la actividad investigadora. La monarquía pasó a impulsar y controlar instituciones dedicadas al desarrollo de disciplinas científicas concretas de las que a juicio de los gobernantes estaba falto el país. Las academias y colegios cubrieron la triple vertiente de ser centros dedicados a la docencia, a la actividad científico-técnica y a la protección profesional, entidades que, por lo demás, siempre estuvieron tuteladas por los gobiernos. El reformismo fue muy normativo y bastante celoso de guardar las competencias que le permitían asegurar un proceso uniforme y controlado de la actividad científica, por lo demás tan relacionada con la constante aspiración gubernamental al crecimiento de la economía.

Ahora bien, partieran las iniciativas del gobierno o de los particulares (sobre todo de la burguesía comercial), resulta a todas luces evidente que se pretendió dar un sentido eminente práctico a las instituciones científico-docentes: la ciencia debía tener una clara vertiente utilitaria. La química tenía que servir para la metalurgia y para los tintes; la náutica y la astronomía para la armada y el comercio; el diseño y el dibujo para los tejidos, al igual que la geometría; la botánica, la medicina y la farmacia debían procurar adelantos notables en la curación de los enfermos.

Esa necesidad práctica hizo que junto a la ciencia pura se buscara a la aplicada, junto a la conquista de conocimientos la divulgación de los mismos en los diversos centros de enseñanza. Y cuando la difusión tomaba forma escrita, la Imprenta Real tenía un importante papel en el desarrollo textual de algunas ciencias. Casi todo estuvo pensado al servicio de la utilidad: los científicos hispanos partían de las necesidades más inmediatas para girar su vista hacia la investigación. El objetivo preferente fue conseguir buenos técnicos capaces de solucionar problemas concretos aplicando conocimientos. Desde la segunda mitad del siglo, se asistió al triunfo de lo empírico por encima de lo teórico, que pasó a segundo plano aunque no desapareció. Y, según los expertos, no debió de ser extraño a este fenómeno la implantación del eclecticismo como filosofía oficial.

EXPEDICIÓN POLÍTICO-CIENTÍFICA ALREDEDOR DEL MUNDO
POR ALEJANDRO MALASPINA

América se convirtió en un excelente campo de actuación privilegiado. Se efectuó un americanismo de la ciencia española, fenómeno expresado a través del interés que gobernantes y científicos demostraron por aquel continente. Los virreinatos americanos eran parte esencial del plan de reforma ilustrada y todo lo referente a ella interesaba sobremanera.

Las diversas disciplinas y las diferentes instituciones científicas españolas se preocuparon de su agricultura, de su geografía, de sus minas, de su cultura y de su historia. Las secretarías de Hacienda o de Indias, el Jardín Botánico o el Real Gabinete de Historia Natural, por ejemplo, parecieron contribuir a un mismo fin: conocer mejor América para sacarle más adecuadamente sus frutos.

La meta a conseguir fue siempre la misma: explorar más racional y sistemáticamente el gran tesoro que las Indias atesoraban. La ciencia era, en este sentido, un elemento imprescindible en el conjunto de medidas que debían permitir tan importante objetivo de interés nacional. Las expediciones científicas o el viaje ilustrado a las Américas estuvieron en la agenda de los investigadores y políticos españoles.

Con estas características fundamentales, el Siglo de las Luces vio florecer en las diversas disciplinas científicas y tecnológicas una serie de significadas realizaciones que, sin llegar a resultar espectaculares y sin poder comparase con las que se estaban produciendo en los países más avanzados de Europa, sí que produjeron un doble efecto: primero, sirvieron para avanzar en determinadas parcelas concretas del conocimiento; segundo, en términos más generacionales, puede afirmarse que pusieron los fundamentos para que en algunas áreas científicas entraran incipientemente los rudimentos básicos de la ciencia moderna.

ÉXTASIS MÍSTICO DE SANTA TERESA DE JESÚS

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Santa Teresa de Jesús fue la mística más importante de jamás haya existido. Está considerada como una de las primeras mujeres con un pensamiento feminista. Los votos de pobreza y de castidad lo pudo superar, pero el de obediencia jamás. Armada de valor, luchó en un mundo estancado por las creencias más obsoletas para extender su fe y luchar contra los prejuicios de una época a la que se adelantó.


SANTA TERESA DE ÁVILA, POR FRANÇOIS GÉRARD



Teresa de Cepeda y Ahumada nació en Goterrendura, Ávila, en 1515. Provenía de una familia de judíos conversos por parte paterna, dedicada al comercio, formada por once hermanos de los cuales tres eran mujeres, incluida Teresa, y ocho varones. Cuando contaba con solo 13 años de edad, falleció su madre Beatriz de Ahumada. Desde entonces, pasó a convivir con su tío y primos, refugiándose en la lectura, un hábito que se convirtió en obsesión para toda su vida. La lectura de libros se convirtió en el eje central de la vida de Teresa hasta el punto que lo empleó como metáfora para describir su experiencia íntima de Dios.

A los 17 años, ingresó en el monasterio de Santa María de Gracia de Ávila por orden de su padre, iniciando una vida monacal que duró poco tiempo. Una dolencia súbita la hizo retornar a casa de su tío, quien le procuraba lecturas piadosas de Francisco de Osuna, San Gregorio, San Agustín, San Jerónimo, o Fray Pedro de Alcántara.

Debido a estas lecturas religiosas y dolencias físicas, fue adquiriendo unos sentimientos más existenciales y unas ideas sobre la salvación eterna. Fue tomando conciencia de "la vanidad del mundo, y cómo acababa en breve, y a temer, si me hubiera muerto, cómo me iba al infierno".



CONVENTO DE SAN JOSÉ DE ÁVILA

A los 21 años decidió entrar en el convento carmelita de la Encarnación de Ávila, aunque con muchas dudas en su ánimo, ya que "aunque no acaba mi voluntad de inclinarse a ser monja, vi que era el mejor y más seguro estado".
"Aquel día, al abandonar mi hogar sentía tan terrible angustia, que llegué a pensar que la agonía y la muerte no podían ser peores de lo que experimentaba yo en aquel momento. El amor de Dios no era suficientemente grande en mí para ahogar el amor que profesaba a mi padre y a mis amigos."
Aun amaba más a su familia que a la divinidad, como ella misma reconocía. Sin embargo, nuevas crisis de salud, acompañadas de trastornos de conciencia, la sumergieron en un estado de desorden, cuajado de desesperación e incertidumbre. Por ello, la búsqueda de sentido a lo que estaba padeciendo resultó un empeño incesante para el que contactó con diferentes religiosos, teólogos y confesores.

Un primer episodio dramático sucedió al iniciar su vida conventual, donde "comenzaron a crecer los desmayos, y dióme un mal de corazón tan grandísimo que ponía espanto a quien lo veía, y otros muchos males juntos. Y así pasé el primer año con harto mala salud".

Continuó con mala salud en los siguientes años. En el tercero, un grave paroxismo la dejó sin sentido cuatro días. Se le administró la extremaunción, se oficializó el entierro, y durante los credos de su inmediato final, puso superar su adversidad de forma espontánea:
"La lengua hecha pedazos de mordida, la garganta de no haber pasado nada y de la gran flaqueza que me ahogaba, que aún el agua no podía pasar; todo me parecía estar descoyuntado; con grandísimo desatino en la cabeza; toda encogida, hecha un ovillo, sin poderme menear, ni pie, ni nano, ni cabeza, más que si estuviera muerta, si no me meneaban; sólo un dedo me parece me podía menear de la mano derecha."

EL ÉXTASIS DE SANTA TERESA, POR GIAN LORENZO BERNINI

Durante cuatro años estuvo paralítica, atendida en la enfermería del convento hasta recuperar la movilidad "cuando comencé a andar a gatas alababa a Dios". Parece muy claro que la enfermedad que la paralizó fue la meningitis, y que es muy probable que también sufriera epilepsia.

En 1554, a los 40 años, Teresa experimentó su vivencia definitiva cuando sintió la plena presencia de Dios ante la figura de un Cristo llagado que estaba depositado temporalmente en el oratorio:
"... en mirándola, toda me turbé de verle tal, porque representaba bien lo que pasó por nosotros. Fue tanto lo que sentí de lo mal que habría agradecido aquellas llagas, que el corazón me parece se me partía, arrojome ante él con grandísimo derramamiento de lágrimas, suplicándole me fortaleciese ya de una vez para no ofenderle… Paréceme que le dije entonces que no me había de levantar de allí hasta que hiciese lo que le suplicaba. Creo cierto me aprovechó, porque fui mejorando mucho desde entonces."
Desde aquel momento, todas sus dudas acumuladas se convirtieron en certezas, porque había sabido que tenía a Dios de su lado. Sus ambigüedades y desesperanzas se desvanecieron y las siguientes visiones místicas realimentaron su pensamiento religioso. La iluminación espiritual concedió Teresa una claridad de ideas y sentimientos sin precedentes.


SANTA TERESA EN LA COCINA, POR FRANCISCO RICCI

Dotada de una profunda espiritualidad y, a la vez, de una férrea voluntad, su vida y su obra constituyen una síntesis armónica entre meditación y acción, entre ensimismamiento y actividad externa. Es por ello que haya dejado un gran testimonio escrito de su reflexión interior a la vez que tuvo una intensa actividad. Fundó su propia orden, las Carmelitas descalzas, luchó por los derechos de las mujeres como nadie lo había hecho antes, y abrió hasta 17 conventos para monjas y frailes por toda la Corona de Castilla: Ávila, Medina del Campo, Malagón, Valladolid, Toledo, Segovia, Salamanca, Alba de Tormes, Beas de Segura, Sevilla, Caravaca, Villanueva de la Jara, Palencia, Soria, Granada y Burgos.

Era capaz de dar lecciones a los hombres y dejarlos callados. Esto no se toleraba a la mayor parte de las mujeres de su tiempo. Más que rebelde, lo que le pasaba es que no encontraba concordancia entre lo que unos de decían y lo que ella sentía. Durante un tiempo, hizo todo lo que pudo para conciliar ambos polos opuestos y obedecer, hasta que llegó un momento que dijo:
"No, no, no… Lo que a mí me va a hacer feliz, sin duda, no puede ser malo, tiene que venir de Dios, y los que están equivocados son los demás."
En el contexto histórico de su tiempo, su trayectoria vital coincide con la aparición del Protestantismo, corriente reformista del Cristianismo en la que ella observó como una gran amenaza para la fe católica. Su respuesta al desafío de Lutero y Calvino fue la autentificación y reforma de la vida religiosa en España, de la que dejó constancia escrita en el Libro de las Fundaciones.


CAMINO DE PERFECCIÓN, POR TERESA DE JESÚS

Teresa era una mujer enérgica que aportó por una renovada religiosidad femenina, equiparable en intensidad y profundidad de espíritu a la masculina. Porque Teresa actuaba sin complejos ante los hombres de Iglesia. En una primera redacción de su gran obra Camino de Perfección escribió: "como son hijos de Adán y, en fin, todos varones, no hay virtud de mujer que no tengan por sospechosa". En su Libro de la Vida, añadió: "Basta ser mujer para caérseme las alas." Pero ella misma siempre levantaba el vuelo.

Uno de los rasgos del pensamiento teresiano es su sencillez y su manera directa de expresar sus ideas y sentimientos, por ello resultó ser tan influyente y eficaz, calando más hondo que muchas obras universales que utilizan un lenguaje más retórico. Como escribió el filósofo Henri Bergson en su obra Les deux sources de la moral et de la religión, la santa no buscó a Dios por medio del concepto, sino a través del instinto, de sus visiones y éxtasis. Así lo explicó en su Castillo interior que para "subir a las moradas que deseamos, no está la cosa en pensar muchos, sino en amar mucho, y ainsi llo que más os despertare a amar, eso haced".

Teresa consiguió describir con total sencillez la abstracción de sus visiones de Dios, convirtiendo su palabra en pura magia, aun cuando empleaba la jerga más popular. Así escribió en sus Cartas Moradas:
"Un sentimiento de la presencia de Dios que en ninguna manera podía dudar que estaba dentro de mí, o yo toda engolfada en él."
VISIÓN DE SANTA TERESA DEL ESPÍRITU SANTO, POR PETER PAUL RUBENS

No escribió para deslumbrar a un público ilustre, sino para hacer partícipe a cualquier persona del mundo, de ahí que su discurso sea asequible a cualquiera de sus lectores. Este sentido de la comunicación está en relación a su personalidad, refiriéndose a sí misma con frecuencia pero no para ponerse en escena, sino para demostrar su nula autoestima. Así, en una de sus Moradas escribió: "Humildad es andar en verdad."

La descripción de su éxtasis místico ha inspirado a artistas y pensadores:
"Era tan grande el dolor, que me hacía dar aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor, que no hay desear que se quite, ni se contenta el alma con menos que Dios. No es dolor corporal sino espiritual, aunque no deja de participar el cuerpo algo, y aun harto."
Sabía que estaba caminando por un terreno peligroso cuando convertía a Dios en su amante, viviéndolo con semejante pasión. Ante la amenaza de la Santa Inquisición, se disculpaba advirtiendo que escribía por recomendación de sus confesores y otros ilustres eclesiásticos, más que por pura vocación. Esta coartada también fue puesta en práctica por otros amigos suyos que la protegen, como fue el caso del también escritor místico fray Luis de León quien redactó la carta-dedicatoria para la primera edición de las obras teresianas que él preparó en 1588:
"Que lo que algunos dice, ser inconveniente, que la santa madre misma escriba sus revelaciones de sí, para lo que toca a ella, y a su humildad, y modestia, no lo es, porque las escribió mandada, y forzada."
Pero tan solo se trataba de una falsa justificación para evitar sospechas, porque la carmelita de Ávila practicó la escritura como quien empuña un puñal. Inmersa en un mundo eclesiástico donde las religiosas tenían prohibido predicar, Teresa encontró en la escritura el medio para expresar sus ideas a todos aquellos que estaban dispuestos a compartir. Escribió mediante carta a reyes y nobles, solicitó mecenazgos y consejos, y compró y vendió bienes para financiar sus fundaciones.


TERESA DE JESÚS EN EL VIDEO-CLIP ALEJANDRO, POR LADY GAGA

Su destreza en la escritura le recompensó con una abundante obra literaria que desarrolló en las dos últimas décadas de su vida: Libro de la VidaCamino de PerfecciónMeditaciones sobre los CantaresLas Moradas del Castillo InteriorExclamacionesFundacionesVisita de Descalzas, constituciones para sus monjas, varias poesías, medio millar de cartas y 66 cuentas de conciencia para sus confesores.

A pesar de actuar con prudencia y ganarse la amistad de nobles y eclesiásticos, la amenaza de la Inquisición siempre estuvo rondando alrededor suya. En el Libro de la Vida expuso esa apurada situación al expresar que "iban a mí con mucho miedo a decirme que andaban los tiempos recios y que podría ser me levantasen algo y fuesen a los inquisidores". Y, tal y como escribió, discurrían tiempos recios en los que, a juicio de la Iglesia, lo diabólico podía confundirse fácilmente con lo divino. Conocía aquellos seductores disfraces que adoptaba el maligno, porque "en estos tiempos habían acaecido grandes ilusiones en mujeres y engaños que las habían hecho el demonio, comencé a temer".

En sus Conceptos de Amor de DiosTeresa dejó bien claro que era una enamorada de Dios, al cual lo entendía como el amante supremo, no como un Dios justiciero y vengativo, sino más humano y cercano. Creía en un Dios mucho más contemporáneo. Para ella el ideal de divinidad era el de felicidad, de autosatisfacción, y de plenitud.

Finalmente, en 1575, fue interrogada por el Tribunal inquisitorial, ante la denuncia de una monja expulsada de un convento sevillano. Estuvo a punto de ser condenada, librándose de la prisión debido a la escasa validez del testimonio acusador que la definía como "alumbrada". Pero desde entonces, la supervisión de sus escritos y actividades por el Santo Oficio fue muy estrecha. El general de su orden mandó su reclusión en un convento de su elección, pudiendo recuperar su libertad cuando en 1580 el papa Gregorio XIII distribuyó a los carmelitas en provincias separadas.

Dos años después, en 1582, fallecía la carmelita Teresa de Ávila durante su visita a Alba de Tormes por consejo del provincial de su orden. Murió dando gracias a Dios porque moría sufriendo:
"Vivo sin vivir en mí y tan alta vida espero que muero porque no muero."
En una sociedad con una mentalidad que asociaba el sufrimiento con la santidad, para ella fue un alivio porque sabía que marchaba por el buen camino. Siempre supo que el sufrimiento era el medio para llegar a Dios:
"En la cruz está la vida y el consuelo, y ella sola es el camino para el cielo."

FILOSOFÍA ESPECULATIVA DE AVERROES

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Filósofo y médico andalucí, Averroes está considerado como el representante más destacado de la filosofía hispanoárabe, la cumbre del pensamiento almohade y cima del Aristotelismo medieval. 

Fue el penúltimo eslabón de la Filosofía especulativa andalusí (Falsafa). Además de maestro de filosofía y leyes islámicas, hizo aportaciones a las matemáticas, astronomía y medicina.

IMAGEN DE ESCULTURA DE AVERROES



Averroes, cuyo nombre en arábigo es Abū l-Walīd Muhammad ibn Ahmad ibn Muhammad ibn Rushd, nació en Córdoba en 1126. Pertenecía a una familia de juristas malaquies y asentada en la estructura legislativa de Córdoba durante la dinastía almorávide. Estudió filosofía, medicina, y derecho en la Universidad de Córdoba.

Llegó a ser cadí (juez mayor) de la taifa de Sevilla, desde 1169 hasta 1171, cargo que también ocupó su padre y su abuelo. Ibn Tufayl lo introdujo en la Corte del califa de Córdoba Abu Yaqub Yusuf. Tras la muerte de Tufayl, fue sustituído como medico de cámara de Yasuf, y después de su successor Yaqub Al-Mansur, dedicándose además a la medicina y al estudio de las ciencias naturales. Hasta entonces había gozado de la protección de las autoridades almohades, pero durante el califato del Al-Mansur la especulación de la falsafa fue prohibida en 1195. Se conderaron sus obras, se le destituyó de sus cargos y fue desterrado a Lucena, cerca de Córdoba. A los dos o tres años, recobró su libertad, pasando a la Corte de Makaresch (Marruecos), donde murió en 1198. Posteriormente, sus resto fueron enterrados en Córdoba.

Se le atribuyen 96 escritos seguros, 21 apócrifos y 9 dudosos. Tiene comentarios menores, medios y mayores. Muchos de sus originales se han perdido, conservándose su traducción latina. Averroes ha pasado a la historia del pensamiento humano por distintas aportaciones. Escribió sobre derecho, medicina, filosofía, astronomía y teología. 

En filosofía destacan sus Comentarios a Aristóteles y Destructio destructionis; además son notables Sermo de substancia orbis, De anima beatitudine, De conexione intellectus abstracti com homini, Quaesita in logicam AristotelisDoctrina decisiva y fundamento de la Concordia entre la Revelación y la Ciencia, Exposición de los caminos que conducen a la demostración de los artículos de la fe, etc.


Averroes rompió con el magisterio de Avicena por sus concesiones a la religion, para acercarse a Aristóteles, siguiendo tendencias que ya estaban en Avempace e Ibn Tufayl. Abrió el camino a la filosofía y ciencias europeas a través del contacto cultural entre los reinos cristianos y el Islam andalusí.


Una de sus principales características fue la de haber defendido la independencia y legitimidad de la Razón como supremo medio de conocimiento, también con respecto a la religión, lo que hizo especialmente en su obra central Refutación de la refutación (Destructio destructionis, en latín; Tahafut al-tahafut, en arábigo). En ella defendía la filosofía aristotélica, refutando con todo énfasis los ataques que el filósofo y místico Algacel (Al-Ghazali) había dirigido contra la Razón en su libro Destrucción de los filósofos (Destructio Philosophum). Para Algacel, la filosofía está en contradicción con la religión y supone, por tanto, una afrenta a las enseñanzas del Islam.

AVERROES, POR ANDREA DI BONAIUTO

El filósofo cordobés establecía una diferencia específica entre Ciencia y Religión, afirmando que lo que puede ser una verdad científica no necesita serlo en el ámbito de la Fe, y al contrario. Esta idea hizo que tanto la ortodoxia islámica como cristiana le acusase de proclamar una "doble verdad". Averroes estaba lejos de rechazar la religión, pero la entendía sobre todo como necesaria para la educación y guía moral del pueblo. En cambio, la fuente suprema del conocimiento estaba reservada al ámbito de la Filosofía, y no de la Teología. En este contexto acusó a los teólogos de fomentar el error, la superstición y la incredulidad mediante sus interpretaciones arbitrarias y fantásticas de la religión. Filosofía Pura y Religión no son incompatibles, sino que debidamente comprendidas, constituyen una sola y misma verdad.

La ley religiosa, según escribió Averroes en su Refutación, proporciona la misma verdad que alcanza el filósofo indagando en la causa y la naturaleza de las cosas. Por ello, de alguna manera la filosofía termina actuando en los hombres cultos como el sustituto de la religión: "los filósofos creen que las religiones son construcciones necesarias para la civilización…". Pero a su vez, la existencia de la religión es también necesaria para la integración del filósofo en la sociedad civil.

Uno de los múltiples aspectos de su pensamiento se centró sobre la política, ideas que quedaron escritas en su Exposición de la República de Platón, en sus Comentarios a la Ética a Nicómaco, y en tres tratados filosófico-religiosos Fasl al-magalDamina y Manahiy. En su reflexión política, Averroes prefirió las propuestas de Aristóteles sobre las de Platón, y supo desarrollarlas ideas del gran filósofo político oriental Alfarabi. Reconocía el papel de la Ley canónica como Ley ideal, y por tanto, concedió importancia a la función sociopolítica de la religión. Por otra parte, se apartó del solitarismo de Avempace y, sobre todo, de Ibn Tufayl, pues pensaba que el camino hacia la verdad lo cumple mejor el ser humano en su medio natural, que es el social, regulado por el Estado, cuyo fin ha de ser cumplir los fines individuales. Para Averroes, el Corán es el texto sagrado para establecer la verdad, y si hay conflicto con las verdades establecidas por la razón se debía recurrir a interpretaciones alegóricas.

Por pensar así, llegó a ganarse una imagen de impío o ateo, que tan solo fue una leyenda, e incluso no le fue atribuible la "doble verdad", propia de los averroístas posteriores.

ESTATUA DE AVERROES EN CÓDOBA

En su Exposición de la República de Platón, el cordobés escribió: "Para adquirir su perfección un sujeto necesita la ayuda de otras gentes. Por esto el hombre es por naturaleza político." Pero el gobernante debe reunir cualidades para lograr que la sociedad, regida por el poder político, consiga esa perfección colectiva humana. Y así describió un perfil ideal del buen gobernante:
"que se incline naturalmente al estudio de las ciencias teóricas..., que tenga buena memoria y no sea descuidado..., que ame la búsqueda del saber, de la verdad..., que esté libre de apetitos sensuales..., que no apetezca el dinero..., que tenga amplitud de ideas..., que sea valeroso..., que esté dispuesto a desarrollar la inclinación tanto hacia el bien y la belleza como a la justicia y las restantes virtudes..., que sea elocuente..., que tenga buen estado y perfeccionamiento físico..., y que además su ley religiosa particular no puede estar distanciada de las leyes humanas naturales."
Gran conocedor y admirador de la filosofía aristotélica, escribió varios Comentarios a las obras de Aristóteles, también llamado Gran comentario, por lo que tras su muerte fue conocido como el "Comentador de Aristóteles". En ella, partía de la división aristotélica entre dos intelectos: el nous pathetikós (intelecto receptivo) y el nous poietikós (intelecto agente), que permitió desligar la reflexión filosófica de las especulaciones míticas y políticas.

Averroes dividió a los hombres en vulgo, teólogos y filósofos, y sus pruebas de la existencia de Dios son aristotélicas: las del movimiento, el orden y la finalidad.

Estableció un sistema filosófico del conocimiento y de la capacidad de pensamiento humano, intentado conocer cómo es posible la formulación de verdades universales y eternas. Distanciándose de Aristóteles, pudo evaluar la función sensorial de los nervios y al reconocer en el cerebro la localización de algunas facultades intelectivas como la imaginación o la memoria. Para el filósofo cordobés, el conocimiento humano (intelección) comenzaba en la percepción de los objetos a través de los sentidos con el objetivo de conocer el universo (universalización) que no existe fuera del alma. El proceso consiste en percibir, imaginar y, finalmente, captar el universal. Ese universal existe porque es particular, y es la capacidad humana intelectual (entendimiento) es la que proporciona la universalidad de las cosas sensibles.


GRAN COMENTARIO A LAS OBRAS DE ARISTÓTELES

En su obra Refutación, exponía la necesidad de que la Ciencia tenía que adecuarse a la realidad concreta y particular, pues no puede existir conocimiento directo de los universales.

La concepción del intelecto en Averroes es cambiante, pero en su formulación más amplia distingue cuatro tipos de intelecto, que son cuatro fases por las que atraviesa el entendimiento durante su proceso del conocimiento: material (receptivo), habitual (que permite concebirlo todo), agente (causa eficiente y formal de nuestro conocimiento, intrínseco al hombre y que existe en el alma) y adquirido (unión del hombre con el intelecto).

Averroes hizo distinción entre dos sujetos del conocimiento humano:
1. intelecto verdadero: el sujeto mediante el cual los inteligibles son verdaderos
2. intelecto material: el sujeto mediante el que los inteligibles son un ente en el mundo
Como consecuencia de su actuación el sujeto de la percepción sensorial existe fuera del alma, y el sujeto del intelecto existe dentro.

El entendimiento agente de Averroes es interpretación del entendimiento de Aristóteles en su obra De anima, y por eso distinguía entre entendimientos agente y material, y la virtus imaginativa, por la que cada ser humano recibe el influjo del entendimiento agente.
Averroes también fue influenciado por el Neoplatonismo de la Escuela de Alejandría, especialmente por Plotino.

Su concepción del universo de componía de una síntesis entre Racionalismo y Panteismo materialista. La materia primera y originaria es eterna, pre-existente e increada, por tanto incompatible con una creatio ex nihilo. Y tan eterna como la materia es el movimiento, motor y principio del paso de la potencia al acto, proceso nunca interrumpido que constituye la auténtica Creación.

Existen 38 esferas concéntricas giratorias, animadas por un alma inteligente. La primera es el cielo de las estrellas fijas, después las de Saturno, Júpiter, Marte, etc., hasta llegar a la Luna, cuya forma es el Entendimiento agente, del que proceden todos los movimientos que se originan en el mundo terrestre. La Tierra está en el centro.

Definió a Dios como ser por excelencia, acto puro perfectísimo, uno, único y simplicísimo. Se aparta de Avicena en lo de la distancia real entre esencia y existencia, y la consideración de la existencia como accidente de la esencia, aunque admitiendo identidad necesaria de esencia y existencia en Dios. Criticó la creación de seres contingentes, pero después admitió que el mundo es contingente, y su creación eterna y necesaria. El mundo ha existido siempre, pero con existencia recibida de Dios. Sólo Dios es Acto puro. La creación del mundo es necesaria, pero su esencia es contingente. La materia es también eterna, pero no creada por Dios. Excepto Dios, todos los seres están compuestos de materia y forma, aunque hay que distinguir entre materia celeste y terrestre.

IMAGEN DE AVERROES EN EL FRESCO LA ESCUELA DE ATENAS, POR RAFAEL

Además de escribir sobre filosofía, teología y política, también dejó reflejados sus conocimientos en otras materias no menos importantes como jurisprudencia, astronomía y medicina. Elaboró una enciclopedia médica Kulliyat, cuyo título fue Kitab al- kulliyyat al-Tibb (Libro de las generalidades de la medicina).

Sobre teología compuso un tratado decisivo sobre la concordia de la religión y la filosofía llamado Kitab fasl al-maqal (Sobre la armonía entre Religión y Filosofía). Otra faceta importante fue la recopilación de antologías literario-históricas, como las de Ibn al-Abbar y las de Ibn Said, apologistas del legado cultural andalusí. Hizo comentarios a Ptolomeo, Alejandro de Afrodisias, Nicolás de Damasco, Galeno, al-Farabi, Avicena y Avempace.

En su libro Averroes et l´averroisme, Renan le calificó de "librepensador". Quizás por eso, en la fase final de su vida, la ortodoxia musulmana condenó su doctrina y logró que quemaran sus libros y confiscaran sus bienes. A finales del siglo XII, una ola de fanatismo integrista islámico almohade invadió Al-Ándalus

Muchas de sus obras de lógica y metafísica se han perdido definitivamente como consecuencia de la censura. Gran parte de su obra sólo ha podido sobrevivir a través de traducciones en hebreo y latín, y no en su original árabe, especialmente las efectuadas por Jacob Anatoli del árabe al hebreo en el siglo XIII. Su principal discípulo fue Ibn Tumlus de Alcira, autor de una Introducción al arte de la lógica, quien le había sucedido como médico de cámara del quinto califa almohade Al-Nasir. Con dicho alumno, terminó la Filosofía especulativa andalusí. De entonces, la aportación hispanoárabes sobre la filosofía griega rebrotará en el Judaísmo y en el Cristianismo, mediante traducciones al hebreo o al latín en las que se basó el Averroísmo europeo.

También la Iglesia católica criticó sus enseñanzas, tanto por su Aristotelismo como por sus tesis de la "doble verdad". Esta condena por parte de los Papas no impidió que el Averroísmo ejerciera una profunda influencia sobre la Escolástica, empezando por Alberto Magno y Tomás de Aquino, aunque en determinados puntos ambos le contradijeran en su respectivos escritos Contra Averroistas, y De unitate intellectus contra Averroistas.

A pesar de la condena de 219 tesis averroístas por parte del obispo parisino Étienne Tempier en 1277 a causa de su incompatibilidad con la doctrina católica, muchas de éstas sobrevivieron en la literatura posterior de mano de autores como Giordano Bruno o Giovanni Pico della Mirandola. Estos autores efectuaron una defensa de la superioridad de la vida contemplativa-teórica frente a la vida práctica, en línea con lo defendido por Aristóteles en su Ética a Nicómano. Además reivindicaron el carácter político-instrumental de la religión como una doctrina destinada al gobierno de las masas incapaces de darse una ley a sí mismas por medio de la razón.


Sus escritos influyeron en el pensamiento cristiano de la Edad Media y el Renacimiento. De hecho, su irradiación filosófica perduró hasta bien entrado el siglo XVII.

Varios han sido los filósofos que han estudiado su pensamiento con posterioridad, describiéndolo como un creyente musulmán y racionalista inspirado en Aristóteles, que significó para del Islamismo algo similar a lo que fue Maimónides para el Judaísmo o Santo Tomás para el Cristianismo. De hecho, para Averroes tanto Mahoma como Moisés y Jesús fueron profetas del mismo Dios, cuyos mensajes no se contradicen, aunque considerase a Mahoma superior a Moisés y Jesús.

Ernesto Renán lo presentó como un racionalista y librepensador defensor de la religión como buena para el vulgo. L. Gauthier insistió también en el Racionalismo de Averroes, con primacía de la filosofía sobre la revelación, y la razón sobre la fe. Miguel Asín Palacios lo describió como un creyente ortodoxo del Islamismo, lo que no impidió el desarrollo de su espíritu filosófico, tratando de armonizar las verdades de la filosofía con las creencias de la religión.

HUMANISMO PATRIÓTICO POR ALFONSO GARCÍA MATAMOROS

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Humanista, retórico, profesor de gramática del siglo XVI, Anfonso García Matamoros compuso una extensa obra humanística en pleno Renacimiento. Su Laus Hispaniae es una apología de la nación sobre lo que han aportado las letras españolas a lo largo de la historia.

UNIVERSIDAD DE ALCALÁ DE HENARES


Alfonso García Matamoros nació en Villarasa, Huelva, en 1490, aunque fue llamado "hispalense", por haberse naturalizado en la capital andaluza. Después de cursar estudios primarios en Sevilla y superiores en Valencia, fue requerido para dirigir el estudio de gramática en Játiva desde 1531 hasta 1540.

Desde 1542 y durante veintidós años, estuvo a cargo de la cátedra de Retórica de la Universidad de Alcalá de Henares, uno de los principales focos humanistas españoles de su época. Entre sus alumnos estuvo por ejemplo, Benito Arias Montano. Posteriormente, fue canónigo de la Catedral de Sevilla. Murió en 1572.

El humanismo de Alfonso García Matamoros participó del patriotismo de obras como Generaciones y semblanzas de Fernán Pérez de Guzmán, o Claros varones de Castilla de Hernando del Pulgar. Consideraba que el saber distingue al ser humano de los animales, aproximando la vida especulativa a la activa, y buscando virtudes morales e intelectuales, con apego a la antigüedad hebrea y a la Biblia.

Fue un ferviente seguidor de Erasmo de Rotterdam y mantuvo estrechas relaciones con los humanistas de su siglo. Entre sus amistades figuró Juan Téllez Girón, conde de Ureña, a quien está dedicada su principal apología.

DE RATIONE DICENDI LIBRI DUO

Entre su extensa obra humanística destaca su famosa apología de la nación española Laus Hispaniae (De adserenda Hispanorum eruditione, sive De viris Hispaniae doctis narratio apologetica), escrita en esa ciudad en 1553, con el patriótico fin de acabar con el desprecio que tenían algunas naciones de Europa a los humanistas españoles, fruto de ligerezas e injusticias. Este opúsculo es una mezcla de leyendas, fábulas, anécdotas y literatura culta y popular, para dar amenidad a la exposición de lo que han supuesto las letras españolas a lo largo de la historia. El autor demuestra un buen conocimiento de Cicerón, Virgilio, Plauto y Tácito entre los escritores romanos, y entre los griegos cita también a Homero, Aristóteles y Platón, y a los Padres de la Iglesia.

En 1558, publicó el discurso que pronunció en la investidura de Diego Sobaños como doctor y, en 1559, empezaron sus ataques de reúma crónico, de los que se lamentaba todavía en el prólogo a su De tribus dicendi generibus, de 1569.

Otras obras suyas fueron In Aelii Antonii Nebrissensis Grammaticae IV librum scholia (Valencia, 1539); De ratione dicendi libri duo (Alcalá de Henares, 1548); Methodus constructionis (Alcalá de Henares, 1553); y Methodo concionnandi liber urnus (Alcalá de Henares, 1570). En Opera Omnia fue reunida y editada toda su obra (Madrid, 1769).

EDICIÓN MODERNA DE OPERA OMNIA

CAFÉS LITERARIOS DE MADRID

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Durante el final del siglo XIX y el principio del XX, la zona centro de Madrid se convirtió en sede de decenas de Cafés literarios donde artistas, filósofos, políticos, escritores, periodistas, científicos y toda clase de intelectuales organizaban tertulias para impulsar 
tendencias filosóficas y literarias, y alentar posiciones políticas avanzadas. 


TERTULIA DEL CAFÉ DE POMBO, POR JOSÉ GUTIÉRREZ SOLANA


Cafés literarios como la Fontana de Oro, del Príncipe, de la Montaña, el Suizo, el Fornos, el Central, el Levante, el Comercial, el Pombo, el Sevilla, o el Gijón. Se podía observar un microclima en cada mesa, formado por el olor cargado a café y licor y la niebla del humo del tabaco expirado. Un ambiente entre romántico y londinense, entre añejo e intelectual. Allí acudían literatos, filósofos y eruditos de todo tipo casi a diario, siempre en el mismo café, en cierto modo para socializar la soledad de su creación, para impulsar tendencias literarias y alentar posiciones políticas avanzadas. 

Un antecedente a estas tertulias cafeteras en Madrid estuvo en las academias literarias del Siglo de Oro. Se trataba de reuniones de poetas en el domicilio de algún noble o aristócrata, a imitación de las academias italianas renacentistas. En ellas se discutía sobre temas literarios e incluso se componían poemas y pequeñas obras para ser leídas en el transcurso de las mismas. En Madrid la más famosa fue quizás la Academia Mantuana, en la que participó Lope de Vega, donde leyó su Arte Nuevo de Hacer Comedias.

De la evolución de una de estas academias, la Academia del Buen Gusto, cuyos miembros se reunían entre los años 1749 y 1751 en un local de la plazuela del Ángel, convocado por la condesa de Lemos Josefa de Zúñiga, apareció la que es considerada la primera de las tertulias de café. Fue la Tertulia de la Fonda de San Sebastián, fundada por Nicolás Fernández de Moratín un par de década después que la anterior academia. Supuso el arma dialéctica de un grupo de ilustrados que querían acabar con el estilo rococó de la cultura española. Allí se hablaba de los ideales de Rousseau y los ilustrados franceses, se apostaba por una literatura distinta y vanguardista, y por un teatro neoclásico. Por aquellas tertulia innovadora, precedente de las Reales Sociedades Económicas de Amigos del País, pasaron entre otros intelectuales ilustrados Félix María Samaniego, Tomás de Iriarte, Gaspar Melchor de Jovellanos o Francisco de Goya.

PINTURA DEL CAFÉ GIJÓN

A principios del siglo XIX, Madrid experimentaba una realidad socio-política bastante convulsa. Primero con el Levantamiento del Dos de Mayo y la resistencia frente a la invasión francesa. Tras la vuelta al trono del rey absolutista Fernando VII, fue seguido de un periodo de inestabilidad producido del Trienio liberal de 1820 y 1823. Fue aquella realidad convulsa la que impulsó los debates y tertulias en las céntricas cafeterías madrileñas. Los liberales encontraron en estos puntos de reunión un espacio en el que expresar sus ideales, defender la Constitución de las Cortes de Cádiz de 1812, apoyar el pronunciamiento liberal del general Riego y atacar las instituciones absolutistas.

Dos locales destacaron especialmente entre las mentes liberales: el Café Lorenzini, sito en la plaza del Sol, y la Fontana de Oro, a pocos metros en la calle de la Victoria. Ambos se convirtieron en círculos de pensamiento y poder políticos paralelos, cuyos usuarios exaltaron a Riego en su llegada a Madrid tras sublevarse en Cabezas de San Juan.

El escritor canario Benito Pérez Galdós, de tendencia liberal, dedicó su novela con el mismo título a aquel café que frecuentaba y describió:
"En la Fontana es preciso demarcar dos recintos, dos hemisferios, el correspondiente al café y el correspondiente a la política. En el primer recinto había unas cuantas mesas destinadas al servicio. Más al fondo, y formando un ángulo, estaba el local en el que se celebraban las sesiones. Al principio, el orador se ponía en pie sobre la mesa y hablaba; después, el dueño del café se vio obligado a construir una tribuna."

CAFÉ LA FONTANA DE ORO

El siglo XIX transforma el paisaje de Madrid, no solo era un lavado de cara a sus edificios, plazas y avenidas, sino que experimentó un amplio crecimiento demográfico. De los 176.000 habitantes que recogía el censo de 1804, se pasó a 540.000 en los primeros años del siglo XIX. Todo este auge contribuyó a una mayor expresión cultural, a un aumento de la relevancia de las tertulias, y a una decisiva influencia en el pensamiento político y social de finales de siglo y principios del siguiente.

El Romanticismo se impuso en el siglo XIX como la corriente literaria de mayor auge, gracias a la pluma de escritores romanticistas como Espronceda, Larra o Zorrilla.

Azorín denominó al Café del Príncipe como "el solar del romanticismo castellano", porque fue el que alcanzó mayor relevancia dentro del círculo sociocultural romántico. Estaba situado en la calle Príncipe, junto al actual Teatro Español, y su tertulia recibía el nombre del Parnasillo. Larra describió al lugar de encuentro literario más afamado y respetado de su época como "reducido, puerco y opaco", y miserable y mezquino por otros de sus moradores, pero acogía la esencia del movimiento en alza. Se reunían escritores, políticos y artistas de la talla de Larra, Zorrilla, Mesonero Romanos, Donoso Cortés, Bravo Murillo, Deleguer, etc. Todos ellos y muchos más formaban coloquio en al final del reinado de Fernando VII, cuando el Liberalismo comenzaba a asomar en la Historia del pensamiento político español.

Con el tiempo, este antro reformado fue recibiendo a los prohombres de la cultura y de la política hasta convertirse en el centro neurálgico del debate político y cultural del momento. El éxito se consideraba real cuando recibía el aplauso de sus compañeros de profesión en la tertulia del Parnasillo, en cuyo lugar el periodista romántico Mariano José de Larra recibió el pseudónimo de "Figaro", impuesto por el empresario teatral Juan Grimaldi, responsable del Teatro Español. Así, un escritor del siglo XIX lo es tanto por la obra que publique como por la asistencia a las tertulias.


PINTURA DE UN CAFÉ MADRILEÑO

Por lo general, lo cafés literarios madrileños eran sombríos y discretos, en contraposición a la suntuosidad y elegancia de los parisinos. Pero una excepción fue el Café Suizo, situado en la intersección de las calles Sevilla y Alcalá e inaugurado en 1845 por dos suizos. Poseía un elegante mobiliario, con lujosas mesas de mármol y grandes ventanales, y atraía a mujeres de clase alta. Allí, los hermanos Becquer organizaban una tertulia a la que tomaban parte artistas del nivel de José Casado de Alisal, el gran retratista de los principales sucesos históricos nacionales del siglo XIX.

Una de las tertulias más originales fue la de Bilis Club de carácter humorístico, que se organizaba en la Cervecería la Escocesa, situada en la carrera de San Jerónimo. Fue fundada en 1871 por un grupo de estudiantes universitarios de Derecho, liderados por Leopoldo Alas "Clarín", y que recibirían el pseudónimo de "los asturianos", por su lugar de procedencia. Se trataba de una tertulia de humor inteligente, que no permitía la torpeza y simpleza creativa. Apoyaban la corriente del Krausismo y el Regeneracionismo, y entre ellos se encontraban juristas como Adolfo Munillas o periodistas como José Ortega Munillas, padre de José Ortega y Gasset.

En aquella época, finales del siglo XIX, España se convertía en un país periférico, con el trágico final de la pérdida de las últimas provincias ultramarinas: Cuba, Puerto Rico y Filipinas; en 1898. La conciencia nacional sufría con pasión la definitiva decadencia de su grandeza imperial. A artistas e intelectuales les "duele España", y encontraron en las tertulias un  modo de expresar sus sentimientos e ideales  al tiempo que hacían una reflexiva crítica a la clase política. Estos factores propiciaron el mayor auge de las tertulias en la historia nacional.


VALLE-INCLÁN EN CAFÉ DE LEVANTE

En la segunda mitad del siglo XIX, una docena de cafés con sus respectivas tertulias se ubicaban en los alrededores de la céntrica Plaza del Sol. Es el tiempo del Café de Levante, situado hasta en tres locales diferentes aunque próximos entre ellos. El más influyente fue el de la calle Arenal, gracias al magisterio que mostraba la gran figura de la tertulia española, Ramón María del Valle Inclán, quien llegó a escribir que "el Café de Levante ha ejercido más influencia en la literatura y el arte contemporáneo que dos o tres universidades y academias juntas".

Allí se produjeron anécdotas como la que escribió el intelectual republicano y masón Mateo Hernández Barros, en su obra El oso y el madroño
"Hay un episodio formidable en la historia de aquella tertulia. Anita Delgado y su hermana, preciosas danzarinas malagueñas, fueron gloria de aquel Kursaal. Por entonces estaba en Madrid el maharajá de Kapurtala; todas las noches iba a ver a Anita Delgado, entusiasmado y prendado de ella. A sus requerimientos halló siempre la misma respuesta: o casamiento, o nada. Y entonces, en la tertulia de Nuevo Levante se armó la conspiración de facilitar aquella boda… Decía Valle Inclán: Casamos a una española con un maharajá indio, va a India; allí a instancias de Anita el maharajá armarla sublevación contra los ingleses, libera la India y nos vengamos de Inglaterra que nos robó Gibraltar."
En aquel ambiente de farolas con luces de gas se movía la figura de la bohemia madrileña que tanto inspiró a Valle Inclán para crear al personaje de Max Estrella en Luces de Mohemia.

En el modernista Café del Gato Negro, situado situado en la calle Príncipe, se desarrollaba la tertulia de Jacinto Benavente. 

El Café Fornos estaba ubicado frente al antiguo Café Suizo, en una esquina de la calle Alcalá. Fue inaugurado en 1870, siendo durante el día un respetable restaurante, y por la noche los reservados de sus sótanos se llenaban de música y juerga. Los reyes Alfonso XII y Amadeo I eran asiduos, y Pío Baroja y Miguel de Unamuno se conocieron en él.


RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA Y RAFAEL BERGAMÍN EN CAFÉ POMBO

La tertulia del Café de Pombosituado en la calle Carretas, alcanzó gran relevancia desde su fundación, en 1912, por su promotor, el escritor Ramón Gómez de la Serna. Junto a él, se reunían reputados escritores dedicados a la novela, el ensayo, la poesía, el teatro, la crítica artística y el periodismo como Manuel Abril, Tomás Borrás, Rafael Bergamín, José Cabrero, Mauricio Bacarisse y Pedro Emilio Coll, y además los pintores Salvador Bartolozzi y José Gutiérrez Solana. Este último inmortalizó estos encuentros en su obra Tertulia del Café de Pombo.

Otros muchos café que se abrieron a comienzos del siglo XX estableció habitual tertulia en su interior: Café Colonial, Café Oriental, Café Sevilla, etc. La mayoría de ellos terminaron cerrando durante la Guerra Civil.

El que sobrevivió fue el Café Comercial, situado en la glorieta de Bilbao y abierto en 1887. Fue durante un tiempo lugar de tertulia de periodistas y punto de juego entre ajedrecistas. Algunos de sus ilustres de la posguerra fueron Alfonso Paso, Ignacio Aldecoa o Berlanga. 

Pero fue el Café Gijón el café literario que alcanzó más fama durante el Régimen franquista. Fue fundado en 1888 por Gurmenesindo García, un emigrante asturiano en Cuba, en el paseo de Recoletos. Su tertulia fue un medio vertebrador de una España intelectual perseguida, asesinada o exiliada. Su elegancia supo atraer a intelectuales del nivel de Pío Baroja, Santiago Ramón y Cajal, Benito Pérez Galdós o Jacinto Benavente. Los jóvenes de la Generación del 27 pudieron intercambiar impresiones e ideales en su interior, convirtiéndose en fuente de inspiración para escritores como Camilo José Cela, que se sirvió de él para ambientar La Colmena

A partir de los años 50, fue lugar de reunión habitual para cineastas como Fernando Fernán Gómez, Manuel Aleixandre o Paco Rabal, novelistas como Francisco Umbral o Buero Vallejo, y poetas como Ángel González o García Nieto.


CAFÉ GIJÓN

ABOLICIONISMO MODERNO POR BARTOLOMÉ DE LAS CASA

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Cronista, obispo de Chiapas y protector de indios, Bartolomé de las Casas es uno de los principales promotores del ideal del Buen Salvaje. Su Brevísima Relación de la Destrucción de las Indias fue el primer alegato escrito contra el Colonialismo moderno.

BARTOLOMÉ DE LAS CASAS


Fray Bartolomé de las Casas nació en Sevilla, en 1474. Provenía de una familia con ascendientes de origen judío-francés, que se apellidaban Casaus.

La reina Isabel II, ya en 1500, había prohibido la esclavitud, pero a menudo la realidad del Nuevo Mundo y las leyes que se dictaban desde la Corte no guardaban relación. Se trataba de un territorio vasto y difícil de controlar. Las buenas intenciones indigenistas de Montesinos y la orden dominica no hubieran tenido tanta influencia sin la intervención de Bartolomé de las Casas. Este se convirtió en el paradigma de la defensa indigenista frente a la parte más cruel de la colonización.

Después de haber estudiado humanidades, filosofía y derecho en la Universidad de Salamanca, en 1502, llegó a la isla La Española. Allí trabajó como doctrinero de Nicolás de Ovando, recibiendo una encomienda. Se ordenó sacerdote en 1510, y viajó a Cuba como capellán de Pánfilo de Narváez en 1512, ya muy influido por un sermón de fray Antonio de Montesinos de 1511, y por el encuentro que tuvo con fray Pedro de Córdoba, enviado por los dominicos a predicar en el Nuevo Mundo.

En 1514, recibió una encomienda en Jaguá, en la que los indios trabajaban en la minería, y ya calificó este trabajo de injusto. Tras renunciar a sus posesiones, decidió viajar a España, donde alzar la voz contra el brutal régimen de encomenderos. En la Corte se entrevistó con el rey Fernando el Católico y el cardenal Francisco Jiménez de Cisneros, que le nombró procurador universal y protector de los indios en 1516.

Aunque no fue el único, si llegaría a ser el más famoso de los eclesiásticos que eligieron ser fiel defensor de indios, siempre en litigio con los intereses de los conquistadores, del Consejo de Indias y de los teólogos y jurisconsultos que, como Ginés de Sepúlveda, rechazaron sus tesis.

Tras la muerte de Fernando y la regencia de Cisneros, sus buenas relaciones con el emperador Carlos V beneficiaron sus postulados y facilitaron la creación de las Nuevas Leyes de Valladolid, que prohibían a los encomenderos explotar a los indígenas Americanos. Este monarca además aprobó su Plan de Tierra Firme en Cumaná, en la actual Venezuela. Regresó a España en 1520, pero esta vez no pudo defender el pacifismo de los indios, porque se habían sublevado en su ausencia. Desengañado entró en la Orden de Santo Domingo, que ya criticaba en la Escuela de Salamanca, a través de Francisco de Vitoria, muchos aspectos de la colonización de América, entre ellos el sistema de encomiendas.

BARTOLOMÉ DE LAS CASAS

A partir de 1521, comenzó a escribir su Historia de las Indias, obra que no fue publicada hasta el siglo XIX, y entre 1535 y 1539 intentó la colonización pacífica de Vera Paz en Guatemala, con relativo éxito.

Regresó de nuevo a España en 1540, visitó a Carlos I en Valladolid. Sus informes orales y escritos impresionaron tanto al emperador, que este dispuso la destitución de varios miembros del Consejo de Indias y la elaboración de las Leyes Nuevas, aprobadas en Barcelona el 20 de noviembre de 1542. El nuevo código de leyes era claramente favorables a los derechos de los indios y muy perjudicial a los intereses de los encomenderos: prohibía la esclavitud de los indios, y se ordenaba que quedaran libres de los encomenderos, y fueran puestos bajo la protección de la Corona, o que en las tierras aún no exploradas dos religiosos vigilaran que los contactos con los indios fueran pacíficos.

Se le ofreció el obispado de Cuzco, que no aceptó, pero sí el de Chiapas en 1543, con el encargo de poner en práctica sus teorías. Residió dos años en la Ciudad Real de Chiapas, hoy San Cristóbal de las Casas, y regresó a España en 1547. Durante el resto de su vida continuó su labor a favor de los indios, por lo que fue conocido como el Apóstol de los Indios.

Entre 1550 y 1551, formó parte principal de la llamada Controversia de Valladolid, el gran debate sobre los Derechos Humanos que puso en cuestión el modo en que se estaba realizando la colonización del Nuevo Mundo. El “debate sobre los naturales” entre teólogos y juristas españoles, De las Casas defendía las tesis de Francisco de Vitoria, enfrentándose a su principal rival, Juan Ginés de Sepúlveda, quien defendía la licitud de la conquista.

Encargado por el Consejo de Indias de elaborar un sumario, fray Domingo de Soto dictaminó a favor de las tesis lascasianas, y el Consejo declaró ilegítimo el uso de la esclavitud en los indígenas americanos, aunque se continuó con la conquista.

Recobrado su prestigio, De las Casas decidió retirarse al convento de San Pablo, de Sevilla, para redactar Memoriales.

BREVÍSIMA RELACIÓN DE LA DESTRUCCIÓN DE LAS INDIAS

A finales de 1552, publicó en Sevilla, aunque terminada provisionalmente diez años ates en Valencia, su Brevísima Relación de la Destrucción de las Indias, dirigida al rey Felipe II, para que conociese las injusticias que se estaban dando en el Nuevo Mundo. En este libro había basado su defensa durante la Controversia de Valladolid.

Los treinta capítulos narran a modo de sumario lo ocurrido en el Nuevo Mundo (enumeración por provincias, siguiendo el orden de las conquistas) relatando la larga lista de abusos cometidos por los colonizadores. No se trata de una obra historiográfica, sino un memorial de agravios, con carácter tendencioso y tono panfletario. Aunque se basa en hechos reales, de las Casas exageró de forma deliberada lo sucedido para llamar más la atención sobre el caso. Menéndez Pidal, en su obra El padre las Casas, su doble personalidad, califica estas dramatizaciones como "enormizaciones". Aunque Gabriela Mistral resumió su admiración denominándole "honor del género humano".

Caracterizó a los indios como "ovejas mansas", y a sus opresores colonizadores de "leones y tigres crudelísimos de muchos días hambrientos". Durante cuarenta años, los españoles no han hecho otra cosa que "desplazar" a las mansas ovejas, "matarlas, aniquilarlas, afligirlas, atormentarlas y destruirlas". Para ello, se han valido de dos procedimientos, el primero por medio de "injustas, crueles, sangrientas y tiránicas guerras”, el segundo, "oprimiéndoles con la más dura, horrible y áspera servidumbre en que jamás hombres y bestias pudieron ser puestas". Y el único motivo de este cruel proceder no es otro que el afán de acumular "oro y henchirse de riqueza en muy breves días".

El dominico se sirvió de estas exageraciones de manera cuantitativa para describir el número de indígenas asesinados. En la obra habla de más de 15 millones de muertos, aunque si se suman realmente sus números el resultado es más de 24 millones, este dato es imposible. Además de las matanzas también hubo epidemias que acabaron con la vida de muchos indígenas (por ejemplo la de viruela en 1545) y plagas de hambre por falta de cosechas fructíferas. El hilo en sí del argumento es real, pero está exagerado.

Los datos dados por De las Casas fueron recogidos por el italiano Jerónimo Benzoni en Historia nueva del mundo (1581), traducida a varios idiomas europeos, así como se tradujo también la Brevísima Relación al latín (1598), italiano (1626), flamenco (1567), francés (1579), inglés (1583) y alemán (1597). En cambio, en España el libro tuvo poca difusión, prohibido por la Inquisición en 1659, circuló más como un libro clandestino que público.

EL TORMENTO DE CUAUHTÉMOC, POR LEANDRO IZAGUIRRE (1898)

Bartolomé de las Casas ha pasado a la historia por ser precursor del pensamiento racionalista francés del siglo XVIII, defensor de los derechos humanos y un adelantado del anticolonialismo de la Modernidad.

Fue uno de los precursores del Anticolonialismo moderno, pues aunque aceptó a veces la tesis de la asimilación, en otros textos se reafirmó en la opinión de que todo régimen político o jurídico, impuesto por la fuerza, es ilegítimo: todos los pueblos son libres, por lo que no pertenecían a los reyes de Castilla. Incluso atacó el pretendido derecho de propiedad sobre las riquezas explotadas por los conquistadores, no admitió nunca el dominio político sobre América, sino un simple impulso de difusión pacífica del evangelio, siendo su crítica la primera que se hizo a la moderna colonización.

En la obra Apologetica historia sumaria, De las Casas tuvo el deliberado propósito de reivindicar al indio como el buen Salvaje, impugnando el concepto de salvaje aplicado al indio, pues gozan de plena capacidad racional.

El pensamiento de la Ilustración francesa del siglo XVIII estuvo muy influenciado por el mito del buen Salvaje de Bartolomé de las Casas, traducido en la Declaración de Derechos del Hombre y el Ciudadano, igualdad de los hombres ante la Ley. Fue de gran inspiración para los franceses ilustrados: Voltaire, Rousseau, Montesquieu, Diderot y Holbach. Había inspirado el Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres (1754) de Rousseau, y Supplément au voyage de Boungaillive (1772) de Diderot: taitianos bondadosos y felices, en vida primitiva, y europeos falsos y corruptos, en mundo artificial. El buen Salvaje de De las Casas fue un tópico del siglo XVIII, con antecedente en De los vehículos y De los caníbales de Montaigne.


Cuando De las Casas afirmaba que los judíos y musulmanes que habitaban en un reino cristiano no deberían estar sometidos, en materia religiosa, a la jurisdicción de sus príncipes, estaba reconociendo el principio de libertad religiosa. De la misma manera, cuando afirmó que a los judíos no se les podían imponer trabajos ni opinión contra Derecho, estaba señalando el trato de respeto y tolerancia que debe darse a una minoría racial y religiosa residente en una sociedad con otro tipo de creencias. Y llegó a reconocer el origen democrático del poder legislativo cuando dijo que todo legislador, al proceder su autoridad del pueblo o de la comunidad, puede obligar a sus súbditos a hacer o soportar lo que convenga al bienestar y salvación de toda República. Incluso se manifestó contra el genocidio al considerar que la antropofagia y el sacrificio de inocentes no son causas justificadas de guerra, por considerar que se ocasionaría así un mal mayor del que se pretende evitar. 


BARTOLOMÉ DE LAS CASAS

Por otra parte, la obra de De las Casas dio lugar en Europa a la fundación de la Leyenda Negra, que sirvió de eficaz propaganda contra el Imperio de la Monarquía hispánica y a favor de sus enemigos. Supuso un violento ataque contra la imagen exterior, porque enfatizaba los defectos y crueldades de algunos colonos, narrando las matanzas y estragos de gentes inocentes, pero de forma exagerada, sin rigor científico. Además, el dominico sevillano profirió olvidarse de los muchos beneficios que tuvo la colonización española de América, y de la postura de la Corona española, siempre a favor de los indígenas americanos. Puso los intereses del Cristianismo muy por encima de los nacionales, y se comportó también como el judío converso que era, por lo que intentó cambiar su apellido en Casaus, para librarse en parte del odio que por él sintieron los cristianos viejos.

Es por eso que esta Brevísima relación y las Relaciones de Antonio Pérez hayan sido consideradas como el origen de la Leyenda Negra española. Posteriormente, fueron utilizados como libros propagandísticos desde los cuales lanzar violentos ataques contra el Imperialismo español. Se discutían las supuestas barbaries que cometían los españoles en suelo americano como una forma de desprestigiar su conquista y deslegitimar su autoridad para hacerlo. Países protestantes y enemigos de España (Portugal, Francia, Inglaterra, Países Bajos, etc.) fueron los principales valedores que fomentaron esa leyenda, ya que la conquista española iba en contra de sus intereses.


MONUMENTO A BARTOLOMÉ DE LAS CASAS EN SEVILLA

FILOLOGÍA Y LINGÜÍSTICA DE LENGUAS INDÍGENAS PRECOLOMBINAS

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Con el descubrimiento y colonización de América, España aportó a la Antropología cultural durante los siglos XVI y XVII reflexiones de carácter interesado en el caso de conquistadores y colonos, y altruistas en el de frailes y misioneros, que estudiaron, gramáticas, vocabularios y diccionarios, de prácticamente todas las lenguas y dialectos de la América hispana. Fueron los primeros estudios sobre filología y lingüística de las lenguas indígenas precolombinas.

La acumulación de un abundante material etnográfico fue el origen de la Antropología cultural moderna. No fue un material al nivel científico de la antropología cultural actual, pero sí representó los inicios de esta ciencia.


CÓDICE BORGIA


Durante las primeras décadas de la colonización de América en el siglo XVI, los misioneros y evangelizadores españoles desarrollaron una muy meritoria tarea lingüística, sin la cual se hubieran perdido muchos de las lenguas indígenas. Los usos y costumbres, la flora y la fauna, las lenguas y las creencias de las etnias indígenas del Nuevo Mundo fueron materias de estudio por los misioneros, desarrollando con todo ello una incipiente Antropología hispanoamericana.

El origen de estos estudios partió de la necesidad de conocer las lenguas nativas así como sus creencias paganas con el objetivo de convertir al Cristianismo con mayor eficacia a los naturales. Tras su aparente conversión, el indígena no quedaba totalmente impregnado en la fe de Dios, continuando con sus idolatrías y cultos ancestrales. A veces incluso ocultaban sus ídolos en los muros cercanos al altar mayor de las iglesias, a los cuales adoraban, mientras parecía que lo hacían hacia Cristo u otros santos católicos. Por eso los misioneros tuvieron que aprender los esquemas mentales, creencias y conducta de los indígenas.


Así lo explicaron eclesiásticos como Pablo José de Arriaga en su Extirpación de la idolatría del Perú (1621) y Diego Durán en el Libro de los ritos y ceremonias (1570). Aportaron también gran información sobre las costumbres de los indios hispanoamericanos la Relación de las cosas del Yucatán, de Diego de Landa; la Crónica del Perú, de Pedro Cieza de León; la Historia de los Indios de Nueva España, de fray Toribio de Benavente; y la Historia General y Natural de las Indias, de Gonzalo Fernández de Oviedo.

CÓDICE MENDOCINO

Como no había una intención de hispanizar a los indios y la actividad de evangelización tenía que hacerse completa y exclusivamente en lenguas indígenas, apareció la necesidad de utilizar libros por parte de los religiosos, tanto para el estudio de las formas de vida indígenas, como para su conversión religiosa en las lenguas nativas. 


Los misioneros escribieron gramáticas, sintaxis y transcripciones a idiomas que, en muchos casos, no habían tenido hasta entonces ni siquiera forma escrita. Esto fue habitual allá donde llegaba una misión católica en territorio del Imperio español, tanto de América como de Filipinas, convirtiendo innumerables idiomas exóticos en lenguas escritas y cultas al dotarlas de gramática, diccionario y literatura, como por ejemplo el quechua, el náhuatl, el guaraní, el tarasco, etc.


Fue lo contrario al modelo de colonización anglosajón y sus órdenes anglicanas, dura difusora solamente del inglés. Como ejemplo, el somalí, que era lengua hablada y que adquirió forma escrita cuando se hizo oficial para el nuevo estado de Somalia después de la descolonización, gracias a los franciscanos italianos.


Así surgieron dos categorías de opúsculos con el fin de ayudar a la predicación de la doctrina cristiana:


1. los Vocabularios y las Gramáticas, también llamados Artes, que estaban basadas en la Gramática de la lengua castellana de Antonio de Nebrija.


2. las Doctrinas, que eran compendios de la fe cristiana escritas en las lenguas indígenas.

EXTENSIÓN GEOGRÁFICA DE LAS LENGUAS INDÍGENAS PRECOLOMBINAS EN AMÉRICA SUR Y CENTRAL

Algunas de aquellas recopilaciones de información etnográfica y lingüística sobre los pueblos americanos que efectuaron los misioneros españoles allí destinados fueron:

1. la Gramática mexicana (1547) del franciscano Andrés de Olmos, que fue guardián del monasterio de San Andrés, en la provincia de Totocanacapa, y enseñó latín en Santa Cruz de Tlatelolco. Esta Gramática está dividida en tres partes: la de los nombres y pronombres; la de la conjugación, formación de pretéritos y diversidad de los verbos; y la de las partes indeclinables y algo de ortografía. Además añadió unas conversaciones de los padres mexicanos con sus hijos, adaptadas al pensamiento cristiano y traducidas al castellano, para que los estudiantes de nahuatl practicaran el idioma.

2. el Arte de la lengua de Mechuacan (1542) del franciscano Maturino Gilberti; es una gramática sobre la lengua purépecha. Reconocido como el más destacado lingüista del tarasco, se dedicó a impartir la doctrina cristiana en la lengua nativa de los indígenas de Michoacán, por eso escribió un Vocabulario en lengua de Mechoacan y un Diccionario tarasco-español. También es autor de Tesoro espiritual en lengua de MechoacanCartilla para los niños en lengua tarascaTesoro espiritual de pobres en lengua de MechoacanDiálogos de doctrina cristiana en lengua de Mechoacan (considerada su mejor obra), Evangelios en tarasco y algunas traducciones de las Sagradas Escrituras, entre muchas otras.

3. la Gramática de Alonso de Molina sobre la lengua nahuatl, que fue impresa por Pedro Ocharte en 1571 y por Pedro Bablien en 1576. Está dividida en dos partes: la primera trata las ocho partes de la oración, y la segunda afronta las cuestiones prácticas y dificultades propias de la lengua nahuatl. También escribió un Vocabulario de dicha lengua, que fue impreso por Juan Pablos en 1555.
4. el Arte de la lengua maya (México, 1684) y el Diccionario maya-hispano e hispano-maya (México, 1684) del franciscano Gabriel de San Buenaventura.

5. las Gramáticas que escribieron el agustino Diego de Galdo Guzmán, que fue catedrático de azteca y otomí en la Universidad de México, el jesuita Horacio Carochi (1606), Antonio Tovar Cano y Moztezuma, Joseph Agustín de Aldama Guevara y Agustín de Vetancurt (1673).

6. el Arte novísima de la lengua mexicana (azteca) de Carlos de Tapia Centeno.

7. el Arte mexicana (1595), del jesuita Antonio del Rincón.

8. el Arte de la lengua principal de Sinaloa sobre la lengua prima, que fue publicado por el jesuita Luis Bonifaz.

9. las Reglas de ortografía, Diccionario y Arte del idioma otomí (México, 1767) escritas por Luis Neve y Molina.

10. el Arte y vocabulario de la lengua tepehuana escrito por el franciscano fray José Fernández.

CÓDICE FLORENTINO

La lengua de los lacandones fue estudiada por Diego Ribas Gaztelu; el tzendal por Francisco de Zepeda; el tzotzil por Dionisio Pereira; y el cakchiquel por Juan de Torres.

El quiché, familia de lenguas habladas por mayas a los que pertenecen el cakchiquel y el tzutuhil, fue estudiada por el dominico Francisco Ximénez, traductor del Popol-Vuh al castellano, y por el franciscano Ildefonso José de Flores.

El Estado de Oaxaca estaba prácticamente ocupado por la familia lingüística mixe zoque, a la que pertenece el mixe, el zapoteca y el mixteco. El zapoteca fue estudiado por Juan de Córdoba y Pedro de la Cueva; y el mixteca por Antonio de los Reyes. 

El maya fue estudiado Luis de Villalpando, Beltrán de Santa Rosa María, Gaspar Antonio y Antonio de Ciudad Real, además de los que publicaron las gramáticas citadas.

La familia de lenguas quechua, muy extendido por la cordillera de los Andes y hablado por los incas del Virreinato del Perú, fue estudiado por los eclesiásticos Juan de Oliva, Cristóbal de Molina, Diego de Torres Rubio y Alonso de Huerta. El jesuita Diego González Holguín publicó la Gramática y Arte nueva de la lengua general de todo el Perú (1607). Domingo de Santo Tomás fue autor de Vocabulario Gramática de la lengua general de los indios del Perú publicados en Valladolid (1560).

En 1596, en la Universidad de Lima, los decanos crearon una cátedra de quechua. Más o menos a partir de esta época, nadie podía ser ordenado sacerdote católico en el virreinato si no demostraba conocer bien el quechua, al que los religiosos habían dado forma escrita.

El araucano, idioma de los mapuches habitantes del sur del Virreinato de la Plata, fue estudiado por Gabriel de la Vega, Luis de Valdivia y Andrés Febres.

La lengua el guaraní fue estudiada por el limeño Antonio Ruiz de Montoya, el tarahumara por los jesuitas Tomás de Guadalupe y Jerónimo Figueroa, y por el misionero José Victoriano; y el totonaca y el huasteca por el citado Andrés de Olmos.

GRAMÁTICA Y ARTE NUEVA DE LA LENGUA GENERAL DE TODO EL PERÚ, POR DIEGO GONZÁLEZ HOLGUÍN

Pero las órdenes eclesiásticas no fueron las únicas instituciones dedicadas a la investigación antropológica en tierras hispanoamericanas. A esta actividad científica también contribuyó con importancia la Corona de Castilla, interesada desde el principio en obtener noticias sobre la geografía, agricultura, ganadería, características naturales y climáticas de las nuevas tierras, y costumbres de sus habitantes. Desde la fundación de la Casa de la Contratación en Sevilla (1503), toda esa información fue tratada de forma sistemática, y los gobernadores de Indias exigieron a los expedicionarios y colonizadores que regresaran provistos de relaciones sobre gentes, organizaciones, geografía, flora y fauna, minas y cultivos de las tierras que visitaban. Los cargos de cosmógrafo y cronista mayor de Indias estaban dirigidos a recabar informaciones sobre la realidad indiana, y cuyo resultado final fue la acumulación de un abundante material etnográfico, origen de la Antropología cultural moderna.


En 1570, se confeccionó un cuestionario de 200 preguntas para recoger información antropológica y ser analizada de forma sistemática. Al mismo objetivo también respondía la Cédula, Instrucción y Memoria para la formación de las relaciones y descripciones de los pueblos de Indias elaborada en 1577. No fue un material al nivel científico de la antropología cultural actual, pero sí representó los inicios de dicha ciencia.


Fueron destacables las figuras de Bernardino de Sahagún, de José de Acosta y de Diego de Landa, padres de la Antropología cultural moderna.


DIEGO DE LANDA

Diego de Landa fue obispo de la archidiócesis del Yucatán entre los años 1572 y 1579. Logró reunir una gran información sobre la historia de los mayas, sus modos de vida y costumbres, y sus creencias religiosas. También consiguió entender el sistema vigesimal de las matemáticas y el calendario de esta civilización. Diego de Landa encontró algunas similitudes entre el Cristianismo y la religión maya en el aspecto de los ritos sagrados que consistían en sacrificios humanos y ofrendas de sangre, que relacionó con carácter sacrificial de la figura de Cristo, el cual había entregado su vida para salvar a la Humanidad.

Escribió Relación de las cosas del Yucatán (1560), su obra clave para entender el mundo maya durante su época. En ella hizo un relato de la historia de esta etnia, finalizando con una crónica del descubrimiento de aquellas tierras y la colonización española. Su obra ha sido la base de las posteriores investigaciones antropológicas de la civilización maya.

BERNARDINO DE SAHAGÚN

El franciscano Bernardino de Sahagún fue un hombre culto del Renacimiento. Miembro de la Universidad de Salamanca, fue el pionero en la elaboración de los primeros estudios de Etnografía moderna por medio de obras bilingües en náhuatl y español.

En 1525, fue destinado en Nueva España, allí fundó el convento de Xochimilco y el Imperial Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco, donde enseñó latín a los indios, e instruyó a jóvenes nahuas y al clero local. Continuó su labor misionera y formativa por varias pueblos y conventos, hasta que en 1547 se dedicó a la elaboración de su obra histórico-antropológica.

En la primera imprenta de Méjico publicó un Vocabulario trilingüe, en castellano, latín y náhuatl, y una Gramática del náhuatl, una Vida de San Bernardino, en náhuatl, y otras tantas como un Tratado de Retórica y Teología a la gente mexicana, un Arte de la lengua mexicana, un Manual del cristiano, un Calendario, etc.

Su obra monumental es Historia general de las cosas de la Nueva España (1557-1577), considerada la mejor fuente para el estudio de la antigüedad mexicana. Gracias a esta enciclopedia de la etnografía y de la historia de los mexicas, Sahagún está considerado el primer antropólogo de América. Está narrada directamente por indios conversos e ilustrada con multitud de dibujos, muchos de los cuales se encuentran en el Códice Florentino. La mayor parte de esta enorme investigación está dedicada a la naturaleza mejicana y a las costumbres de los indios de Nueva España. También trató sobre la antigua religión mexicana, con sus fiestas, ritos, ofrendas y cantos, gracias a la colaboración de los sacerdotes y notables del extinto Imperio azteca.

JOSÉ DE ACOSTA

El jesuita José de Acosta estudió filosofía y teología en la Universidad de Alcalá de Henares y trabajó como rector en la de Salamanca. E
n 1572, fue enviado al virreinato del Perú y más tarde al de Nueva España, regresando después a España, en 1578. Allí pudo observar la naturaleza americana y meditar sobre sus novedades. En Arequipa y La Paz predicó a los indios, observando sus costumbres y mentalidad, y pensando los medios más adecuados para su evangelización. Por tal razón fue comisionado para redactar catecismos y confesionarios en castellano, quechua y aimara.

De su experiencia americana brotaron obras como De procuranda Indorun salute (1575), De natura Novi Orbis (1589), Peregrinación del hermano Bartolomé Lorenzo, y De promulgando Evangelio apud barbaros, impresas conjuntamente en 1588 un volumen.

Todas estas obras sobre la etnografía americana fueron recopiladas en su obra más importante Historia natural y moral de las Indias (Sevilla, 1590), redactada ya en España, en siete libros, dedicando el V a la cultura mexicana, y el VI a la peruana. Redacta sólo lo que es novedoso en Europa, excluyendo los hechos y acontecimientos de los españoles que residían en América, y todo lo que afecta a la evangelización. Usa la historia moral con concepto diltheano, considerando que el estudio de los pueblos indígenas y su cultura constituyen una disciplina nueva: la Antropología cultural.


Insistió en la exposición de novedades y exotismos americanos, formando el Nuevo Mundo parte del mundo habitado. Proporciona numerosa información sobre metales, plantas, especies botánicas (patata, coca, guayabo, palta o agracate) y animales (chinchilla, vizcacha, cuy o tominejos). Fue precursor en el estudio de las variaciones magnéticas en su obra De la propiedad y virtud admirable de la piedra imán para navegar, en el cual trata sobre la posible existencia de antípodas, zonas tórridas o equinocciales, meteorología, civilizaciones azteca y peruana, etc.

En De promulgando evangelio apud Indos clasificó a los indios en tres grados:
1. los que conocen la escritura y poseen cierto grado de civilización.
2. los que no saben escribir, pero poseen gobierno, sociedad organizada y religión.
3. los salvajes que viven como bestias y poseen una organización rudimentaria.

Poniendo de acuerdo razón y experiencia, supone que el origen del hombre americano no es distinto al del resto y llega a la conclusión de que los habitantes americanos debieron llegar por tierra o alguna estrecha franja de terreno.

CÓDICE MENDOCINO

España participó en el nacimiento de la antropología cultural. El antropólogo inglés del siglo XIX, Edward Burnett Tylorofreció mucha importancia al descubrimiento de América, y al interés científico mostrado por los españoles en los Virreinatos del Perú y de Nueva España. Citó ampliamente a cronistas y naturalistas españoles: el doctor Hernández, Bernal Díaz, Torquemada, Boturini, Cieza de León, Garcilaso de la Vega, Oviedo, Piedrahita, Herrera, Acosta, Martín, Azara, etc.

El antropólogo, etnólogo y escritor estadounidense Lewis Henry Morgan citó 53 fuentes españolas para investigar la evolución de la humanidad.

El padre Wilhelm Schmidt, lingüista, etnólogo y antropólogo, concedió una gran importancia a las misiones españolas en América en su Historia comparada de la religión, obra escrita en 1940.

Y el profesor Fermín del Pino, en Los cronistas de las culturas indígenas de América: su valor antropológico (Sevilla, 1975) examinó traducciones de crónicas españolas en Inglaterra, Francia y Estados Unidos, que se consideran antecedentes de la Antropología científica de nuestro tiempo. Aunque algunos prefieren llamar Etnología a la labor desarrollada por los españoles en Hispanoamérica, en México y Perú principalmente.

HISTORIA NATURAL Y MORAL DE LAS INDIAS, POR JOSÉ DE ACOSTA

JUANA DE ZÁRATE, LA ADELANTADA DEL RÍO DE LA PLATA

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En la segunda mitad del siglo XVI, la colonización americana llegó hasta el Perú fundando un virreinato en el sur del continente que lleva su nombre. Las expediciones pusieron rumbo hacia el sur, Chile, y hacia el este, Río de la Plata. En la sociedad peruana ya se había hecho realidad el fenómeno del mestizaje y numerosos colonizadores españoles se habían casado con aristócratas incas. De este modo, la jerarquía social previa, la del mundo precolombino, se prolongaba en el nuevo escenario hispánico. El origen mestizo no fue una tacha social en la mentalidad hispanoamericana de la época, sino con frecuencia un signo de distinción y gloria.

Una de esas mestizas fue Juana de Zárate, hija del conquistador vasco Juan Ortiz de Zárate y de la princesa inca Leonor de Yupanqui.

JUAN ORTIZ DE ZARATE



Juan Ortiz de Zárate era natural de Orduña, donde nació en 1521. Marchó a América muy joven, allí tomo parte en las campañas de Pizarro y Almagro. En Chuquisaca (Bolivia) fue nombrado tercer adelantado del Río de la Plata, llegando a ser su gobernador y capitán general. A esta región comprendida en tierras de las actuales Argentina y Paraguay la bautizó como Nueva Vizcaya, fundando la ciudad de Zaratina de San Salvador (Zárate), en 1575, en honor a su tierra.

Juana de Zárate nació en Cruzco, la vieja capital inca. Pronto se trasladaría junto con sus padres a Chuquisaca, la actual Sucre boliviana. Juana se crió conforme a su rango principesco, bien avalada por la fortuna de su padre que, además de ser el más alto administrador colonial, era un gran terrateniente.

Juan Ortiz estableció un asentamiento, Asunción, desde el cual partían las expediciones hacia el interior del Río de la Plata. Sufrió diversos ataques por los indios en tierra y por piratas en el mar. Otros expedicionarios vascos como Francisco de AguirreJuan de AyolasDomingo Martínez de Irala Juan de Garay le ayudaron a consolidar su proyecto colonizador en amplios territorios del cono sur de América.

Por último, Juan Ortiz marchó a España para conseguir el reconocimiento y la titularidad de "Adelantado del Río de la Plata" de manos de Felipe II. Pero es más, el monarca legitimó a su hija mestiza, Juana, como heredera del adelantazgo y el título de marqués a quien la desposase. Esta titularidad elevaba a la mestiza vasca a la condición de aristócrata; así lo expresaba la Cédula Real:
"Por la gracia de Dios, el Rey resuelve dar legitimidad a la unión de la Palla Inka con el capitán don Juan Ortiz de Zárate, y al conceder omnímodas facultades, libera a la descendencia femenina, Juana Ortiz de Zárate, de toda duda o mancilla, y quitamos toda infamia de ella, mácula y defectos que por razón de su nacimiento le puedan ser pues..."
Poco antes de que la muerte le llegara a Juan Ortiz, en 1576, el colonizador de Orduña dejó escrito su testamento, designando al futuro esposo de su hija y, por tanto, al legítimo heredero de la titularidad del Gobierno en Nueva Vizcaya, ya que Juana era una adolescente de quince años. Así lo dejó escrito su cronista, el clérigo y poeta Martín del Barco Centenera:
"Dejó en su testamento declarado que sea su legítimo heredero la hija que en los Charcas ha dejado, y aquel que fuere esposo y compañero suceda en el gobierno y el estado, según como lo tuvo él de primero. Y mande y rija, en tanto que ella viene, su sobrino Mendieta que allí tiene."
Primeramente, testamentó a favor de Mendieta, su sobrino, pero ante el mal gobierno y el despótico uso de sus funciones, Juan Ortiz decidió que quien se llevaría el atractivo de su hija y el cargo de adelantado sería una persona de su confianza: Juan de Garay. Medio pariente suyo y, también, natural de Orduña. Garay era un explorador veterano, un líder nato y un fiel escudero en sus expediciones y en su gobierno.

JUAN DE GARAY

Surgieron más pretendientes, siendo tres de ellos muy bien cualificados. El primero era Antonio de Meneses, ahijado del virrey del Perú, Francisco de Toledo; el segundo era Francisco de Matienzo, hijo del juez de la Audiencia de Charcas, Juan de Matienzo; y el tercero era Juan Torres de Vera y Aragón, noble oficial que ejercía en la Audiencia de Chuquisaca.

Finalmente, es ella quien eligió. El amor superaba al poder, y escogía al candidato menos influyente: Juan Torres de Vera. Se trataba del típico noble español del siglo XVI que consiguió gloria y blasones en campañas y conquistas, noble de espada y toga, de armas y leyes, pero bastante pobre. Natural de Sevilla, tenía 30 años en aquel momento y consiguió la preferencia de la "adelanta" del Río de la Plata, el más joven y apuesto de todos los pretendientes. Juan de Garay, fiel a su amigo y padre de Juana, avalaba el matrimonio, cumpliéndose la voluntad de contrayentes.

PROVINCIA DEL RÍO DE LA PLATA, SIGLO XVI

Surgieron disconformidades ante tal unión. La ley no permitía casarse a los oficiales de justicia dentro de su jurisdicción, y Torres lo era. El virrey del Perú, descontento ante la imposibilidad de sus planes, dictó orden de prisión contra Torres. Por otra parte, Matienzo también abría un proceso judicial contra el oficial. Juana fue apresada por las tropas del virrey, pero tuvo una grata sorpresa: la adelantada esperaba un hijo. Por lo que, fue encerrada en un convento.

Torres nunca fue reconocido como adelantado y gobernador de Nueva Vizcaya del Virreinato del Perú. La ley nunca se lo permitiría y los colonos nunca le reconocieron, aún después de que el virrey Francisco de Toledo muriese. Tampoco pudo marchar a España a confirmar la legitimidad del cargo.

La princesa Juana murió encerrada en 1584, con veintitrés años, según cuenta la leyenda de tristeza. Su hijo, Juan Alonso de Vera y Zárate, viajó a España para reclamar sus derechos, acompañado de su abuela y viuda de Juan Ortiz de Zárate, la princesa inca Leonor de Yupanqui. La Corona reconoció sus títulos y Juan Alonso fue gobernador de Tucumán, quien promovió, entre otras cosas, la fundación de la Universidad de Córdoba en el actual estado de Argentina.

No fue este el único caso de matrimonio entre un conquistador vascongado con una princesa india. Juan de Tolosa, explorador de la Nueva Vizcaya del virreinato de Nueva España (México), matrimonió con Isabel Cortés Moctezuma, hija de Hernán Cortés y de la princesa Isabel Moctezuma (una de las hijas del emperador azteca Moctezuma II).

Martín García Oñez de Loyola, gobernador de Chile en la última década del siglo XVI, contrajo matrimonio con la princesa incaica Beatriz Sapay Coya. Era pariente de San Ignacio de Loyola y en su gobernación se distinguió por su buen trato a los indios.

CORTES PARLAMENTARIAS DE LEÓN DE 1188

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El Reino de León efectuó una importante e imprescindible aportación política, jurídica y sociocultural a la configuración actual de la península Ibérica, y de la actual Unión Europea. Su contribución más destacada fue la celebración en 1188 en la ciudad de León de las primeras Cortes proto-democráticas en Europa, o Cortes Parlamentarias, preludio del Parlamento europeo, con la asistencia de los representantes de las villas y de las ciudades, junto con la nobleza y el clero. En ellas se reconocieron por primera vez importantes derechos civiles para los ciudadanos.

En 1202, se convocaron en Benavente las segundas Cortes Parlamentarias leonesas y aún las segundas de Europa, que aprobaron el primer impuesto territorial por un parlamento, considerado antecedente de los presupuestos generales de los estados modernos.

CORTES PARLAMENTARIAS DE LEÓN DE 1188


Los precedentes democráticos tienen su origen en Grecia. Roma alumbró su propio principio democrático por el cual "lo que involucra a todos tiene que ser aprobado por todos" (quod omnes tangit ab ómnibus appobetur). Ese precepto de Justiniano se consideraba como la base del concepto de bien común. Las asambleas de hombres libres de los germanos, el thing, fue una forma de democracia asamblearia.

En la temprana Edad Media, hubo otros ejemplos de democracia primaria, asambleas de hombres libres reunidos para resolver problemas locales: en el mundo franco existía el placitum; en el anglosajón, el shire y el hundred; en la España visigoda, el conventus publicus vicinorum. La gran innovación consistió en que esos hombres libres se incorporaron a los grandes órganos de decisión política junto a los magnates y los nobles.

La sociedad medieval europea se estructuraba en estamentos; era un orden social jerarquizado y segmentado. La concepción de la sociedad como articulación de estamentos era una constante de la cultura política europea desde Sócrates, que ideaba la República como un cuerpo dotado de una cabeza, un pecho y un vientre. Cada parte del cuerpo representa un estamento social: la cabeza (la razón, el pensamiento) la forman las clases rectoras; el pecho (la fuerza, el coraje) la forman los soldados; y el vientre (el alimento, el trabajo, la reproducción) la forman los trabajadores o productores.

Esa estructura jerárquica determinaron la formación de los estamentos medievales: oratores, bellatores, laboratores. La división en estamentos era una plasmación, en lo social, de ese orden ideal: los religiosos, los nobles y los campesinos. A cada uno de estos estamentos se le reconocía una función social específica y, en consonancia, una condición jurídica singular.

ALFONSO IX EN CORTES Y SÍMBOLOS DEL REINO DE LEÓN

Este orden no se tradujo en instituciones representativas generales, donde cupieron todos, hasta que el estado llano entró en las asambleas, gracias a la aportación intelectual de la Iglesia. Fueron los teólogos quienes, hacia los siglos XII y XIII, actualizaron la visión socrática de la comunidad política y la compaginaron con el concepto latino de "bien común". Santo Tomás de Aquino lo expresó de manera inmejorable: a la hora de garantizar el bien común, será bueno hacerlo por "gobernantes elegidos por el pueblo de entre el pueblo". Así aceptaban junto a los magnates y caballeros del estado nobiliario, y junto a los prelados y abades del estado eclesiástico, los patricios de las villas y ciudades.

Las circunstancias de la Reconquista determinaron aquel hecho. Los reinos cristianos hispánicos que se fundaron después de la invasión musulmana empezaron a construir su estructura de poder sobre bases muy elementales: el rey, los nobles y los clérigos. Pero a medida que la Reconquista iba tomando impulso, se fueron formando nuevos núcleos de población y grupos humanos con una personalidad política singular: hombres libres que han construido ciudades que se gobiernan a sí mismas, con tierras que cultivan para sí, que organizan mercados, con una vida económica y social independiente del poder feudal. Esa libertad implicaba el reconocimiento de un cierto número de derechos de naturaleza colectiva. Y cómo estas comunidades de hombres libres eran la base de los reinos de la Reconquista, los reyes no tardaron en convocarlos.

Por otra parte, el Reino de León frenó su expansión geográfica hacia el sur, la Corona precisaba de mayores ingresos y, a fin de obtenerlos, creó nuevos impuestos, lo que produjo un alza de precios. Por ello, la clase ciudadana quiso obtener alguna contrapartida y regular el gasto regio para reorganizar nuevas campañas bélicas contra los moros. Ante estas nuevas necesidades económicas, fue el rey quien solicitó la incorporación de elementos populares.

Así es como, en 1188, durante el reinado de Alfonso IX, a la curia regia de León se incorporan elementos procedentes del estamento popular, exclusivamente ciudadano, representantes de las ciudades y principales villas del reino. Estos eran los procuradores, también llamados personeros u "hombres buenos", elegidos por los ciudadanos de sus correspondientes villas para su representación política en la curia.

ALFONSO IX EN LA CATEDRAL DE SANTIAGO

En 1188, en la ciudad de León, se realizaron las primeras Cortes Parlamentarias de Europa. Fueron las Cortes Democráticas de 1188, reunidas en el Claustro de la Basílica de San Isidoro de Sevilla, sito en la ciudad de León. En estas Cortes, además de ampliar los Fueros de Alfonso V del año 1020, se promulgaron nuevas leyes destinadas a proteger a los ciudadanos y a sus bienes contra los abusos y arbitrariedades del poder de los nobles, del clero y del propio rey. Este importante conjunto de decretos ha sido calificado con el nombre de Carta Magna Leonesa.

En estas Cortes parlamentarias se reconoció la inviolabilidad del domicilio, del correo, la necesidad del rey de convocar Cortes para reanudar la guerra o declarar la paz, y se garantizaron numerosos derechos individuales y colectivos.

En 1202, se convocaron en Benavente las segundas Cortes parlamentarias leonesas y asún las segundas que se celebraban en Europa. En ellas se fijaron los principios y derechos económicos del Reino de León y de sus habitantes. Además  se instauraba el primer impuesto territorial aprobado por un parlamento, que fue denominado como Moneda forera y es considerado antecedente de los presupuestos generales de los estados modernos.

Fue el inicio de un nuevo marco político por el que se organizaron las cortes de otros reinos y condados cristianos de Europa, extendiéndose durante los siglos XIII y XIV. A Cataluña llegó en 1218Castilla en 1250Aragón en 1274Valencia en 1283; Navarra en 1300.

Alemania aplicó el ejemplo leonés en 1232Inglaterra regula la presencia de los representantes del tercer estado en 1265Francia incorpora la presencia institucional de las ciudades francesas en los primeros Estados Generales de 1302.

MAPA DE LA PENINSULA IBÉRICA, SIGLO XI

La curia regia conservaba sus funciones consultivas, que sólo amplió más adelante, y en ellas el elemento popular estaba claramente diferenciado. Los miembros de los tres estamentos sociales (clero, nobleza, pueblo) eran elegidos con la finalidad expresa de votar en una dirección concreta, y todos los miembros valían igual, teniendo atribuciones muy amplias. Aquellas Cortes parecieron como un diálogo entre el rey y la curia, por un lado, y los representantes de las ciudades y villas por otro, sin oposición a que cada estamento se consolide por separado.

Las cortes aprobaban leyes, consignaban impuestos, atendían las reclamaciones contra cualquier transgresión del orden, y tenían la facultad de requerir al rey para que jure las libertades particulares de los súbditos, como condición necesaria para aceptar la soberanía regia. El juramento de libertades y cartas pueblas significaba algo de un valor trascendental: que ningún ciudadano perdería sus derechos y que el rey aceptaba mantener el estatus jurídico de sus territorios, lo cual garantizaba el mantenimiento del orden colectivo.

Aquellas cortes no formaban una asamblea fija y estable, sino que se reunían con periodicidad discontinua y previa convocatoria del rey, para disolverse tras haber realizado su tarea. Cada reino poseía su Diputación General, tratándose de una comisión permanente con la función de velar por el cumplimiento de los acuerdos en las cortes y que nadie violase los fueros municipales.

Así se fundó la Diputación del General de Cataluña a partir de 1359; también en Navarra, bastante tiempo después, ya dentro de la unidad española, llamándose Cámara de Comptos.

CATEDRAL DE BURGOS Y
BASÍCILA DE SAN ISIDORO DE SEVILLA EN LEÓN


HISPANO-AMERICANISMO: MOVIMIENTO HISPANISTA

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El Hispano-americanismo es la tendencia y aspiración a una íntima relación entre España y las Repúblicas hispanoamericanas, unidas ya como comunidad de orígenes, religión, lengua, tradiciones y costumbres. Consistente en una especie de confederación-alianza, en igualdad, pero con la supremacía de honor para España, como madre común, que trascienda al orden social, jurídico y económico.




Las denominaciones de 
Hispano-americanismo, de América española o de Hispano-América son preferibles y más exactas que las de América latina e Ibero-americanismo. Así lo han expresados sucesivos literatos y filósofos como Juan C. Cebrián, Menéndez Pidal, Mariano de Cavia, Vázquez de Mella, Adolfo Bonilla, el uruguayo José Enrique Rodó y la generalidad de los autores hispanistas. Estas son las principales razones:

1. el adjetivo español indica todo lo que procede de España (raza, lengua, costumbres, etc,).

2. el apelativo latino se refiere en sentido estricto a un antiguo pueblo de Italia, y la acepción amplia y moderna comprende a Francia e Italia, que nada han tenido que ver con el descubrimiento, civilización y fundación de las Repúblicas hispanoamericanas.

3. el calificativo ibero, si bien tiene remota antigüedad y es admisible en el orden literario, no lo es este caso, pues ni los iberos ocuparon toda España, ni la raza que descubrió y civilizó la América tenía de ibera sino una mínima parte (ya que después vinieron los celtas, los romanos, los visigodos y los árabes, prescindiendo de otras menores influencias étnicas).

Incluyen en la tendencia y en el calificativo de Hispano-americano a Brasil, no por expansión dominadora, sino porque el calificativo español y el nombre de Hispania convienen a todos los habitantes y a todo el territorio de la península que albergó a la Hispania romana.


La corriente del hispanoamericanismo es resultado de una larga serie de causas que la han producido, tanto en España como en la América española. Emancipadas las colonias españolas desde 1810 hasta 1825, España sostuvo sus derechos hasta que por Ley del 4 de Diciembre de 1836 se autorizó al Gobierno para reconocer la independencia de aquéllas, celebrándose el primer Tratado de paz, con Méjico, el 26 del mismo mes y año, que produjo el efecto de que abrieran sus puertos al comercio español, Venezuela, Uruguay y Colombia, a lo que correspondió España otorgándolas el mismo beneficio, en 1837 a Venezuela y en el año siguiente a las otras dos Repúblicas.

Desde 1845 se entró en el camino de los tratados generales, hasta llegar a la serie de los establecidos en 1885 y 1888.

En 1871 se pactó el armisticio que suspendió la guerra que, por la llamada cuestión del Pacífico, existía desde 1864-65 entre España y Chile, Perú, Bolivia y el Ecuador, armisticio que se sostuvo hasta los tratados definitivos de paz celebrados por la primera con Bolivia y Perú en 1879, con Chile en 1883 y con el Ecuador en 1885.

A pesar de esto, las relaciones entre la madre y sus hijas emancipadas no eran todo lo vivas y cordiales que debían, existiendo en las segundas equivocaciones en juzgar la obra de la primera.

El año de 1892 señala el principio de las rectificaciones y del nacimiento del hispanoamericanismo. En ese año se celebró el 4º Centenario del descubrimiento de América, asistiendo a las fiestas celebradas en Madrid y Huelva representaciones oficiales de los Gobiernos hispano-americanos, teniendo lugar diversos Congresos (de Derecho, Ciencias, Economía, Literatura y Pedagogía) de carácter hispanoamericano, así como uno de los americanistas del mundo entero.

El Gobierno español comenzó la reconstrucción del convento de la Rábida y de un monumento en honor de Colón y, a propuesta de la Sociedad Colombina Onubense, se declaró fiesta nacional el día 12 de Octubre, origen de la Fiesta de la Raza. Consecuencia de esta mayor aproximación entre España y América fueron rebajas arancelarias, convenios de extradición y de propiedad literaria e industrial, etc.

En la Guerra de los Estados Unidos contra España, los Estados hispanoamericanos observaron una neutralidad afectuosa para con España, y la violencia del Tratado de París de 1898 que expulsaba totalmente de América a la nación madre, descubridora y civilizadora, produjo el efecto de aumentar las simpatías por España en el Nuevo Mundo, puestas de manifiesto en el Congreso Social y Económico Hispanoamericano que por iniciativa de la Sociedad Unión Iberoamericana se celebró en Madrid (Palacio de la Biblioteca Nacional) en 1900, y al que asistieron numerosas e importantes representaciones de la cultura americana. Desde entonces las demostraciones de afecto y de relación fueron más frecuentes, trascendiendo al pueblo, celebrándose Asambleas provinciales, fundándose Centros hispano-americanistas y acentuando su labor los ya constituidos.

BIBLIOTECA NACIONAL DE MADRID

Entre estas Sociedades que han realizado y realizan una labor admirable de aproximación entre España y la América española son dignas de especial mención:
1. la Colombina Onubense (fundada en la Rábida en 1880)
2. el Club Palosófilo (1908), 
3. la Unión Iberoamericana (Madrid 1885), que disfruta subvención oficial; 
4. la Casa de América de Barcelona, fundada en 1911 por fusión de la Sociedad Libre de Estudios Americanistas y el Club Americano
5. la Academia Hispanoamericana de Ciencias y Artes de Cádiz (1909)
6. el Centro de Unión Iberoamericana de Bilbao (1906), que fue precedido de la creación del Museo Comercial e Industrial comparativo hispanoamericano en la misma ciudad (1904)
7. el importantísimo Centro de Cultura Hispanoamericana de Madrid (1911), que publica libros de alto valor y edita un erudito Boletín, repartido profusamente por España y América, así como envía propagandistas, organiza conferencias y debates, etc.

Labor apreciable en este sentido han realizado también las Sociedades Económicas de Amigos del País, juntamente con las Cámaras de Comercio; las de Galicia organizaron una Asamblea hispanoamericana en 1909 y otra las de Asturias en 1901. En ésta se votó por aclamación la conclusión de que España no se daba por despedida del mundo americano por efecto del Tratado de París de 1898 y afirmaba su existencia al otro lado del Atlántico, no sólo por su tradición de descubridora y colonizadora, sino también por las manifiestas simpatías del próspero y libre pueblo americano de nuestro tiempo y por la participación activa que toman en el progreso de aquellas hermosas Repúblicas los millares de españoles que allí viven, conservando, por ser perfectamente compatible, la nacionalidad originaria.

El aumento de la emigración española a Hispano-América desde 1900 y estas corrientes, motivaron numerosísimos tratados y convenios entre España y las Repúblicas hispanoamericanas sobre las diversas materias de Derecho internacional, que han culminado en el acuerdo del Congreso Postal celebrado en Madrid en 1920 y adoptado por los respectivos Gobiernos, en virtud del cual forma la América española un solo país con España (no considerándose, por tanto, como extranjero) para las tarifas postales, por lo que el mismo sello de Correos que se emplea para la circulación dentro del país, sirve para la correspondencia entre España y las hijas emancipadas (y también los Estados Unidos).

En 1912. se fundaron nuevas Sociedades Hispano-americanistas, como el Instituto Iberoamericano de Derecho comparado, de Madrid, y el importantísimo Instituto de Estudios Hispanoamericanos de Sevilla, dedicado a la investigación y divulgación de los fondos del Archivo de Indias, estudiado también por enviados de América, que con sus descubrimientos y publicaciones han desvanecido la leyenda que los enemigos de España habían tejido contra la obra colonizadora.

ARCHIVO DE INDIAS DE SEVILLA

Al propio tiempo, se han ido estableciendo en los centros oficiales españoles enseñanzas o cátedras de materias americanas, como la de Historia de las instituciones políticas y civiles de América, en la Universidad Central; la de Instituciones coloniales históricas de España, en la Escuela Diplomática, y la de Historia de América en la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid. Las Academias Españolas de la Lengua, de la Historia, de Ciencias Exactas y de Ciencias Morales y Políticas tienen socios correspondientes en América, y la primera ha establecido, como delegaciones o hijuelas, la Academia Colombiana (Bogotá), la Ecuatoriana (Quito), la Mejicana, la Salvadoreña, la Venezolana (Caracas), la Chilena (Santiago), la Peruana (Lima), la Guatemalteca (Guatemala) y la Argentina (Buenos Aires).

Paralelamente al acercamiento de España a América, se ha producido el de América a España. Durante mucho tiempo predominaron en las Repúblicas emancipadas las estrofas violentas de los himnos de guerra (hoy suprimidas en todo lo que podía molestar a España), al propio tiempo que la leyenda extranjera contra la colonización española y la falsa atribución a España de propósitos de reconquista (como falsamente se quiso ver en la guerra del Pacífico), así como la propaganda de los insurrectos cubanos y la mala política colonial seguida por España en los últimos tiempos, creaban cierto estado de tirantez y de recelo, cuando no de odio. Semejante disposición ha ido desapareciendo poco a poco, hasta trocarse en los últimos tiempos en afecto verdaderamente filial. A ello han contribuido diversas causas.

Al estudiar la colonización española en América hemos indicado ya la vindicación que de la misma han hecho, especialmente desde el segundo decenio de este siglo, los escritores americanos. La campaña panamericana iniciada en 1889 por los Estados Unidos, en la que James Blaine se presentó como continuador de la doctrina de Monroe, exagerada después en el sentido de que América debía ser para los americanos del Norte, por la hegemonía de los Estados Unidos, despertó justificados recelos en muchos centros de la América hispánica y produjo la tendencia a fortificar el carácter étnico de ésta, invocándose las comunes tradiciones, orígenes, lengua, religión y costumbres, lo que atrajo la atención y la simpatía hacia la antigua Metrópoli, que se presentaba como lazo de unión entre todos los amenazados, y determinó movimientos de prensa, de opinión y de Chancillerías cuyos resultados no tardaron en tocarse, influyendo en ello la conducta observada con España (1898) por los Estados Unidos (olvidando éstos lo que España hizo por su descubrimiento e independencia, así en la guerra de separación de fines del siglo XVIII como en la de Secesión de 1866) y el silencio de Europa ante la expoliación, que produjeron una viva corriente de afecto hacia la vieja madre.

Otros hechos que contribuyeron a lo mismo, fueron: el envío por España de representantes a las fiestas conmemorativas de la Independencia de las Repúblicas hispanoamericanas en su Centenario (1910-14), incluso el viaje de la infanta doña Isabel a la República Argentina (1910), rectificando así el antiguo apartamiento, de lo cual fue prueba también la inauguración (1915) del monumento erigido en Madrid por España y por Cuba a los héroes del combate del Caney, a la cual asistieron, presidiendo el desfile juntos, el monarca español y el representante diplomático de la República cubana; el intercambio literario y artístico representado por la actuación de las compañías teatrales, viajes a América de escultores, pintores, literatos y sabios españoles para dar a conocer sus obras y divulgar la ciencia y la cultura españolas, llamados en algunos casos desde la misma América (en Buenos Aires surgió la fundación Menéndez y Pelayo para llevar allí los hombres eminentes de España al objeto de dar conferencias); la visita de barcos de guerra españoles a las Repúblicas (la Nautilus a la Habana en 1908, el España a Panamá, Chile y la República Argentina en 1920, llevando al infante don Fernando como representante de España en el Centenario de Magallanes) para asociarse a sus grandes fiestas, motivando en todas partes entusiastas manifestaciones de amor a España; y, sobre todo, la emigración española, entre la cual destacan importantes personalidades que conservan su nacionalidad hispana, y que han constituido un sinnúmero de centros españoles en América, algunos tan importantes como el Club Español de Buenos Aires y los Centros Gallego y Asturiano de la Habana.

MONUMENTO AL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA EN MADRID

Desde hace tiempo existe la tendencia a federar a los españoles de toda América por medio de la federación de sus Centros, idea que ha comenzado a realizarse en Cuba, el Uruguay y la República Argentina, llegándose a pedir (como se hizo en la Asamblea celebrada en 1913 por la Federación de los Centros españoles de la República Argentina, en número de 176) que se conceda representación en las Cortes españolas a aquellos españoles o al menos a sus Centros, a la manera como se concede en el Senado a otras entidades parecidas (Universidades y a las Sociedades Económicas).

Españoles e hispanoamericanos se consideran hoy como formando una sola nación dividida en Estados diversos. Pruébalo la igualdad que se ha establecido entre España y sus hijas de América en materia de comunicaciones, literatura, arte, etc. Hecho significativo es el de que el Gobierno y las Cámaras de Panamá (país que hizo en favor de España la excepción de admitirla en la Exposición que celebró en 1916 con motivo de la inauguración del Canal interoceánico, siendo el único país de Europa que obtuvo tal concesión «por deferencia y amor a la antigua madre patria») concedieron a España una extensión de terreno, construyéndose por 600.000 pesetas un edificio destinado a ser la llamada Casa de España, en la que han establecido un Museo Comercial y la residencia del representante diplomático español, y en el mismo país se ha elevado una estatua a Vasco Núñez de Balboa.

La República Argentina, Chile, Perú, Guatemala, Colombia, Méjico, Cuba, Puerto Rico rivalizan en demostraciones de amor a España. El intercambio de ideas y de productos ha sufrido un prodigioso aumento en los últimos años en España y América, y aquélla toma parte oficial en los centenarios y grandes alegrías y tristezas de ésta y viceversa (el Centenario de Cisneros fue celebrado en la República Argentina y en Cuba, lo mismo que el de Cervantes lo fue en toda América).

Los artistas españoles exponen sus obras en América y los americanos en España; los grandes hombres de uno y otro país viajan por ambos, siendo objeto de imponentes manifestaciones de amor racial (recuérdese la visita del infante don Fernando a América y la del presidente de la República Argentina, señor Alvear, a España); se han reformado los libros destinados a la enseñanza, de conformidad con la verdad histórica sobre España y en algunos casos se han adoptado como texto las obras de los sabios españoles (en Guatemala las de Ramón y Cajal), y tan poderosa es la tendencia, que ha trascendido al extranjero.

El hispanismo se desarrolla poderoso en los Estados Unidos, donde se ha extendido rápidamente la enseñanza del castellano (ciertamente como medio de penetración en el resto de América), se estudia la literatura, se requiere al arte español, se publican tres grandes revistas de carácter españolista: Boletín de la Unión PanamericanaHispania y The Hispanic American Historial Review; y en 1919 se ha constituido en Nueva York la Asociación Cortes Society para publicar documentos y estudios sobre el descubrimiento, la conquista y la colonización de América por los españoles, siguiendo el camino iniciado por Bourne, Lummis y Bandelier y de la más antigua Hispanic Society of America. Incluso en Europa se ha comprendido el alcance de las aspiraciones hispanoamericanas.




HISPANIC SOCIETY OF AMERICA


En Hamburgo se creó ya en 1913 el Instituto Iberoamericano para investigar la comunidad de cultura formada por los pueblos de la Península española y de la América española, y que ha dado a luz importantísimas publicaciones (como las revistas mensuales Mitteilungen der Iberoamerikanischen Gesellschaft y Spanien, y la Bibliotek der Cultura latinoamericana), habiendo salido de él, como filial suya, el Centro Iberoamericano de Hamburgo para fomentar las relaciones espirituales y económicas entre España y América y a cuya inauguración concurrieron los cónsules de todos los países interesados residentes en Hamburgo.

La unión o confederación espiritual hispanoamericana no se fundamenta tan sólo en la raza, en la lengua, en la religión y en las costumbres, sino también en el hecho mismo de la emancipación de aquellas Repúblicas y en la actual acción de España por la causa de la civilización americana. Numerosos escritores hispanoamericanos (como el doctor León Suárez en su folleto Carácter de la Revolución americana, Buenos Aires 1917) han puesto en claro que la emancipación de América no fue dirigida directamente contra la Metrópoli, ni se realizó por el gusto de separarse de España, sino como medio de obtener el gobierno y las libertades que entonces se anhelaban y por la consecución de las cuales se luchaba también en España, no debiendo culparse a ésta, sino a los Gobiernos de entonces, el no haber dado a América unas libertades de que ella misma carecía. Prueba de ello se dice ser el auxilio recíproco que se prestaron los liberales americanos (éstos con dinero) y los españoles (como Riego, que en vez de ir a América a combatir la rebelión se sublevó con las fuerzas a tal empresa destinadas), de tal modo que puede afirmarse que la Revolución americana, realizada por españoles, triunfó debido al apoyo de los liberales españoles de la metrópoli.

La consecuencia implícitamente contenida en estas premisas es la de que una vez conseguidas esas libertades y sin perjuicio de la independencia alcanzada, procede que las libres Repúblicas de Hispano-América se unan con España en todo lo que no afecte a esa independencia y a esas libertades. Desde punto de vista opuesto y más fundamental ha llegado a la misma conclusión Mario André en su obra ya mencionada El fin del Imperio español de América

(versión de J. P. H., Barcelona 1922). De esta obra y de su estudio hecho en su prólogo por Carlos Maurras se desprende que la revolución hispanoamericana se estaba preparando desde veinte años antes al principiar el siglo XIX por una minoría escogida de gente ilustrada (nobles, hombres de carrera, propietarios y ricos comerciantes), y no tenía por causa la teocracia ni el despotismo, sino el vuelo industrial y comercial del país y el desenvolvimiento intelectual de esa minoría educada por los frailes.

El incremento de la revolución se debió precisamente a fidelidad al monarca español destronado por Napoleón y a la aceptación por él, en un principio y después de repuesto en su trono, de la Constitución revolucionaria de 1812. Por lo primero se explican las constantes protestas de fidelidad al rey que hacían los primeros revolucionarios y el hecho de que se sostuviese el principio de que al rey español destronado debía reservársele el Imperio de América (obsérvese que Godoy tuvo la idea de mandar allá a Fernando VII), y si no lo aceptaba personalmente, ofrecerlo a un príncipe de su casa o al archiduque Carlos de Austria, con lo cual se conseguía la independencia de América, pero en contra de Francia, no de España. Al ver que el rey destronado volvía al trono de España, pero aceptaba la Constitución de 1812, los realistas y católicos se unieron a la causa de la emancipación, siendo este elemento (el clero y los frailes, que eran los profesores de las Universidades, y la gente ilustrada educada por ellos), el que dio a la revolución el triunfo definitivo, como protesta contra los principios de la Revolución francesa, los cuales sólo posteriormente y por cauces subterráneos vinieron a desfigurar el movimiento y a ejercer notable influencia. Las guerras de la Independencia fueron, pues, en el fondo guerras civiles, no entre españoles y americanos, sino entre americanos (todos españoles) partidarios unos de la emancipación y otros opuestos a ella. Siendo de observar que contra ella lucharon en favor del dominio de España desde los criollos hasta los indios, lo cual prueba que éstos no gemían duramente bajo un yugo odioso, que tenían ocasión de sacudir. Y he aquí por qué la guerra pudo prolongarse tanto tiempo, cuando precisamente España carecía de fuerzas, y cuando Inglaterra sólo pudo sostener siete años la de los Estados Unidos.

ESCULTURAS DE BLAS DE LEZO Y MIGUEL DE CERVANTES

La unión o confederación hispano-americana sería sumamente ventajosa para España y para América. La primera vería aumentada su importancia internacional; la segunda su fuerza para resistir la absorción económica, primero, y política después (recuérdense los casos de Panamá, Méjico, Santo Domingo y Puerto Rico) por los Estados Unidos.

En la nueva organización económica que ha de producirse en el mundo, la lucha habrá de tener por base en gran parte la relación del mercado americano con el europeo. En el año 1923 se ha celebrado en España el I Congreso Nacional del Comercio español en Ultramar, con el concurso de las Repúblicas hispanoamericanas. El ideal en este orden sería la creación de una unión aduanera, espiritual y económica hispanoamericana que convirtiese los mercados nacionales en un gran mercado internacional, donde los productores estuviesen como si se moviesen dentro de un mismo Estado. Así, España recibiría de América todo lo que le falta y enviaría a ella todos los productos de su industria, pudiendo desarrollarse sin acudir al extranjero; y sería al propio tiempo depósito del comercio de tránsito entre América y el resto del mundo, para lo cual se presta admirablemente por su posición geográfica.

Terreno muy a propósito es el de la Banca, estando hoy la española en condiciones de intervenir eficazmente en América, evitando el que ésta tenga que recurrir a los Estados Unidos o a Inglaterra para proporcionarse los empréstitos que necesita para su desarrollo. Ya antes de comenzar la guerra salían de España unos 100.000.000 de pesetas anuales para invertirse en valores americanos, y al comercio bancario de giro entre las Repúblicas hispanoamericanas y España se dedican con éxito lisonjero el Banco Hispanoamericano y el Banco Español del Río de la Plata, así como otros menos importantes, y también han establecido en España sucursales ciertos Bancos hispanoamericanos; pero es preciso dar mayor impulso a estas relaciones con el auxilio financiero a los Estados y empresas de aquellos países.

La confederación no serviría solamente para librar a la América española de ser sojuzgada por un país de raza, lengua y costumbres diversas, sino también para mantener la unión y harmonía entre las diversas Repúblicas, mediante el arbitraje, inspirado en la justicia y el amor, ejercido por España para poner término a las discordias interiores de la América española, contribuyendo así a formar los Estados Unidos del Sur, que contrapesarían la acción sajona de los Estados Unidos del Norte.

La confederación espiritual de que se trata se encuentra solamente en período de preparación, que tiende a estudiar los medios para fijar los acuerdos que determinen las bases de una legislación común hispanoamericana, sobre propiedad literaria, artística e industrial, y sobre Derecho penal, procesal y mercantil; sobre instrucción pública y acerca de la confederación de instituciones literarias, artísticas y benéficas.

A ello se dirige la celebración que se prepara en Sevilla por el Centro de Cultura Hispanoamericano, de un Congreso cultural que debe celebrarse coincidiendo con una gran Exposición hispanoamericana, cuya fecha está fijada por ahora para el año 1924, Congreso que será el sexto de la serie y vendrá a continuar y completar la obra de los que le precedieron (Congreso literario de 1892 en Madrid; Congreso Social y Económico celebrado también en Madrid en 1900; Congreso de Historia y Geografía, de Sevilla, en 1914; el II Congreso de Historia y Geografía hispanoamericanas, también en Sevilla, en 1921; I Congreso del Comercio español en Ultramar, en 1923).

RELIEBES DEL MONUMENTO A CRISTÓBAL COLÓN EN MADRID

Con el mismo fin se ha creado en Madrid el Instituto Hispanoamericano de Bibliografía, en Abril de 1921 se proyectó el establecimiento de una Unión Interparlamentaria hispanoamericanacon representantes de todos los Parlamentos de España e Hispanoamérica, órgano activo de intimidad y mutua cooperación, cuyo objeto especial será la ampliación de relaciones artísticas, literarias, comerciales, benéficas y judiciales como medio de llegar a la alianza espiritual de todos los pueblos de raza hispánica, y últimamente, por Reales decretos del 21 de Enero y 10 de Noviembre de 1921, se han establecido en los Centros españoles de enseñanza becas gratuitas para estudiantes hispanoamericanos.

Para contribuir a esta acción es necesario por parte del Gobierno español la creación de un Cuerpo de agentes diplomáticos y consulares que tengan preparación adecuada, y el establecimiento de escuelas españolas en países como Panamá, Cuba y Méjico, donde hay trato frecuente con los angloamericanos. Si estos últimos crean escuelas donde se enseña la lengua española sin el espíritu español, España no debe abandonar ningún consulado en manos de personas que no piensen como los españoles o que traten con negligencia la creación de escuelas de su idioma.

Gran importancia ha de tener el proyectado viaje del rey de España por América, que sería el primer monarca español que la visitase.

Al objeto de establecer en la capital de España un Centro expresión sintética de la idea hispanoamericanista, ha propuesto el diario de Madrid, El Sol (2 de Enero de 1918), construir en Madrid, con aportaciones del Gobierno español y de los Estados hispanoamericanos, un grandioso edificio, denominado Palacio de la Raza, con tantos pabellones como Estados hispanoamericanos, destinado a exposiciones, conferencias, centro de reunión de los hispanoamericanos, etc.; y en el barrio de Salamanca de Madrid se está levantando un Ateneo hispanoamericano de estudiantes, del que formará parte una Universidad hispanoamericana que comprenderá las enseñanzas de ciencias, leyes y estudios técnicos, que darán las personalidades hispanoamericanas competentes en estas materias.




CASA DE AMÉRICA DE MADRID


Hecho elocuente y significativo es la celebración de la Fiesta de la Raza en conmemoración del descubrimiento y en honor de los descubridores y colonizadores del Nuevo Mundo, fiesta que se celebra con entusiasmo por los países hispanoamericanos, en muchos de los cuales tiene oficialmente el carácter de fiesta nacional, como en España (en donde se lo ha otorgado la Ley del 15 de junio de 1918), y que constituye un verdadero homenaje a ésta, presidido por los más altos poderes y siempre con la asistencia de las autoridades de aquellas Repúblicas.

Como ejemplo del espíritu y carácter de esta fiesta están los fundamentos del Decreto con el que acordó la celebración de esta fiesta, como nacional, la República Argentina, Decreto firmado en 1917 por el presidente Hipólito Irigoyen, al que la colonia española regaló un ejemplar grabado en letras de oro sobre una placa de plata. Dice así:
Considerando: 
1.º Que el descubrimiento de América es el acontecimiento más trascendental que haya realizado la Humanidad a través de los tiempos, pues todas las renovaciones posteriores derivan de este asombroso suceso, que a la par que amplió los límites de la tierra, abrió insospechados horizontes al espíritu.
2.º Que se debió al genio hispano intensificado con la visión suprema de Colón, efeméride tan portentosa, que no queda subscrita al prodigio del descubrimiento, sino que se consolida con la conquista, empresa ésta tan ardua, que no tiene término posible de comparación en los anales de todos los pueblos. 
3.º Que la España descubridora y conquistadora volcó sobre el continente enigmático y magnífico el valor de sus guerreros, el ardor de sus exploradores, la fe de sus sacerdotes, el preceptismo de sus sabios, la labor de sus menestrales y derramó sus virtudes sobre la inmensa heredad que integra la nación americana. 
Por tanto, siendo eminentemente justo consagrar la festividad de la fecha en homenaje a España, progenitora de naciones a las cuales ha dado con la levadura de su sangre y la harmonía de su lengua una herencia inmortal, debemos afirmar y sancionar el jubiloso reconocimiento, y el poder ejecutivo de la nación decreta: 
Art. 1.º Se declara fiesta nacional el 12 de Octubre. 
Art. 2.º Comuníquese, publíquese, dese al Registro nacional y se archive.  
–Firmado, Irigoyen.

Órganos en la prensa del movimiento hispanoamericanista son una serie de importantísimas revistas, entre las que pueden citarse en España las que publican la Real Academia Hispanoamericana y el Centro de Cultura Hispanoamericano, así como el Boletín de la Unión Iberoamericana y el del Centro de Estudios Americanista (Sevilla), debiendo añadirse la titulada Progreso, de Madrid; el Mercurio, de Barcelona; La Ilustración Española y Americana, el Mundo Latino, el Archivo Hispanoamericano, publicada por los franciscanos, el Boletín de la Sociedad Colombina de Huelva, y las revistas La Argentina en Europa y Cuba en Europa, no debiendo omitirse en esta lista la presente Enciclopedia, por la especial atención que presta a todo lo relacionado con la América española. Con todo, se nota la falta de un gran diario que sea órgano del movimiento, especialmente dedicado a exponer el pensamiento, los problemas, todo lo que interese a todos los pueblos de nuestra raza.

ESTATUAS DE CRISTÓBAL COLÓN EN NUEVA YORK

El amor a España de sus antiguas colonias se nota también en Filipinas. Joaquín Pellicena (conferencia dada en la Casa de América de Barcelona el 25 de Noviembre de 1917) y Antonio Martín Torrente (discurso de su recepción en la Real Academia Hispanoamericana de Ciencias y Artes de Cádiz) han puesto de relieve este hecho consolador. En aquellas islas se reconoce hoy cuánto deben a España, como ha reconocido el mismo norteamericano Enrique James Ford, en el capítulo The situation in the Philippines, IX de su obra Woodrow Wilson, en el que se hace resaltar que la civilización de Filipinas es más antigua que la de los Estados Unidos.

Existen allí unos 6.000 españoles y unos 200.000 filipinos mestizos, descendientes directos de españoles, identificados con los primeros, figurando los españoles en tercer lugar por la cuantía de su contribución a las cargas del Estado (el primero lo ocupan los chinos y el segundo los filipinos), estando estrechamente unido el capital español con el filipino. Incluso los filipinos de raza malaya o mestizos chinos hablan el castellano y tienen educación española, constituyendo el español la lengua de la buena sociedad, de los procedimientos judiciales y de los Cuerpos colegisladores, pudiendo afirmarse que ha triunfado en su lucha con el inglés, que procuraron imponer los Estados Unidos, y que el castellano ha llegado hoy a su mayor florecimiento literario en aquellas islas.

Españoles y filipinos rivalizan en probar su amor a la patria común. La colonia española sostiene Cámaras de Comercio, Casinos e instituciones de beneficencia y cuenta con órganos importantes en la prensa, habiendo hace pocos años construido en Manila una magnífica Casa de España, a cuya inauguración asistieron todas las autoridades; y así como con relación a Hispanoamérica se ha establecido la Fiesta de la Raza, en Filipinas se ha instituido el Día Español, que se celebra en todo el Archipiélago el 25 de julio, día del patrón de España. Los poetas filipinos se hacen intérpretes de estos sentimientos de su pueblo.




CASINO ESPAÑOL DE CEBÚ


Fernando M. Guerrero, con ocasión de las fiestas celebradas en la visita hecha por Salvador Rueda a :
Filipinas, muestra cómo éstas tienen
el corazón abierto al beso hispánico.

y encarga al poeta español decir a Hesperia en nombre de aquellas tierras:

Te adoran más que ayer aquellas Insulas
y el hijo que dejaste es todo un hombre.

Manuel Bernabé, interpretando el mismo sentimiento, auguraba ya este despertar del amor a España, inspirado en la enseñanza de dolores que produjo la separación de ésta:

En el curso del tiempo desenvuelto,
Tú, España, volverás ¿Qué amor no ha vuelto
Preso en la red del propio bien perdido?

Claro M. Recto, tagalo educado ya en tiempo en que España no era la soberana del Archipiélago, dice en su bellísimo Elogio del castellano, al saludar a la Casa de España:
Casa de España, Olimpo de las artes,
Templo del porvenir, ¡bendita seas!

..............................

Hispanos: si algún día la escarnecen,

nuestras aljabas vaciarán sus flechas

y nos verán, triunfantes o vencidos,

al pie de esta sagrada ciudadela.


Entre los medios de llegar a la unión espiritual y económica, propone Pellicena enviar misiones científicas y literarias, fundar una escuela de comercio o exposición mercantil a bordo de un buque mercante que vaya exhibiendo por el Extremo Oriente muestrarios de productos españoles; subvencionar el Estado español los centros y periódicos españoles del Archipiélago e instituir, otorgándolo por medio de la Real Academia Española, un premio anual para la mejor obra de autor filipino escrita en castellano; edición en España de los trabajos de autores filipinos; incremento de las relaciones comerciales y de las comunicaciones marítimas entre ambos países, estableciendo, además, un Banco Español en Filipinas con sucursales en España (existiendo ya en Manila el antiguo Banco Español-Filipino, hoy Banco de las Islas Filipinas, la mayoría de cuyos accionistas son españoles), o un Banco español con sucursales en las islas. Favorece esto el hecho de haberse acortado grandemente la distancia entre España y Filipinas, pues cuando vuelva a funcionar el ferrocarril transiberiano se emplearán veinte días en ir desde Barcelona a Manila y menos aún al terminarse la línea china de Cantón a Hankow, que permitirá enlazar directamente con aquél y llegar por tierra a Hong-Kong, con lo que sólo se hará por mar el trayecto, de dos días, entre esta ciudad y Manila.


MONUMENTO AL GENERAL VARA DE REY Y HÉROES DEL CANEY

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