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INSTITUCIONES CIENTÍFICAS Y DOCENTES DE LA ARMADA ILUSTRADA

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El Cuerpo de Guardias Marinasfue creado con el objetivo de surtir de oficiales a la Armada y dar paso a una institución que fuera columna vertebral de la acción del Estado. Con este fin y para unificar conocimientos, al producirse el traslado de la Casa de Contratación de Sevilla a Cádiz, la compañía de Guardias Marinas estableció la academia. Además de constituir un vivero de marinos de alta especialización técnica, la academia era una buena fórmula para colocar a los hijos segundones de buenas familias, privados del mayorazgo, que ya no necesitarían seguir la carrera eclesiástica para asegurarse el sustento. Por tanto, la nobleza baja no tardó en acceder a estos puestos como medio de ascenso social y fueron la base humana necesaria en las reformas acometidas por la Corona.

En la nueva institución gaditana, el ministro Patiño trató de aunar los elementos de las academias francesas e inglesas que pudieran servir a la precaria situación hispana, estructurándose, finalmente, como un pensionista militar, jerarquizado y patrimonio de mobles en cuya formación académica coexistieron el carácter castrense propiamente dicho y el pedagógico alrededor del estudio de las disciplinas científicas exigidas en una práctica marinera más especializada (trigonometría, cálculo, astronomía, geografía, náutica, etc.). En esta cuestión, la historia de la academia, cuya estructura militar (la Compañía) se superponía a la docente (la Academia), no estuvo exenta de problemas y todavía a finales de siglo había diferencias sustanciales entre los marinos llamados de “caza y braza” y los que habían recibido una mayor cultura científica; un conflicto entre la pluma y la espada que desde antiguo había catalizado las disputas de la milicia academizada.




OFICIAL DE MARINA Y GUARDIA MARINA


La evolución de la academia de guardias marinas puede dividirse en cuatro periodos:


1. desde su fundación en 1717 a 1734;

2. etapa de “tanteos y reformas” en opinión de Manuel Selles;

3. periodo de consolidación a partir de las ordenanzas de la Armada de 1748 y las reformas posteriores de Jorge Juan;

4. última parte marcada por el cambio de estrategia que supuso el establecimiento en 1776 de las academias de Ferrol y Cartagena (lugares que contaban, al menos, con escuelas que expedían títulos de pilotines, primeros y segundos pilotos).

Desde entonces no se pretendió la profundización de los cadetes en la ciencia como había preconizado Jorge Juan al creer necesarios siete cursos de Academia, sino que se priorizó la existencia de un mayor número de oficiales con rudimentos básicos en matemáticas, astronomía y navegación.

Para la obtención de una plaza en la academia de Guardias Marinas era necesario que la Corte otorgara una gracia, previa elevación del correspondiente memorial, para que el aspirante a Guardia Marina se presentara en Cádiz en el término de cuatro meses desde la fecha de aquella. Debían entonces adjuntarse los documentos particulares del solicitante: la fe de bautismo y los papeles que probaran su legitimidad y nobleza.

La demanda de puestos para entrar hizo que se dieran casos de intentos sucesivos de incorporación de Antonio de Ulloa, compañero de Jorge Juan en la Expedición geodésica al Virreinato del Perú que, al hallarse el cupo cubierto, decidió embarcarse y adquirir los conocimientos náuticos por sí mismo hasta que pudo ingresar por fin en 1733. Los responsables de su educación le propusieron que, mientras tanto, se fuera familiarizando con las asignaturas impartidas en la Academia de Guardias Marinas de Cádiz, (conocimientos básicos sobre navegación, construcción naval y arte de la guerra) que eran las contenidas en el plan de estudios de Patiño en el momento de la apertura de la academia en 1717.

A punto de fundarse la Academia de Guardias Marinas de Ferrol y la de Cartagena, la de Cádiz se resignaba a la formación de marinos durante sólo dos años de estudios, al haber carecido el ambicioso proyecto de Jorge Juan de firmes continuadores. La oficialidad de la Armada seguía estimando en poco las ciencias y no prestaba su colaboración para que los cadetes completaran en los viajes de prácticas lo aprendido en la Academia.

En 1777, año de la puesta en marcha de las academias de los departamentos del norte y del Mediterráneo, fue designado Francisco Gil y Lemos comandante de la nueva compañía de Ferrol, lugar a donde fueron trasladados desde Cádiz la mayoría de los jóvenes guardiamarinas vascos, montañeses, asturianos y gallegos, siendo nombrado para la compañía de CartagenaJosé de Mazarredo quien llegaría al puesto de capitán de las tres compañías de Guardias Marinas. Ambos se encargaron de elegir los libros e instrumentos necesarios de entre los fondos de la academia de Cádiz para sus respectivos departamentos, selección que, según valoración de Antonio Lafuente y Manuel Sellés, denotaban la orientación experimentalista y newtoniana que se confirió a estos centros.

Desde su puesto de Cartagena, José Mazarredo lamentaba la pobreza de las enseñanzas impartidas y el estudio de los cadetes a partir de cuadernos de resúmenes y no de los manuales prescritos. El debate que se abrió para el intento de reforzar los estudios de los guardias marinas se cerró con la decisión de crear un curso destinado a quienes se hubiesen interesado por las ciencias astronómicas y náuticas, a ellos iría destinado el ya mencionado Curso de Estudios Mayores y las estancias de práctica y estudios en el Observatorio de Marina de Cádiz que había sido creado en 1753.




REAL OBSERVATORIO ASTRONÓMICO DE SAN FERNANDO


Jorge Juan había propuesto ya en 1749 la creación de un observatorio y fue su criterio el que dirigió las adquisiciones de instrumentos imprescindibles para un establecimiento de esta índole (especialmente el cuadrante mural). A su juicio en 1753, el Observatorio astronómico de Cádiz fue concebido como un centro de prácticas escolares de los guardias marinas pero la dificultad que ofrecía a manos inexpertas el manejo de tan complejos instrumentos llevó a la inoperancia de las actividades y a pensar en una solución basada en una formación minoritaria. Además, con el hallazgo del método de fijación de la longitud en el mar en la década de los setenta se relanzaron las acciones en el observatorio bajo la dirección de Vicente Tofiño, siempre atento a los progresos de las ciencias en los establecimientos extranjeros, quien puso en marcha un curso monográfico para repasar los cielos y difundir el método de determinación de la longitud.


Fue desde 1783, fecha emblemática para el programa hidrográfico en ciernes y en el marco del Curso de Estudios Mayores(instituido en los tres departamentos), cuando se dio un nuevo impulso a las tareas del observatorio y fue seleccionado un grupo de marinos para acompañar a Tofiño en la elaboración del mapa de las costas de la península. La escasez de personal con que fue dotado el observatorio a lo largo de las dos últimas décadas del siglo se acrecentó con los continuos trasvases de marinos cualificados para llevar a cabo las numerosas expediciones científicas que se organizaron.

Si el ingreso en las academias de Guardias Marinas era posible atendiendo al estamento y linaje de los aspirantes, el curso de estudios mayores trató de reunir a los marinos más cualificados que pudieran hacer realidad alguno de los anhelos de Jorge Juan respecto a las ciencias aplicadas a la navegación y cumplieran los objetivos geoestratégicos y de control territorial de la Corona. Así pues, la solución fue la de formar a un selecto grupo de oficiales a través de estudios de nivel superior tanto para el desempeño de comisiones científicas como para el acceso a puestos de mando.

Aunque la idea no era en su totalidad novedosa, fue José Mazarredo el decidido impulsor de implantar la figura del “oficial científico” que había intentado Jorge Juan veinte años atrás. La aprobación de que se agregaran algunos oficiales a las tres compañías de Cádiz, Ferrol y Cartagena para cursar estudios más avanzados, dio pie a que sus jefes redactaran distintos planes de estudio en la meta de adiestrar a los oficiales de marina a través de cuatro años de estudio de astronomía y la profundización en matemáticas, óptica, mecánica, hidrostática y cálculo, periodo que concluía con un examen público.

La institución del curso de estudios mayores o “matemáticas sublimes”, suscitó varias polémicas dentro y fuera de la comunidad de los “oficiales científicos” a que dio lugar ya que, entre otros ajustes, el sistema de ascensos hubo de variar para que los años entregados al estudio y a los viajes científicos pudieran adecuarse al tradicional premio de la participación en combates. Era en las escaramuzas bélicas donde se hacían méritos para conseguir ascender en el escalafón militar, de modo que los integrantes de las fuerzas del Ejército y de la Marina se debatían entre el beneficio que suponía el estado de guerra para sus intereses particulares y la conciencia de su grave alcance colectivo.



EL AZAR NO SE LLORA, POR ALONSO BARÁN

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El azar no se llora es un trepidante thriller en el que la locura, la muerte, el vicio y el desamor crean una intrincada y apasionante trama repleta de intriga y suspense. Pura adrenalina literaria que te será imposible dejar de leer. Elián Ventura es el inspector de policía encargado de investigar el asesinato de una mujer cuyo cadáver ha aparecido desnudo en un parque. Las circunstancias en torno a esta muerte son estremecedoras, brutales, enigmáticas y pondrán a prueba las dotes de Elián como investigador para resolver este misterioso homicidio. Elián da su vida por sentada, pero una noche estará en el lugar equivocado en el peor momento posible. Como consecuencia, su existencia se transformará en una amenazante espiral de incógnitas y problemas que convergerán con Aníbal Cantalapiedra, un buscavidas cuya única ambición es satisfacer sus vicios, e Idelle Genera, una joven mujer que confía en el amor como forma de realización personal, sin saber que su vida se precipita hacia un abismo.

El Azar no se llora. Alonso Barán, editorial Divalentis, Madrid, 2015.
Escrito en lengua española, 372 páginas, 18€.





Alonso Barán es escritor, guionista y filósofo, licenciado en Filosofía por la UNED, nacido en Madrid en enero de 1978.

El ingenio de sus diálogos, la originalidad de sus personajes y el dinamismo de su narración de su literatura refleja su pasón por la cinematografía.  

Como profesional de medios audiovisuales, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en televisión y es autor del guion para largometraje Entropía. Como escritor, tras emprender su andadura con la novela corta Tártaro, este verano publica con Editorial Divalentis su primera novela, El Azar no se llora, que combina aspectos psicológicos, influencias de género negro e inspiración beat generation, que la convierten en un thriller único, inteligente y adictivo.

Para otoño de 2015, publicará su primer ensayo Aportes al libre Pensamiento, un análisis sobre la manipulación y direccionalidad del pensamiento en nuestra sociedad. 





Entrevista realizada para el programa literario de Televisión España La Aventura del Saber:

http://www.rtve.es/alacarta/videos/la-aventura-del-saber/aventuraabaran/3153748/




Entrevista realizada por Pilar Tabares y Sáchez Dragó, en Radio Televisión España para el programa literario La Noche en vela:




Alonso Barán y su novela han despertado el interés entre el público, llegando a convertirse en un fenómeno viral. Su búsqueda en Google desvela más de medio millón de referencias hacia su nombre, e infinidad de blogs de literatura han comentado su novela con interesantes críticas


Entrevista realizada por Cristina Cereceda en Entretanto Magazine, con el título Alonso Barán. Un intelectual de nuevo cuño:


http://www.entretantomagazine.com/2015/04/16/alonso-baran-un-intelectual-de-nuevo-cuno/

Artículo escrito por Alonso Barán en el diario digital El Cotidiano, explicando su actuación en la Feria del Libro de Madrid:

http://www.elcotidiano.es/mi-primera-vez-en-la-feria-del-libro-de-madrid/



Descárgate gratis el primer capítulo de El azar no se llora:

http://issuu.com/terediva/docs/elazarnosellora_alonsobar__n_cap__t 



Si os apetece leer El azar no se llora, podéis encontrarlo en grandes almacenes (Fnac, El corte inglés y Casa del libro) y librerías (incluida Agapea), o bien comprarlo a través del siguiente distribuidor digital:

Amazon/ El azar no se llora


Si tienes algo que contar, no dudéis en hacerlo a través de sus cuentas de twitter  @alonsobaran o de facebook https://www.facebook.com/alonso.baran. Su blog es http://alonsobaran.blogspot.com.es/



MERCANTILISMO MODERNO POR SANCHO DE MONCADA

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El economista más importante del pensamiento económico español del siglo XVII posiblemente sea Sancho de Moncada. Nacido en Toledo en 1580, fue catedrático de Sagrada Escritura en la Universidad de Toledo, a cuya Escuela económica perteneció durante los años 1615 y 1630. Puede considerarse como un miembro de la Escuela económica de Salamanca y fundador de la Economía política.


 
UNIVERSIDAD DE TOLEDO


Como otros pensadores de su tiempo, atribuía la decadencia económica de España al descubrimiento de las Indias, a la abundancia de metales preciosos y a la gran importación de artículos manufacturados en detrimento de la producción nacional y de su desarrollo. Por eso, fue continuista de la Teoría Cuantitativa del dinero de Martín de Azpilcueta, llegando a representar el más completo modelo español de Mercantilismo.

Señaló que las debilidades de la economía española eran la penuria hacendística y la invasión de productos extranjeros, la revolución de los precios, el retroceso demográfico y las deficientes técnicas agrícolas.

Su solución fue proponer un severo Proteccionismo de disciplina mercantilista supervisado por la Inquisición. Propuso medidas para evitar la falta de metal amonedable, la exportación de materias primas y evitar la preponderancia de los extranjeros en el comercio español. Además había que promocionar la industria como fomentaría más tarde Colbert en Francia.

En 1619, hizo unos Discursos precedidos por una Suma de ocho discursos un año antes. Esta obra sería reeditada en 1746 por los grandes ilustrados con el título Restauración política de EspañaDiscursos gozó de gran prestigio en Europa y fue fuente de inspiración de la rama científica de la literatura arbitrista.



RESTAURACIÓN POLÍTICA DE ESPAÑA


Discursos explica como la causa de la decadencia española se debió a la llegada de metales preciosos, que hizo elevar los precios de las manufacturas, pues su carestía produjo el conocido fenómeno de la desviación del nivel español de precios respecto del europeo. Es decir, que de una economía de exportación a Europa pasaron a una economía de importación, con el consiguiente empobrecimiento de España y la prosperidad de sus enemigos reales o potenciales.

Defendió la nacionalización de la vida económica y política, consideraba que los problemas económicos sólo son eficaces si se ejecutan desde el punto de vista del Estado, pues sólo las economías nacionales son unidades económicas autónomas. Propuso pues no sacar materias primas y prohibir la entrada de manufacturas extranjeras. También nacionalizar la industria y el comercio, desarraigar el fraude y la ineficacia, que el producto de las rentas no estuviese en manos de prestamistas extranjeros y reducir las alcabalas a un impuesto único sobre los cereales.

Los escritores del siglo XVIII le consideraron padre de los economistas españoles, y José Luis Sureda llegó a decir que se adelantó en 70 años a Leibnitz.

TEORÍAS SOBRE LA SOBERANÍA DEL ESTADO EN LA EDAD MODERNA

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1. TEORÍA DEL PACTO ORIGINARIO

El pactismo se convirtió, desde el siglo XIV, en toda una teoría política muy importante, mediante el cual se obligaba al monarca a jurar y respetar, previamente a su coronación, el ordenamiento jurídico interno.

En Aragón, el pacto cuajó en el Privilegio General de 1283, aceptado por Pedro III de Cataluña, cuando juró los fueros, usos y costumbres aragonesas, ante la alta nobleza local, que aseguraba el pacto originario de la fundación de este reino peninsular, mediante el acuerdo entre los cristianos refugiados en el Pirineo y el encumbrado rey.

En las Provincias vascas y en Navarra, el pacto “originario” también fue propio desde su fundación, incluso “originario” en su vinculación con Castilla. Desde el siglo XVI, tras una revisión foral, los guipuzcoanos, alaveses y vizcaínos estaban convencidos de que su incorporación a Castilla había sido fruto de un pacto, cuyas modificaciones deberían hacerse bilateralmente entre los representantes provinciales y los reyes castellanos. Esta es la teoría que apoyaron muchos historiadores de la época.

A principios de la modernidad, surgieron varias teorías acerca del origen del pacto entre el rey y su comunidad humana.


FRANCISCO SUÁREZ


Hacia 1600, el principal teólogo español, el jesuita Francisco Suárez, desarrolló una teoría política por la cual toda comunidad humana, al constituirse como tal, recibía la autoridad de Dios y, mediante un pactum translations, la autoridad se transmitía a un príncipe o a una corporación para que gobernase esa comunidad. El pacto obligaba a esa corporación gobernar conforme al derecho natural y respetar los términos concretos del contrato, tales como fueros, usos y costumbres.

Durante la edad moderna esta fue la doctrina política que más influyó en el pensamiento de los reinos cristianos europeos, tanto católicos como protestantes.

En la cristiandad, surgieron otras teorías sobre el pactismo. El teólogo francés Bodin afirmaba la autoridad soberana del rey.


En la primera mitad del siglo XVI, el dominico Francisco de Vitoria expuso otra de las teorías políticas dominantes en la época, refiriéndose a la rex pública o autoridad de dominio público, independientemente de cual fuera la forma de gobierno elegido. Partiendo de la deposición de la autoridad de Dios en una comunidad política, al constituirse esta en origen, no pactaba con una corporación o persona externa a ella, sino que generaba en su propio seno una corporación o designaba una persona para que ejerciera el poder.

Mientras que la teoría de Vitoria afirma que la comunidad podía seguir siendo parte del poder y ejercer en el derecho, la teoría de Suárez afirma que es la comunidad la que se aparta del poder y autoridad, trasladándola fuera de sí misma hacia el soberano, el cual puede legislar como le pareciera oportuno con tal que respetara los términos del pacto.

En ambos casos, la autoridad debía someterse a los términos contractuales en que se hubiera concretado la delegación de poder. Otra cosa es que unos términos contractuales fueran más duros que otros. En base a estas teorías, el derecho público del Reino de Castilla, reconocía mayor alcance a la autoridad regia, que el que tenían los fueros de las Provincias vascongadas y la Corona de Aragón.


FRANCISCO DE VITORIA



2. TEORÍA DEL TIRANICIDIO

El Tiranicidio es la teoría que sostiene la licitud de la muerte al tirano y cuyo origen se remontan a los escritores griegos y latinos como Plutarco, Polibio y Cicerón. En el siglo XII esta teoría fue recogida por Juan de Salisbury para quien matar al tirano no solo era lícito, sino acción conveniente y justa.

La forma de gobierno en el reino de España durante la Modernidad fue la Monarquía, heredada de los Estados medievales y admitida unánimemente por la población y la teoría que prefería asimismo el carácter de hereditaria frente a la electiva, según disponían las leyes de los reinos.

La Monarquía española de la Modernidad fue una realeza de carácter absoluto, conforme a las ideas de la época, tendencia absolutista desarrollada desde la Baja Edad Media y consagrada por los principios heredados de la recepción como el principio cesarista romano “quod principi placuit, legis vigorem habet” que significa el rey ejercía los poderes por encima de todo.

Pero el carácter absolutista estuvo atemperado por otros principios como el de la sumisión del rey a las leyes prexistentes y a la felicidad de sus súbditos. Los filósofos y teólogos españoles del siglo XVI, como Domingo, Mariana, Vitoria, Suárez, Molina, De Soto, etc., son unánimes al entender que todo el poder venía de Dios, pero que es la comunidad la que lo delega y encomienda a su príncipe o soberano, justificándose de este modo el ulterior derecho de resistencia si el príncipe no lo utiliza en beneficio del bien común. De aquí que el rey deba sujetarse a las leyes divinas y naturales y a las leyes positivas, según Mariana y Márquez. 

La teoría española del tiranicidio distinguió entre tirano por ilegitimidad del título y el tirano por ejercicio inicuo del poder, y mientras algunos aconsejan respetar al tirano, como Covarrubias, Sepúlveda o Márquez, otros opinan que debe ser destituido y ejecutado, como Yañez, Mariana o Molina.

La más lograda defensa del tiranicidio fue elaborada por Juan de Mariana en su obra Del rey y de la Institución Real. La extensión de la doctrina fue tal que el rey Carlos III decretó el 23 de mayo de 1767 la prohibición en los centros de enseñanza, seminarios y universidades de enseñar la doctrina del tiranicidio.

  
JUAN DE MARIANA


3. TEORÍA DE LA RAZÓN DE ESTADO

En la Europa del siglo XVI, surgieron algunos pensadores Maquiavelo, Bodino o Hobbes que sentaron las bases de los que llamaron la Teoría del Estado absoluto, cuya legitimidad se fundamentaba en la Razón de Estado. Este pensamiento estaba muy influenciado con el ambiente de la Reforma protestante. Mientras que la España austracista pasaba del Renacimiento al Barroco, prologaba la Contrarreforma con distinción clara entre Renacimiento y Barroco.

Los tratadistas españoles intentaron una formulación teórica nueva del Estado renacentista. Durante el reinado de Carlos I se rompió el populus christianus medieval, y surgió una nueva organización político-jurídica, con poder independiente, que ejerció dominio sobre un grupo humano diferenciado, y se llamó Estado absoluto, porque ejerció dominio total sobre las personas. Del Autoritarismo de los Reyes Católicos se evolucionó al Absolutismo de los Habsburgo. 

La idea imperial quedó así sustituida por los Estados modernos, sin abandonar la concepción católica, que reconocía potestad indirecta de la Iglesia, distinguiendo entre lo temporal y lo espiritual, con separación de Iglesia y Estado, y superioridad del poder espiritual en lo religioso, hasta el punto de poder deponer al Príncipe y privarle de sus bienes si realizase algo contrario a la religión.

Al surgir Nicolás Maquiavelo fue preciso replantear la potestad indirecta, en 1559. Maquiavelo había descubierto una realidad política natural, regida por leyes, que llamó Razón de Estado. Estudió el Estado como realidad natural, sin preocuparse de la fe, por lo que los españoles identificaron su doctrina con el naturalismo protestante y ateo. Surgiendo un antimaquiavelismo español que propugnaba la armonía entre razón y fe, con ideología contrarreformista; proceso que aisló a España del resto de Europa.

Este antimaquiavelismo provocó en España la erudición de una importante literatura política, barroca, alejada de la universidad, escrita en castellano, publicada en manuales, sin orden sistemático ni lógico, pero de contenido práctico: orientar al gobernante y captar y educar al lector. Fue una literatura paralela a la literatura del Arbitrismo económico, dirigida a rescatar las haciendas del Estado de su absoluta quiebra. 

Sus principales representantes fueron Andrés Mendo, Juan Marquez, Diego de Tovar y Valderrama, y Juan Orozco y Sebastián de Covarrubias. Este último fue escritor de Emblemas morales (Segovia, 1589), siendo el emblema una especie de aviso o advertencia hacer comprender las ideas. En cambio, el pensamiento de Pedro de Rivadeneyra valoraba el carácter ejemplar de los casos concretos. Su obra más importante fue Tratado de la religión y virtudes que debe tener el príncipe cristiano para gobernar y conservar sus Estados (Madrid, 1595), escrita contra lo que Nicolás Machiavelo y los políticos de su tiempo enseñan. Para Rivadeneyra el buen reinado pasaba por la aplicación de la doctrina católica, pues hay dos razones de Estado: ”una, que del Estado hace religión; otra, que de la religión hace Estado”. 

Los tratadistas españoles del siglo XVII no se preocuparon ya del origen ilegítimo del poder, sino de que se realizase un poder justo. Como hombres barrocos utilizaron el ingenio, no aprobaron el tiranicidio, y consideraban la educación como el medio para crear el tipo de hombre más adecuado a una República cristiana. Todos los nacionales debían poseer la misma religión, por lo que en la práctica apoyaron la religión como razón de Estado.


SEBASTIÁN DE COVARRUBIAS



4. TEORÍA DEL PRÍNCIPE CRISTIANO

La literatura política sobre el Príncipe Cristiano comenzó en la Edad Media con los tratados De regimene principum y los libros derivados de ellos, entre ellos el Vergel de príncipes de Rodrigo Sánchez de Arévalo y el Speculum principum de Pedro Belluga. 

En el Renacimiento proliferaron también los tratados políticos sobre la educación de príncipes y reyes, que constituyeron parte importante en las preocupaciones políticas de los erasmistas: entre los que podemos citar El espejo del príncipe cristiano de Francisco de Monzón, el De regni Regisque institutione de Sebastián Fox Morcillo y la Institución de un rey cristiano colegida principalmente de la Santa Escritura y de los Sagrados doctores de Felipe de la Torre.

También se ocuparon de este tema El príncipe de Maquiavelo y la reacción antimaquiavelista, siendo este tema clave de la Teoría del Estado de la Contrarreforma. 

Es frecuente la afirmación de que el Príncipe es el alma del pueblo, tratando también del óptimo Príncipe Política de Dios, gobierno de Cristo de Quevedo. 

El tema sigue preocupando en el Renacimiento, no ya sólo como ejemplaridad moral, sino también como técnica y arte. Fue en la imagen del Príncipe maquiavélico donde se introdujo el arte político como forma de gobernar el Estado, y en ella el Príncipe olvidaba ya su salvación personal para subordinarlo a su fin político.

Los escritores españoles consideraron que eso era una impiedad que perjudicaba al Príncipe como gobernante, y defendieron que el Príncipe debe poseer virtud como persona pública, siendo una de sus funciones hacer virtuosos a sus súbditos y a la sociedad que regían. Sabido es que subordinaban la política a la ética, surgiendo el Tacitismo sin romper con los planteamientos escolástico, tal y como siglos atrás Santo Tomás de Aquino habló del ars gubernativa. No aceptan que el Príncipe tenga que ser malo para adaptarse a la maldad del ambiente, pero tampoco predican la bondad del género humano; admiten por eso que el Príncipe debe conocer la malicia humana, armándose del arte político para vencerla. Y Francisco Garau, en El sabio instruido de la naturaleza (1677), dijo textualmente: ”El Príncipe con las armas es uno; con las artes es un Reino”.


DIEGO SAAVEDRA FAJARDO



El autor español más importante de esta idea fue Diego Saavedra Fajardo (1584-1648), natural de Algezares (Murcia), cursó jurisprudencia y cánones en Salamanca, marchó a Roma en 1606 como familiar y notario del cardenal Gaspar de Borja, embajador de España en la Corte pontificia. En julio de 1617 fue nombrado canónigo de Santiago. Hasta 1523 estuvo ocupado en los negocios de la embajada de Roma, y temporalmente en los de los virreinatos de Nápoles y Sicilia. En 1621 y 1623 asistió a los cónclaves en que fueron elegidos papas Gregorio XV y Urbano VIII, y a finales de 1623 fue nombrado procurador y solicitador real en la Corte romana. En 1633 se trasladó a Milán para recoger sus credenciales de enviado a la Corte alemana, y en 1625 se le otorgó el título de consejero de Indias. En junio de 1643 fue uno de los plenipotenciarios que negociaron en Münster el fin de la Guerra de los Treinta Años. Regresó a España en 1646, fijó su residencia en Madrid, donde murió en 1648.

El libro que más fama le dio fue Idea de un príncipe político-cristiano representada en cien empresas (Munich, 1640), pero inspirándose en los Emblemata política (1618) de Jacobo Brock Augermount escribió también Corona gótica, castellana y austriaca (Münster, 1645), República literaria (inédita), Introducción a la política y razón de estado del Rey Católico don Fernando (inédita también), y el folleto Locuras de Europa. Era antimaquiavélico, y en todas sus obras había un tono de moderación y equilibrio.

El género de las empresas tuvo gran éxito en España, en obras como Emblemas morales (1589) de Juan Orozco y Covarrubias y los Emblemas moralizados (1599) de Hernando de Soto. Por lo que Saavedra Fajardo utilizó también las empresas para tratar de la educación del Príncipe, demostrando su experiencia vivida y el carácter platónico y ejemplarizante de su pensamiento.

Las virtudes morales del Príncipe Cristiano fueron pues tema fundamental en todos los tratadistas políticos españoles del siglo XVII, que insisten en la prohibición de mentir, aunque aceptan la disimulación. También prestaron atención a la justicia, distinguiendo la conmutativa (relaciones de los ciudadanos o partes del reino) y la distributiva (relaciones entre el todo y las partes). Primando en ambas la igualdad ante la ley, y debiendo ser también el Príncipe liberal y buen administrador, imagen de Dios.


HERNANDO DE SOTO


5. TEORÍA DEL TACITISMO

En la Teoría Contrarreformista del Estado los escritores españoles citan con tanta frecuencia a Cornelio Tácito, que originaron el movimiento llamado Tacitismo.

Durante el siglo XVII, se construyó el Estado absoluto, y Maquiavelo delimitó el Estado autónomo y regido por leyes propias, ajenas a la ética, a lo que llamó razón de Estado. Pero los tratadistas españoles prefirieron a Tácito, que llegó a adquirir tal popularidad que español y tacitista fueron sinónimos en la Europa transpirinaica.

Tácito y Maquiavelo se oponían, pues mientras Maquiavelo representa el dogmatismo y la inflexibilidad estatal, Tácito utiliza el aforismo como un producto inductivo de la experiencia histórica, favorecedor de la flexibilidad y la maleabilidad; aunque unos escritores se sirvieron de Tácito para introducir maquiavelismo, otros combatieron a Tácito tanto como a Maquiavelo, y unos terceros se sirvieron de Tácito para captar la realidad política.

En realidad Tácito fue el descubridor del naturalismo político, realizando una labor política muy parecida a la de Aristóteles: poner de relieve el plano de la naturaleza como el de un orden autónomo, con leyes propias: en lo que su pensamiento tiene parentesco con el de Maquiavelo. El maquiavelismo se aprendió pues en Tácito, aunque con la religión cristiana en Maquiavelo, y la pagana en Tácito. Por eso el antimaquiavelismo hispano va unido a la condena de Tácito, sin que puedan equipararse maquiavelismo y tacitismo, pues Tácito inquiere la realidad política con la razón natural, por lo que ocupa un lugar intermedio entre Erasmo y Maquiavelo. Los antimaquiavelistas se sirvieron pues de Tácito sólo para rechazar a Maquiavelo.


JUAN LUIS VIVES



El Tacitismo fue así erasmista por racionalizar la vida y la sociedad con criterios socioempíricos, y aplicarlos a la política. Por eso Juan Luis Vives tuvo una alta valoración de Tácito, cuya lectura recomendó por su utilidad para la vida civil. El neoestoicismo supuso cierto revival de las tendencias erasmistas, y por tanto hay también cierta afinidad entre tacitismo y neoestoicismo. Justo Lipsio y Juan Antonio Martín Rizo convirtieron a Séneca en un modelo de política tacitista.

Tácito fue importante para los escritores españoles del Barroco por los siguientes motivos:
1- por atenerse al plano natural de la experiencia
2- por desarrollar con inteligencia una técnica de observación
3- por emplear con frecuencia el método inductivo
4- por usar la matización psicológica en materia política

Por eso Tácito estuvo también presente en Italia junto a Maquiavelo, cuyas obras se imprimieron en Roma en 1515, con privilegio de León X; y fue divulgado por Andrés Alciato en las ediciones de Milán (1517) y Basilea (1519), publicando también Annotationes in Tacitum y Emblemata (1531), ambas de gran repercusión en nuestros escritores. Mientras Trajano Boccalini, Scipione Ammirato y Justo Lipsio estuvieron también influidos por Tácito.

Francisco Sánchez, el Brocense, comentó a Alciato en Commentarii in Andrea Alciati (Lyon, 1573), y su discípulo Diego López en Declaración magistral sobre los Emblemas de Andrés Alciato (Nájera, 1615).


FRANCISCO SÁNCHEZ, EL BROCENSE



A principios del siglo XVII el tacitismo ya había tomado carta de naturaleza en España, como demuestra también la Doctrina política civil (1604) de Eugenio de Narbona, primera manifestación del tacitismo político en la literatura española. Antes Antonio Pérez, secretario de Felipe II, fue tacitista, y autores como Furió Ceriol, Alamos de Barrientos y Antonio de Herrera.

Juan de Salazar, en Política española (1619), describió una España providencial que perduró hasta que tomaron primacía los motivos políticos, con el movimiento tacitista. Durante la decadencia política española se siguió a Maquiavelo sin caer en el maquiavelismo, en una modernidad que no rompió con la tradición, y posibilitó la difusión del tacitismo.

Entre los tacitistas españoles más importantes de esta época se encuentran Juan Alfonso de Lancina por sus Comentarios políticos a los Anales de Cayo Cornelio Tácito (Madrid, 1687), y en Baltasar Alamos de Barrientos (1555-1640), erudito español de Medina del Campo (Valladolid), arrestado en 1590 por amigo de Antonio Pérez, casado con una descendiente de Cristóbal Colón, influido por el duque de Lerma, Antonio Pérez y el conde-duque de Olivares, autor de Tácito español ilustrado en aforismos (Madrid,1594), y coautor de Norte de Príncipes, virreyes, consejeros y embajadores, con advertencias políticas muy importantes sobre lo particular y público de una Monarquía, fundada para el gobierno de Estado y Guerra (1603), y Discurso político al rey Felipe III al comienzo de su reinado. Tacitista porque defiende la idea de que los príncipes se apoyan en los súbditos y no en las instituciones, la política es volitiva, y es partidario de una política ajena a la moral, aunque relacionada con ella, siendo el punto primario de reflexión para todo político el hombre, por lo que se impone la necesidad de una teoría política basada en la experiencia histórica.

Mateo López Bravo (2ª mitad del siglo XVI-1627) fue escritor moralista y político socialista, gobernador de la Sierra de Gata (hasta 1616), juez extraordinario de Ocaña y Vélez (1617) y juez de obras y bosques y alcalde de Casa y Corte (1623-1627), influido por los Anales de Tácito y autor de Del rey y de la razón de gobernar (Madrid, 1616), en tres volúmenes (Del rey; De la razón de gobernar y la justicia; Del arte de gobernar, o sobre la abundancia de los bienes). Es un pensador radical que critica el sistema económico y social de España desde una actitud tacitista, siguiendo la idea de racionalización que había iniciado Furió Ceriol y habían continuado Alamos Barrientos y López de Vega. Considera la justicia virtud por excelencia, y fue partidario de una clase media que constituyera la mayoría de la población, así como de un hombre nuevo, desprendido del lujo y del afán de posesión, solidario con el prójimo.



PEDRO DE RIVADENEIRA



6. TEORÍA DEL CONSEJO

La teoría de la razón de España forjada en la España del siglo XVII fue la del Consejo Real. Estadistas y tratadistas políticos basaron sus fundamentos en tres pilares:
1. las Sagradas Escrituras
2. la razón natural
3. la conveniencia práctica

Muchas fueron las alusiones que justifican la toma de consejo en las Sagradas EscriturasLa razón natural fue citada por Juan de Madariaga en su Del Senado y de su Príncipe(Valencia, 1617) y por Pedro de Rivadeneira en Tratado del príncipe. Y la conveniencia práctica es la teoría que defiende que los asuntos de Estados deben ser bien estudiados y clarificados por el rey mediante la ayuda de consejeros.

El Consejo constituye por eso una pieza esencial en la organización del poder político, aunque los tratadistas discutiesen la forma de ponerlo en práctica: elección de consejeros, número adecuado, tiempo en el cargo, etc.

En su Del Senado y de su PríncipeMadariaga llamó Senado al Consejo y lo consideró como “ayuntamiento de ciertas personas escogidas que, siendo acordadamente llamadas y convocadas, se congregan en uno con autoridad pública para tratar del bien común”. Todo Consejo debe ser minoritario y aristocrático, expresamente citado, y congregado en uno, lo que quiere decir emitido unánimamente y en común, y realizado con autoridad pública y competente.

Los tratadistas admitieron por eso que el Consejo debe ser establecido por el Príncipe y formado por aquellos que demuestren mayor sabiduría, lealtad, prudencia y libertad en la exposición de sus opiniones, debiendo ser pocos los consejeros. Además, Madariaga propuso el modo de entrada y salida del Consejo, el orden de las votaciones, el voto público o secreto, el voto de los ausentes, el secreto obligado sobre lo tratado, la posibilidad de rectificar el voto, el número de votos para el acuerdo, etc.

Respecto a la obligación del Príncipe de aceptar el consejo unos opinan que debe aceptarlo, y otros que no; siendo mayoría los que opinan que el Príncipe tiene obligación de oír al Consejo, pero quedando en libertad moral y jurídica de aceptarlo o no. Pedro de Rivadeneira, por ejemplo, fue de los que permitían la libre elección del Príncipe para aceptar los consejos.

En la Monarquía española los Consejos Reales tuvieron una gran importancia en la toma de decisión de gobierno, su número amplio, y fueron ordenados en función de su jurisdicción territorial (Consejo de Castilla, Aragón, Italia, Indias, Flandes, etc.), o según las funciones que desempeñaban (Inquisición, Guerra, Hacienda, Ordenes militares, etc.). Teniendo predominio el Consejo de Estado, presidido por el Rey.


FADRIQUE FURIÓ CERIOL


El más firme defensor de la teoría del Consejo Real como método de gobierno fue el valenciano Fadrique Furió Ceriol, quien escribió El Concejo y consejeros del Príncipe (Amberes, 1559). Fue historiador y cronista de Felipe II, considerado como humanista erasmistas por su apasionada defensa de las traducciones de la Biblia en lengua vulgar.

Su doctrina parte de la Paraclesisde Erasmo, y asegura que la verdadera teología consiste en conocer a Dios y a Cristo. Su proyecto político es pues racionalista, ofreciéndo una concepción laica del Estado. Antirracista, se mostró contrario a los estatutos de limpieza de sangre, siendo el primero que clamó en defensa de la solidaridad y de la razón durante la segunda mitad del siglo XVI. Planteó la reforma política en términos institucionales, rechazando que le Príncipe debiera establecer una organización de gobierno según Cristo. Defendió por eso la neutralización de la religión, y separó siempre lo religioso de lo político. Fue por tanto tacitista, fundando la solidaridad en la razón, libre de toda clase de prejuicios nacionales, sociales o religiosos. Anticipó pues la separación de poderes, siendo siempre partidario de racionalizar el funcionamiento del gobierno.

DETERMINISMO DE DOMINGO BÁÑEZ

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Filósofo y teólogo escolástico del siglo XVI, fraile dominico defensor del Tomismo y de la enseñanza tradicional. Pasó a la historial del pensamiento español por liderar a los dominicos en relación con la libertad acción humana y predestinación divina frente a los jesuitas de Luís de Molina, en la llamada Controversia de Auxiliis. Los dominicos de Domingo Báñez apoyaron que Dios, como ser absoluto, infinito y omnipotente, no puede tener límite en su voluntad.

DOMINGO BÁÑEZ


Natural de Valladolid, donde nació en 1528. En 1542, a los 15 años comenzó a estudiar Artes en la Universidad de Salamanca. En 1546 ingresó en el convento de San Esteban de Salamanca, centro de gran prestigio por la presencia de Francisco de Vitoria y Domingo de Soto, entre otros. Tras ingresar en la orden de los dominicos, estudió teología entre los años 1548 y 1552 con Melchor Cano y Pedro de Sotomayor.

En 1552, con 24 años de edad, comenzó a enseñar Artes en San Esteban. Entre 1555 y 1561, profesó la Teología como lector, tras lo cual recibió el grado de licenciamiento de la orden.

En 1565, fue destinado a la Universidad de Ávila, en el convento dominico de Santo Tomás. En esta ciudad conoció a Teresa de Jesús, a la que asesoraba en sus proyectos reformadores. En esta época ordenó el padre Báñez a Santa Teresa de Jesús que escribiese su Camino de Perfección, y durante toda la vida mantuvo muy cordiales relaciones con la insigne fundadora.

Durante algunos años, fue pasando por varios centros como rector: el Colegio de San Gregorio de Valladolid en 1569, el Colegio de Santo Tomás de Ávila en 1570, el Convento de San Esteban de Salamanca en 1571, y el Colegio de San Gregorio de Valladolid en 1573.

En 1576, fue sometido a una investigación por parte del tribunal de la Inquisición debido a razones disciplinares. Las sospechas inquisitoriales debilitaron el ánimo y la salud de Báñez, aunque todavía tuvo fuerzas para opositar a la cátedra de Durando. En esta occasion, Báñez triunfó sobre su oponente, convirtiéndose así en catedrático con 49 años ocupándose durante cuatro años.

En 1580, ganaba la cátedra de prima de Teología, la más prestigiosa de la Universidad de Salamanca, que profesaría hasta 1599.

Durante estos años, Báñez trabajó en la Reforma gregoriana del calendario. Además, publicaba sus obras principales, la más destacable fue una serie de comentarios escolásticos de la Suma teológica de Santo Tomás, que reunió en sus Decissiones de iure et iustitia.


De Nuevo, Báñez sufría un proceso inquisitorial, después de que fray Luis de León denunciase que algunas afirmaciones de Báñez sobre la eucaristía sabían al error de Lutero. Pero tampoco en esta ocasión Báñez resultó condenado. Y tal era su prestigio por estos años que se ganó la confianza del propio Felipe II.

DECISSIONES DE IURE ET IUSTITIA


Pasó a la historia del pensamiento español por liderar a los dominicos acerca de la libertad de acción humana en relación con la libertad y predestinación divinas frente a los jesuitas de Luís de Molina, en la llamada Polémica de Auxiliis. Los dominicos de Domingo Báñez apoyaron que Dios, como ser absoluto, infinito y omnipotente, no puede tener límite en su voluntad.

Báñez criticó la idea de concausalidad o concurso simultáneo, defendiendo un concurso divino previo y determinante que mueva físicamente a la causa segunda y la aplique al acto, a la manera de un artesano (causa primera) que mueve una herramienta (causa segunda). Báñez evitaba el fatalismo protestante afirmando la esencial libertad humana. Para Báñez, cuando Dios mueve al hombre hacia algo, necesariamente el hombre se mueve libremente hacia ello.

Molina y Báñez también entendieron de diferente modo la distinción teológica tradicional entre gracia suficiente y gracia eficaz. Para Molina la gracia suficiente puede ser eficaz o ineficaz dependiendo del libre arbitrio: si el hombre se decide a obrar de acuerdo a la gracia suficiente, ésta se convertirá en eficaz, y en caso contrario, será gracia ineficaz.

Mientras que para Báñez la gracia suficiente no es suficiente para que el hombre se convierta, sino que tan sólo inspira al hombre el recto camino. Por ello, el hombre necesita otro auxilio eficaz para su conversión. Sin embargo, aunque la gracia suficiente no sea suficiente para la conversión del hombre, el simple hecho de haberla recibido hace que el hombre sea culpable por haber permanecido en la infidelidad, aunque la gracia suficiente no baste para su conversión.

Su salud sufrió grandes quebrantos a causa de la gran contienda, por lo que Báñez se jubiló en 1599, retirándose a morir al convento de San Andrés en Medina del Campo. Allí expiraría el 22 de octubre de 1604, sin llegar a conocer si el pontífice romano en su veredicto final se habría de mostrar favorable a sus tesis o, por el contrario, a las de Molina.

El padre Báñez no gozó en su tiempo fama de escritor castizo, pero sí de poseer claro talento natural y envidiable memoria, unidos a una profunda erudición teológica y filosófica.

Ocupa lugar preeminente en la historia de la filosofía española, y entre sus escritos sobresalen:

Scholastica commentaria in lam partem angelici doctoris D. Thomae usque ad 64 quaest. (Salamanca, Venecia, Douai)

Scholastica commentaria super caeteras lae partis quaestiones (Salamanca, 1588)

Scholastica commentaria in 2am 2ae... usque ad quaest.
XLVI (Salamanca, Venecia)

Schol. comment. in 2am 2ae a quaest.
LVII ad LXXVII... (Salamanca, Venecia, Colonia y Douai)
Relectio de merito et augmento charitatis anno MDLXXXIX Salmanticae in vigilia pentecostes solemniter pronuntiata (Salamanca, 1590-1627)
Commentaria in quaestiones Aristotelis de generatione et corruptione(Salamanca, Venecia, Colonia), Institutiones minoris dialecticae e In Aristotelis dialecticam (Colonia, 1618)

Responsio ad quinque quaestiones de efficacia divinae gratiae (Roma, Libr. Angelica, man. R. 1. 9) Respuesta contra una relación compuesta por los padres de la Compañía de Jesús de Valladolid (Medina del Campo, 1602, Avila).

Algunos autores le suponen autor de un tratado de Premoción fisica, generalmente atribuido a Santo Tomás.

LIBRE ALBEDRÍO DE LUIS DE MOLINA

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Luis de Molina pasó a la historia del pensamiento español por la defensa del libre albedrío del ser humano frente al Determinismo de Domingo Bañez. Sus ideas tuvieron especial protagonismo durante la llamada Polémica de Auxiliis. Sobre esta cuestión, introdujo la noción de la ciencia intermedia, o ciencia media, aquella posterior a la anterior a la creación, llamada ciencia de simple inteligencia pero anterior a la ciencia de visión, que es plena consecución de la perfección de la creación toda, y en la cual Dios ve los entes posibles en este mundo, pero que no se actualizarán. La introducción de esta noción tuvo mucho apoyo (especialmente dentro de la Compañía de Jesús) y también muchos detractores (en especial, entre los dominicos).

También fue un defensor de la Contrarreforma católica del siglo XVI, su doctrina suele recibir el nombre de Molinismo. Se le considera miembro de la Escuela de Salamanca.
LUIS DE MOLINA


Nació en 1535, en Cuenca, donde estudió gramática y letras latinas entre 1547 y 1551. Entre 1551 y 1552 estudió Derecho en la Universidad de Salamanca. En 1552 ingresó en la Compañía de Jesús. Enviado por sus superiores a Portugal, estudió Artes y Teología en Lisboa, Coimbra y Évora. En 1561 se ordenó sacerdote. En 1563 comenzó su carrera académica enseñando Artes en Coimbra. En 1568 prosiguió la docencia universitaria en Évora. En 1584 marchó a Lisboa, donde se dedicó a la escritura hasta 1591, año en que volvió a Cuenca, ciudad en que murió en 1600.

Entre sus obras podemos destacar las siguientes:

Concordia liberi arbitrii cum gratiæ donis, diuina præscientia, prouidentia, prædestinatione, et reprobatione ad nonnullos primæ partis Diui Thomæ articulos (Concordia del libre albedrío con los dones de la gracia, la presciencia divina, la providencia, la predestinación y la reprobación en relación a algunos artículos de la Primera Parte de Santo Tomás). Publicada en Lisboa en 1588, es conocida generalmente como La Concordia.

De iustitia et iure tomi sex (Los seis libros de la justicia y el derecho)

De bello (De la guerra)


Pensamiento teológico

Molina abordó el problema de la salvación del hombre desde una perspectiva novedosa. Frente a la antropología pesimista de los protestantes, Molina afirmó la capacidad del hombre para decidir por sí mismo el destino de su vida, tanto temporal como espiritual. El hombre es capaz de realizar buenas obras y es libre a la hora de decidir si quiere condenarse o salvarse. Frente a la postura protestante, basada en la incapacidad del hombre para hacer obras buenas, la necesidad de la fe y la falta de libertad espiritual, Molina concilió la libertad del hombre y la omnipotencia de Dios. Creía que la salvación era el resultado de la cooperación entre la acción libre del hombre (el llamado “concurso humano”) con la gracia de Dios. Molina se basaba en el respeto de Dios por la libertad del hombre. Según sus planteamientos, Dios quiere que el hombre sea plenamente responsable, lo que implica una valoración del individuo, de su capacidad y su libertad.


Pensamiento político

Esta valoración positiva del hombre también tuvo consecuencias en el pensamiento político de Molina. El pensador trató con especial atención los siguientes temas: el fin de la sociedad, el poder, la ley y la guerra justa.

- El fin de la sociedad. La tradición escolástica señalaba que el fin de la sociedad era el bien temporal común. Para Molina la misión de la sociedad es ofrecer al individuo las condiciones y los medios necesarios para que pueda desarrollar sus facultades y capacidades, y lograr así la felicidad terrenal. El bien común no es la suma de los bienes particulares, sino el sistema que hace posible que cada individuo consiga su propio bien. La introducción del individualismo en el concepto del bien común supone una nueva visión de la relación entre el individuo y la sociedad; respecto a la tradicional concepción corporativa y orgánica de la sociedad, en la que el individuo había de estar al servicio de la sociedad, Molina afirmaba que el objetivo de la sociedad era mejorar la vida del individuo.

- El poder. Para conseguir el bien común es necesaria la existencia de un poder político. Molina parte de que el poder pertenece a la naturaleza de la sociedad y, por tanto, a Dios, en su calidad de creador de la naturaleza humana. Reconoce que el pecado original ha hecho más necesaria la existencia del poder de dirección de la sociedad. Como el poder no puede ser ejercido por toda la sociedad, esta acepta libremente someterse a un gobernante, es decir, le concede por pacto a una o más personas el poder directivo (escogiendo libremente la forma de gobierno). El pacto es una delegación, ya que el poder siempre pertenece a la sociedad. La visión de Molina es algo más democrática que la de Vitoria, ya que este suponía que el titular del poder asumía la totalidad del mismo, con lo que la sociedad se quedaba sin poder. Molina distingue claramente entre la potestad y el ejercicio, y esto último es lo que la sociedad entrega al gobernante.

- La ley. El centro de la filosofía política de Molina es su teoría de la ley. Para Molina la existencia humana debe regirse por el Derecho natural, por el conjunto de exigencias objetivas que proceden de la naturaleza de la persona y cuya aceptación y respeto es obligatorio. Molina apunta al concepto moderno de Derecho natural subjetivo.

- La guerra justa. En su tratado De bello, Molina aporta una novedad a la teoría de la guerra justa. Amplía la causa justa al daño cometido sin culpa del que lo produce, admitiendo, por tanto, que la guerra pueda ser considerada subjetivamente justa por ambas partes.


Pensamiento económico

Molina considera que el dinero es capaz de generar beneficios cuando se emplea en un proceso de producción. Por ello, justifica el préstamo con interés. Por otra parte, en relación con la teoría del el precio, acepta como justo el que se fija en un mercado libre y, en consecuencia, rechaza los monopolios.

ANÁLISIS ECONÓMICOS DE TOMÁS DE MERCADO

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Tomás de Mercado fue un economista de la Escuela de Salamanca y teólogo dominico, natural de Sevilla donde nació en 1523.

Marchó a México muy joven, tomando en México el hábito dominicano. Allí estudió artes y teología, fue ordenado sacerdote en 1558, se doctoró y enseñó Prima en la universidad de México, y llegó a ser prior del convento de México, regresando a España para completar sus estudios en Salamanca. Residió algún tiempo en Sevilla, donde contempló la cara española del negocio de Indias. En 1576 embarcó de nuevo hacia México, y murió en el mar regresando a México, siendo arrojado su cadáver en las aguas de San Juan de Ulúa.



TRATOS Y CONSTRATOS DE MERCADERES


Por encargo de mercaderes sevillanos publicó Tratos y contratos de mercaderes y tratantes (Salamanca, 1569), reeditada en Sevilla como Suma de tratos y contratos (Sevilla, 1571), nombre por el que fue más conocida. Es un manual de moralidad mercantil dedicado al Consulado de Mercaderes de Sevilla y en ella reflexiona sobre el interés financiero, alabando sus usos éticos frente a la restricción de la Iglesia católica, que lo consideraba usura. En sus escritos describe la teoría cuantitativa del dinero, especialmente la circulación internacional de divisas, analizando el efecto que estaba teniendo en su tiempo la importación de metales americanos en los precios de España y Europa. No solo constituye un valioso documento descriptivo sino también se puede considerar como uno de los antecedentes teóricos más interesantes y profundos de su tiempo.

Respecto a los precios, continuó con la tradición escolástica hispana del precio justo que debía estar alumbrado por la ley natural y fijado a ser posible por la autoridad pública, o por menos limitado en sus circunstancias de negociación:
“De ley natural es se venda por su justo precio, más no enseña cuál es su justo valor de cada especie de ropa; déjalo a la república que cuando le pareciere convenible, lo tase. De manera que estas leyes y potestades eclesiásticas y seglares pueden obligarnos a celebrar nuestros contratos y negocios con ciertas circunstancias y condiciones, y aún vedarnos algunos contratos que, dado sean de suyo lícitos en general, en este tiempo o en esta tierra o a esta gente no convienen. Todo lo cual se les comete a los prelados y príncipes que lo provean y declaren.”


Tomás de Mercado es uno de los escolásticos más críticos con la actividad de los banqueros que trafican con los depósitos de sus clientes, señalando que la prudencia no es una virtud suficiente para garantizar la solvencia bancaria por lo que es necesario mantener en todo momento un coeficiente de caja del 100%.

Analizó también la vida comercial y las ferias de Sevilla y Medina del Campo, el tráfico mercantil entre España y América, y el sistema de monopolios portuarios; justificando la existencia y comercio con esclavos guanches, cuyo monopolio detentaba el puerto de Málaga.

Estas fueron sus palabras:
"Ahora no hay quien no pretenda su interés y quien no cuide más de proveer su casa que la república. Así vemos que las haciendas particulares, esas van adelante, y crecen: las de la ciudad y consejo disminuyen: son mal proveídas y peor regidas, si no son ya ventas. Así dice Aristóteles, que es inevitable el deleite que el hombre recibe de ocuparse en sus negocios propios. No se puede fácilmente explicar cuánto hace el caso, para hacer una cosa con alegría considerar el hombre que es suya. Al contrario es gran tibieza la con que trata negocios comunes. De modo que perdida aquella primera caridad fue necesario que cada uno tuviese alguna parte en las temporalidades, en raíces o en muebles: para que ya no el amor universal, a lo menos el particular interés le moviese a conservarlo. De manera que creciese todos los bienes repartidos y divididos, que no pudieran dejar de venir a muy menos, si en montón (supuesto el pecado) se quedaren."
 

SUMA DE TRATOS Y CONTRATOS


Escribió también SúmulasComentarios lucidísimos al texto de Pedro Hispano (Sevilla, 1571) y Comentarios a la lógica magna de Aristóteles (Sevilla, 1571).

Aunque no es un renacentista, sí es un innovador dentro del sistema escolástico, que trata de poner en claro los conocimientos encerrados en conceptos tan oscuros que tantos y tantos dialécticos se ocuparon en llenar con alambicadas palabras.

El instrumento que tomaría para combatir tanta verborrea fue el más preciado para la escolástica, el que más tiempo de estudio tomaba en los alumnos, esto es: la dialéctica. Valorando la dialéctica para el mejor obtención de conocimiento, aquí se muestra la influencia de Pedro Hispano, quien decía en la summalae logicales:
"La dialéctica es el arte de las artes y la ciencia de las ciencias porque tiene el camino para llegar al principio de todos los métodos. En efecto, solamente la dialéctica puede discutir con probabilidad los principios de todas las artes y, por lo tanto, la dialéctica debe estar en primer término en el aprendizaje de las ciencias."

Derivado de esto, se pueden señalar tres puntos en el pensamiento de Tomás de Mercado:

1. La dialéctica es ciencia de ciencias y arte de artes, pero añade que esto es así porque se ocupa en exponer la naturaleza de la definición, de la división y de la argumentación.
2. La dialéctica es la primera de las ciencias que se aprende.
3. El estudio de la dialéctica ha de empezarse con el término.

Con tal estima hacia la dialéctica, que según Aristóteles es la lógica de las cosas probables y según los estoicos y escolásticos es igual a la lógica, decide hacer de ésta algo más inteligible, de modo que se dé un vistazo general cuando apenas se empieza su estudio, para hacerlo con más detenimiento en etapas posteriores. Para hacer esto consideraba necesario dejar las palabras oscuras y abigarradas, para escribir de modo más libre. Ya no vemos la estructura férrea en él, se puede decir que incluso es desordenado, aun cuando se trata de lógica.


MITOLOGÍA DEL DESCUBRIMIENTO DEL NUEVO MUNDO

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1. CONCEPCIÓN TRADICIONAL SOBRE EL MUNDO CONOCIDO
 
Desde la Antigüedad, cualquier persona culta sabía que la tierra era redonda, algo evidente desde el siglo IV a. C. con Aristóteles. Un siglo después, Eratóstenes calculó la media esférica, y de ahí la teoría pasó a Ptolomeo, que afinó aún más la medición. 

La Iglesia no puso en duda aquella teoría, aunque el Génesis propone una imagen plana de la Tierra según la ciencia mesopotámica, ya desde el siglo IV con san Agustín existieron autores cristianos que defendieron la tesis de la esfericidad de la tierra: Isidoro de Sevilla en sus Etimologías hacia el año 600, o Beda el Venerable a principios del siglo VIII, y después Tomás de Aquino, que completó la teoría de Aristóteles con datos de la astronomía árabe. 

En las universidades españolas y portuguesas del Renacimiento se enseñaba que la tierra es redonda y, además, se aceptaba una longitud casi igual a la actual: 40.000 kilómetros por el ecuador. 

En el siglo XII, el geógrafo musulmán El-Edrisi, consideraba al océano Atlántico como “un mar donde nadie sabe lo que hay en él, ni puede averiguarse, por las dificultades que a la navegación oponen las profundas tinieblas, la altura de las olas, la frecuencia de las enfermedades, los innumerables monstruos que lo pueblan y la violencia de sus vientos”. 

 
MARE TENEBROSUM

Era llamado Mare Tenebrosum por los cristianos y Mar de las Tinieblas por los musulmanes. Un espacio poblado de animales fantásticos y agresivos que defendían sus aguas hundiendo cuanto barco osaba penetrar en ellas: cíclopes, cinocéfalos, unípodos, hipódopos, grifos, basiliscos, ave fénix, dragones y sirenas. Más allá se encontraban las antípodas y tierras ignotas. 

Se trataba de supersticiones producto de la incapacidad de los europeos por sortear las duras condiciones de una mar muy diferente al sosegado Mediterráneo, donde la vela aseguraba el movimiento del bote y donde la visión continuada de la costa proporcionaba tranquilidad a la marinería. 

La península Ibérica siempre había sido el límite occidental para las invasiones de las civilizaciones que llegaban desde el Oriente cuyo lema podría ser el de “Non Plus Ultra” (No más allá), el cabo Fisterra era considerado como el “fin de la tierra”, donde termina la tierra y comienza un mar inexplorable y el estrecho de Gibraltar era conocido como las “columnas de Hércules”. 

El primer paso en descubrir ese mar de las Tinieblas llegó entre 1341 y 1342, cuando dos barcos de bandera portuguesa redescubrieron las islas Canarias y los archipiélagos de Madeira y las Azores.

A finales del siglo XV, España y Portugal se habían convertido en las dos grandes potencias marítimas y astronómicas de Europa. La Corona de Aragón tenía una intensa experiencia marinera por su dominio del Mediterráneo, y la Corona de Castilla mantenía rutas muy seguras en el Atlántico norte y Canarias. Portugal abrió rutas por las costas africanas, descubrió el paso del sur africano hacia Oriente por el cabo de Buena Esperanza, y llegó a la India abriendo la ruta de las especias. Hubo, por tanto, un de mentalidad sobre como había que afrontar el dominio de ese mar inexplorable, cuyos marinos deseaban llegar más allá “Plus Ultra”.

 
PORTULANO ATRIBUIDO A PAOLO DAL POZZO TOSCANELLI

2. PENSAMIENTO UTÓPICO DE CRISTÓBAL COLÓN

En ese ambiente de innovación técnica en la navegación y organización de expediciones marítimas surge la figura de Cristóbal Colón, quien llegó a Lisboa en 1476. Estuvo convencido de que navegando la esfera terrestre hacia Occidente era posible llegar a las Indias, demostrando la esfericidad de la tierra. El auténtico misterio de Colón no es donde nació, sino más bien por qué estaba tan seguro de poder llegar a las Indias. 

Cristóbal Colón poseía cierta información procedente del matemático Paolo del Pozzo Toscanelli, al servicio de la corte portuguesa. Se trataba de la correspondencia y los mapas que, en 1474, el sabio florentino había hecho llegar al rey de Portugal a través de su amigo, el canónigo lisboeta Fernando Martins. Este era una de las grandes eminencias de la época y afirmaba que el camino occidental hacia Cipango estaba salpicado de islas que facilitaban la navegación. 

Con unas medidas escritas por el sabio árabe Alfragano , Colón calculó el ecuador: 20.400 millas marinas. Pero Colón se equivocó en el cálculo, pues estaban expresadas en millas árabes (2.000 metros), unidad de medida bastante más larga que la milla latina convencional (1.480 metros) usada en Europa. Con lo que reducía las distancias a un cuarto de las reales, sustrayéndole unos 10.000 kilómetros a la circunferencia terrestre real que son 40.000 kilómetros. Y, con estos equivocados cálculos, Colón intentó llevar a la práctica su teoría. Lo que estuvo en discusión no fue la esfericidad de la tierra, sino la distancia que podía existir entre las costas occidentales de Europa y la isla de Cipango (Japón). 

Su pensamiento se vio influenciado por la Historia rerum ubique gestarum del papa Pío II y el Tractatus de Imago Mundi del cardenal francés Pierre d'Ailly, que eran como enciclopedias del saber del momento y que estudió muy detenidamente, pero también por el relato de Juan de MandevilleEl Millón de Marco Polo, clásicos del siglo XIII, cartas de Toscanelli, etc.
 
RECONSTRUCCIÓN HIPOTÉTICA EN PROPORCIÓN CILÍNDRICA
DE LA CARTA ENTREGADA POR TOSCARELLI A COLÓN


De todas ellas extrajo referencias muy concretas sobre parajes bíblicos situados en el fin del Oriente como el Paraíso Terrenal, los Jardines del Edén, Tarsis y Ofir, el reino de Saba, los montes de Sophora, la isla de las Amazonas, que pronto situaría en distintas zonas de las Indias, porque para él allí estaba el extremo de Asia. De Toscanelli recogió Colón todo lo relativo al Gran Kan de Mongolia, a la tierra firme asiática y sobre todo al Cipango (Japón), isla distante 1.500 millas del continente y famosa por su riqueza.

Todas estas informaciones de dudosa veracidad científica hicieron creer a Colón que la Tierra era un cuerpo inmóvil y esférico que ocupaba el centro del globo cósmico, que tenía forma de pera, un Ecumene habitada por los hombres y dividida en tres continentes: Europa, Asia y África, y un paraíso terrenal ubicado en el océano Atlántico. 

Pero el proyecto en la mente de Colón no pudo ponerse en práctica en la Corte de Juan II, ya que los portugueses pretendían llegar a las Indias bordeando las costas africanas, cuando en aquella época cruzar el canal de Suez y navegar por el mar Rojo era un suicidio ante el cerrojo establecido por los otomanos. La apuesta de Colón fue atravesar el Mare Tenebrosum, y llegar a Cipango (Japón) y Catay (China).
 
MAPA DE HENRICUS MARTELLUS, DE 1489


Aquella aventura en la mente del almirante se materializó en Palos de la Frontera, relevante puerto de la Corona de Castilla que hervía de iniciativas náuticas, como todo el suroeste peninsular, no sin antes vivir un periodo en el monasterio de La Rábida, centro científico con demostrada innovación náutica y cartográfica. 

En 1486, la reina Isabel I recoge de nuevo el proyecto y lo somete a una comisión de expertos en Alcalá de Henares. El veredicto es que con las medidas reales de la circunferencia terrestre, es imposible llegar en carabela, y además, es altamente costoso. 

Pero, a pesar de la opinión de los expertos, Isabel confía en el plan de Colón, y es que, aunque existían certidumbres científicas bastante asentadas, como la medida real de la tierra y la distancia entre Europa y Asia, por otro lado, existía la certidumbre práctica con un cierto éxito ante la posibilidad de que hubiesen tierras intermedias entre ambas costas que no mostraban los mapas por no ser descubiertas aún: el Nuevo Mundo. Y esa posibilidad práctica, que no técnica, fue la que motivó a los asesores de los Reyes Católicos a aceptar la aventura, frente a los dictámenes de los sabios. La voluntad política de los Católicos y la hipótesis de Colón pudo con la sabiduría científica los expertos.

El 2 de agosto de 1492, la expedición de Colón zarpó desde Palos de la Frontera. Adentrada en el Atlántico, se dieron una serie de descubrimientos relevantes: los pilotos constataron que la brújula no marca exactamente el norte, la estrella polar, sino que se desvía. Calcularon por primera vez la declinación magnética, la diferencia entre el polo norte magnético y el polo norte geográfico. Un gran hallazgo científico.

En el mar de los Sagazos, descubren una inmensa extensión de algas que cubría esa parte del océano. Llegaron a pensar que eran aguas bajas y que podían embarrancar, por ello, arrojaron una sonda y comprobaron que se trataban de aguas muy profundas. A pesar de aprovechar siempre el alisio hacia el oeste, también descubrieron que existían vientos hacia el este, de ese modo, supieron que el tornaviaje estaba garantizado.

A principios de octubre, Colón se dio cuenta que sus cálculos estaban fallando y que las islas que esperaba encontrar se habían quedado atrás. Llevaban 1.000 leguas de navegación. El día 10 de octubre, los almirantes Pinzón pusieron fecha de regreso si no encontraban tierra. La expedición hizo historia y en la noche del 12 de octubre de 1492, un sevillano vigía de la Pinta, Rodrigo de Triana, gritó "¡Tierra!", fue el primero en avistar el Nuevo Mundo.

Se trataba de la isla San Salvador perteneciente al archipiélago de las Lucayas (Bahamas). Tras hallar el archipiélago de las Antillas mayores, entre el 28 de octubre y el 5 de diciembre de 1492, las naves se movieron por la costa oriental de Cuba. Colón creyó que esta isla pertenecía a Catay, se vio mucha vegetación y frutos, pero no se vio grano de oro alguno ni noticias de la corte del Gran Khan. Y es que no fue hasta la muerte de Colón cuando se verificó que las tierras descubiertas no eran parte de Asia, sino de un nuevo continente.



 

3. HIPÓTESIS DEL PRE-DESCUBRIMIENTO

Para algunos historiadores, la razón por la cual Cristóbal Colón defendió su proyecto con gran convencimiento es que posiblemente tendría más datos de los que mostraba, y que contemplaba con cierta posibilidad un “pre-descubrimiento” de unas tierras inexploradas. 

Esta leyenda fue escrita por el cronista fray Bartolomé de Las Casas, fuente primordial, en su Historia de las habladurías y leyendas que en aquél momento había en la isla Española.

Otro cronista, Gonzalo Fernández de Oviedo también recoge la misma leyenda en su Historia General, donde afirma que el piloto, amigo íntimo de Cristóbal Colón, se resguardó en la casa de éste y allí murió, pero antes le dio información de su viaje e incluso una carta de marear en la que había señalado las tierras que había visto. 

Incluso otros cronistas como Francisco López de Gomara Garcilaso de la Vega Inca recogen los hechos después de un siglo. Este último es el único que da nombre al piloto: Alonso Sánchez de Huelva quien le daría detalles bastante ajustados sobre algunas islas y sus naturales, sobre ciertos parajes y, especialmente, acerca de las distancias. Este personaje mitológico a quien se denomina a menudo como el Navegante Desconocido o el Prenauta fue un marino portugués o castellano que, tras una tormenta, acabó recalando con sus naves en las Antillas, siendo el único superviviente. De algún modo logró regresar, y así fue como transmitió su información a Colón antes de morir. 

Algunos autores ven como una declaración por Cristóbal Colón sobre este hecho en una carta incluida en el Libro de las Profecías, en torno al 1501, en la que confesaba a los Reyes Católicos que recibió algo que le abrió el entendimiento, un “milagro evidentísimo”, refiriéndose a que era posible navegar desde Europa hasta las Indias por poniente. Posiblemente se referiría al momento en el cual conoció a aquel Prenauta que le aportó toda la información de su hallazgo durante sus frecuentes viajes a las islas Madeira, Azores y Canarias entre los años 1477 y 1482.

Ante aquella noticia, Cristóbal Colón se sintió elegido por la Providencia para descubrir aquellas tierras, y, a partir de ahí, comenzó a elaborar su proyecto, sabiendo que la mayor dificultad que iba a tener era cómo articularlo teóricamente para defenderlo ante los mayores expertos del momento: portugueses y castellanos.

DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA


Los defensores del “pre-descubrimiento” apuntan también, como evidencia de sus afirmaciones, a la llamada Capitulaciones de Santa Fe, firmada en abril de 1492 por los Reyes Católicos, y en la que se conceden grandes privilegios a Colón sobre lo que estaba por descubrir. En dicho texto se aludo a lo que Colón “ha descubierto”, literalmente, y no “lo que descubrirá”, como sería lógico. Según estudiosos, no se trataba de un error de escritura, sino la prueba de que Colón había convencido a los monarcas con evidencias de que conocía la existencia de ese Nuevo Mundo. 

Desde entonces, muchos autores son los que han pronunciado a favor o en contra de la hipótesis del pre-descubrimiento.

Los defensores de esta hipótesis siguen la línea interpretativa basada en que Hernando Colón procuró evitar que se restara protagonismo a la figura de su padre, negando cualquier pre-descubrimiento. Estos, a su vez, defienden dos tipos de hipótesis sobre el pre-descubrimientos:

La primera hipótesis cree en la leyenda del piloto desconocido, que al regresar de Guinea se vio impulsado por alguna tormenta hasta las Antillas. Tras un tiempo allí, regresó, se encontró con Colón, le informó y murió. Aportaría informaciones concretas sobre la localización de las Antillas, la ruta a seguir, las minas de oro, algunos de los puntos geográficos clave e incluso sobre ciertas señales que el pre-descubridor habría dejado en América para que pudiera comprobarse luego su veracidad. 

La segunda posibilidad contempla que no fue un piloto anónimo el informador, sino un grupo de indígenas que en un desplazamiento por las islas del Caribe hacia 1482-1483 fueron desviadas hacia el oeste en pleno océano por culpa de una tormenta, donde pudieron encontrarse con Colón e informarle.

Incluso también no hay que descartar la posibilidad de que fuera el propio Colón quien hubiera llegado previamente a América por lo que tendría conocimientos previos. No es aventurada esta hipótesis si se tiene en cuenta la rapidez del primer viaje, la seguridad con que pidió un plazo de tres días a los marineros amotinados o el recorrido insular.
Continuaron las hipótesis, especulaciones y mitos referentes a si realmente fue Colón el primer europeo en alcanzar el Nuevo Mundo. Algunos historiadores consideran que los vikingos precedieron al genovés como lo corroboran los restos hallados en el campamento L´Anse aux Meadows, en la costa noroccidental de Terranova. Incluso antes pudieron llegar los egipcios a América del sur, tal y como demostró el aventurero noruego Thor Heyerdahl en los años 70. El último nombre en unirse a esta lista ha sido Zheng He, el eunuco que, entre 1403 y 1433, exploró al frente de una flota de juncos las costas del sudeste asiático y el este de África.

A principios del siglo XVI ya se encontraban a pescadores cántabros y vascos en las costas de Terranova buscando los caladeros de ballenas y bacalaos a bordo de naves consistentes, sin saber aun cuando llegaron allí por primera vez. 

Las hipótesis más arriesgadas incluyen a los caballeros templarios, a quienes algunos atribuyen haber llegado a América. Esta información sobre las tierras del Oeste había pasado a la Orden de Cristo, sucesora del Temple en Portugal, donde el almirante pasó varios años antes de emprender su aventura y donde habría tenido conocimiento de la misma.

 

 

4. RÚPTURA DE UNA CONCEPCIÓN TRADICIONAL
 
El Descubrimiento de América, el 12 de Octubre de 1492, fue una hazaña científica y técnica que permitió traspasar unos límites oceánicos y descubrir unos territorios que, sin lugar a dudas, cambiaron la mentalidad y conocimientos científicos tanto del hombre occidental como del indígena. No es aventurado afirmar que fue el hallazgo geográfico más importante para la Humanidad.

En la costa andaluza se desarrolló una incipiente industria náutica, con perfeccionamiento de naos y carabelas, velas redondas, rectangulares y latinas, cartas de marear, sistemas de proyección, astrolabios y cuadrantes, tablas y almanaques, bitácoras, ampolletas y sondas. Se desarrolló el galeón como nave acondicionada para superar las adversidades atlánticas. Sevilla se convierte en capital portuaria para la navegación y comercio con el Nuevo Continente. 

En 1503 se creó la Casa de Contratación de Sevilla, centro de investigación y foco de ciencia, y cátedras como las de Cosmografía, Astronomía, Matemáticas, Geografía e Hidrografía. Se impulsaron expediciones científicas, se estudió el magnetismo terrestre, se perfeccionaron métodos para la determinación de longitudes y latitudes, corrientes atmosféricas y marítimas, cartografía del planeta, bibliografía sobre los nuevos países e información sobre botánica y zoología coloniales.

 
El descubrimiento de América planteó problemas sobre la naturaleza y capacidad de los indios, trato que debía dárseles, protección, legalidad moral de la Conquista, derecho de los aborígenes, etc.

El descubrimiento de América representó por tanto el derrumbe de la concepción tradicional del Mundo, y se iniciaron enigmas sobre la unidad o variedad de la especie humana, el origen y filiación de las lenguas, emigración de los pueblos, avances en la navegación, forma de la Tierra, origen de los vientos, variaciones del clima, corrientes oceánicas, flora y fauna, etc.

GRABADO DEL PUERTO DE SEVILLA (1740)


5. AVENTURA DE EL DORADO
 
Lo que verdaderamente movió a mucho conquistadores fue la ambición de riqueza. Un incentivo eterno en la historia del mundo que a ellos les llevó a lanzarse, con tanta codicia como atrevimiento, en busca de quiméricos tesoros y leyendas. Todo empezó con un rumor, pronto convertido en un clamor. Entonces el Nuevo Mundo se convirtió para muchos en la tierra del oro: Eldorado. Su búsqueda se convirtió en una obsesión, una quimera, un sueño demencial, y una ambición desmedida en el pensamiento de muchos de los colonizadores.

En 1636, el cronista Juan Rodríguez Freyle describía la ceremonia de iniciación del nuevo cacique Dorado que los indios muiscas realizaban en la laguna de Guatavita, cerca de Bogotá, de esta manera:
“Desnudaban al heredero y lo untaban con una liga pegajosa, y lo rociaban con oro en polvo, de manera que iba todo cubierto de ese metal. Metíanlo en la balsa, en la cual iba de pie, y a su alrededor depositaban un gran montón de oro y esmeraldas para que ofreciese a su dios…”

La imaginación brotaba de la mente de los colonizadores y el mito de Eldorado se convirtió en el principal aliciente para aquellos buscatesoros que en realidad fueron la mayoría de los conquistadores.

Un relato sobre lugares deslumbrantes, un pesado adorno colgado del cuello de un indígena, un brillo en el horizonte, etc., todo podía ser una pista, un indicio de lo que escondía la tierra desconocida. Aquellos aventurados eran a menudo incultos y analfabetos, se dejaban arrastrar cegados por su propia codicia de enriquecimiento, incluso al pionero, Cristóbal Colón, quien en su diario de a bordo ya mencionaba la palabra oro en varias ocasiones. En las descripciones que los cronistas hacían sobre los nativos siempre se referían primero a las joyas u objetos de valor que los adornan.

En ocasiones seguían cualquier pista remota que los indígenas les daban y que con frecuencia se trataban de mentiras improvisadas para librarse de ellos cuando antes. Incluso se inventaron lejanísimas y fantásticas ciudades rebosantes de oro, en la certeza de que así los perderían para siempre. En otras ocasiones fueron los propios españoles quienes, entusiasmados por el enriquecimiento de otros compañeros, exageraron relatos y crearon en sus mentes míticos países y tesoros. Los textos de los cronistas son elocuentes:
“Y estos caribes decían que tierra adentro estaba una provincia llamada Meta (…). Decían aquellos caribes, mostrándoles oro e plata, que no había plata; mas que hallarían mucho oro, e lo cogían en una sierra de la provincia de Meta.”
(Gonzalo Fernández de Oviedo)

 
“Noticia les dieron los indios que encontraban, de que en las tierras más delante de las suyas, en las playas y márgenes del río que llaman Barraguán y Meta, había innumerable cantidad de gente tan rica, que todo el servicio de sus casas era de oro y plata.”
(Fray Pedro Simón)

 
“Y lo que este testigo vio por sus propios ojo fue que todos los indios de aquella tierra, chicos y grandes, hombres y mujeres, traían chagualas de oro y unas paletillas de anchor de dos dedos y tres, el cual oro le parece a este testigo que tenía hasta doce o trece quilates, aunque en la color era más de veinte. Y preguntando a los dichos indios que de donde traían aquel oro, todos conformaban en decir que tierra adentro, hacía otras sierras, donde había mucha cantidad de oro.”
(Juan Rodríguez)

 
“Los indios le decían que en adelante hallarían grandes provincias asentadas en tierra llana, llenas de muchos indios que poseían grandes riquezas, porque todos andaban armados de piezas y joyas de oro.”
(Cieza de León)

BALSA MUISCA EVIDENCIA DE LAS CEREMONIAS SAGRADAS
QUE ORIGINARON LA LEYENDA DE EL DORADO

 
Pero, ¿era posible creer aquellos pensamientos? A principios del siglo XVI sí. Las referencias culturales de los europeos eran la Biblia, las fuentes grecolatinas y la literatura bajomedieval, sobre todo los viajes de Marco Polo. En ese repertorio, los relatos sobre ciudades repletas de oro eran algo común, y con aquella mentalidad, los colonizadores interpretaron el Nuevo Mundo bajo aquella percepción.

En la búsqueda del mito de Eldorado se organizaron muchas incursiones, en las que cayeron miles de hombres, aportando una enorme cantidad de datos geográficos del Nuevo Mundo. Ningún otro mito movió más a los aventureros que el de Eldorado, convirtiéndose no sólo en una leyenda eterna, sino en un concepto simbólico y semántico.

Según la versión de la leyenda que cada cual reciba, los conquistadores buscaron a un hombre (el cacique Dorado), una región (Omagua), una ciudad (Manoa), una laguna (Guatavitá, Parima), etc.

En 1530 se organizó la primera expedición en busca de Eldorado por Antonio Sadeño, gobernador de la isla Trinidad, adentrándose en el Orinoco en intentando remontar el río en varias ocasiones hasta que muere.

Muy sabiamente, los indígenas no dejaban de inventar doradas leyendas para alejar a los colonizadores. Es la treta que hicieron con Diego de Ordás, cuando en 1531 remontó el Orinoco convencido de que en su nacimiento se hallaba elPaís del Oro. Pero antes de intentarlo, Ordás consiguió escalar la cima del volcán de Popocatépetl para desde allí ver algún punto reluciente y brillante que le guiase. Durante el camino fue integrando a su hueste grupos de españoles aislados, restos de la expedición de Antonio Sadeño. El meta se terminaría llamando aquella nueva ensoñación, y todo por que un indio de los caribe que fue apresado les dijo que las montañas que bordean el río Meta había mucho de ese dorado metal.

Ordás muere en su regreso a España en busca de refuerzos, en cambio su tesorero Jerónimo Dortal siguió explorando el mismo camino hacia 1534. Envió río arriba a su lugarteniente Alonso de Herrera, que alcanzó los rápidos del río Meta en 1535, pero muere combatiendo con los indios. El propio Dortal continuó la misma ruta sin éxito.

La fabulosa tierra fue el objetivo en la mente de Gonzalo Pizarro, hermano de Francisco, en la expedición que también tenía por objetivo el País de la Canela, otra leyenda sobre un lugar rico en ésta y otras codiciadas especias, que ya estuvieron en los planes de Colón y de otros exploradores. La nutrida hueste acabaría internándose en las espesas selvas amazónicas donde, bajo furiosas lluvias, voraces ciénagas, miles de mosquitos, el acecho de reptiles y la falta de alimentos, fue mucho lo que padecieron. Muy pocos y en deplorables condiciones pudieron regresar para contar con decepción que ni habían encontrado con pista alguna de Eldorado ni habían encontrado el País de la Canela. Aunque la apreciada especia se iba encontrando, no se hallaba en abundancia, y además eran tierras pantanosas, sin alimentos e inhabitable.

MAPA DE 1562, CON LA CUENCA DEL RÍO AMAZONAS Y
LAS PROVINCIAS DE NUEVA ANDALUCÍA Y OMAGUAA


También los alemanes, a los que Carlos I había asignado parte de la actual Venezuela, cayeron en el hechizo del mito. Desde Coro había partido en 1541 el conquistador Philipp von Hutten cuando le hablaron del rico País de Omagua. La expedición sufrió penalidades y alucinaciones hasta fracasar. Hernán Jiménez de Quesada evitó que sus hombres perecieran buscando el mito de la Casa del Sol gracias a que se encontraba en territorio asignado a los alemanes. Según la leyenda, se trataba de un templo que estaba totalmente cubierto de oro y del que no tuvieron más noticias.

La expedición alemana dejó una herencia mitológica que adquirió la expedición liderada por Pedro de Ursúa en 1559, quien buscó Eldorado en la cabecera del Amazonas. Entonces surgió la figura demente de Lope de Aguirre, un loco criminal, cuya fiebre por el oro acentuó aún más su delirio. Se rebeló contra Felipe II, asesinó a su capitán Ursúa, a muchos de sus hombres, a centenares de indios y a su hija Elvira, antes de ser capturado y ejecutado.

A pesar de todo, la leyenda sobre Eldorado y sobre el País de la Canela se mantenían vivas en las codiciosas y aventuradas mentes de los colonizadores. En 1569, Gonzalo Jiménez de Quesada consiguió el título de Adelantado y aun año después emprendió una expedición en busca del “indio dorado” por la complicada selva amazónica partiendo desde Santa Fe al mando de una expedición compuesta por 300 españoles, 1.500 indios, 300 caballos y 800 animales de granja. Dos años después, a causa de las deserciones, el hambre y las luchas, sólo regresaron 64 españoles, 4 indios y 18 caballos.

Para la elaboración de toda esta leyenda fue decisivo el encuentro que Jiménez de Quesada tuvo con los indios muiscas en los Andes colombinos, donde mezclada con otros mitos, encumbró la leyenda del país del oro. Allí el español pudo contemplar el opulento ritual de coronación que el cacique local efectuó en Quito.

El primero en creerse el cuento de Jiménez de Quesada y aventurarse tras él fue Sebastián de Belalcázar. Hasta Timaná, en la actual Colombia, llegó con sus expedicionarios, donde fueron retenidos por la fiera defensa de los indígenas yalcones.

Un desastre más que no tuvo en consideración Antonio del Berrio, casado con una sobrina de Quesada, cuyos beneficios invirtió en continuar la expedición hacia Eldorado hasta en tres ocasiones por las selvas y los llanos de Venezuela. En la última de ellas, la de 1590, Berrio embarcó a sus huestes en bergantines para seguir el curso del ríoOrinoco, donde fue atacado y capturado por Walter Raleigh. El corsario inglés, conocedor del mito de Eldorado, también perdió la vida en el empeño. El hijo de Berrio, Fernando de Berrío continuó el proyecto de su padre Antonio, pero tampoco se libró de la maldición que se cernía sobre todo aquel osado que pretendía buscar esa quimera. Eldorado se convirtió en sinónimo de tragedia.

MAPA DEL SIGLO XVII,
CON EL DEORADO, EL LAGO PARIME Y LA CUENCA DEL RÍO AMAZONAS

 
La misma ensoñación de Eldorado señaló otros lugares geográficos motivando la misma nube de avaricia.

Para librarse de su hostigamiento, los indígenas de la Florida le dijeron a Pánfilo de Narváez en 1527 que las montañas de los Apalaches estaban repletas del dorado metal. Y hasta allí llevó a sus hombres en una durísima hazaña de la que sólo sobrevivieron Cabeza de Vaca y tres hombres más. No obstante, la Fiebre del Oro continuó en aquella cordillera estadounidense hasta el siglo XIX.

Cualquier cosa que se supiera creaba expectativas, y así sucedió con lo que contó Cabeza de Vaca a su llegada aCuliacán en 1536 acerca de los que había visto mientras estuvo perdido por el sudeste de los actuales Estados Unidos. El virrey de Nueva España, Antonio de Mendoza, no tardó en enviar como explorador a fray Marcos de Niza junto conEstebanico el Negro, compañero de aventuras de Cabeza de Vaca. Estos dos hombres tomaban por doradas ciudades los poblados de adobe de los indios zuñi, seguramente iluminados por el sol. Estebanico sólo encontró la muerte en la principal de estas ciudades, Cíbola.

El relato de Niza a su regreso motivó una expedición a la que se unieron muchos viejos conquistadores que, liderados por Francisco Vázquez Coronado, partieron en 1540. En poco más de dos meses llegaron a Cíbola y comprobaron que la fantasía de fray Marcos resultó ser un territorio pobre y desértico. Pero sus moradores aseguraron la existencia de siete ricas ciudades situadas más al norte, un país llamado Quivira. No dudaron en buscarlo y lo único que hallaron fue un poblado de indios pieles rojas en el actual estado de Kansas, tras haber pasado por los de Texas y Oklahoma.

MAPA DE 1635, CON LAS PROVINCIAS DE VENEZUELA Y NUEVA ANDALUCÍA


También hubo una proliferación de mitos en el sur del Nuevo Mundo descubierto, más concretamente en torno al río de la Plata. La leyenda de la Sierra de la Plata fue divulgada por unos náufragos supervivientes de la expedición de Juan Díaz de Solís, descubridor del Río de la Plata, así bautizado por las riquezas que estos hombres aseguraron haber visto en la llanura fluvial. Esta nueva quimera fue buscada de forma insistente por el vascongado Diego Martínez de Iraladesde Asunción, quien capitaneó el último intento en 1547 a través del Chaco boliviano, una funesta empresa que solo sirvió para apresar a miles de indígenas tras comprobar que todo se trataba de una farsa.

Más al sur, en tierras australes, se ubicó otra fantasía: la Ciudad de los Césares. Era un lugar que tampoco se halló y que surgió inspirado en las riquezas encontradas en el Perú, en espejismo del Imperio inca y en cuentos trasladados por los indios de un lugar a otro del continente. El nombre se debe a Francisco César, miembro de la expedición deGiovanni Caboto, quien llegó hasta los Andes y trajo noticias deslumbrantes del Cuzco. En una de esas expediciones murió Rodrigo de Cepeda y Ahumada, hermano de Santa Teresa de Jesús.

A finales del siglo XVI, los colonizadores se fueron dando cuenta que el mito de Eldorado, si existe, debía haber sido cualquiera de los lugares que han encontrado ya. Y se señaló especialmente a la laguna de Guatavitá, que habría sido el escenario de aquella legendaria ceremonia donde el cacique Dorado rendía ofrendas de oro. La locura más inverosímil que se le pudo ocurrir a algún desesperado fue intentar desecar aquella laguna para rescatar sus tesoros del fondo. Así es como en 1573 Antonio de Sepúlveda abrió un canal en un extremo de la laguna para hacer descender el nivel unos cuantos metros. Encontró una cantidad importante de oro y esmeraldas, en todo caso, no lo suficiente para compensar los gastos.

Muchos otros intentaron el mismo procedimiento, por ejemplo en el siglo XIX lo hizo una compañía alemana al mando del geógrafo y naturalista Alexander von Humboldt. También los intentaron portugueses, holandeses e ingleses. Estos últimos dirigidos por el coronel Percy Harrison Fawcett, en quien se ha inspirado Steven Spielberg para imaginar aIndiana Jones.

MAPA DE 1599, POR JODOCUS HONDIUS,
CON LOS LAGOS CASIPA Y PARIME Y LA CIUDAD DE EL DORADO


Por último, el mito de "el Dorado" se desplazó hacia las islas del océano Pacífico gracias a la Historia de los Incasescrita por Pedro Sarmiento de Gamboa. Según los incas, en el Pacífico existía una isla llena de oro y piedras preciosas llamado Ophir.

De la mítica Ophir ya habían soñado Marco Polo y Cristóbal Colón, ignotas islas de las que se aprovisionaba el rey Salomón de los metales nobles que necesitaba. Y de este pensamiento se contagió el aventurero de Álvaro de Mendañaquien en 1567 organizó una expedición de descubrió las llamadas islas Salomón por Gamboa en honor al rey judío.

En 1595, Mendaña realizó otra expedición marítima con el objetivo de encontrar Ophir. Redescubrió las salomón muriendo en ellas por enfermedad. La expedición fue continuada por su mujer, la almiranta Isabel Barreto, quien llegó a las Filipinas sin hallar nada más que enfermedades que diezmaron a la tripulación.

 
MAPA DE 1623, CON EL LAGO PARIMA Y LA CIUDAD DE EL DORADO

 
6. EL SUEÑO DEL PARAÍSO TERRENAL
 
Los viajes colombinos estuvieron influidos en parte por el mito del Paraíso Perdido, pues en el subconsciente de Cristóbal Colón predominaba la idea de que el espacio europeo estaba agotado, y había que encontrar una especie de Paraíso Perdido atravesando el Atlántico, creyendo que era el camino más corto para ir a las Indias. 

Siempre se consideró mesiánico, creía que la Tierra tenía forma de pera y situaba en su pezón el Paraíso Terrenal. En su tercer viaje creyó haber llegado al Paraíso Terrenal, una especie de protuberancia de la esfera del Globo hacia la que se había elevado, poco a poco, la superficie de los mares. La desembocadura del Orinoco le hizo pues creer que había llegado muy cerca del Paraíso Terrenal, y en carta de octubre de 1498 así se lo hizo saber a los Reyes Católicos.
 




Tiempo después, en pleno siglo XVII, el historiador Antonio de León Pinelo, en su El paraíso en el Nuevo Mundo, comentario apologético, historia natural y peregrina de las Indias Occidentales (1656), quiso demostrar la ubicación del Paraíso Terrenal en América del sur, en las márgenes del Amazonas, mezclando etnografía, mística, arqueología, leyenda y fábula, negando que el Edén hubiese estado ubicado en Mesopotamia. Para este autor, Perú fue el Pardes hebraico, y los hombres entraron en el continente Americano por el estrecho de Behring. El árbol de la ciencia del Bien y del Mal fue la granadilla, fruta de los Quixos del Perú. Y los cuatro ríos del Paraíso fueron el Fisón, el Hehón, el Hideki y el Perath, que para él fueron el río de la Plata, el Amazonas, el Magdalena y el Orinoco. Consideraba que estos cuatro ríos fueron trasladados por Dios al Viejo Mundo por venas ocultas: sustentando el Plata al Nilo, el Magdalena al Ganges, el Orinoco al Tigris y el Marañón al Eufrates.

Para León de Pinelo, el continente americano es así el paraíso por la riqueza y fertilidad del suelo y la bondad del clima. Su geografía es maravillosa y peregrina, aunque intentó ser erudito. Este autor, como tantos otros, se hacía eco de la resonancia que el eterno mito había adquirido desde el descubrimiento del Nuevo Mundo. Hijo de judío converso, se trasladó a América para buscar en ella la Tierra prometida. 



 
7. IDEA DE LA FUENTE DE LA ETERNA JUVENTUD 

Puestos a imaginar como sería aquel exuberante Nuevo Mundo aparecen en el pensamiento de muchos la idea de que podría esconder magias y milagros, como una Fuente de la Eterna Juventud. Desde muy antiguo, la idea de aguas curativas y de inmortalidad ha estado presente en leyendas, alquimias y religiones. 

PONCE DE LEÓN Y LA FUENTE DE LA ETERNA JUVENTUD


Una fuente de la vida infinita es lo que, según una fábula indígena, le contaron que había en Bimini al conquistador Ponce de León. Hacía esta isla occidental de las actuales Bahamas partió en 1512 con dos carabelas y pronto avistó tierra. Un primer intento de desembarco fue repelido y entonces dobló el cabo Cañaveral, donde intentó de nuevo el desembarco, pero igualmente encontró una resistencia infranqueable. Desalentado por estos hechos y por no encontrar la isla, Ponce regresó a Puerto Rico. 
 
El piloto Antón de Alaminos, que en este viaje había descubierto la Corriente del Golfo, prosiguió la búsqueda y dio con la isla, comprobando que el mito era falso. El sueño de la eterna juventud se había esfumado para siempre.

 
LA FUENTE DE LA JUVENTUD POR LUCAS CRANACH EL VIEJO
 

8. MITO DE LAS MUJERES AMAZONAS
 
Desde la Grecia clásica resonaba la leyenda de las mujeres guerreras y, por supuesto, renace en distintos puntos de América ya en los primeros momentos del descubrimiento. 

Cristóbal Colón, en las anotaciones correspondientes al 16 de enero de 1493, escribe sobre la isla de Martinino, al suroeste de La Española, donde había mujeres que vivían sin hombres, que en determinadas épocas del año importaban para procrear, y desechaban a los hijos que nacían varones.

Hernán Cortés, en sus cartas al rey del 14 de octubre de 1524, anota refiriéndose a una tribu de mujeres que vivían en Colima, al sur de Panamá.

En 1535, a Diego de Almagro le describieron los indios una región dominada por mujeres cuya reina se llamaba Guanomilla; y en 1536, Jerónimo de Ortal visitó a una cacica llamada Orocomay, que era “gran amiga de cristianos”, y era sólo servida por féminas y no albergaba ningún hombre en su ciudad.

Asimismo, la tropa de Gonzalo Jiménez de Quesada, cuando estaba acampada cerca del valle de Bogotá, recibió noticias sobre una tribu de amazonas cuya reina se llamaba Jarativa y su poblado era rico en oro. Quesada envió a su hermano Hernán en busca de estas tierras, pero fracasó en su misión, volviendo meses después convencido de haber estado muy cerca de su objetivo.

En 1539, Francisco de Orrellana se sumó a la expedición de Gonzalo Pizarro en busca del País de la Canela (especia muy cotizada en la Europa del siglo XVI) en el oriente ecuatorial, pero termina en otra expedición paralela descendiendo el río Amazonas con el objetivo de alcanzar las tierras de Eldorado y las de las misteriosas mujeres guerreas. Partiendo desde Perú en 1542, la expedición extremeña cruzó los Andes, construyó una selva y navegó río abajo por el Napo, el Río Negro y el Amazonas hasta su desembocadura. El primer europeo en recorrer los 4.800 kilómetros del río más caudaloso tardó siete meses en navegarlo.

Los pobladores de la región amazónica siempre han considerado al bosque como un sitio sagrado, un nexo vital entre el hombre y la naturaleza. Su belleza es leyenda y sus poderes curativos legendarios también. 

Fray Gaspar de Carvajal, que formó parte del grupo que recorrió con Francisco de Orellana el Amazonas, relata cómo en febrero de 1542, en una parada junto al río Napo, unos indios les dijeron que si iban a visitar los territorios de las Amurianos, a las que ellos llamaban “grandes señoras”, tomasen precauciones pues eran muchas y muy belicosas y los matarían. 

El 24 de junio del mismo año, la expedición sufrió el ataque de unas jóvenes desnudas que, según el relato de Carvajal: 
“son muy altas y blancas y tienen el cabello largo y entranzado, son muy membrudas, andaban desnudas y tapadas sus vergüenzas, con sus arcos y flechas en las manos…”. 
A partir de este relato es cuando, supuestamente, las referencias al gran río se hacen ya con el nombre de Amazonas.



Según otras descripciones, las guerreras tenían solo un pecho porque las bravas arqueras necesitaban apoyar el puño sujetando cerda y flecha sobre una superficie plana para disparar. Tienen su paralelismo en el mito griego que las ubicaba en Asia Menor a orillas del mar Negro, cual bellas mujeres fueron en ocasiones aliadas y enemigas de los troyanos, y de ahí se deriva el nombre de “amazonas”, originario de la palabra griega que alude a “amese-tadas”, sin pecho.” 

El pecho restante era utilizado para amamantar a sus descendientes, mayormente sus hijas, pues también según estas versiones, los hijos varones eran sacrificados. En dicha sociedad, el hombre sólo se ocupaba de procrear y, eventualmente, marchar a la guerra, siempre en la última escala jerárquica, o esclavizado. 

En otra expedición, al capitán Pedro Limpias le ofrecieron, en la actual Venezuela, dos coronas de oro que le aseguraron que eran de las amazonas. Y fue en estas mismas tierras donde los capitanes alemanes Spira Hutten tuvieron noticias de estas mujeres, que vivían en un sitio llamado Ocuarica, en el río Manna. Muy semejantes a estos relatos fue el de Ulrico Schmidl en su Viaje al río de la Plata.

Como los anteriores casos existen otras tantas menciones de estas guerreras que, casi siempre son descritas como mujeres muy fuertes y altas, de piel blanca y pelo muy largo entrelazado en la cabeza, que iban desnudas y que eran muy diestras en el manejo del arco y las flechas. Muchas y elucubradas historias sobre ellas, pero al fin el misterio tampoco fue resuelto de forma fidedigna ya que no lograron capturar a ninguna comprobar su verdadero género. 

Los historiadores que no dan pábulo a este mito consideran que aquellas tribus estaban integradas por varones de una etnia atípica, diferente al común del continente, hombres más altos y blancos que el aborigen tropical, con pechos abultados pero flácidos, miembros sexuales diminutos y el cabello muy largo y brillante, todo lo cual les otorgaba un aspecto femenino.

Tal tipología se ha llegado a estudiar, incluso, como una variante de la especie humana ligada a casos de hermafroditismo que la ciencia del siglo XXI tiende a examinar con detenimiento en busca de explicaciones sociales y culturales, involucrando a la transexualidad moderna, pero también premoderna y antigua, según quedó relevado en casos como el que se observa en las islas Indonesia, Filipinas y de Nueva Guinea.




9. SENTIDO UTÓPICO DEL DESCUBRIMIENTO

El descubrimiento del Nuevo Mundo originó una nueva disciplina utópica del pensamiento español que consistía en una exaltación renacentista de la Naturaleza y una visión utópica de los pueblos primitivos. 

Por una parte, el Renacimiento idealizó a los pueblos primitivos, por otra, el erasmismo facilitó también la descripción del indio americano como pacífico, humilde, inocente y sencillo. 

La utopía del hombre natural representaba un estado no degradado por la civilización; un hombre no corrompido por ambiciones, envidias, odios, rencores, etc.; es el estado del hombre bueno, igual a sus semejantes, no explotado por otros. Utópicamente este hombre fue el salvaje que vive en el estado de la Naturaleza. 

Cristóbal Colón fue en realidad el último hombre medieval, aunque también renacentista. En él se encuentran los temas utópicos que apasionaron a los autores renacentistas, entre los que se encuentran América como Tierra de la abundancia, y el indio como noble Salvaje. Describió siempre a América en tono hiperbólico, de acuerdo con el ideal de belleza que entusiasmaba a su época. Por eso, para todos los cronistas de Indias, América fue hermosura, bondad, ingenuidad y sencillez. 

Fue después de Colón cuando se vio en América también desiertos, mamíferos, praderas sin árboles, cordilleras y una región polar. Pero Cristóbal Colón no tuvo nunca conciencia de haber llegado a un nuevo continente, y fue a partir de la epístola Mundus Novus, publicada en 1503 por Américo Vespucio, cuando los europeos miraron a América como tierra de promisión y utopía. El descubrimiento de América influyó por eso en la Utopía (1516) de Tomás Moro, La ciudad del sol (1626) de Tomasso Campanella, y La Nueva Atlántida (1627) de Francisc Bacon. 

La Utopía de Tomás Moro es una serie de principios que deberían gobernar la sociedad, surgida como reacción crítica contra la política del Gobierno inglés. Considera a América como una tierra utópica, que espera impaciente la vieja y podrida Europa.


La exaltación de la naturaleza fue también un tema típico del Renacimiento, que se repitió con frecuencia primero a través de lo religioso, como espejo divino, y después como valoración profana y clásica. 

Arcadia es así la idealización de los pueblos primitivos y el buen Salvaje, la nostalgia de la Edad de Oro. Su género más representativo es la novela pastoril, al que pertenecen la Arcadia de Jacopo Sannazaro, Menina e Moça deBernardim Ribeiro, La Diana enamorada de Gaspar Gil Polo y Diana de Jorge de Montemayor. 

La más influyente fue la Arcadia, que desarrolló el mito de la Edad de Oro, con grandes influencias de las obras literarias de fray Antonio de Guevara. Otros literatos españoles que exaltaron la naturaleza divina fueron Antonio de Torquemada con sus Coloquios satíricos y fray Luis de León.

Pedro Mártir de Anglería cuenta en Décadas de Orbe Novo que en Cuba se le apareció “un hombre principal, octogenario, varón grave, pero que iba desnudo”, que recomienda a Diego Colón no hacer mal a nadie. Este sencillo filósofo impresionó vivamente en Europa, y fue inspiración de la exaltación del hombre natural, la valoración de la paz y la tranquilidad, la enemistad hacia la guerra; la erasmista exaltación del pacifismo y la solución negociada de todos los conflictos. Ideal que recogieron Luis Vives en su De concordia y discordia del género humano de 1529, Antonio de Guevara en su fábula de El villano del Danubio de 1528, inspirador también de El villano del Danubio de Hoz y Mota, e incluso Américo Vespucio, quien idealizó también al indio en sus cartas.

Antonio de Guevara fue el primer autor en describir la contraposición barbarie-civilización, la diferencia entre el indio salvaje y el civilizado. Lo escribió, en su fábula El villano del Danubio.

Pero es en la Brevísima relación de la destrucción de las Indias de 1552, de fray Bartolomé de las Casas, donde españoles y nativos son descritos con los caracteres más opuestos: los españoles son lobos y los indígenas son corderos. Es el concepto de barbarie-civilización aplicada al Nuevo Mundo. Las Casas impugnaba el concepto de salvaje aplicado al indio, pues gozan de plena capacidad racional.

Montaigne, admirador de Guevara, contrapuso también a españoles (ambiciosos y crueles), e indígenas americanos (nobles y felices). 

Pero fray Domingo de Betanzos dijo en 1526 que los indios “eran bestias y tenían pecados”, y hacia 1540 se arrepintió.

Fray Tomás de Ortiz escribió:
“los hombres de Tierra Firme de las Indias comen carne humana; ninguna justicia hay entre ellos, andan desnudos , no tienen amor ni vergüenza, son como asnos, abobados, insensatos; no tienen en nada matarse ni matar; no guardan verdad si no es en su provecho; son inconstantes, ingratos y amigos de novedades, précianse de borrachos, tienen vinos de diversas yerbas, frutas, raíces y grano, emborrachándose también con humo y con ciertas yerbas que los sacan de seso; son bestiales en los vicios; ninguna obediencia ni cortesía tienen mozos a viejos, ni hijos a padres; no son capaces de doctrina ni castigo; son traidores, crueles y vengativos, que nunca perdonan; inimicísimos de religión, haraganes, ladrones, mentirosos y de juicios bajos y apocados; no guardan fe ni orden, no se guardan lealtad maridos a mujeres, ni mujeres a maridos; son hechiceros, agoreros, nigrománticos; comen piojos, arañas y gusanos crudos doquiera que los hallan; no tienen arte ni maña de hombres; cuando se olvidan de las cosas de la fe que aprendieron, dicen que son aquellas cosas para Castilla, y no para ellos, y que no quieren mudar costumbres ni dioses; son sin barbas, y si algunas les nacen, se las arrancan; con los enfermos no usan piedad alguna; aunque sean vecinos y parientes, los desamparan al tiempo de la muerte o los llevan a los montes a morir con sendos pocos de pan y agua; cuanto más crecen, se hacen peores; hasta diez o doce años parece que han de salir con alguna crianza y virtud; de allí adelante se tornan como brutos animales. Nunca creó Dios tan cocida gente en vicios y bestialidades, sin mezcla de bondad y policía”. 


En la misma línea se expresa el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo, quien asegura de los indios que:
“su principal intento es comer e beber, folgar, luxuriar, idolatrar e exercer otras muchas suciedades bestiales...; el matrimonio que usaban, que los cristinos tenemos por sacramento, se puede decir en estos indios sacrilegio. Practican el pecado contra natura... Esta gente de su natural es ociosa e viciosa, de poco trabajo, melancólicos, cobardes, viles e mal inclinados, mentirosos e de poca memoria e de ninguna constancia. Muchos de ellos por su pasatiempo se mataron con ponzoña por no trabajar y otros se ahorcaron con sus propias manos”. 

 


ILUSTRACIÓN DEL LIBRO EL NUEVO Y DESCONOCIDO MUNDO.
DESCRIPCIÓN DE AMÉRICA Y DEL SUR (AMSTERDAM, 1671)


Pero son mayoría los autores y textos que defienden la bondad y racionalidad de los indios. En carta a Carlos I, de 1531, fray Juan de Zumárraga, fray Martín de Valencia y fray Luis de Fuensalida, entre otros, expusieron: 
“Es el indio gente mansa; hace más por temor que por virtud... Es menester que los españoles sean constreñidos a que los traten bien; son trabajadores, si tienen quien les mande; buenos granjeros, si han de gozar de su trabajo; son tan hábiles para los oficios, que con sólo verlos los aprenden; aplicase a ganados, y son gente descuidada. Los mayores son servidos en gran manera, reverencia y temor; mienten razonablemente, poco con quien los trata bien. Son viciosos en se emborrachar...”


Fray Toribio de Benavente, Motolinía, afirmaba:
“El que enseñó a los hombres la ciencia proveyó y dio a estos indios naturales gran ingenio y habilidad para aprender todas las ciencias, arte y oficios que les han enseñado... Tienen el entendimiento vivo, recogido y sosegado, no orgulloso y derramado.”


Por lo general los autores y misioneros que hablan bien de los indios son los que vivieron en el virreinato de Nueva España, de cultura superior a los del resto. 

El pleito entre apologistas y detractores del indio se falló en 1537, cuando fray Bernardino de Minaya viajó a Roma para asegurar que indios aprendían con facilidad las enseñanzas católicas. Según este:

“no son vocingleros, ni pendencieros; no porfiados ni inquietos; ni injuriosos, ni rencillosos, sino agradables, bien enseñados y muy obedientes a sus maestros”.


Como resultado Paulo III publicó las bulas Unigenitus Deus, en 1537, Sublimis Deus, en 1537, y Veritas Ipsa, en 1537, en las que afirma que los indios no sólo son capaces de la fe cristiana, sino que se acercaron a ella con mucho deseo. Minaya envió estas bulas a América sin pasar por el Consejo de Indias, por lo que fue reprendido por el general de los dominicos, que le prohibió volver a América. 

Muchos cronistas y eclesiásticos coinciden en que los indios son libres, y deben ser tratados como tales. Son pues mayoría los que los consideraban hombres libres, aunque admitiendo esclavitud legal para los que se resistían al proceso evangelizador. 

Francisco de Vitoria negaba que Aristóteles hubiera admitido esclavos por naturaleza, aunque sí que los débiles tienen necesidad de ser regidos y gobernados por otros; por eso sustituye el concepto de servidumbre por el de tutela. 

Juan Ginés de Sepúlveda admitió que lo imperfecto debe someterse a lo perfecto, los gobernantes son de naturaleza superior a los súbditos, y convierte la ley natural en patrimonio de una minoría, afirmando que los que exceden a los demás en prudencia e ingenio son señores, y los tardíos y perezosos siervos. Es lícito someter a los siervos por la fuerza, y como en América los españoles son superiores a los indios, deben tener soberanía sobre ellos; aunque no admite la esclavitud natural de los indios, y sí la tutela; excepto los que resistan a los españoles con violencia, que sí pueden esclavizarse. 

Las Casas no admitió la esclavitud, pues los indios eran libres, y la guerra contra ellos era injusta. No se les debía pues privar de sus principados, reinos, estados, dignidades, jurisdicciones y señoríos, debiendo ejercer los reyes de España una supremacía honorífica y pacífica, derivada de la misión evangelizadora confiada por los Papas. Los encomenderos sólo debían imponerles tributos o exigirles servicios, dentro de un trabajo humano y justo. En general todos los misioneros denunciaron los abusos de los encomenderos. 

Las Leyes Nuevas de 1542 abolieron la esclavitud, restringió las encomiendas, y prohibió que se forzara a trabajar a los indios en las pesquerías. Pero protestaron los colonos ante Carlos I, y en 1546 se volvió a un estado parecido al anterior a la promulgación de dichas Leyes.

MÍSTICA Y ASCÉTICA ESPAÑOLA

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CONCEPCIÓN DE LA MÍSTICA

La mística designa un tipo de experiencia muy difícil de alcanzar en que se llega al grado máximo de unión del alma humana a lo Sagrado durante la existencia terrenal. Se da en las religiones monoteístas (zoroastrismo, judaísmo, cristianismo, islamismo), así como en algunas politeistas (hinduismo); algo parecido también se muestra en religiones que más bien son filosofías, como el budismo, donde se identifica con un grado máximo de perfección y conocimiento.

El misticismo tuvo su máximo esplendor en el siglo XVI, años 1560-1600, tenido por filosofía por historiadores franceses como Pablo Rousselot, Henri Bergson o Jacques Chevalier, aunque tienen razón Allison Peers y cuantos opinan que el misticismo no es filosofía, aunque sea cierto que en la mística interviene la intuición, y que la mística sí presupone la teología. Por supuesto, sí existen la poesía y literatura mística. 

Conceptos místicos como la futilidad de las cosas o la ilusión del tiempo no son verdades, y aunque el misticismo tenga influencias del sufismo, de autores alemanes como Eckhart, Tauler, Ruysbroeck y Thomas de Kempis, o del Cantar de los Cantares bíblico, el misticismo sigue siendo literario, inspirado también en la Vita Christi de Eximenis o Ludolfo de Sajonia, el Flos Sanctorum de Jacobo de Vorágine, o traducciones de San Agustín y San Buenaventura.



VIDRIERA DEL CONVENTO DE SANTA TERESA

ETIMOLOGÍA DE LA PALABRA MÍSTICA

La palabra “mística” viene del griego mystikós (μυστικός), que significa “misterioso”, “enigmático”, propiamente “relativo a los misterios religiosos”; otro derivado de myein (μυεῖν) es “cerrar los ojos y quedar mudo”.

Desde los Padres de la Iglesia tuvo una significación amplia: “manifestaciones de la vida religiosa sometida a la acción extraordinaria sobrenatural de la Providencia”.

Otra definición: “Relación sobrenatural de la criatura con Dios, a la que es imposible llegar por las fuerzas naturales o por las ordinarias de la Gracia”.

Definición más descriptiva: “Misticismo es el conocimiento experimental de la presencia divina, en el que el alma tiene, como una gran realidad, un sentimiento de contacto con Dios”.

La mística es, según la doctrina teológica, un regalo extraordinario de la Gracia divina, sin embargo, el alma puede colaborar a alcanzarla mediante esfuerzos o ejercicios propios. Estos ejercicios de preparación para recibir el regalo divino de la Gracia especial constituyen la llamada ascética, del griego asketés (άσχητής), de askéo (άσχέω), que significa “me ejercito, medito, estudio”.


EL JUICIO FINAL,
SEGÚN MIGUEL ÁNGEL EN LA CAPILLA SIXTINA DEL VATICANO


DIFERENCIAS ENTRE MÍSTICA Y ASCÉTICA

Según la teología, la mística se diferencia de la ascética en que:

La ascética ejercita el espíritu humano para la perfección, a manera de una preparación para la mística, mediante dos vías o métodos, la purgativa y la iluminativa.

La mística, a la cual sólo pueden acceder unos pocos, añade a un alma perfeccionada por la gracia o por el ejercicio ascético la experiencia de la unión directa y momentánea con Dios, que sólo se consigue por la vía unitiva, mediante un tipo de experiencias denominadas visiones o éxtasis místicos, de los que son propios una plenitud y conocimiento tales que son repetidamente caracterizados como inefables por quienes acceden a ellos.

El misticismo está generalmente relacionado con la santidad, y en el caso del Cristianismo puede ir acompañado de manifestaciones físicas sobrenaturales denominadas milagros, como por ejemplo los estigmas y los discutidos fenómenos parapsicológicos de bilocación y percepción extrasensorial, entre otros.

Por extensión, mística designa además el conjunto de las obras literarias escritas sobre este tipo de experiencias espirituales, en cualquiera de las religiones que poseen escritura.

El misticismo, común a las tres grandes religiones monoteístas, pero no restringido a ellas (hubo también una mística pagana, por ejemplo), pretende salvar ese abismo que separa al hombre de la divinidad para reunificarlos y acabar con la alienación que produce una realidad considerada injusta, para traer en términos cristianos el Reino de los Cielos a la Tierra. Los mecanismos son variados:
1- la lucha meditativa y activa contra el Ego, en el caso del Budismo, o nafs como en el caso del Sufismo musulmán
2- la oración y el ascetismo en el caso del Cristianismo
3- el uso de la Cábala en las corrientes más extendidas del Judaísmo



MANDALA DEL BUDA SAKYMUNI, PINTURA TIBETANA

VÍAS PARA LA UNIÓN BEATÍFICA

Para la unión del alma con Dios se establecía el seguimiento de tres vías, procedimientos, pasos o fases, según el Tratado espiritual de las tres vías, purgativa, iluminativa y unitiva de Bernardo Fontova (Valencia, 1390-1460), cartujo en Vall de Crist; y que repetiría Juan de Palafox y Mendoza, obispo de Puebla, en Varón de deseos en que se declaran las tres vías de la vida espiritual, purgativa, iluminativa y unitiva (1642). 

1- Vía purgativa (purgatio): el alma se purifica de sus vicios y sus pecados mediante la penitencia y la oración. Las atracciones por sí mismas no tienen por qué ser malas pero sí lo es el apego o gusto que provocan en la memoria, porque la impide orientarse plenamente hacia Dios. La privación corporal y la oración son los principales medios purgativos.

2- Vía iluminativa (illuminatio): una vez purificada, el alma se ilumina al someterse total, única y completamente a la voluntad de Dios. El alma se halla ya limpia y en un desamparo y angustia interior inmensos, arrojada a lo que es por sí sola sin el contacto de Dios. El demonio tienta entonces y el alma debe soportar todo tipo de tentaciones y seguir la luz de la fe confiando en ella y sin engañarse mediante una continua introspección en busca de Dios. Pero ha de ser humilde, ya que si Dios no quiere, es imposible la unión mística, pues la decisión corresponde a Él.

3- Vía unitiva (unio): el alma se une a Dios, produciéndose el éxtasis que anula los sentidos. A este punto sólo pueden llegar los elegidos y es muy difícil describirlo con palabras porque el pobre instrumento de la lengua humana, ni siquiera en forma poética, puede describir una experiencia tan intensa: se trata de una experiencia inefable. El hecho de haber alcanzado la vía unitiva puede manifestarse con los llamados estigmas o llagas sagradas (las heridas que sufrió Cristo en la cruz), con fenómenos de levitación del santo y con episodios de bilocación (es decir, encontrarse en varios lugares al mismo tiempo). El santo, porque ya lo es al sufrir este tipo de unión, no puede describir sino sólo aproximadamente lo que le ha pasado.



SANTA TERESA DE JESÚS
PERIODOS DE LA MÍSTICA ESPAÑOLA

Pedro Sainz Rodríguez señala cuatro periodos en la historia de la mística española:

1- Período de importación e iniciación, que comprende desde los orígenes medievales hasta 1500. Se produce una recepción de la mística medieval extranjera (Ruysbroeck de Holanda, Taulero de Alemania). El cardenal y político Francisco Jiménez de Cisneros (1436-1517) fomenta la mística y ordena traducirla al español.

2- Período de asimilación (1500-1560), durante el reinado de Carlos V. Las doctrinas importadas son por primera vez expuestas en estilo “a la española” por los escritores que son precursores: Hernando de Talavera (1428-1507); Fray Alonso de Madrid (1485 – 1570): Arte para servir a Dios (1521); Fray Francisco de Osuna (1497-1540): Abecedario espiritual (1525-27), que ejerció gran influencia en Santa Teresa; Fray Bernardino de Laredo (1482-1540): Subida del Monte Sión por la vía contemplativa (1535); Fray Juan de Dueñas: Remedio de pecadores 1545); Fray Pablo de León: Guía del cielo (1555); Beato Juan de Ávila (1500-1569): Audi, filia, et vide (1557).

3- Período de plenitud y de intensa producción nacional (1560-1600), durante el reinado de Felipe II y la época de la Contrarreforma, el Iluminismo es reprimido. La mística florece sobre todo entre los carmelitas: Fray Luis de Granada (1504-1588), Fray Luis de León (1527-1591), Malón de Chaide (1530-1589), Santa Teresa de Jesús (1515-1582), San Juan de la Cruz (1542-1591), San Pedro de Alcántara (1499-1562), Fray Juan de los Ángeles (1536-1609), Francisco de Borja (1510–1572), Cristóbal de Fonseca (1550-1621), Beato Alonso de Orozco (1500-1591).

4- Período de decadencia o compilación doctrinal, prolongado hasta mediados del siglo XVII. No hay creadores místicos, sino teólogos y retóricos que se ocupan de ordenar y sistematizar las doctrinas de los místicos con aparato teológico y escolástico. Sus principales representantes son Padre Luis de la Puente (1554-1624), Fray Juan Eusebio Nieremberg (1595-1658) y el heterodoxo Miguel de Molinos (1628-1696).



ESTATUA DE SAN IGNACIO EN SU SANTUARIO DE LOYOLA

ESCUELAS DE LA MÍSTICA ESPAÑOLA

Se ha dado una división por órdenes religiosas, teniendo en cuenta que cada orden tenía una tradición determinada y una preferencia determinada por un teólogo o por otro. Una orden seguía a Santo Tomás de Aquino (1225-1274), otra a Juan Duns Escoto (1266-1308), otra a San Buenaventura (1217-1274), etc. Una favorecía más a la esfera del sentimiento religioso, otra al intelectual, otra a la influencia profana. 

Marcelino Menéndez Pelayo hizo una clasificación por escuelas según las órdenes religiosas de los místicos. En esta clasificación, cada orden religiosa posee su propia tradición teológica y doctrinal:

Ascetas dominicos: Fray Luis de Granada es su modelo a seguir.

Ascetas y místicos franciscanos: San Pedro de Alcántara, Fray Juan de los Ángeles, Fray Diego de Estella, Venerable Madre Juana de la Cruz, etc.).

Místicos carmelitas: San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús, Jerónimo Gracián, etc., con sus propios eremitorios, como el del Desierto de Bolarque.

Ascetas y místicos agustinos: Fray Luis de León, Pedro Malón de Chaide, Beato Alonso de Orozco, Cristóbal Fonseca, etc.

Ascéticos y místicos jesuitas: San Francisco de Borja, Luís de la Puente, Alonso Rodríguez, Álvarez de Paz, Juan Eusebio Nieremberg, y otros.

Clérigos seculares y laicos: Juan de Valdés y Miguel de Molinos, que son místicos heterodoxos.


Pero la clasificación según las órdenes religiosas se puede simplificar aun más en las grandes tres corrientes de la teología mística de forma más exacta:

Escuela Afectiva, en la que predomina lo sentimental sobre lo intelectual. Tiene siempre presente el Cristocentrismo o la imitación de Cristo hombre como vía por donde el cristiano puede llegar a la divinidad. Está representada por franciscanos como fray Juan de los Ángeles y agustinos como Malón de Chaide.

Escuela Intelectualista o escolástica, que busca el conocimiento de Dios mismo por la elaboración de una doctrina metafísica. Está representada por dominicos como fray Luís de Granada y jesuitas como Luís de la Puente o Juan Eusebio Nieremberg.

Escuela Ecléctica o genuinamente española, que efectúa una síntesis de lo afectivo e intelectual, de la actividad y la contemplación. Está representada por los carmelitas como Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz.



ESTATUA DE RAMON LLULL, POR MIGUEL CABOT


Helmut Hatzfeld ha elaborado una clasificación de las teorías de interpretación de la mística española muy influyente; en la que son cinco las escuelas principales:

Escuela Ahistórica, propuesta por Jean Baruzzi, en un estudio francés sobre San Juan de la Cruz: sostiene la originalidad de los místicos españoles que descubren sus símbolos decisivos independientemente de las condiciones históricas.

Escuela Sintética, cuyo teorizador principal es Gaston Etchegoyen a través de un estudio francés sobre Santa Teresa; supone que la mística española puede explicarse y entenderse como una fusión sintética de diferentes formas más antiguas, todas exclusivamente occidentales.

Escuela Secular, obra de Dámaso Alonso; según ella numerosos elementos simbólicos de los místicos españoles derivan de la poesía profana, popular o culta, sobre todo de la poesía de Garcilaso (a través de las versiones a lo divino de sus poemas que hizo Sebastián de Córdoba), el Romancero, la lírica popular y la lírica cancioneril.

Escuela Arabista, integrada por Julián Ribera y sobre todo por Miguel Asín Palacios, que contempla afinidades entre los escritos de San Juan de la Cruz y los del místico mahometano Abenarabí, de la primera mitad del siglo XIII; por otra parte, nadie ha podido negar la influencia del misticismo musulmán en el catalán Raimundo Lulio.

Escuela Germánica, que alega que el influjo mayor recibido por los místicos españoles proviene de los místicos flamencos y alemanes como Meister Eckart, o el flamenco Jan van Ruysbroeck, o Thomas de Kempis.

Hatzfeld se inclina por considerar que tanto Oriente como Occidente han contribuido a la formación del lenguaje de los místicos españoles.
MÍSTICISMO EN LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DEL SIGLO XVI

El choque de un conjunto de doctrinas filosóficas y místico-platonizantes, de ideales sociales y caballerescos, de exacerbada actividad y proselitismo en un ambiente de gran exaltación de la cultura y fe religiosas convertidas en ideal político, se plasma en la mística, síntesis de todos los rasgos humanos, sociales y artísticos del español del siglo XVI.

Después de la extraordinaria vitalidad de los cincuenta años anteriores, el alma española va a volverse hacia dentro. Incapaz, al iniciarse la crisis del humanismo, de ir más lejos en el terreno de la acción y de entrar en las vías del racionalismo moderno europeo, siente el español la necesidad de renunciar a la posesión de lo fugitivo (iniciándose así el primer rasgo del Barroco español: el desengaño ante lo fugitivo y pasajero). El español se dispone a conquistar solamente su propia alma, aceptando como única explicación intelectual de la vida la doctrina católica: “¿qué aprovecha al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma?”). Todo lo que aún le queda al español de dinamismo y voluntad combativa, lo va a aplicar a la defensa de esa doctrina con la espada y la letra. La literatura mística es la expresión máxima de este estado colectivo.

En todas las literaturas europeas la mística es un fenómeno peculiar de los siglos medios. España, en cambio, que en la Edad Media no había poseído escritos místicos (excepto la musulmana y Raimundo Lulio), crea en el Renacimiento una profunda y perfecta mística.

A España se le llama el país de los místicos, ¿con qué razón? En toda la Edad Media, España no ha tenido mística, y a partir del siglo XVII hasta nuestros días no ha producido ningún místico más (excepto para algunos las obras de Miguel de Unamuno en el siglo XX). ¿Por qué se produjo una floración mística sólo en un corto período de tiempo como el del Renacimiento?

En esta corriente literaria típica de la época de Felipe II confluyen varias tendencias renacentistas y nacionales.

La prosa religiosa, con más de 3.000 títulos, forma el sector más importante de esta época. El ascetismo y el misticismo son sus dos vertientes.

1- La ascética es el dominio de las pasiones y esfuerzo personal por alcanzar la perfección.

2- La mística es la anticipación de la unión beatífica con Dios, sólo alcanzable normalmente en la otra vida. Las prácticas ascéticas son el camino obligado para llegar a esta unión beatífica con Dios.



MONASTERIO DE EL ESCORIAL


CARACTERÍSTICAS DE LA MÍSTICA ESPAÑOLA

- Carácter ecléctico, armonizador entre tendencias extremas; un ejemplo, podemos encontrar en San Juan de la Cruz al demonio nombrado en árabe Aminadab o un mismo verso repetido al estilo de la poesía árabe.

- Predominio de lo ascético sobre lo místico.

- Gran elaboración formal: presenta un excelente estilo literario, de forma que muchas de sus obras se cuentan como obras maestras de la literatura en lengua española.

- Utilización de la creación de obras escritas como medio para expresar la religiosidad y lo que supone para sus autores la unión del alma con Dios, reservada a muy pocos elegidos.

- Carencia de tradición medieval y posible influjo semítico a través de Raimundo Lulio (1232-1316).

- Es la última de las grandes manifestaciones colectivas de la mística teológica cristiana.



LA TENTACIÓN DE SAN JUAN, POR EUGENIO SALVADOR DALÍ


La calidad literaria y los valores estéticos son primordiales en la mística española. Así como la claridad y el sentido popular de la inmensa mayoría de sus producciones. El misticismo español, nacido en ambiente favorable, no es como el misticismo de las filosofías decadentes (pitagórico o alejandrino) exotérico y misterioso, sino que aspira a influir en la educación moral del pueblo. Por eso utilizan los místicos el lenguaje vulgar, y una de las grandes cualidades literarias del misticismo es que refleja el idioma culto y lleno de vigor del pueblo castellano del siglo XVI.

En el pueblo individualista de los aventureros conquistadores y de las libertades regionales, nacen los místicos que afirman la personalidad humana y sostienen el libre albedrío; el pueblo de la filosofía de Séneca produce unos místicos moralistas y activistas; el pueblo que engendra la gran literatura realista del siglo XVII lleva esta mis técnica artística a las metáforas de los místicos; el pueblo en el que imperan el conceptismo y todo el casuismo teológico de los manuales de la confesión y de las leyes del honor es el que produce unos místicos con gran finura psicológica. 

El español reconquistador vivió siglos de activismo y acción intensas por la conquista del ideal religioso de la unidad nacional. Una vez llevada a cabo la Reconquista, este espíritu combativo y aventurero se vuelca en la conquista de América. Tras los primeros cincuenta años de activismo imperial, surge la mística en el momento de iniciarse la crisis del humanismo intimista. El humanismo muestra la imposibilidad de ir más lejos en el terreno de la acción. El español no quiere entrar en las vías del racionalismo moderno, viendo al mismo tiempo que los ideales imperiales se van terminando y la época gloriosa tiene sus límites expansivos. 

Se comienza a ver que no es posible mantener un imperio tan enorme; esto llevo al español a sentir las cosas de este mundo como pasajeras. Así comienza el espíritu barroco con la sensación de “desengaño”. Desengaño ante las glorias de este mundo, pasajeras y fugitivas.

El español de la época de la mística va a emplear el espíritu de voluntad combativa, propio de reconquistador y del conquistador, en la salvación de los valores perennes, la salvación de su alma (“¿qué aprovecha al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma?”).

En el ambiente de un pueblo individualista de aventureros conquistadores y de libertades regionales, nace una mística que afirma la personalidad humana y defiende el libre albedrío. La España de Séneca produce una mística moralista y activista. La mística española revela la gran finura psicológica que encontraremos más tarde en la casuística teológica del siglo XVII.

“Frente a la ascética, es la mística breve y transitoria en España. La ascética sí posee una ininterrumpida tradición nacional desde Séneca y su estoicismo. De ahí el carácter “moralista” de la literatura religiosa española, “concordando así con la índole de nuestra filosofía nacional, en la que predomina la ética (personalista) sobre la metafísica.”
(Américo Castro)

“El misticismo abstracto no es típicamente español, éste es siempre más psicológico que ontológico, más experimental que doctrinal, es motor y raíz de la acción.”
(Sainz Rodríguez)


PRINCIPALES AUTORES MÍSTICOS ESPAÑOLES

La mística española cuenta con figuras señeras en el Siglo de Oro y sobre todo en Castilla, como Bernardino de LaredoFrancisco de OsunaSanta Teresa de Jesús compuso importantes obras místicas en prosa, como Las moradas y Camino de perfección; a San Juan de Ávila se le debe tal vez el famoso soneto místico No me mueve mi Dios para quererte, y San Juan de la Cruz compuso con sus experiencias místicas unos poemas que son quizá la cumbre de la lírica española de todos los tiempos, el Cántico espiritual y la Noche oscura del alma, comentados por él mismo en prosa, entre otros varios poemas no menos importantes.

Destacan también otros místicos, como Santo Tomás de VillanuevaSan Juan Bautista de la ConcepciónCristóbal de Fonseca, el beato Alonso de Orozco, fray Pedro Malón de Chaide, fray Luis de Granada o fray Juan de los Ángeles.

En el País Vasco destaca la figura de San Ignacio de Loyola. En Mallorca fue importante en la Edad Media Ramón Llull, también conocido como Raimundo Lulio, cuyo Libro del amigo y el amado es el principal testimonio de la literatura mística en catalán. Tras el Siglo de Oro, la mística española entró en decadencia.



SAN JUAN DE ÁVILA, POR PIERRE SUBLEYRAS


INICIOS DE LA MÍSTICA ESPAÑOLA

Existen los precedentes medievales de Raimundo Lulio, que marca fuertemente la tradición española con el contacto de la cultura árabe y la mística sufí, y con la tradición semítica de la Cábala (en España se compiló su libro más importante, el Zohar, y muchos escritores sefardíes emigrados ampliaron las enseñanzas cabalísticas, como por ejemplo Moisés Cordovero o Isaac Luria). Se trata, además, cronológicamente, de una de las últimas místicas aparecidas y en cierto modo representa la culminación de la tradición mística cristiana.

Escritos como los Discursos de la paciencia cristiana de fray Hernando de Zárate (1428-1507), Vergel de oración Monte de contemplación de Alonso de Orozco (1500-1591), el Abecedario espiritual de Francisco de Osuna (1497-1541), Subida al Monte Sión de Bernardino de Laredo (1482-1540), Tratado de la oración y meditación de San Pedro de Alcántara (1499-1562), Arte para servir a Dios de fray Alonso de Madrid, los Ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola (1491-1556) o Audi, filia de Juan de Ávila (1500-1569) siguen siendo literatura más o menos mística, y a lo sumo podemos considerar filosófico el quietismo de Miguel Molinos.

Las Moradas de Santa Teresa (1515-1582) se estudian en literatura, al igual que el Cántico espiritual, Noche oscura del alma, Llama de amor viva Subida al monte Carmelo de San Juan de la Cruz (1542-1591).

Pedro Malón de Chaide (1530-1589), Diego de Estella (1524-1578), fray Juan de los Ángeles (1536-1609), fray Luis de León o fray Luis de Granada son más filosóficos, ascéticos y más o menos místicos.



SAN JUAN DE LA CRUZ


CULMINACIÓN DE LA MÍSTICA ESPAÑOLA

La mística española se desarrolló principalmente en Castilla, Andalucía y Cataluña. Brota fuertemente en el siglo XVI a causa de la tensión existente con el Protestantismo.

La culminación de la mística española comprende el período llamado aportación y producción nacional, entre 1560 y 1600, y pertenecen a este período San Juan de la CruzSanta Teresa de JesúsPedro Malón de Chaide, fray Juan de los Angeles Diego de Estella; siendo místicos propiamente dichos fray Juan de los AngelesSanta Teresa de Jesús San Juan de la Cruz, y ascéticos Pedro Malón de Chaide Diego de Estella.

San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús son descendientes de judíos conversos. Psicologista y experimental Santa Teresa, doctrinal y teológico San Juan de la Cruz.


San Juan de la Cruz (1542-1591) nació en Fontiveros (Ávila), y su nombre era Juan de Yepes. Vivió en Medina del Campo (Valladolid), donde aprendió varios oficios, y fue recadero en el hospital de los pobres. En 1563 tomó el hábito carmelita, con el nombre de Juan de Santo Matía. Después se matriculó en la universidad de Salamanca, donde estudió y fue catedrático fray Luis de León. Fue ordenado sacerdote en 1567, y Santa Teresa de Jesús le asoció a sus tareas reformadoras, evitando que se hiciera cartujo. Estuvo en Duruelo, donde fundó un convento. En Pastrana organizó el noviciado de la Orden carmelita, y perfeccionó sus estudios en Alcalá de Henares (Madrid).

En 1572 fue confesor del convento de la Encarnación de Ávila, del que Santa Teresa de Jesús era priora, y en 1577 fue detenido y llevado al convento de los Descalzos de Toledo, del que se fugó a los ocho meses, escapándose por una ventanilla. Fue después fraile en el convento del Calvario, en Villanueva del Arzobispo, fundó el convento carmelita de Baeza, viajó por Castilla, asistió en Granada a la fundación del convento de los Descalzos, y en esta ciudad escribió Noche oscura y Llama de amor viva, continuando el Cántico y La subida al monte Carmelo.

En 1588 fundó un nuevo convento en Segovia, y regresó después a Andalucía, incorporándose en 1591, ya enfermo, al convento de Úbeda, en el que murió el 14 de diciembre de 1591.

Su obra literaria es fundamentalmente poética, pero escribió también comentarios en prosa, siendo sus principales poemas Noche oscuraLlama de amor viva Cántico espiritual. Fue influido por la tradición mística y el ambiente erasmista de su época, así como por la Biblia. Aranguren le llamó “el místico más escolástico de todos los tiempos”.

Consideró contrarios el apego a Dios y a las criaturas, por lo que negó apetitos, concupiscencias, deseos y cuanto provenía de la voluntad, siendo adicto a purgaciones, influido por el misticismo oriental. En la Subida al Monte Carmelo aparecen las tres virtudes teologales, -fe, esperanza y caridad-, influido ahora por San Agustín, por lo que relaciona las virtudes teologales con la memoria, el entendimiento y la voluntad. San Juan de la Cruz ofrece una elaboración detallada de su conocimiento divino, con especial referencia al intelectivo directo y al simbolismo.



MURALLAS DE ÁVILA,
CIUDAD NATAL DE SAN JUAN DE LA CRUZ Y SANTA TERESA DE LA CRUZ


Santa Teresa de Jesús (1515-1582). Teresa de Ahumada de nombre, nació en Ávila, hija de don Alfonso Sánchez de Cepeda y doña Beatriz Dávila y Ahumada. Su misticismo infantil se manifiesta en su deseo de haberse escapado con su hermano para convertir y evangelizar moros, con ansia de que los descabezasen, para así ganar el cielo. Ya de niña leía vidas de santos, y jugaba a hacer ermitas y monasterios.

En la adolescencia se entregó a la lectura de libros de caballerías, y a una cierta coquetería, pero muy pronto volvió a la lectura de libros piadosos, ingresando en el convento carmelita de la Encarnación en 1534. Sufrió graves enfermedades toda su vida.

En 1562 fundó el convento de San José, en Ávila, de carmelitas reforzados, y en 1568, en Duruelo, el primero de carmelitas descalzos. Otras de sus fundaciones fueron los conventos carmelitas de Medina del Campo, Salamanca, Alba de Tormes, Segovia, Beas, Sevilla, Palencia y Soria.

En 1567 conoció personalmente a San Juan de la Cruz, convenciéndole de que no se hiciera cartujo, y le ayudara en la reforma carmelita.

En 1571 fue nombrada priora del convento de la Encarnación, y en 1575 comenzó su persecución inquisitorial, por denuncia de El libro de la vida, siendo procesada en Sevilla en 1578, y saliendo libre de todos los cargos. Murió en Alba de Tormes el 4 de octubre de 1582.

Su obra literaria es producto de las circunstancias y de los encargos de sus directores espirituales y hermanas de religión. Sus obras principales son El libro de la vidaCamino de perfección Las moradas Castillo interior; pero escribió también Meditaciones sobre los CantaresCuentas de concienciaExclamacionesVisitas de descalzasConstituciones, poesías, avisos y un gran epistolario. Aportó a la mística su clasificación de los grados de oración. En la Morada sexta tiene lugar el desposorio espiritual, y en la séptima el matrimonio espiritual. Defendió enérgicamente la Humanidad de Cristo, y el doctor Nóvoa Santos afirma que el primer trance de la transverberación coincidió con una crisis de angor pectoral, que la ocasionó histerismo.

"Vivo sin vivir en mí
y tan alta vida espero
que muero porque no muero."
(Tema de atribución discutida, usado por Santa Teresa de Jesús y con alguna variación por San Juan de la Cruz.)


Pedro Malón de Chaide (1530-1589) nació en Cascante (Navarra), y murió en Barcelona. Fue agustino, autor de La conversión de la Magdalena.

Diego de Estella (1524-1578) escribió Meditaciones devotísimas del amor de Dios (1578).

Fray Juan de los Angeles (1536-1609) nació en Oropesa (Toledo), y murió en Madrid. Sus obras principales son Diálogos de la conquista del espiritual y secreto reino de Dios (1595) y Triunfo del amor de Dios (1590).

Fray Luis de Granada, autor de Introducción al Símbolo de la fe (1583), y a fray Luis de León, autor de Los nombres de Cristo.


RAZONEZ PARA EL AUGE DE LA MÍSTICA DURANTE EL REINADO DE FELIPE II

Razones Religiosas

1- El comienzo de la literatura mística en España coincide la terminación de la Reconquista contra árabes y judíos en el 1492. La tensión espiritualista de la lucha contra los protestantes remueve el fermento semítico, acumulado durante siglos de estrecha convivencia con los árabes. Eso explicaría su esencial carácter medieval y lo tardío de su florecimiento. La Reconquista había tenido el carácter religioso de cruzada en defensa del Cristianismo. Al terminar la empresa reconquistadora y llevada a cabo la conquista del Nuevo Mundo, quedaba un vacío que fue llenado con la mística.

2- La mezcla de espíritu caballeresco-religioso de la Reconquista favoreció la corriente literaria de la mística durante el reinado de Felipe II.

3- Al comienzo de la Edad Moderna se estableció un contacto con los países germánicos que habían tenido una larga tradición mística durante la Edad Media.

4- La mística del siglo XVI es la vía de escape, dentro de la religiosidad ortodoxa, del espíritu intimista del erasmismo y del individualismo renacentista, reprimido tras el Concilio de Trento (1545-1563) y la Contrarreforma (1560-1600).

5- El estado de corrupción de la Iglesia al finalizar la Edad Media provoca la reforma del Cardenal Cisneros (1436-1517). Las costumbres de la Iglesia dan un cambio radical, lo que provoca la proliferación de una literatura ascética.



LOS VALORES DEL CABALLERO CRISTIANO HISPÁNICO
FUERON DETERMINANTES EN LA MÍSTICA


Razones Profanas

1- Difusión de las teorías neoplatónicas sobre el amor, el ideal del Cortesano y la exaltación de los libros de caballerías.

2- El neoplatonismo penetra en España con los Diálogos de amor del judío español León Hebreo (1460-1520). Sus teorías sobre el amor influyen en los poetas italianos.

3- El ideal del perfecto caballero cortesano: El Cortesano (1528) de Baltasar de Castiglione (1478-1529) introduce el código de la cortesía del galán y caballero. Los hombres se someten a torturas de adelgazamiento. Esta obra juega el mismo papel que jugó Emilio o De la educación (1762), de Rousseau, en el siglo XVIII.

4- Libros de caballerías: “El ambiente de exaltación religiosa, mezclado con la galantería neoplatónica y el espíritu caballeresco y emprendedor del Reconquistador de antaño, produjo en España una especie de "caballero católico", galante y guerrero. Sus rasgos de carácter coinciden con los típicos del activismo, de la energía y sobrevaloración del valor y de la voluntad de nuestra raza” (Américo Castro).

5- Es característico de esta época el santo que en su juventud fue un galán, caballero y guerrero, y a partir de sus años maduros se hace sacerdote y termina subiendo a los altares canonizado por la Iglesia: San Ignacio de Loyola, San Francisco Javier, etc.


POSIBLES INFLUJOS SOBRE LA MÍSTICA ESPAÑOLA


Teoría ahistórica: La teoría de Jean Baruzi sostiene la originalidad de los místicos españoles que descubren sus símbolos personales independientemente de otros. Así la Noche oscura del Alma de San Juan de la Cruz es su gran creación personal. “La mística es una filosofía popular que dio a la raza española el alimento espiritual para muchas generaciones”.

Teoría sintética: Para Gastón Etchegoyen, la mística española es fruto de una fusión sintética de formas más antiguas. Las metáforas de Santa Teresa son síntesis de metáforas latinas o de escritores que ella conocía. Etchegoyen no distingue entre símbolos esenciales y adornos accesorios.

Teoría secular: Dámaso Alonso se basa en la tradición española de tratar “a lo divino” temas profanos. Así los símbolos de los místicos españoles se derivan de la poesía profana y secular, popular o culta. Dámaso Alonso estudia las deudas de San Juan de la Cruz con la poesía de Garcilaso de la Vega, con el romancero y con los cancioneros populares.

Teoría arabista: Miguel Asín Palacios resalta el influjo de la mística arábigo-española sobre los místicos del Siglo de Oro. Así ve afinidades entre San Juan de la Cruz y el místico mahometano Abenarabí, natural de Murcia, que floreció en la primera mitad del siglo XIII. Pero no prueba Asín Palacios cómo llegó San Juan de la Cruz a estos escritos. Está probada la influencia árabe en los escritos del filósofo y místico Raimundo Lulio, cuyos libros tuvieron difusión por toda Castilla en el Renacimiento. Felipe II se interesó por adquirir las obras del gran mallorquín para el Escorial. Más probable es que la influencia de Lulio fuera a través de la mística franciscana a la que se habían incorporado tales doctrinas.

Teoría germánica: Esta teoría sostiene el influjo de los místicos alemanes Eckart, Taulero, Suso, el flamenco Ruysbroeck, Gerson, y Tomás de Kempis. Según esta teoría, estos místicos representan la tradición medieval que muestra la doble vertiente: intelectualista o racional (Santo Tomás de Aquino) y la puramente mística con predominio del sentimiento amoroso (escuela franciscana).

“La mística es una filosofía popular que dio a la raza española
el alimento espiritual para muchas generaciones”
(San Juan de la Cruz)


La mística del Siglo de Oro es la expresión definitiva de la expresión mística cristiana y se enlaza directamente con los místicos medievales y con la tradición patrística, aunque otras corrientes de pensamiento (neoplatonismo, corrientes renacentistas, etc.) hayan influido directamente en ella.

Según Hatzfeld, Oriente y Occidente ha contribuido a la formación de los místicos españoles, como ha sido el caso de casi todos los fenómenos de la civilización española. Ambas influencias se pueden concretar en dos autores místicos, a quienes conocían realmente los españoles: Raimundo Lulio y Juan van Ruysbroeck; sin hacer falta buscar fuentes más remotas como las de Eckart o Ibn Arabí.

Pero frente a estas teorías hay que decir que la determinación de las fuentes de la mística española no explica el fenómeno de su aparición histórica. No es resultado de corriente imitativa ni recepcionista de otras corrientes.

Como señala el hispanista Otis H. Green, los primeros místicos españoles, Bernardino de Laredo, San Pedro de Alcántara, etc. fueron los más originales y los más espontáneos, los que vinieron luego utilizaron ya toda la literatura de que disponían no para inspirarse o para expresarse, sino para buscar autoridad o confirmación ortodoxa en sus vivencias. Sólo en el cuarto período de compilación aparecen los doctrinarios.



SAN FRANCISCO DE JAVIER Y SAN IGNACIO DE LOYOLA


MÍSTICA Y ASCÉTICA EN LA LITERATURA ESPAÑOLA

La mística española es un producto tardío, cuando en otras naciones es medieval. En España la mística es transitoria y breve, mientras que la ascética posee una ininterrumpida tradición nacional, que para algunos autores se remonta ya al estoicismo del filósofo romano Lucio Anneo Séneca (4 a.C.-65 d.C.), natural de Córdoba.

El predominio de la ética personalista frente a la metafísica dio a la literatura religiosa un carácter moralista. El misticismo abstracto de un Meister Eckhart (1260-1328) no es español, el español es más psicológico que ontológico, más experimental que doctrinal, es motor de la acción.

Para expresar sus estados inefables, los místicos crearon una nueva expresión figurada, conceptual a veces, y a veces realista. Muchas metáforas de la lengua literaria moderna proceden de Santa Teresa o de otros místicos, y pasaron luego a otras lenguas.

En la mística recibe el español clásico su forma definitiva, fundiendo lo vivo de la lengua hablada popular con lo culto del latinismo renacentista y lo poético del estilo bíblico.

De la lengua de los místicos nace uno de los caracteres primordiales del barroco literario: la tendencia a extremar la expresión de lo real mediante símbolos espirituales y lo simbólico espiritual por medio de imágenes reales. El Barroco del siglo XVII será la exageración de este estilo, que en los místicos se mantenía dentro de un equilibrio humanístico: "noche oscura; muero porque no muero; gozosa pena; música callada..."

Las dos figuras supremas de la mística española son Santa Teresa de Jesús (1515-1582) y San Juan de la Cruz (1542-1591). Ambos representan la cima dentro de la mística española. Su aparición fue preparada por los ascetas de tendencia mística de otras órdenes religiosas: Pedro de Alcántara, Bernardino de Laredo, Francisco de Osuna y Fray Luis de Granada.

Común a estos místicos es la combinación entre la elevada vida contemplativa, por un lado, y la dinámica vida de acción, por otro. Todos caminaron entre las cosas ce Dios y las de la tierra, así pueden unificar en sus vidas y en sus escritos las opuestas corrientes de la mística especulativa y la mística empírica, lo ideal y lo real.

TEORÍA DEL TIRANICIDIO POR JUAN DE MARIANA

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El teólogo e historiador Juan de Mariana constituye un ejemplo representativo de los pensadores de la Compañía de Jesús del siglo XVI; iusnaturalista, antimaquivelista y defensor de la Contrarreforma católica.

Natural de Talavera de la Reina (Toledo), donde nació en 1536. Estudió Artes y Teología en Alcalá de Henares, en una atmósfera saturada de Humanismo. Allí tuvo como maestro de noviciado a San Francisco de Borja. Profesó en la Compañía de Jesús en 1554 en Simancas. Acabó su formación sacerdotal en el colegio jesuita de Roma, donde a partir de 1561 fue uno de sus mejores profesores, contando entre sus alumnos al futuro cardenal Belarmino, que sería protector de Francisco Suárez.

Luego fue enviado como profesor a Palermo en Sicilia y después a París, donde recibió el grado de doctor y permaneció cinco años enseñando Teología sobre todo en la Saint Barthélemy; después estuvo un tiempo en Flandes.

Tras caer enfermo a consecuencia de sus intensas actividades como catedrático regresó a Toledo en 1574, en cuyo semirretiro se consagró a la redacción de sus libros. En 1578 recibió el encargo de informar sobre la presunta heterodoxia de la Biblia políglota cuya edición dirigía en Amberes Benito Arias Montano, en particular en la versión siríaca del Nuevo Testamento; su informe, que le llevó dos años de estudio, fue favorable. Esto le valió tal reputación que desde entonces se le encomendaron otros trabajos parecidos e igual de delicados, como la supervisión del Manual para la administración de los sacramentos, la reelaboración de las Actas de los concilios diocesanos de Toledo de 1582 y la redacción del Índice expurgatorio de 1584.


JUAN DE MARIANA


Fue un auténtico polígrafo, ya que mientras realizaba estos encargos y una edición de las Obras del polígrafo visigodo Isidoro de Sevilla, se puso a redactar una monumental historia de España en treinta libros, que comenzó a aparecer en Toledo en 1592 con el título de Historiae de rebus Hispaniae Libri XXX, cuya edición ampliada se editó en Maguncia en 1605. Entre tanto se imprimió en Toledo su propia traducción al castellano con el título Historia general de España (1601). La obra abarca hasta la muerte de Fernando el Católico, porque según sus palabras "No me atreví a pasar más adelante y relatar las cosas más modernas, por no lastimar a algunos si decía la verdad, ni faltar al deber si la disimulaba".

La muerte le sorprendió cuando trabajaba en unos Escolios al Antiguo y Nuevo Testamento, obra de exégesis bíblica que se fundaba en el texto de la Vulgata.

Su obra más famosa, De rege et regis institutione (El rey y la formación del rey), especialmente célebre por su defensa del tiranicidio y porque fue quemado como subversivo por el Parlamento de París en 1610, tras el asesinato de Enrique IV de Francia. También es destacable su De monetae mutatione, que también le supuso problemas, ya que denunciaba fraudes en los pesos de las monedas.



ESTATUA DE JUAN DE MARIANA


Pensamiento político en De rege et regis institutione

De rege et regis institutione, editado en Toledo en 1599, es una obra de inspiración y estilo erasmista, en la que Mariana presenta planteamientos antimaquiavélicos y antiprotestantes. Está muy influenciado por el pensamiento de Pedro de Rivadeneyra y su obra Princeps christianus adversus Nicholaus Machiavelum, editada cuatro años antes, en 1595.

Tiene tres partes:

- la primera, la más importante, estudia los principios filosóficos del Estado: la sociabilidad del hombre, el poder político, las formas de gobierno, el tiranicidio o la sumisión del rey a la comunidad.

- la segunda está dedicada a la educación del príncipe, siguiendo de cerca las teorías de Erasmo de Rotterdam en su Enchiridion. Propone como máximo valor de un monarca la virtud cardinal de la prudencia, en su sentido aristotélico y sobre todo ha de impedir que los impuestos asfixien a las clases productoras del país. Inspirándose en Santo Tomás de Aquino, justifica como éste la revolución y la ejecución de un rey por el pueblo si es un tirano.

- la tercera trata sobre la organización del Estado: la administración pública, las magistraturas, el ejército o las finanzas.


Se puede decir que fue una figura de la Tradición clásica hispánica, que en aquella época se oponía al Protestantismo y siglos más tarde se opondría al Liberalismo. Su ideal de Ley y Religión lo expone de manera clara y contundente:

"Si cada príncipe en su reino dejase a su arbitrio o al de sus súbditos lo que debe sentirse y pensarse en materias religiosas, ¿cómo podría alcanzarse que hubiese armonía y unidad entre todas las naciones, de modo que no pensasen indistintamente el alemán y el español sobre Dios y la inmortalidad del alma? ¿Cómo podría alcanzarse que fuese uno mismo el parecer del francés y del italiano, y del siciliano y del inglés, uno mismo el pensamiento y unas mismas sus palabras? ¿No había de suceder en breve que fuesen tantas las opiniones religiosas esparcidas por el mundo, tan diversos los ritos sagrados, tan varía la forma de la organización eclesiástica como varios y diversos son los juicios de los hombres? Por esto se reconoció la necesidad de establecer una sola cabeza, a quien estuviesen confiadas la organización de la Iglesia, la conservación de las antiguas ceremonias y la defensa de las leyes, cabeza a la cual obedeciesen todos los príncipes de la tierra y respetasen todos."
(Año 1599)



DE REGE ET REGIS INSTITUTIONE


Esta obra fue quemado en 1610 como subversivo por el parlamento de París tras el asesinato de Enrique IV de Francia, supuestamente porque había dado legitimidad al tiranicidio, ya que su doctrina fue relacionada con el anterior asesinato de Enrique III de Francia por fray Jacobo Clemente en 1589; si bien Ravaillac, el asesino del rey francés Enrique IV de Francia, declaró no conocer el libro.

Los temas tratados en la primera parte son los más interesantes de su pensamiento:

La sociabilidad del hombre. Mariana cree que el hombre necesita de sus semejantes para vivir. La primera manifestación de esa sociabilidad natural es la familia. Y de la agrupación de familias surgen los pueblos.

La monarquía. Mariana parte de la creencia de que las sociedades primitivas fueron monárquicas para defender la monarquía como la forma de gobierno más ventajosa por ser la más eficaz, estable, segura e históricamente probada. Entre los tipos de monarquías, prefiere las hereditarias a las electivas, porque en las primeras el rey goza de un mayor prestigio y en las segundas, la elección no asegura una mayor calidad del gobernante.

El tiranicidio. Partiendo del origen popular del poder, Mariana defiende la legitimidad del tiranicidio de manera más radical que sus compañeros de orden. Considera adecuado el tiranicidio por un particular cuando no existen otros medios. Contra los tiranos cuyo poder tiene un origen legítimo, señala como más adecuado el tiranicidio cuando es fruto de una decisión colectiva. No obstante, si esta no es posible porque el tirano no permite reuniones, admite la acción individual.

La sumisión del rey a la comunidad. Las ideas de Mariana a este respecto son más populares que las del resto de los pensadores jesuitas de la época. Parte de que el rey consigue el poder a través de un contrato por concesión voluntaria de los ciudadanos. Por tanto, su poder es superior al de los individuos, pero no al de la comunidad, que sigue teniendo la titularidad última y la posibilidad de decidir sobre la continuidad del gobernante en casos extraordinarios como la tiranía. El pensador valora la existencia de instituciones representativas de la comunidad, por su función limitadora del poder real. Y, por último, defiende que el rey está sometido a las leyes, cuyo origen está en la comunidad.



JUAN DE MARIANA


Fue encarcelado por un año y medio en Madrid, en 1607, por orden del mismo Felipe III y de su valido el duque de Lerma a causa de su libro De monetae mutatione IV, de sus Tractatus septem (Colonia, 1609), que fue denunciado por las alusiones a los ministros que modificaron el peso de la moneda.

El contenido de este Tractatus septem es el siguiente:
I. De adventu Jacobi apostoli in Hispania (De la venida de Santiago a España)
II. Pro editione Vulgatae (En torno a la edición de la Vulgata)
III. De spectaculis  (Sobre los espectáculos)
IV. De monetae mutatione (Acerca de la alteración de la moneda)
V. De die mortis Christi (El día de la muerte de Cristo)
VI. De annis aranbum (Sobre los años de los árabes)
VII. De morte et inmortalitate (De la muerte y la inmortalidad)

Fuera de la historia, sus intereses iban desde la cronología a la filología, la economía o la moral. Entre estos ensayos no se incluye uno publicado anteriormente.

Ya menor importancia tuvieron las fricciones con su orden. Así, su Discurso de las cosas de la Compañía le supuso la animadversión de las jerarquías de ésta. Hombre muy ocupado, hizo una edición de san Isidoro de Sevilla, y trabajó además en obras de filología oriental y como predicador, censor de exégesis, colaborador del Índice y consultor de la Inquisición.

Su obra principal son los Historiae de rebus Hispaniae libri XX (Toleti, typis P. Roderici, 1592). Una edición posterior más avanzada del propio recopilador es De rebus Hispaniae libri XXX, que se publicó en Maguncia en 1605. Durante este tiempo el autor había vertido la edición latina al español y esta apareció completa en Toledo en 1601, conteniendo los treinta libros de la edición latina. La obra se extiende desde la más remota antigüedad hasta la época de los Reyes Católicos.
Juan de Mariana fue un historiador obsesionado con la verdad y que apuró la crítica de los cronicones anteriores hasta donde era posible en su tiempo; aunque escribe en el latín internacional de la época, la raíz de su pensamiento es patriótica, pues pretende exponer la grandeza de su país narrando conjuntamente los hechos de todos los reinos hispánicos en torno a su nación, Castilla. La obra estableció el modelo de prosa historiográfica para los siglos siguientes subrayando vigorosamente todo lo que puede cautivar y atraer la atención del lector; cuida especialmente las descripciones de los lugares donde acaecen los hechos y el patetismo en las arengas y epístolas, así como las consideraciones sobre las veleidades de la fortuna, tomando por modelos a Tito Livio, Tácito y Tucídides. En España fue una obra muchas veces reimpresa y durante cerca de dos siglos fue la obra histórica más leída en la Península. En el resto de Europa la obra fue leída sobre todo en Alemania y bastante menos en otros países; se tradujo al inglés en 1699 por John Stevens.

Además de las obras mencionadas, de su correspondencia y de sus notas a la edición de las obras de San Isidoro y de sus informes como consultor del Santo Oficio se conservan diez tomos de manuscritos de este autor. En sus Scholia in Vetus ac Novum Testamentum (Amberes y París, 1620) están sus versificaciones en dísticos latinos de varios libros sagrados: Proverbios, Eclesiastés y Cantar de los cantares.

MENTALIDAD CRISTIANA HISPÁNICA DURANTE LA RECONQUISTA

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El proceso que realizaron los Reinos cristianos hispánicos frente al islam durante ocho siglos de nuestra historia denominado Reconquista, se trató de una Restauración de la España perdida, del extinto Reino Hispanovisigodo. Fruto de este esfuerzo surgió durante la Edad Media una nueva mentalidad en la Cristiandad que legitimaba su lucha, que repoblaba el territorio recuperado, que recobraba el Derecho romano, o que idealizaba la España cristiana de su patrón el apóstol Santiago. Una creencia en la necesidad de Reconquista y Restauración.


EL TRIUNFO DE LA SANTA FAZ, POR MARCELINO SANTA MARÍA


1- LA LEGITIMIDAD DE RECONQUISTA

Desde mediados del siglo IX, Europa se hallaba sometida al empuje de las llamadas “segundas invasiones”, ejecutadas por los vikingos (normandos), magiares (mongoles) y sarracenos (musulmanes mediterráneos). A los reinos y condados cristianos que se formaron al norte de la península Ibérica le correspondió el protagonismo en este tercer frente.

Así fue como surgieron los primeros focos de resistencia y poder territorial, que derivaron en los condados y reinos cristianos hispánicos. Los monarcas asturianos iniciaron la marcha instalándose en la línea del Duero, con tres reinos bien definidos: Portugal en el Oeste, León en el Centro y Castilla en el este. En la otra mitad del norte peninsular, en la línea del Ebro los francos eran dueños de la antigua provincia de Septimania, una larga franja de condados, desde Pamplona a Barcelona, que restablecían el nombre común de Hispania: Marca Hispánica. Fue en el Pirineo en donde se empleó por primera vez el término “espanyol”. Esta serie de condados se unieron formando el Reino de Navarra al oeste del Ebro y la Corona de Aragón en el centro y este del valle del mismo río.

La gran resistencia comenzó en el año 920 y duró algo más de ochenta años. Abd al-Rahman III controlaba las dos terceras partes del territorio hispano, quedando el Sistema Central como línea fronteriza. En un principio la superioridad numérica de los musulmanes hicieron creer en la victoria, pero ya en dos fechas clave 932 (Osma) y 939 (Simancas/Alhandega), las fuerzas califales sufrieron terribles derrotas. Los cristianos consiguieron avanzar sus líneas hasta la cordillera fronteriza.

La resistencia continuó con la llegada al poder califal de Al-Mansur el Victorioso, que contrató mercenarios de diversos países adeptos a sus jefes antes que a una comunidad, rebasando las posibilidades de la economía andalusí.

Durante veinte años Almanzor asentó terribles golpes sobre la España cristiana. Sólo Burgos y Oviedo se libraron de los musulmanes. Compostela fue saqueada, llevándose a Córdoba las campanas que guiaban las horas de los peregrinos. Pero la España cristiana resistió, los campesinos volvían a la tierra después de que los depredadores se retiraran.

El impulso árabe se frenaba en buena medida a finales del siglo XVIII y principios del IX. Los reinos cristianos peninsulares resistieron al empuje del islam. Y es, precisamente, como consecuencia de presión del Islam el nacimiento de conciencia de frontera cristiana, de valladar, y de defensa de la fe católica que unificarían a los pueblos resistentes. Durante los siglos IX y X se forjó la mentalidad de Reconquista en los reinos cristianos peninsulares, herederos de la España “perdida”, ya que todos sabían que provenían del extinto Reino Hispano-visigodo.


CONDADOS DE LA MARCA HISPÁNICA SIGLO IX


La Reconquista no es un mito ni una leyenda, existió como que una realidad. Los cristianos de aquellos reinos del norte peninsular participaron en la gesta de manera muy consciente y sentida de lo que estaban haciendo: ocupar unos territorios que no eran suyos en titularidad, pero que tomaban de su consideración.

La mentalidad de Reconquista estuvo formada por dos motivaciones:

1- La voluntad política, el derecho a recuperar unas tierras legítimas. Cada reino sentía la legitimidad de reconquistar un viejo reino, el Reino Hispano-visigodo, la diferencia entre ellos era el uso de la potestad.

2- El espíritu religioso, la llamada de Dios a recuperar para la Cruz unas tierras ganadas por el Islam.


En el siglo XI, se empleó, por primera vez, el término cruzada: lucha en defensa de la Cruz. Fue en 1064 y se refirió a la expedición que tenía como objetivo la conquista y conservación de Barbastro.

Las élites de los reinos cristianos, tanto nobles como clérigos, tomaron conciencia de realizar esta misión, y miles de familias decidieron lanzarse a la aventura de la repoblación territorial tras la reconquista militar.
Esta conciencia no sólo se vivió en las iglesias, también en los palacios, en los campos y en los pueblos, alcanzado a todos los estamentos sociales.

Estimulando estos procesos, hay unas sociedades expansivas, bien organizadas, con fuerte demografía, que encontraron en la repoblación una vida con nuevas expectativas. Miles de familias de los montes cantábricos, gallegos y vascos se fueron instalando en el valle del Duero, siempre cada vez más al sur, de mismo modo que, algunos años más tarde, otras familias del Pirineo irán bajando hacia el valle del Ebro y hacia la plana de Vic, tomando posesiones de tierras y, en definitiva, poniendo carne y espíritu a la Reconquista.


CABALLEROS CRISTIANOS


2- LA VOLUNTAD DE RESTAURACIÓN

La tarea de Reconquista y Restauración consistía ante todo en estas dos operaciones: ocupar primero la tierra y luego defenderla. Para hacer realizable esta empresa, era necesario contar con más personas de las disponibles. La ética cristiana de aquella época se oponía radicalmente a la contracepción, por ello no tuvo más remedio que abrirse a las nuevas necesidades de favorecer el número de nacimientos y permitir la descendencia ilegítima.

Para conseguir que los campesinos se instalasen en la tierra vacía y la defendiesen después, era necesario concederles condiciones jurídicas más soportables que las de sus lugares de origen. Surgieron aquí dos condiciones pioneras en Europa: dar calidad de beneficio a la tierra que directamente se trabajaba y otorgar a los pequeños propietarios, cada vez más numerosos, los privilegios de la nobleza (caballería villana).

Estos fueron los alicientes que consiguieron que numerosos cristianos del norte peninsular participaran tanto en la lucha militar, principalmente, de Castilla y Aragón como en la fundación de villas. Y estas circunstancias fueron configurando una mentalidad de campesino-soldado hispánico muy particular.

Los reinos cristianos peninsulares se expandieron hacia el sur como espacios de libertad para el campesinado, mientras que en zonas del norte como en Galicia, en el norte de Cataluña o en las Provincias vascongadas la servidumbre se mantenía.

Este modelo de avecinamiento mediante fundación de villas y la asignación de Fueros privilegiados y ventajas fiscales y sociales para sus moradores fue establecido por los reyes de Castilla en los territorios que fueron reconquistando.

Por otra parte, con Abd al-Rahman II comenzaron las persecuciones contra los mozárabes. El islam revelaba cuál era la verdad de su política: los cristianos renegados debían abandonar su error para sumarse a la doctrina verdadera: la fe cristiana. Muchos mozárabes huyeron, con sus libros científicos y conocimientos culturales hacia las tierras del norte. Otros cristianos, en cambio, prefirieron resistir a las persecuciones, fueron los mártires de la Toledo y de la Córdoba del siglo IX o de la Ceuta del siglo XIII.


REINOS CRISTIANOS HISPÁNICOS PRINCIPIOS DEL SIGLO X


3- LA RECUPERACIÓN DEL DERECHO ROMANO

Desde comienzos del siglo X, una profunda revolución social se estaba produciendo, con distancia en relación con el feudalismo francés, que sólo en los Condados catalanes hizo acto de presencia. En todos los demás territorios (reinos, condados y señoríos) el vasallaje no pasaba de ser una relación de fidelidad, anclada precisamente en la lealtad, que garantizaba la benefactoría o behetría a la que podía acogerse también los simples propietarios. Todo esto servía de plataforma a una nobleza de dos niveles: una alta, formada por magnates o potentes directos del rey; y otra baja, formada por simples infanzones, que más tarde serían llamados hidalgos. De todas formas, seguían siendo numerosos los no propietarios que estaban sometidos a condiciones semejantes a las de los siervos, pero la libertad avanzaba.

La gran operación repobladora, frente a un enemigo que obligaba a recurrir constantemente a las armas, cambiaba muchas de las condiciones sociales. Junto a los nobles que participaron en la cruzada y repoblación con sus campesinos para llenar el espacio reteniendo la propiedad o al menos la administración, aparecieron comunidades administradas directamente por los propios repobladores que, al ser propietarios libres, recibían en título de vecinos. En muchas villas la administración recaía sobre un colegio de propietarios que solía ser un convento o iglesia denominada “conventus publicus vicinorum”, y que restablecía el viejo derecho de los ciudadanos romanos.

Se trata de un nuevo modelo social y administrativo que se estaba implantando en los reinos cristianos peninsulares, y que sería también contagiado a los otros reinos de Europa.


SIETE PARTIDAS DE ALFONSO X


4- LA RENOVACIÓN DE LA SOCIEDAD FEUDAL

La sociedad medieval española, como la europea, se estructuraba en estamentos; era un orden social jerarquizado y segmentado. La concepción de la sociedad como articulación de estamentos era una constante de la cultura política europea desde Sócrates, que ideaba la República como un cuerpo dotado de una cabeza, un pecho y un vientre.

Cada parte del cuerpo representa un estamento social:
- la cabeza (la razón, el pensamiento) la forman las clases rectoras
- el pecho (la fuerza, el coraje) la forman los soldados
- el vientre (el alimento, el trabajo, la reproducción) la forman los trabajadores o productores

Esa estructura jerárquica determinaron la formación de los estamentos medievalesoratores, bellatores, laboratores. La división en estamentos era una plasmación, en lo social, de ese orden ideal: los religiosos, los nobles y los campesinos. A cada uno de estos estamentos se le reconocía una función social específica y, en consonancia, una condición jurídica singular.

Este orden no se tradujo en instituciones representativas generales, donde cupieron todos, hasta que el estado llano entró en las asambleas, gracias a la aportación intelectual de la Iglesia. Son los teólogos quienes, hacia los siglos XII y XIII, reactualizan la visión socrática de la comunidad política y la compaginan con el concepto latino de bien común. Santo Tomás de Aquino lo expresa de manera inmejorable: "a la hora de garantizar el bien común, será bueno hacerlo por “gobernantes elegidos por el pueblo de entre el pueblo". Así aceptaron junto a los magnates y caballeros del estado nobiliario, junto a los prelados y abades del estado eclesiástico, los patricios de las villas y ciudades.

Las circunstancias de la Reconquista determinaron aquella efeméride. Los reinos cristianos hispánicos fundados después de la invasión musulmana empezaron a construir su estructura de poder sobre bases muy elementales: el rey, los nobles y los clérigos. Pero a medida que la Reconquista fue tomando impulso, se fueron formando nuevos núcleos de población y grupos humanos con una personalidad política singular: hombres libres que han construido ciudades autónomas, con un gobierno propio y tierras cultivadas para sí, que organizan mercados, y que poseían una vida económica y social independiente del poder feudal. Esa libertad implica el reconocimiento de un cierto número de derechos de naturaleza colectiva. Y como estas comunidades de hombres libres son la base de los reinos de la Reconquista, los reyes no tardan en convocarlos a las Cortes.

El rey era definido como el que ejerce una potestad plena que debe considerarse absoluta, no porque sea infinita, sino porque es independiente de cualquier otra potestad. La dependencia, en cambio, se reconocía en relación con el orden moral, ya que las leyes o fueros debían someterse a su vez a la ley divina que está establecida por Dios. De cuando en cuando, imitando la norma de los antiguos concilios, el rey convocaba una Asamblea o Curia a la que acudían los nobles y grandes eclesiásticos. En ocasiones se la denominaba Aula Plena, Curia o Corte Plena.


ESTRUCTURA FEUDAL EN LA ALTA EDAD MEDIA


5- LA POTESTAD DEL “PRINCIPE” CRISTIANO

Los reinos cristianos hispánicos que se constituyeron durante la Reconquista abandonaron definitivamente el sistema electivo en el siglo X para la designación de sus soberanos. Por ejemplo, en este mismo reino, León, la corona sería de transmisión electiva hasta el reinado de Ramiro I (842-850); posteriormente, fue de carácter hereditario.

El reino pasaba a definirse como una comunidad de bautizados que ocupaba un determinado territorio todavía no muy rigurosamente delimitado. El rey era definido como el que ejerce su potestad plena, que debe considerarse absoluta, no porque sea infinita, sino porque es independiente de cualquier otra potestad. La dependencia, en cambio, se reconocía en relación con el orden moral, ya que las leyes o fueros debían someterse a su vez a la ley divina que está establecida por Dios.

De cuando en cuando, imitando la norma de los antiguos Concilios del Reino Hispano-visigodo, el rey convocaba una Asamblea a la que acudían los nobles y grandes eclesiásticos. En ocasiones se la denominaba Aula Plena, Curia o Corte. Estas asambleas estaban constituidas por el brazo militar (Alta Nobleza) y religioso (Eclesiásticos), bajo la potestad del rey.

En 1188, el Reino de León convocó por primera vez en Europa al estamento civil a sus Cortes, que pasaron a denominarse Cortes Parlamentarias. Se trataba de representantes de las ciudades principales villas del reino, llamados procuradores. En ellas se reconocieron por primera vez importantísimos derechos civiles para los ciudadanos. Este importante conjunto de decretos ha sido calificado con el nombre de Carta Magna Leonesa.

En el año 1202, en las segundas Cortes Parlamentarias leonesas, y aún las segundas que se celebran en Europa, reunidas en la localidad de Benavente, se crea el primer impuesto territorial aprobado por un Parlamento, fue denominado como la “moneda forera”, y es considerado antecedente también de los presupuestos generales de los estados modernos.


REAL COLEGIATA DE SAN ISIDORO DE SEVILLA,
SEDE DE LAS CORTES DE LEÓN DE 1188


6- LA REUNIÓN DE REINOS BAJO LA MISMA CORONA

La formación y desarrollo de los reinos cristianos hispánicos durante la Reconquista estuvo marcada por una serie de uniones dinásticas y lazos parentales entre las familias reales, siempre para sumar esfuerzos e intereses en la lucha contra el invasor y la unidad católica peninsular.

Hacia el año 1000, más de un tercio peninsular ya era cristiano. Una diagonal trazada desde Lisboa hasta Barcelona separaba la España cristiana del Califato de Córdoba. A partir de aquí la marcha hacia el sur se fue complicando, por la falta de población y la fragmentación de los reinos y condados.

Durante esta etapa de la Reconquista, los reinos cristianos luchaban contra otros cristianos y contra los moros. Reyes cristianos se aliaban con moros para luchar contra cristianos y se aliaban con cristianos para luchar contra moros, los cuales, a su vez, también se aliaban con cristianos para luchar contra otros moros, los cuales también gastan mucho tiempo y recursos en rivalidades internas que en combatir al cristianismo.

Lo que sucede es que el poder se ha dividido tanto en el sur como en el norte. El Califato, que aportaba cohesión político-religiosa al conjunto, se ha hundido y todo el Al-Ándalus se rompe en pequeños reinos de Taifas, bastante débiles y enfrentados mutuamente. Estos reinos sobreviven pagando a los cristianos para que los protejan.

Los reinos cristianos han detenido la marcha por falta de población para ocupar nuevas tierras, pero militarmente son más poderosos que los musulmanes, por eso los musulmanes deben comprar su independencia. Es el Régimen de parias, común a los reinos cristianos, que enriquece sus arcas en espera de reanudar la cruzada. Los reinos cristianos también se han fragmentado. Del reino de León, anteriormente de Asturias, surgieron el condado de Castilla y el de Portugal.

Por otra parte, los cristianos parecen pensar que los reinos moros de taifas ya estaban bastante hispanizados y que no eran un enemigo exterior propiamente, por lo que tampoco era cuestión principal combatir inmediatamente. Pero, por el contrario, cada vez que llegaba una invasión de un ejército africano, considerado realmente exterior, entonces todos los reinos cristianos olvidaban sus diferencias y hacían causa común, lo mismo frente a la invasión de los almorávides en el siglo XI como frente a los almohades en el siglo XIII.

La tendencia fue siempre la progresiva expansión de la cristiandad hacia el sur y, al mismo tiempo, la progresiva unificación de los reinos cristianos frente al moro.


BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA, POR VICTOR MORELLI


La soberanía del territorio se encarnaba en la persona del rey, territorio que ganada en combates o por uniones matrimoniales. Este fue el caso de Sancho III el Mayor de Navarra, que gracias a las uniones dinásticas consigue reunir bajo su soberanía casi la totalidad de los territorios cristianos denominándose Hispaniarum Rex. Pero ocurría que a su muerte, la soberanía regia se dividía y repartía entre sus hijos, fragmentándose los territorios en varios monarcas, suceso que se repitió también a la muerte de Sancho III de Navarra y de Fernando I de Castilla y León.

El caso de este rey pamplonés un ejemplo de la conciencia común de pertenencia a una realidad superior llamada España, por encima de las de su reino, ya que consiguió extender su dominio político por toda la Hispania cristiana.

Si desde Alfonso II el Casto de Asturias, se empieza a gestar en España una conciencia espiritual y moral común a todos los reinos, condados y señoríos cristianos, con Sancho III el Mayor de Pamplona se concibe un mismo origen parental. Desde entonces, los reyes hispánicos se consideraron una misma familia, con un objetivo político y religioso común, a imagen de sus pueblos, que se iría consolidando con nuevos enlaces matrimoniales.

El matrimonio entre el rey de Aragón y la reina de Castilla y León, Urraca, sentó un precedente en la unión definitiva que tres siglos más tarde realizaron los Reyes Católicos. Finalmente la unión política entre estos dos reinos no se consumó por cuestiones referidas a las formas y los tiempos de esa unidad indiscutible en su legitimidad.

Durante toda la Reconquista siempre existió una unión estrecha entre los diferentes reinos castellano, leonés, aragonés y navarro, con momentos puntuales de enfrentamientos internos pero con acuerdos, colaboraciones y relaciones familiares también. Por encima de estas diferencias los reinos cristianos hispánicos tenían la conciencia de participar en un proyecto común y de recuperar la unidad política y religiosa. El deber y la obligación de combatir unidos contra el islam fueron puestos de manifiesto cuando algún ejército proveniente de África amenazaba con invadir de nuevo la península.

Así ocurrió en la decisiva batalla de las Navas de Tolosa de 1212 contra la invasión de los Almohades. Los tres reyes que participaron eran todos primos: Sancho VII el Fuerte, rey de Navarra, Alfonso VIII el de las Navas, rey de Castilla, y Pedro II, rey de Aragón. El rey que faltó a la cita fue Alfonso IX de León, también era primo de los otros tres, pero además era yerno de Alfonso VIII. Alfonso II de Portugal, aunque no estuvo presente en la contienda, también aportó tropas de su realengo para combatir contra los almohades y cuya vanguardia de ataque estuvo dirigida por el señor de Vizcaya, Diego II López de Haro que comandó las huestes vascongadas.

Heredero de Alfonso VIII de Castilla y de Alfonso IX de León fue Fernando III, quien unificó definitivamente ambos reinos. Mientras tanto, el rey aragonés Jaime I el Conquistador, fue suegro de Alfonso X el Sabio, rey de Castilla.

Juan I de Castilla se convirtió en el primer rey de Castilla en ser señor de Vizcaya. La esposa de Enrique II Trastámara era señora de Vizcaya por derecho propio. Las Juntas de Vizcaya aceptaron que su hijo Juan I de Castilla fuera señor de Vizcaya en 1371, y desde entonces Vizcaya fue parte de Castilla, aunque conservando sus fueros y privilegios, y sus instituciones de gobierno propias, nunca implicó una unificación.


FUNDACIÓN DEL FUERO DE BRAÑOSERA


7- EL IDEAL DEL ORIGEN APOSTÓLICO

Desde la época de Dionisio el Exiguo una noticia venía circulando por Europa: el origen apostólico de España, lo mismo que Roma. El apóstol Santiago, el hermano de Juan, había viajado hasta la Hispania romana antes de su muerte para sembrar las primeras raíces cristianas.

La mentalidad católica de la época y el espíritu de cruzada ante el invasor musulmán hizo creer entre los cristianos peninsulares en la ayuda de Santiago, por la cual, desde el cielo acaudilló a los combatientes cristianos.

El mito del apóstol Santiago surgió durante el reinado de Ramiro I, a mediados del siglo IX cuando se enfrentó con su ejército al de Abderramán II en la legendaria batalla de Clavijo. Fue el 25 de mayo de 844, cuando el rey asturiano soñó su visión a todos los caballeros y obispos: el apóstol Santiago, armado con espada y escudo y montando un caballo blanco descendía de los cielos para encabezar el ataque cristiano contra el ejército sarraceno. Tras la victoria, el rey dictó en acción de gracias el voto de Santiago, que comprometía a todos los cristianos de la península a peregrinar a Santiago de Compostela para realizar ofrendas.

Aquella batalla nunca existió, pero se sabe perfectamente que en la zona de Burgos, La Rioja, Álava y el sur de Navarra se combatió durante esa época y mucho. Pocos años más tarde, durante el reinado de Ordoño I, sucesor de Ramiro I, y cerca de Clavijo, en Albelda, hubo dos batallas, una en 852 y otra en 859.

Pero lo cierto es que aquella ilusión se convirtió en una creencia: todo cristiano tenía el deber de luchar por la Restauración de la España cristiana que se había perdido frente al islam, pero no actuaría solo, ya que Santiago le acompañaría en el combate.


SANTIAGO MATAMOROS EN CLAVIJO

El lema de guerra fue “Santiago y cierra, España!!!!” . Una arenga militar pronunciada por los ejércitos cristianos justo antes de entrar en contienda contra el invasor musulmán durante la Reconquista.

El nombre de Santiago (San Iago en castellano antiguo) revela encomendarse a la suerte de Santiago (patrón de España), era una petición de protección al santo a la vez que sirve de señal a todos los contendientes cristianos para que inicien el ataque.

El verbo cerrar en aquellos tiempos significaba entablar batalla, embestir, acometer. Seguido de una coma.

El nombre de España, sustituye a Hispania o Reinos cristianos peninsulares, es un vocativo, una petición u orden de que cierre, embista, ataque. El rey o caballero ordena, pide, exhorta a España que cierre, que embista, que ataque.

La frase nunca puede significar que Santiago cierre España, pues si cerramos antes de que salgan mal pretenden echar a los invasores. Por eso es necesaria la coma de forma escrita, ya que España es vocativo, voz de llamada, sujeto que inicia la acción de cerrar, embestir, atacar.

Durante las contiendas de la Reconquista se pronunciaron estos gritos que continuaron en las batallas del Imperio en época moderna, tanto en los Tercios como en las Armadas.


SANTIAGO MATAMOROS, CATEDRAL DE BURGOS


8- LA REVITALIZACIÓN RELIGIOSA Y CULTURAL

A lo largo del siglo IX la sociedad cristiana establecida por toda la línea pirenaica comenzó a estructurarse, principalmente, en el ámbito de los diferentes conventos y monasterios que se fueron levantando en las proximidades de núcleos urbanos y fértiles valles: Oviedo, Pamplona, Leire, San Juan de Peña, San Pedro de Siresa, Ripoll, etc. Estos núcleos religiosos se confirman como catalizadores culturales de su época y cuya labor resulta fundamental en la concepción de sus respectivos reinos.

Alfonso II buscó en las raíces góticas el esfuerzo moral para su pueblo; vigorizó el uso del Liber Iudiciorum, texto legal que le permitía un mejor gobierno sobre las gentes asturianas. Se reivindicó Oviedo como la nueva capital de los cristianos, en detrimento de la perdida Toledo.

El descubrimiento de las tumbas de Santiago el Mayor y sus discípulos fomentó el auge de las peregrinaciones y el establecimiento del Camino de Santiago que favorece el desarrollo económico, religioso, político y cultural de los nacientes reinos cristianos hispánicos. Con todo ello, empezaba a recobrarse la idea de reconquistar el antiguo Reino Hispano-visigodo.

La vinculación entre los reinos cristianos de la península Ibérica con los reinos europeos permitió la circulación de corrientes de pensamiento y movimientos literarios y artísticos. La comunicación se dio también a la inversa y, gracias al Camino, la Europa cristiana pudo enriquecerse con la aportación hispánica a la cultura.

Los peregrinos llegados de todas partes de Europa convirtieron al Camino en un catalizador para el desarrollo artístico, social y económico. Por otra parte, la Corte carolingia incluyó en su Renacimiento el culto a Santiago, sentando las bases de la Europa Medieval.

La consolidación del Camino durante los siglos XI y XII coincidió con el máximo desarrollo del arte Románico, primer estilo artístico unitario y común de la Cristiandad europea de la Edad Media, acorde con la unificación de la liturgia que entonces demanda la Iglesia. En las iglesias del norte peninsular imperaba el arte románico, por lo que Roma renacía también en las piedras monumentales. 


ITINERARIO DEL CAMINO FRANCÉS DE LA RUTA JACOBEA


Los intercambios culturales surgidos de la peregrinación provocaron que este movimiento artístico, con sus variantes regionales, se extendiera por toda Europa. Sus dos focos difusores fueron la abadía y Orden del Cluny, en el centro de Francia, y la iglesia de Lombardía, en el norte de Italia. El arte cluniacense se difundió por los territorios del Camino francés (principal itinerario del Camino), mientras que el románico lombardo tuvo una gran implantación en el Reino de Aragón y en los valles pirenaicos de los Condados catalanes. La liturgia romana se fue imponiendo sobre la hispánica, y el estilo mozárabe es vencido por las nuevas corrientes europeas.

Las antiguas construcciones cristianas de techumbre de madera y reducidas dimensiones se transformaron en otras más resistentes y monumentales. En la Hispania cristiana desaparecía el eclecticismo imperante hasta ese momento, que mezclaba detalles bizantinos con influencias locales, paleocristianas o godas. Aunque sí se siguió cultivando algún componente local como los arcos fajones.

El templo románico se caracterizaba por la utilización de la planta de cruz latina, provista de cimborrios y ábsides. Su característica fundamental es la sencillez, el purismo en sus líneas y formas, que sirven como afirmación del poder político y espiritual.

La catedral es la gran creación del arte románico. Tomando sus fundamentos arquitectónicos de las basílicas romanas y bizantinas, ingenia un edifico de gruesos muros y potentes columnas. Las catedrales de peregrinación del Camino francés fueron 7: Jaca, Pamplona, Santo Domingo de la Calzada, Burgos, León, Astorga y Santiago de Compostela, originalmente construidas en estilo románico. De estas siete, las de Pamplona, Logroño, Burgos y León, fueron reconvertidas en templos de estilo gótico y renacentista.

El románico de peregrinación se materializó brillantemente en lugares como Leyre, Jaca, Frómista, León y Santiago.

En el siglo XIII, la ruta jacobea se convertía en una vía de recepción de un estilo mucho más impresionante: el arte Gótico. Surgido del románico, y con los mismos planteamientos y símbolos, crea un nuevo espacio arquitectónico, un nuevo lenguaje plástico de espectacular belleza.


CATEDRAL ROMÁNICA DE SANTIAGO DE COMPOSTELA


9- LA CONCIENCIA DE ARREPENTIMIENTO Y PEDONANZA

Los monjes de la reforma gregoriana que sustituirían a los monjes mozárabes, dieron vigor a los movimientos de paz y tregua de Dios. Los reinos necesitaban paz entre sus moradores para atacar con todas las fuerzas a los musulmanes. Se trató de acabar con los enfrentamientos feudales prohibiendo a los caballeros cristianos combatir los jueves, viernes, sábados y domingos, días de fiesta y llevar las represalias sobre los hombros de inocentes. Esto originó la reunión frecuente de Asambleas o Cortes, así como el establecimiento de una norma para el derecho de guerra.

La reforma gregoriana puso especial énfasis en uno de los logros fundamentales de la doctrina cristina: el perdón y la penitencia para los pecados. La Iglesia católica insistía en que los pecados obtuvieran de Dios su perdón siempre que a cambio de ellos se ofreciese una adecuada y fructuosa penitencia, tras el recto arrepentimiento.

En el siglo XI, y bajo el impulso de la reforma y de la doctrina de la paz de Dios, se admitió que la lucha contra el infiel en defensa de la cruz podía ser una adecuada vía para esa penitencia. La primera vez se usó el término cruzada fue en 1064 y se refiere a la expedición que tenía como objetivo la conquista y conservación de Barbastro.


PÓRTICO DE LA GLORIA DE LA CATEDRAL DE SANTIAGO DE COMPOSTELA


10- EL CASTILLO COMO BASTIÓN DE PODER

Los Castillos son el símbolo por antonomasia de la Edad Media española. Entre los años 722 y 1422 el paisaje ibérico se llenó de estas monumentales construcciones de piedra que se alzaban poderos en enclaves estratégicos. Su número aumentó espectacularmente en esta época gracias a la expansión económica que se vivía, y a la recuperación de territorios en manos de los árabes durante centurias.

Esta coyuntura socio-económica favorable le debe mucho al Camino de Santiago. El constante trasiego de peregrinos trajo consigo movimiento de capital y población venida de otras regiones de Europa, gente que llegó cargada de conocimientos y dinero.

Alrededor de los castillos se levantaron pueblos y en su interior se formaron pequeñas y bulliciosas ciudades con molinos, herrerías y pequeños mercados. Estas fortalezas se constituyeron en los núcleos sociales más relevantes del medioevo y cuando había peligro sus gentes se refugiaban en ellos.

La sociedad de entonces era básicamente rural: la tierra suponía el elemento económico más importante, a ella se destinaba la casi totalidad de la mano de obra disponible, que muchas veces se veía obligada a coger las armas para defender las posesiones de sus amos. El castillo se erigió en elemento catalizador de todas las actividades de la sociedad, agrícolas, gremiales, militares, etc.

Las ciudadelas estuvieron, también, relacionadas de manera muy directa con la consolidación y extensión de los feudos en los territorios reconquistados a los musulmanes. El castillo solía ser la recompensa o botín por los servicios prestados en una guerra al señor, era el centro de una naciente y boyante propiedad rural, y también la primera víctima de las revueltas populares y campesinas que se sucedieron en esos siglos.

Los peregrinos realizaron su marcha hacia Compostela al abrigo de estas magníficas construcciones que se alzaban en elevadas colinas oteando el horizonte. En el camino pudieron admirar castillos como el de Javier en Navarra, el del Temple en Ponferrada, el Castillo-Palacio de Villafranca del Bierzo, etc.


CASTILLO TEMPLARIO DE PONFERRADA

HUMANISMO ESPAÑOL: MOVIMIENTO

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DEFINICIÓN

El humanismo es un movimiento intelectual, filosófico y cultural europeo estrechamente ligado al Renacimiento cuyo origen se sitúa en el siglo XIV en la península Itálica (especialmente en Florencia, Roma y Venecia) en personalidades como Dante Alighieri, Francesco Petrarca y Giovanni Boccaccio.

Busca la Antigüedad Clásica y retoma el antiguo humanismo griego del siglo de oro, y mantiene su hegemonía en buena parte de Europa hasta fines del siglo XVI, cuando se fue transformando y diversificando a merced de los cambios espirituales provocados por la evolución social e ideológica de Europa, fundamentalmente al pactar con los principios propugnados por las Reformas (luterana, calvinista, anglicana), la Contrarreforma católica, la Ilustración y la Revolución francesa del siglo XVIII.

El Humanismo, como uno de los fundamentos ideológicos del Renacimiento, suponía una evidente ruptura con la idea de religión que se manejaba hasta entonces en la que Dios era centro y razón de todas las cosas. Con el Humanismo, Dios no perdía su papel predominante, pero se situaba en un plano diferente, y ya no era la respuesta a todos los problemas. Probablemente el autor que supo aunar mejor que ninguno la filosofía humanística con el pensamiento cristiano fue Erasmo de Rotterdam.


UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE ALCALÁ DE HENARES


ESTÉTICA

Aunque este movimiento fue fundamentalmente una ideología tuvo una estética impresa paralela, plasmada, por ejemplo, en nuevas formas de letra, como la redonda conocida como Letra humanística, evolución de las letras Fraktur tardogóticas desarrollada en el entorno de los humanistas florentinos como Poggio Bracciolini y de la cancillería papal en Roma, que vino a sustituir mediante la imprenta a la letra gótica medieval.


ETIMOLOGÍA

La expresión humanistis studiensins fue contrapuesta por Coluccio Salutati a los estudios teológicos y escolásticos cuando tuvo que hablar de las inclinaciones intelectuales de su amigo Francesco Petrarca; en éste, humanitas significaba propiamente lo que el término griego filantropía, amor hacia nuestros semejantes, pero rigurosamente unido a las litterae o estudio de las letras clásicas.

En el siglo XIX se creó el neologismo germánico Humanismus para designar una teoría de la educación en 1808, término que se utilizó después, sin embargo, como opuesto a la escolástica (1841) para, finalmente, (1859) aplicarlo al periodo del resurgir de los estudios clásicos por Georg Voigt, cuyo libro sobre este periodo llevaba el subtítulo de El primer siglo del Humanismo, obra que fue durante un siglo considerada fundamental sobre este tema.



LA ESCUELA DE ATENAS, POR RAFAEL


METODOLOGÍA

Frente al canon eclesiástico en prosa, que imitaba el latín tardío de los Santos Padres y empleaba el simple vocabulario y sintaxis de los textos bíblicos traducidos, el Humanismo propugnaba los studia humanitatis, una formación íntegra del hombre en todos los aspectos fundada en las fuentes clásicas grecolatinas, muchas de ellas descubiertas en las bibliotecas monásticas de toda Europa. En pocos casos estos textos fueron traducidos gracias al trabajo de entre otros Averroes y a la infatigable búsqueda de manuscritos por eruditos monjes humanistas. La labor estaba destinada a acceder así a un latín más puro, brillante y genuino, y al redescubrimiento del griego gracias al forzado exilio a Europa de los sabios bizantinos al caer Constantinopla y el Imperio de Oriente en poder de los turcos otomanos en 1453.

La segunda tarea fue la búsqueda de restos materiales de la Antigüedad Clásica en el segundo tercio del siglo XV, en lugares con ricos yacimientos, y estudiarlos con los rudimentos de la metodología de la Arqueología, para conocer mejor la escultura y arquitectura.

En consecuencia el humanismo debía restaurar todas las disciplinas que ayudaran a un mejor conocimiento y comprensión de estos autores de la Antigüedad Clásica, a la que se consideraba un modelo de conocimiento más puro que el debilitado en la Edad Media, para recrear las escuelas de pensamiento filosófico grecolatino e imitar el estilo y lengua de los escritores clásicos, y por ello se desarrollaron extraordinariamente la gramática, la retórica, la literatura, la filosofía moral y la historia, ciencias ligadas estrechamente al espíritu humano, en el marco general de la filosofía: las artes liberales o todos los saberes dignos del hombre libre.

Frente a este movimiento estaba el dogmatismo cerrado de la teología tradicional, expuesto en sistemáticos y abstractos tratados que excluían la multiplicidad de perspectivas y la palabra viva y oral del diálogo y la epístola, típicos géneros literarios humanísticos, junto a la biografía de héroes y personajes célebres, que testimonia el interés por lo humano frente a la hagiografía o vida de santos medievales, y la mitología, que representa un rico repertorio de la conducta humana más sugerente para los humanistas que las castrantes leyendas piadosas, vidas de santos y hagiografías de Jacopo della Voragine y su leidísima Leyenda dorada. Este tipo de formación se sigue considerando aún hoy como humanista.

Para ello los humanistas imitaron el estilo y el pensamiento grecolatinos de dos formas diferentes:

1- la imitatio ciceroniana, o imitación de un solo autor como modelo de toda la cultura clásica, Cicerón, impulsada por los humanistas italianos.

2- la imitatio eclectica, o imitación de lo mejor de cada autor grecolatino, propugnada por algunos humanistas encabezados por Erasmo de Rotterdam.



LA GLORIA, POR TIZIANO


FACTORES DESARROLLADORES

- La emigración de sabios bizantinos: debido a que el Imperio bizantino estaba siendo asediado por los turcos, muchos de ellos buscaron refugio en Europa Occidental, especialmente en Italia, llevando con ellos textos griegos, promoviendo la difusión de la cultura, los valores y el idioma griego. Por ejemplo, Manuel Crisoloras, erudito griego de Constantinopla, que enseñó griego en Florencia desde el año 1396 al 1400 y escribió para uso de sus discípulos la obra Cuestiones de la Lengua griega, basándose en la Gramática de Dionisio Tracio; su discípulo Leonardo Bruni (1370-1444) fue el primero que hizo traducciones del griego al latín a gran escala, como también Ambrosio Traversario, quien además recomendó a Cosme de Médici que adquiriera doscientos códices griegos de Bizancio o Francesco Filelfo, que se llevó el mismo muchos otros.

- La invención de la imprenta: este invento de Gutenberg permitió el abaratamiento del costo y la difusión de los libros, garantizando la difusión masiva de las ideas humanistas y la aparición del sentido crítico contra el magister dixit o argumento de autoridad medieval.

- La llegada al solio pontificio de Tomas Parentucelli, (Papa Nicolás V) y de Eneas Silvio Piccolomini, (Pío II) convierte a Roma en uno de los grandes focos del Humanismo.

- La acción de los mecenas facilitó el desarrollo del Humanismo gracias a su protección política, a su aprecio por el saber antiguo, a su afán coleccionista o a la remuneración económica que costearon las obras en la imprenta. Los mecenas reunían obras clásicas y llamaban a eruditos conocedores de la literatura griega y romana, y los acogían en sus palacios. Destacaron los Médici de Florencia (Lorenzo de Médicis el Magnífico y su hermano Juliano de Médicis), los pontífices romanos Julio II y León X, Cristina de Suecia. etc.

- La creación de universidades, escuelas y academias: las universidades (como la de Alcalá de Henares, Lovaina, etc.) y las escuelas del siglo XV contribuyeron en gran parte a la expansión del Humanismo por toda Europa.



NACIMIENTO DE LA VENUS, POR BOTTICELLI


CARACTERÍSTICAS IDEOLÓGICAS 

- Estudio filológico de las lenguas e interés por la recuperación de la cultura de la Antigüedad clásica.

- Creaciones artísticas basadas en la imitación o mímesis de los maestros de la civilización grecolatina.

- El antropocentrismo: consideración de que el hombre es importante, su inteligencia el valor superior, al servicio de la fe que le une con el Creador.

- Se restaura la fe en el hombre contemporáneo porque posee valores importantes capaz de superar a los de la Antigüedad Clásica.

- Se vuelve a apreciar la fama como virtud de tradición clásica, el esfuerzo en la superación, y el conocimiento de lo sensorial.

- La razón humana adquiere valor supremo.

- En las artes se valora la actividad intelectual y analítica de conocimiento.

- Se ponen de moda las biografías de Plutarco y se proponen como modelos, frente al guerrero medieval, al cortesano y al caballero que combina la espada con la pluma.

- La legitimación de valores paganos que mejoran al hombre, como el deseo de fama, gloria, prestigio y poder (El príncipe, de Maquiavelo). Se razona el daño del pecado que reducen al hombre al compararlo con Dios y degradan su libertad y sus valores según la moral cristiana y la escolástica.

- El comercio no es pecado y el Calvinismo aprecia el éxito económico como señal de que Dios ha bendecido en la tierra a quien trabaja.

- El Pacifismo o irenismo: el odio por todo tipo de guerra.

- El deseo de la unidad política y religiosa de Europa bajo un sólo poder político y un solo poder religioso separado del mismo: se reconoce la necesidad de separar moral y política; autoridad eterna y temporal.

- La expresión equilibrada y clara, no recargada ni conceptuosa. Según el humanista español Juan de Valdés: "El estilo que tengo me es natural y, sin afectación ninguna, escribo como hablo; solamente tengo cuidado de usar vocablos que signifiquen bien lo que quiero decir, y dígolo cuanto más llanamente me es posible porque, a mi parecer, en ninguna lengua está bien la afectación."

- La idealización y estilización platónica de la realidad. Se pinta la realidad mejor de lo que es, se la ennoblece (nobilitare).

- El arte humanista toma la materia popular y la selecciona para transformarla en algo estilizado e idealizado, de la misma manera que la novela pastoril recrea una vida campestre desprovista de las preocupaciones habituales al campesino. En el arte humanista no hay lugar para las manifestaciones vulgares de la plebe que se verán más tarde en el siglo XVII con el Barroco.

- El optimismo frente al pesimismo y milenarismo medievales. Existe fe en el hombre: la idea de que merece la pena pelear por la fama y la gloria en este mundo incita a realizar grandes hazañas y emular las del pasado. La fe se desplaza de Dios al hombre.

- El retorno a las fuentes primigenias del saber, la lectura de los clásicos en los textos originales y no a través de la opinión que dieron sobre ellos los Santos Padres y la religión católica.

- La lógica aristotélica frente al argumento de autoridad medieval: la imprenta multiplica los puntos de vista y los debates, enriqueciendo el debate intelectual y la comunicación de las ideas. Se ponen de moda los géneros del diálogo y la epístola, todo lo que suponga comunicación de ideas. Se propone la libre interpretación de la Biblia y su traducción a las lenguas vulgares (Lutero) frente a que solo sea interpretada por la Iglesia Católica.

Ginecolatría, alabanza y respeto por la mujer. Por ejemplo, el cuerpo desnudo de la mujer en el arte medieval representaba a Eva y al pecado; para los artistas humanistas del Renacimiento representa el goce epicúreo de la vida, el amor y la belleza (Venus).

- Búsqueda de una espiritualidad más humana, interior, (devotio moderna, erasmismo), más libre y directa y menos externa y material.

- El reconocimiento de los valores humanos acabando con la Inquisición y el poderío de la Iglesia.


LA CREACIÓN DE ADÁN, DE LA BÓVEDA DE LA CAPILLA SIXTINA DE LOS MUSEOS VATICANOS,
POR MIGUEL ÁNGEL BUONARROTI


En sus comienzos, el humanismo es un movimiento regenerador y en sus principios básicos se encuentra ya bosquejado en tiempos muy anteriores, por ejemplo, en las obras de Isócrates, que se impuso una labor de regeneración parecida en la Grecia del siglo IV a. C.

En tiempos modernos se encuentra estrechamente ligado al Renacimiento y se benefició de la diáspora de los maestros bizantinos de griego que difundieron la enseñanza de esta lengua, muy rara hasta entonces, tras la caída de Constantinopla en poder de los turcos en 1453; la imprenta y el abaratamiento de los libros subsiguiente facilitó esta difusión fuera del ámbito eclesiástico; por entonces el término humanista servía exclusivamente para designar a un profesor de lenguas clásicas.

Se revitalizó durante el siglo XIX dando nombre de un movimiento que no sólo fue pedagógico, literario, estético, filosófico y religioso, sino que se convirtió en un modo de pensar y de vivir vertebrado en torno a una idea principal: el Antropocentrismo. En el centro del Universo está el hombre, imagen de Dios, criatura privilegiada, digna sobre todas las cosas de la Tierra.

Posteriormente, en especial en España durante la segunda mitad del siglo XVI, el antropocentrismo se adulteró en forma de un Cristocentrismo que proponía la ascética y la mística como formas de vida que condujeron al desengaño barroco, que desvirtuó durante el siglo XVII este movimiento en un principio renovador impidiendo abrir nuevos horizontes.

Representantes europeos no españoles fueron: Dante Alighieri, Erasmo de Rotterdam, Francesco Petrarca, Giovanni Boccaccio, Coluccio Salutati, Gemisto Pletón, Leonardo Bruni, Poggio Bracciolini, Lucrecio, Antonio Beccadelli, Leon Battista Alberti, Lorenzo Valla, Giovanni Pontano, Marsilio Ficino, Angelo Poliziano, Lucio Marineo Sículo, Pico della Mirandola, Guillaume Budé, Robert Estienne, Aldo Manuzio, Michel de Montaigne, Tomás Moro, Giulio Cesare Scaligero, etc.

HUMANISMO ESPAÑOL: PRIMEROS REPRESENTANTES

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PABLO DE SANTA MARÍA

Pablo de Santa María (1350-1435), Salomón Ha-Leví antes de su conversión, padre de Alfonso de Cartagena, fue obispo de Burgos y autor de Scrutinium Scripturarum (1591). Fue un político importante en la Corte de Enrique III de Trastamara, por lo que se le comisionó en varias ocasiones con viajes al extranjero. Convertido al cristianismo inició una sorprendente carrera eclesiástica.

Se doctoró en teología en la universidad de París, donde leyó Escrituras. De esta época datan sus Adiciones a los comentarios de la Bíblia de Nicholas de Lira, con los que aportó a la cultura cristiana sus amplios conocimientos de estudios talmúdicos. En París conoció a Pedro de Luna, al que acompañó en Avignon cuando fue nombrado Papa, y realizó una función decisiva como vínculo entre Benedicto XIII y la Monarquía castellana. Al acceder Fernando de Antequera al trono de Aragón se le nombró tutor y canciller mayor de Juan II de Castilla. Polemizó con Meir Alguades, Yehosua ha Lorqui y Hasdai Crescas, defendiendo la vinculación del cristianismo con los estudios escriturarios.


BIBLIOTECA NACIONAL DE MADRID


ALFONSO DE CARTAGENA

Alfonso de Santa María de Cartagena (1384-1456), nacido en Burgos y muerto en Villasandino, fue hijo del judío converso Salomón Leví. Estudió artes en el convento dominicano de Burgos, y derecho en Salamanca. Fue obispo de Burgos, traductor de Cicerón, Séneca y Quinto Curcio. Tuvo como alumnos a Fernán Pérez de Guzmán, moralista y humanista, y a Carlos de Aragón, príncipe de Viana.

Sostuvo polémica con Leonardo Bruni el Aretino, que tradujo la Ética a Nicómaco (1418), con un prólogo en el que criticaba la versión de Guillermo de Moerbeke, utilizada por los medievales. En defensa de esta versión Alonso García de Cartagena dirigió una carta a Fernán Pérez de Guzmán, afirmando que los reproches de Bruni son injustificados. Estando en Basilea Alonso García de Cartagena enseñó esa carta a Francesco Piccolpasso, obispo de Milán, que la remitió a Bruni, originando un cruce de cartas en las que Alonso García de Cartagena defendía la terminología escolástica tradicional y la integridad de la doctrina medieval ética y política, mientras Bruni se pronunciaba por la nueva cultura humanista. Y a través de este intercambio epistolar Alonso García de Cartagena reconoció la insuficiencia de su posición, pasándose al Humanismo.

Juan II le envió como diplomático a varias ciudades, siendo su embajador en el Concilio de Basilea (1432), donde leyó su Defensiorum fidei. Estuvo casi seis años en Italia, conociendo a los humanistas más destacados, entre ellos a Eneas Silvio Piccolomini.

Cuando en 1440 regresó a España era totalmente partidario del Humanismo renacentista, que propagó desde su palacio de Burgos, convertido en centro de cultura para los primeros humanistas castellanos. Tradujo a Séneca a imitación de los humanistas italianos, y lo glosó e interpretó en numerosas ocasiones. Así surgió Los cinco libros de Séneca (De la vida bienaventurada, De las siete artes liberales, De amonestamiento y doctrinas, El primer libro de providencia de Dios, y El segundo libro de providencia divina), que se imprimió en Sevilla (1491), Toledo (1510) y Alcalá de Henares (1530).

Publicó una antología de Séneca con el título de Polyanthea o Breve compilación de algunos dichos de Séneca. Tradujo De senectuteDe officiis y la Rethorica de Cicerón; y escribió Doctrinal de caballeros (Burgos, 1487), Anacephaleosis y la Genealogía de los reyes de España, emperadores romanos, reyes de Francia, pontífices y obispos de Burgos (Granada, 1545).

Aunque senequista y admirador de los ideales humanistas italianos, manifestó disconformidad con Séneca o Cicerón. Conocedor de las luchas entre nobles y reyes castellanos, y las producidas entre cristianos, judíos y conversos, propuso una restitución de la Monarquía visigoda, con un Estado centralizado y autoritario que mantuviera la autoridad y el orden; lo que motivó el acercamiento de Castilla a León, más imperial y autoritario.

Las características del humanismo de Alonso García de Cartagena son:
1) desinterés por los textos antiguos
2) escasa preocupación filológica
3) énfasis en la cultura castellana
4) interés por los Padres de la Iglesia, y en especial por San Pablo


ALFONSO DE CARTAGENA


ALFONSO GARCÍA MATAMOROS

Alfonso García Matamoros (m.1572) nació en Villarasa, Huelva, y murió en Alcalá de Henares. Fue profesor de retórica en Alcalá de Henares (1542). Aunque se llamó hispalense, por haberse naturalizado en Sevilla.

Estudió las primeras letras en Sevilla y la enseñanza superior en Valencia. Pasó a dirigir el estudio de gramática de Játiva desde 1531 hasta 1540; en este último año fue a doctorarse a Valencia, pero marchó a Alcalá de Henares para ocupar una cátedra de Retórica que le ofrecieron en 1542 y allí permaneció veintidós años enseñando. Entre sus discípulos tuvo a Benito Arias Montano.

Es indudable que fue sacerdote; Nicolás Antonio y otros bibliógrafos escribieron que fue canónigo de la Catedral de Sevilla. En 1558 publicó el discurso que pronunció en la investidura de Diego Sobaños como doctor y en 1559 empezaron sus ataques de reúma crónico, de los que se lamentaba todavía en el prólogo a su De tribus dicendi generibus (1569). Murió el 25 de junio de 1572.

Escribió un famoso Laus Hispaniae (Apología de la nación española), el De adserenda Hispanorum eruditione, sive De viris Hispaniae doctis narratio apologetica (Alcalá de Henares, 1553), con el patriótico fin de acabar con el desprecio que tenían algunas naciones de Europa a los humanistas españoles. Para él todo es fruto de ligerezas e injusticias. Este opúsculo mezcla leyendas, fábulas, anécdotas y literatura culta y popular para dar amenidad a la exposición de lo que han supuesto las letras españolas a lo largo de la Historia. El autor demuestra un buen conocimiento de Cicerón, Virgilio, Plauto y Tácito entre los escritores romanos, y entre los griegos cita también a Homero, Aristóteles y Platón, y a los Padres de la Iglesia.

Otras ogras suyas fueron In Aelii Antonii Nebrissensis Grammaticae IV librum scholia (Valencia, 1539); De ratione dicendi libri duo (Alcalá de Henares, 1548); Methodus constructionis (Alcalá de Henares, 1553); y Methodo concionnandi liber unus (Alcalá de Henares, 1570).

En Opera Omnia fue reunida y editada toda su obra (Madrid, 1769).

Fue un ferviente seguidor de Erasmo de Rotterdam y mantuvo estrechas relaciones con los humanistas de su siglo. Entre sus amistades figuró Juan Téllez Girón, Conde de Ureña, a quien está dedicada la apología.

El humanismo de Alfonso García Matamoros participó del patriotismo que inspiró también Generaciones y semblanzas de Fernán Pérez de Guzmán, o Claros varones de Castilla (Toledo, 1486) de Hernando del Pulgar. Consideraba que el saber distingue al ser humano de los animales, aproximando la vida especulativa a la activa, y buscando virtudes morales e intelectuales, con apego a la antigüedad hebrea y a la Biblia.


FERNÁN PÉREZ DE GUZMÁN

Fernán Pérez de Guzmán (1376-1460), discípulo y amigo de Alonso García de Cartagena, sobrino de López de Ayala y tío del Marqués de Santillana, es representante arquetípico del aristócrata letrado de su época. Político y militar, se retiró al final en su señorío de Batres (Toledo), donde se dedicó al estudio y la lectura.

Es claro representante del Renacimiento humanista español, hasta el punto en el que Alonso García de Cartagena le dedicó el Oracional, con el que proponía edificarse religiosamente. Gran admirador de Séneca, mandó traducir las Epístolas morales de la versión italiana de Ricardo Petri. Sus ProverbiosFloresta de Filósofos Libro de Job son también moralizantes y ejemplarizantes. Sus Loores a los claros varones de Castilla Generaciones y semblanzas o Mar de historias, participan de la exaltación nacional que inició Alonso García de Cartagena. Se caracterizó pues por su objetividad y veracidad, y su penetración psicológica del carácter de los personajes.


ALFONSO FERNÁNDEZ DE PALENCIA

El concepto del honor que inició Alonso García de Cartagena se manifestó también en Alfonso Fernández de Palencia (1423-1492), nacido en El Burgo de Osma (Soria) y muerto en Sevilla. Fue paje en la casa de Alonso García de Cartagena y en la de Bessarión, donde estudió griego con Jorge de Trebizonda. Historiador y buen latinista, intervino en política durante el reinado de Enrique IV el Impotente (1454-1474), de cuya Corte fue nombrado historiador, sustituyendo a Juan de Mena como secretario de latín. Se mezcló en las luchas políticas, poniéndose al lado de Alfonso, hermano del rey; y al morir Alfonso apoyó a su hermana Isabel, contribuyendo a su matrimonio con Fernando de Aragón. Puso pues la ética al servicio de la política.

Su principal obra es Gesta Hispaniensia ex annalibus suorum diebus colligentis, llamada habitualmente Décadas, por estar dividos en cuatro décadas, cada una con diez libros excepto la cuarta, que consta de solamente seis. Esta crónica cubre los acontecimientos desde finales del reinado de Juan II hasta 1481, incluyendo el reinado de Enrique IV, su enfrentamiento con los partidarios de su medio hermano Alfonso, el conflicto por la sucesión de Enrique IV, la subsiguiente guerra civil y la consolidación de los Reyes Católicos en el trono tras la firma de la paz.

Otra importante obra de Palencia es la denominada Anales de la Guerra de Granada, que narra los acontecimientos ligados a esta guerra desde su inicio hasta la toma de Baza en 1489. Su traducción al castellano fue publicada por Paz y Meliá en 1909. Como historiador se le considera observador y perspicaz.

Otras obras fueron: La Batalla campal entre los perros y los lobos (1457), es una traducción hecha por él de un opúsculo latino suyo, aparentemente compuesto ante la inminencia de ser nombrado cronista de la corona; por ello su interpretación entre líneas es compleja. Probablemente se trate de una alegoría vagamente inspirada en las fábulas y en la Batracomiomaquia de Homero de la situación creada tras la caída del condestable Álvaro de Luna, asesinado por la nobleza en tiempos de Juan II, o el posterior gobierno de Enrique IV: un lobo, Harpaleo, sucumbe ante los perros por hacer dejación del mando del ejército y muere por descuidar la disciplina militar.

Escribe en lengua latina y traduce al español su alegoría Tratado de la perfección del triunfo militar (1459. En ella, un personaje alegórico llamado el Ejercicio intenta encontrar, acompañado de la sabia Discreción, el Triunfo. Esta le remite a Gloridoneo, un capitán romano bajo cuya figura podría ocultarse Alfonso el Magnánimo. Gloridoneo vence y Triunfo otorga la victoria al Orden, al Ejercicio y a la Obediencia. Bajo estas virtudes habría de conducirse, según aconseja el autor, Enrique IV.

Se le atribuye además la famosa sátira contra el rey denominada Coplas del provincial. Escribió también tratados lexicográficos y algún otro de carácter geográfico en latín, entre los que cabe mencionar: Opus Synonymorum, Uniuersale Compendium Vocabulorum, Compendiolum geográfico y varias epístolas latinas.

Su labor como traductor fue también muy importante: vertió las Vidas paralelas de Plutarco de Queronea en un incunable editado en Sevilla en 1491 y Los siete libros de las guerras judaicas de Flavio Josefo en 1492.


JUAN DE LUCENA

Juan de Lucena (1430-1506), nacido en Lucena (Córdoba), fue consejero de la Corte de Juan II y en la de Enrique IV, al que dedicó Libro de vita beata (Zamora, 1483). Fue protonotario en la Corte de Isabel I. Sacerdote, vivió en Roma al servicio del cardenal Enea Silvio Piccolomini, futuro Pío II. En Italia mantuvo contacto con la Corte de Alfonso el Magnánimo, y escribió también Epístola exhortatoria a las letras, donde elogió a Isabel la Católica, y Tratado de los galardones (1482-1492). Como defensor del Senequismo, tradujo Proverbia Senecae.


JUAN DE SEGOVIA

Juan de Segovia (1393-1458) fue profesor de teología en Salamanca. Se trasladó a Roma, donde fue nombrado referendario del Papa. Al regresar a Segovia polemizó con los musulmanes de Córdoba, y entró al servicio de Juan II, participando en el Concilio de Basilea (1432), y siendo nombrado más tarde Canónigo de Toledo. Es representante del preErasmismo español, autor de De verbo contra sarracenosDe summa auctoritate episcoporum in universali Concilio y de una edición trilingüe del Corán. Se opuso a la Cruzada que predicaba la Iglesia contra los musulmanes, y en 1453 escribió una carta al cardenal Juan de Cervantes desarrollando el pacifismo como la mejor solución al problema europeo, aunque dejaba a parte el problema de la fe.

Gilson llama Socratismo cristiano al interés de los humanistas por la antigüedad clásica. La valoración cristiana de Sócrates está en la misma línea que la de Séneca, que aparece en la Primera Crónica General de Alfonso X, y fue adquiriendo fuerza hasta alcanzar su punto culminante en la erasmización de Sócrates, momento en que quedó establecido un Sócrates precristiano. Durante la edad media Sócrates aparecía vinculado a Séneca, por lo que es senequista, concebido así por García de Castrogeriz, Francesc Eiximenis, Pablo de Santa María y Bernat Metge. Casi todos los escritores del siglo XV hablan de noster Séneca.

CONTROVERSIA DE VALLADOLID: EL PRIMER DEBATE SOBRE DERECHOS HUMANOS

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La Junta de Valladolidfue denominada a la controversia que tuvo lugar en esta ciudad en los años 1550 y 1551 entre teólogos y juristas para analizar el modo en que se estaba realizando la colonización de América, la licitud de la empresa y los derechos de los indígenas. Está considerado como el primer debate sobre los Derechos Humanos.


FACHADA DEL PALACIO DE SANTA CRUZ, VALLADOLID

En el contexto de lo que fue el impacto en Europa de los descubrimientos geográficos efectuados por españoles y portugueses en los siglos XV y XVI y las nuevas corrientes de pensamiento surgidas al inicio de la Edad Moderna, una efeméride importante fue el de la polémica de indis o debate sobre los naturales. Una cuestión que fue fomentada tanto en España como en los recién colonizados territorios del Nuevo Mundo por teólogos y juristas castellanos en torno a la justicia y la licitud de la dominación en las tierras descubiertas.

Esta cuestión se convirtió en el tema central de las Juntas Consultivaspara las Indias realizadas a lo largo del siglo XVI, cuyos resultados fueron la declaración de los Justos Títulos y la aprobación de sucesivas Leyes de Indias.

En principio, se consideraba suficiente el título del propio descubrimiento en base a un texto de Las Partidas de Alfonso X, pero pronto aquel título no parecía satisfacer, porque las tierras estaban habitadas por naturales. Entonces, se trató de justificar la colonización a través de las tradicionales teorías medievales que afirmaban que el Papa era Dominus Orbis y que, por lo tanto, las concesiones papales de Alejandro VI realizadas a los Reyes Católicos suponían la plena justificación de la conquista americana. En tal sentido la Bulas Alejandrinasobtenidas en 1493 otorgaban al Reino de Castilla el señorío de las tierras e islas descubiertas y por descubrir, y en esta concesión, fundada por el poder eminente del Príncipe sobre todo el Orbe y especialmente sobre los infieles, se hizo fundamento jurídico suficiente para legitimar la sujeción de los pueblos indígenas a Castilla, llevando los descubrimientos un requerimiento que se formulaba a los indios para acatar aquella donación.

Sin embargo, esa justificación, apoyada en argumentos teológicos, empezó pronto a ser criticada dentro del reino por eclesiásticos, pero también fuera por algunos soberanos europeos. Desde los territorios americanos, los eclesiásticos de la Orden de los dominicos cuestionaron la validez de las Bulas Alejandrinas, denunciaron los abusos de los colonizadores en defensa de los indios, y exigieron un debate sobre los Justos Títulos de conquista.


CATEDRAL DE VALLADOLID


La polémica de los naturales fue tratada en la Junta Consultiva de Valladolid, en el Aula Triste del Palacio de Santa Cruz, antiguo Colegio Universitario y hoy sede del Rectorado de la Universidad de Valladolid, y se desarrolló en dos largas sesiones: en agosto de 1550 y en abril de 1551. En esta ciudad residía la Corte real de España.

La denominada Controversia de Valladolid suponía que, por primera vez en la Historia de la Humanidad, un imperio, el español, discutiese la legitimidad de las tierras conquistadas. Aunque, hay que tener en cuenta que los Imperios francés, inglés y portuguésno encontraron organizaciones políticas desarrolladas en Estados, como las civilizaciones maya, azteca e inca.

A la todavía capital de reino llegaron los mejores pensadores de la época, un extraordinario grupo de teólogos y juristas: los dominicos Domingo de Soto, Bartolomé de Carranza o Melchor Cano, que fue sustituido cuando marchó al Concilio de Trento por Pedro de la Gasca, el primer pacificador del Perú, junto a los jurisconsultos del Consejo de Indias. Estos cuatro eruditos eran dominicos, escolásticos defensores del Tomismo (doctrina de Santo Tomás), catedráticos que controlaban las principales universidades y colegios de España. Soto y Cano eran miembros de la Escuela de Salamanca y discípulos de Francisco de Vitoria, enseñaban en la Universidad de Salamanca, una de las más prestigiosas en la Modernidad europea. En cambio, Carranza enseñaba en la Universidad de Valladolid.

El debate se centró en las ideas de tres grandes intelectuales de la época: Juan Ginés de Sepúlveda defendiendo la guerra, Francisco de Vitoria, que había muerto en 1546, aceptando la guerra justa, y Bartolomé de las Casas negándola. Sepúlveday Las Casasse convirtieron en los protagonistas del debate y en los principales defensores de dos posiciones antagónicas de concebir la conquista del Nuevo Mundo. En realidad eran dos pensamientos diferentes de entender al indígena y el descubrimiento de América, que desembocó en un debate jamás antes abordado por otro imperio.Nunca se trató como un asunto académico, sino como un problema real, de conciencia para muchos españoles, incluidos los monarcas.

La controversia tenía como bases argumentales la Teología, pues esta disciplina del saber era considerada superior a cualquier otra (philosophia ancilla teologiae). Quedaba por sentado a priori que los indígenas americanos eran seres humanos racionales con alma, lejos de considerarles animales salvajes susceptibles de ser domesticados. Esta cuestión ya se había resuelto en la Cristiandad unos años antes, en 1537, mediante la bula Sublimis Deus, del papa Paulo III, que declaraba el derecho a la libertad y la propiedad de los indios, así como el derecho a la conversión cristiana por métodos pacíficos.

El objetivo filosófico era acordar una base teológica y jurídica fiable para establecer un modelo de descubrimiento, evangelización y colonización de las Indias. Sus campos de actuación fueron amplios: la autoridad papal, la naturaleza de su donación, la definición de la guerra justa, las libertades y derechos de los indios, etc.


FRANCISCO DE VITORIA


Bartolomé de las Casasy los seguidores de la doctrina de Francisco de Vitoria, eran escolásticos de la Orden de los Dominicos y defensores del Iusnaturalismo, una corriente jurídica y teológica que establecía que todas las personas del cualquier lugar del mundo tenían los mismos derechos y libertades por su propia naturaleza humana, y estaban a favor de unas leyes universales para todos los pueblos y países que regulasen sus relaciones internacionales. Fueron los pioneros de los Derechos Humanos y del Derecho Internacional de Gentes. Denunciaban la guerra injusta y los métodos empleados en la colonización, sus pretensiones era el total abandono de la colonización americana.

Las Casas se convirtió en un pionero de la lucha por los Derechos Humanos, los documentos que aportaban fueron su Brevísima relación de la destrucción de las Indias y su Apologética historia sumaria: la primera ocupándose de la licitud o ilicitud de la conquista, y la segunda de la situación en que se encontraban los indígenas. Pero estos testimonios no eran convincentes del todo, ya que se sospechaba que había estado exagerando muchos de los hechos ocurridos.

Respetaba el dominio español en América sólo si se predicaba pacíficamente el evangelio, condenando el uso de la violencia aunque estuviese justificada, pues para él los colonos tenían la obligación de respetar a los inocentes entre los que citaba a mujeres, niños, sacerdotes, agricultores, obreros y mercaderes. Por eso recordaba que las Bulas Alejandrinas solo permitían la intervención de Castilla en el Nuevo Mundo tan solo para la prédica del evangelio, sin privar a los naturales de sus estados, jurisdicciones, bienes, honras, dignidades y señoríos.

Fue tan influyente en la Corte de Carlos I que se considera un triunfo de sus ideas la aprobación de las Nuevas Leyes de Indias de 1542. En la Junta Eclesiástica de México de 1546, la órdenes eclesiásticas allí establecidas aceptaron sus doctrinas como política misionera.


BARTOLOMÉ DE LAS CASAS


Pero hubo otras opiniones contrarias a las posiciones de las órdenes religiosas. Una de ellas fue la del gran humanista Juan Ginés de Sepúlveda, también dominico y consejero de Carlos I y, más tarde, de Felipe II. Había estudiado en Filosofía y Teología en Alcalá de Henares y Bolonia. Era buen conocedor del latín y griego y tenía una sólida formación aristotélica, cuya doctrina seguía para defender el legítimo derecho de conquista en América. Combatió el pensamiento de Erasmo de Rotterdam, por no compartir su idea sobre el libre albedrío, y refutó a Lutero.

Apoyaba la legitimidad de la conquista, colonización y evangelización de los indígenas americanos y era contrario al espíritu de las Leyes Nuevas. Basándose en el derecho imperial y en el Aristotelismo, justificada  que España hiciese la guerra de conquista en las Indias porque, los pueblos de civilización superior tienen derecho a dominar y tutelar a los de civilización inferior y, por tanto, era justo que los españoles dominasen a los indios, idólatras y antropófagos, y los evangelizasen para llevarlos a su misma altura.

En 1535, publicó un libro, Democrates primus, de convenientia militaris disciplinae cum cristiana religione, en el que atacaba las doctrinas erasmistas que establecían que toda guerra, incluso la defensiva, era contraria a la religión católica. En él, hacía compatible la disciplina militar y la religión cristiana, defendiendo la guerra justa bajo las siguientes condiciones: si es declarada por autoridad legítima; con rectitud de intención; si se obra con moderación; si se repelen agresiones y recupera lo arrebatado; y se castiga a malhechores.

Por estímulo de Hernán Cortés y del cardenal Loaysa escribió después Democrates alter, sive de justi belli causis suscepti apud Indos. Trataba las causas justas de la guerra y la legitimidad de la conquista española en América. Esta publicación fue el detonante de una controversia entre Juan Ginés de Sepúlveda y Bartolomé de las Casas.

Las Casas, enterado de la próxima publicación de este segundo libro, emprendió una intensa actividad para impedirlo, enojado también porque Sepúlveda había logrado que la Corte retirase del mercado su Confesionario. Se ganó la confianza de Melchor Cano, y entre ambos consiguieron influir en las universidades de Alcalá de Henares y Salamanca para prohibir la impresión del Democrates alter. Sepúlveda logró publicar esta obra en Roma bajo el título de Apología pro libro de justis belli causis, gracias a la intervención de su amigo Antonio Agustín, presidente del Tribunal de la Rota Romana, y miembro destacado de la Corte pontificia.

En aquella Apología Sepúlveda siguió defendiendo la conversión de los infieles y la licitud de la guerra por el derecho de los cristianos a hacerla contra los idólatras en virtud de la autoridad del Papa. Por la otra parte, Las Casas impedía la entrada de este libro en España mediante la intervención de Antonio Ramírez de Haro, obispo de Segovia, quien hizo condenarla y ordenó la quema todos los ejemplares en territorio español.


JUAN GINÉS DE SEPÚLVEDA


Enterado de la disputa surgida, el emperador Carlos I se tomó muy en serio la cuestión, ante lo cual, en 1549, solicitó los consejos de las mejores inteligencias del país que fueron convocadas a una gran asamblea de sabios para tomar una solución definitiva. Y el 3 de julio del mismo año, el Consejo de Indias ordenaba detener la conquista.

Sepúlveda basaba su doctrina en argumentos aristotélicos, tomistas y humanistas, desarrollados en varias obras y que los agrupó en argumentos de razón y derecho natural y argumentos teológicos. Justificaba la guerra justa contra los indios debido a su idolatría y sus pecados, además defendía su inferioridad racial, que obligaba a los españoles a tutelarlos.

Propuso cuatro Justos Títulos para la conquista:

- el Derecho de Tutela, que implicaba la servidumbre a los españoles de los indígenas para su propio beneficio, porque carecían de capacidades para gobernarse por ellos mismos.

- la eliminación de conductas antinaturales, incuso mediante el uso de la fuerza, como el canibalismo.

- la obligación de salvar a las futuras víctimas, esclavos o capturados en la llamadas “guerras floridas”, del ritual del sacrificio humano a sus dioses falsos.

- el mandato evangelizador que Cristo dio a los apóstoles y al Papa, y este como representante de Cristo en la Tierra al rey católico.


Las Casas basaba su defensa del indio en la doctrina de Francisco de Vitoria. Así, el fundador de la Escuela de Salamanca y promotor del Derecho Internacional había establecido siete Injustos Títulos y otros siete Justos Títulos. Estos últimos eran:

- los españoles tienen el derecho de propagar la religión cristiana en América.

- la protección de los indios convertidos al Cristianismo cuando sean perseguidos por otros pueblos paganos.

- la autoridad papal para otorgar indios cristianizados a un rey católico como su señor.

- la intervención militar de los españoles cuando suceden delitos contra-natura.

- la libertad de los indios para tomar como rey a uno cristiano.

- el derecho de una parte del botín de guerra si los españoles participan en las guerras indias y actúan como aliados de unos u otros.

- la protección de aquellos indios más desfavorecidos, atrasados, discapacitados, etc.

Como discípulo de Vitoria, Las Casas consideraba como título injusto todo aquel que autorizase al Papa y Emperador al dominio de las tierras descubiertas, como por ejemplo las Bulas de Alejandro VI o el requerimiento que se hacía a los indígenas para justificar su sometimiento, por tanto la ocupación del Nuevo Mundo era ilegítima.

Rechazaba la ocupación y sometimiento por la fuerza y la conversión obligatoria de los indígenas, a los cuales no se les podía considerar pecadores o poco inteligentes, sino que eran libres por naturaleza y dueños legítimos de sus propiedades. Defendía el derecho de propagación del evangelio, el cual dejaba de ser una obligación de los colonos para convertirse en un derecho de los indígenas.



REPRESENTACIÓN CINEMATOGRÁFICA DE LA CONTROVERSIA


Los argumentos principales fueron debatidos de la siguiente manera.

Comenzaba el debate Sepúlveda con la siguiente exposición:
Dice Aristóteles y corrobora Santo Tomás que los hombres son, por naturaleza, unos superiores y otros inferiores. Los inferiores son los bárbaros, que no viven conforme a la razón natural y tienen malas costumbres. Y es de recta razón que los bárbaros sean sometidos a los que no lo son, y que así los indios obedezcan a los españoles. Y si no puede ser por la paz, habrá de ser por las armas, y esta guerra será justa.

Correspondía a Bartolomé de las Casas demostrar que la racionalidad de los indígenas era igual a la de los europeos. Como prueba se sirvió del desarrollo urbano y de su arquitectura: 

Pero vuestra reverencia, hermano Sepúlveda, no interpreta bien a Aristóteles. Porque él habla de cuatro clases de bárbaros, y los indios, a los que yo conozco, no son bárbaros propiamente dichos, o sea crueles y sin razón, sino que poseen razón suficiente y bien podrían gobernarse por sus propios medios. ¿O no hay razón en quienes han construido esos grandes templos que nos admiran? Y por su razón, hay que llevarlos a la civilización y a la fe de forma pacífica, y no a través de la guerra.

Sepúlveda intentó desmontar ese argumento comparando a los aztecas con las abejas, pues estas últimas construyen paneles y no son racionales. En cambio, cuestionó la capacidad de razonamiento y autogobierno mediante por el uso del canibalismo y la idolatría, que deben ser combatidas por la fuerza:
Habláis, fray Bartolomé, de los grandes templos como signo de razón, pero también las abejas construyen paneles prodigiosos, y no por eso se les presupone razón. Mirad, por el contrario, esos grandes pecados de estos mismos bárbaros, que comen carne humana y la ofrecen a sus ídolos. Estos pecados contra la ley natural y fueron castigados por Dios en los antiguos habitantes de la Tierra Prometida. Y del mismo modo es de justicia que la idolatría y blasfemia puedan ser vencidas con la espalda, pues es justo hacer la guerra a los idólatras, para que los infieles puedan oír la predicación de la fe y observar la ley natural.

Para Ginés de Sepúlveda los indios americanos estaban en un estado de atraso que requería tutela de reyes y del Papa, mientras que Las Casas los consideraba incluso más adelantados que los europeos en tiempos de antes de Cristo. Ginés de Sepúlveda consideraba atentado contra la naturaleza devorar carne humana, e injusta la idolatría. Las Casas añadía que para castigar dichos males se necesita una jurisdicción sobre los indios de la que los reyes de Castilla carecían. Los indios no eran por tanto súbditos, y sólo admitió que fueran sometidos los herejes.

Las Casas: Muy equivocada está vuestra reverencia, pues habláis de castigar al idólatra, pero el castigo sólo puede imponerlo quien para ello tiene jurisdicción, y aquí la jurisdicción no corresponde al príncipe, ni siquiera a Su Santidad. Porque estos indios nos eran del todo desconocidos, luego no son súbditos del príncipe. Ni tampoco conocían la fe; luego, al no ser súbditos de Cristo, no han de estar sometidos al fuero de la Iglesia.



REPRESENTACIÓN CINEMATOGRÁFICA DE LA CONTROVERSIA


Sepulveda defendía la intervención bélica para proteger a los inocentes de la idolatría y evitar la atropofagia y la inmolación de víctimas. Las Casas no tuvo objeciones contra esos fines, pero opinaba que ni la antropofagia ni el sacrificio de víctimas humanas constituyesen causa justa para combatirlos por la fuerza, ya que se hacían por motivos religiosos; y que esa falsa idolatría se podia erradicar mejor con la predicación y la ausencia de la violencia.

Sepúlveda: ¿Tendremos que dejar entonces que todos esos inocentes, víctimas de la idolatría, sigan siendo sacrificados por millares en los altares de los demonios? Porque por millares fueron sacrificados, todos los años, más víctimas inocentes que las que causaría una guerra justa contra los idólatras. Todos los hombres están obligados por ley natural a defender a los inocentes. Y sólo se los podrá defender si los idólatras son sometidos por otros hombres mejores; hombres que, por ser cristianos, aborrezcan los sacrificios.

Las Casas: Mal podemos defender a los inocentes si los matamos en la guerra. ¿No será mejor favorecer que cambien de religión por vías pacíficas? Aquí no estamos hablando de crímenes comunes, pues ¿dónde se ha visto que sea todo un pueblo el que delinque? Esos sacrificios proceden de la ausencia de fe, pero no de la maldad. La naturaleza no enseña que es justísimo que ofrezcamos a Dios las cosas más preciosas, y ninguna cosa hay tan preciosa como la vida; luego está en la naturaleza que los que carecen de fe, sin otra ley que orden lo contrario, inmolen incluso víctimas humanas al Dios que tienen por verdadero. Nosotros reprobamos esas prácticas según el mandamiento de la fe verdadera: “No matarás”. Pero, por lo mismo, no podemos matarlos para que vengan a la verdadera fe.

Sepúlveda justificaba la guerra contra los infieles como medio para la evangelización según la doctrina de San Agustín. Las Casas matizaba que San Agustín solo se refería a los cristianos herejes, sometidos a la jurisdicción de la Iglesia; siendo los indígenas paganos, en ausencia previa de la tutela de dicha institución.

Sepúlveda: Pues yo sostengo que, para traerlos a la fe, no es ilegítimo el recurso a la fuerza. Es de derecho natural y divino, siguiendo a San Agustín, corregir a los hombres que yerran muy peligrosamente y que caminan hacia su perdición. Atraerlos a la salvación es de derecho y, además, es un deber que todos los hombres de buena voluntad querrían cumplir. Dos formas hay de hacerlo. Una, a través de exhortaciones y doctrina. Otra, acompañándolas de alguna fuerza y temor a las penas, no para obligarlos a creer, sino para suprimir los impedimentos que puedan oponerse a la predicación de la fe. Hemos visto que los indios, una vez sometidos al poder de los cristianos, se convierten en masa y se apartan de los ritos impíos. Y así en pocos días se convierten más, y más seguramente, que los que se convertirían en trescientos años de exhortación.

Las Casas: San Agustín defiende el uso de la fuerza, sí, pero sabe vuestra reverencia que los hace específicamente para con los herejes que están bajo la jurisdicción de la Iglesia, no para con los infieles y paganos, que no lo están. Los indios son infieles que no están bajo la jurisdicción de la Iglesia. Luego la forma correcta de obrar con ellos no es usar la fuerza, sino convocar a los indios y, de forma pacífica, invitarles a abandonar la idolatría y a recibir la predicación. 


EL AMANECER DE LOS DERECHOS DEL HOMBRE, POR JEAN DUMONT


En la disputa no hubo un vencedor final, y ambos opositores se consideraron vencedores.  La mayor parte de los teólogos dieron como ganadoras las tesis de Las Casas, mientras que la mayor parte de los juristas lo hicieron a favor de las de Sepúlveda. La resolución final fue la emisión de varios informes que tuvieron sus consecuencias.

El Debate de Valladolid sirvió para actualizas las Ordenanzas de las Indias y crear la figura del protector de indios. Así, las nuevas instrucciones de colonización, aprobadas en Valladolid el 15 del mayo de 1556, permitieron un avance al virrey del Perú por tierras inexploradas pero sin daño ni violencia para los indígenas. El mismo espíritu mantuvieron las Ordenanzas de Juan de Ovando, sancionadas por Felipe II el 13 de julio de 1573, en las que se modificó el modelo de conquista por el de poblamiento o pacificación.

La Junta inspiró varias medidas posteriores como por ejemplo la abolición definitiva de la encomienda, así como la de cualquier síntoma de esclavitud de los indios. Fue destacable el interés de los propios reyes en mantener vivos a sus súbditos y garantizar la continuidad de los ingresos americanos frente a la codicia de los encomenderos, lo cual propició nuevas normas.

El resultado fue la promoción de la Legislación de Indias, ya antes iniciadas en otras juntas, que es considerada como la base del Derecho Internacional de Gentes (ius gentium), principio del fin de la justificación del dominio en las diferencias entre unos hombres y otros, idea que se arrastraba desde Aristóteles.

Las conquistas españolas se regularon de tal forma que solo a los religiosos les estaba permitido avanzar en territorios vírgenes. Una vez que habían convenido con la población indígena las bases del asentamiento se adentraban más tarde las fuerzas militares, seguidas poco después por los civiles. Nunca en la historia, ningún otro país del mundo ha desarrollado una política semejante.

Se mantuvo el dominio español, pero reconociendo a los indígenas como personas con derechos propios, con las mismas libertades que los españoles peninsulares.

España continuó la empresa de las Indias, teniendo en cuenta las lecciones de Francisco de Vitoria: Es claro que, después de que se han convertido allí muchos bárbaros, ni sería conveniente ni lícito al príncipe abandonar por completo la administración de aquellas provincias.


LA CONTROVERSIA DE VALLADOLID, POR JEAN CLAUDE CARRIÉRE


Lo más importante de la Controversia de Valladolid es que en ella se fundaron los Derechos Humanos. Fue la primera vez que reyes y súbditos se plantearon la cuestión de los derechos fundamentales de los hombres por el simple hecho de ser hombres, derechos anteriores a cualquier ley positiva. Nunca antes un pueblo se había cuestionado con tal profundidad dónde acaban los derechos propios, los del vencedor, y donde empiezan los derechos ajenos, los del vencido. Y nunca antes un poder se había sometido de tal manera a la filosofía moral.

El hecho de que se considerara necesaria una reflexión pública como la de esta Junta se ha considerado siempre excepcional, en comparación con cualquier otro proceso histórico de formación de un Imperio. Hay que destacar que no surgieron controversias públicas similares en las colonias inglesas o francesas de América, pero desgraciadamente sabemos de los malos tratos y del exterminio que se produjo también en ellas.

Una película francesa dirigida por Jean Daniel Verhaeghe en 1991 recrea este episodio con el título de La Controverse de Valladolid. Y lo mismo hizo Jean Dumont en 2009 con su libro El amanecer de los derechos del hombre. La controversia de Valladolid.


LA CONTROVERSIA DE VALLADOLID, POR JEAN DANIEL VERHAEGHE


TELESCOPIO ASTRONÓMICO POR JUAN ROGET

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Aunque siempre se ha asignado al óptico holandés Hans Lippershey la patente del primer telescopio, recientes investigaciones ha concluido con que el primer científico en inventar este instrumento astronómico fue un español llamado Juan Roget.


JUAN ROGET


Se denomina telescopioal instrumento óptico que permite ver objetos lejanos con mucho más detalle que a simple vista. Es la herramienta fundamental de la astronomía, y cada desarrollo o perfeccionamiento ha sido seguido de avances en nuestra comprensión del Universo. Gracias al telescopio, desde que Galileo Galilei en 1609 lo usó para ver a la Luna, el planeta Júpiter y las estrellas, el ser humano pudo, por fin, empezar a conocer la verdadera naturaleza de los objetos astronómicos que rodean el planeta Tierra y su ubicación en el Universo.

La idea del telescopio diópticono fue repentina. Durante cientos de años habían circulado rumores en Europa sobre aparatos ópticos reflectores y refractivos con los que se podía ver a larga distancia.

Generalmente, se atribuye su invención a Hans Lippershey, un fabricante de lentes alemán, quien presentó por primera vez su rudimentario tubo con lentes cóncavas y convexas al gobierno en La Haya en septiembre de 1608, en plena Guerra de Flandes, que enfrentó a varias provincias protestantes rebeldes contra su soberano Felipe II. Este mostró su invento al príncipe Mauricio de Nassau y éste a su vez llegó a enseñárselo al general de los Tercios de Flandes Ambrozio Spinola, inmortalizado por Velázquez en La rendición de Breda y que supuestamente afirmó:“A partir de ahora no estaré seguro, porque podrás verme desde lejos”.

Pero, al parecer, los historiadores están equivocados. Nuevas investigaciones, que publicó el historiador británico Nick Pelling en la revista británica History Today, afirman que el primer telescopio inventado en el mundo fue un fabricante de lentes establecido en Gerona en el año 1590. Su nombre fue Juan Roget.



TELESCOPIO DEL SIGLO XVII


Según fuentes oficiales, se sabe que Juan Roget vivió porque su nombre aparece junto a la anotación del fallecimiento de su mujer. Juan Roget, óptico gerundense, había fabricado y vendido variantes de telescopios a finales del siglo XVI con el nombre “olleres de llarga vista”. Juan estuvo casado con una francesa de nombre Juana y falleció entre 1617 y 1624. Su hermano en Barcelona era Pedro y su mujer Catalina Isern, con la que tuvo tres hijos, uno de los cuales, Miguel, era ciertamente dominico.

Su idea del telescopio viajó hacia el norte, a Holanda, y en 1608, dieciocho años después de haberlo creado, tres personas de esta nacionalidad se reivindicaron por separado el invento.

Pelling inició sus investigaciones sobre la fabricación del primer telescopio cuando encontró en internet la tesis de otro español, un coleccionista de aparatos de óptica e historiador aficionado llamado José María Simón de Guilleuma (1886-1965), publicada en 1959. Guilleuma rastreó las primeras menciones del artilugio en testamentos realizados en Cataluña a finales del siglo XVI. Es más, incluso había hallado una referencia en el libro de un óptico milanés llamado Girolamo Sirtori, en el cual relató una asombrosa reunión con un “hombre viejo y atrofiado” fabricante de lentes que conoció en Gerona, Juan Roget, a quien nombraba como el verdadero primer inventor del telescopio.




Simón de Guilleuma investigó en inventarios de la época con el objetivo de encontrar alguno de los primeros telescopios fabricados por el óptico español. Entre ellos destacan dos “ulleras” que significan monóculos o lentes de aumento, palabras que más tarde serían sustituidas por las de catalejos o telescopio. En la primera referencia, fechada el 10 de abril de 1593, un tal Pedro de Carolonaregalaba a su esposa una “ullera de larga guarnida de llautó”, cuyo significado aproximado es el de un monóculo con mango largo de bronce. El segundo, fechado el 5 de septiembre de 1608, pertenece a una subasta de los bienes de Jaime Galvany, entre los cuales se cuenta una “ullera de llauna per mirar de lluny”, que viene a ser un monóculo para ver de lejos. Este último caso parece hablar del telescopio de Roget.

Según Pelling, en aquella época era muy improbable que el primer inventario responda a la definición de telescopio pero el segundo, el de la subasta, se ajusta mejor a los sucesos de Holanda. Por otra parte, es probable que Roget y sus clientes no lograsen apreciar el verdadero potencial del invento.

Quienes habían estudiado la historia del telescopio consideraban que Roget era demasiado “marginal” como para ser considerado el padre del aparato. Pero Guilleuma, al investigar su tesis, encontró listados oficiales de parientes de Roget en Barcelona, muchos de los cuales también eran fabricantes de lentes. Al investigar las descripciones de Sirtori, Guilleuma descubrió que éstos existían en exactamente los lugares y fechas descritas.


TELESCOPIO DEL SIGLO XVII


Según un autor de la época, un holandés llamado Zacharias Janssen intentó venderle a un noble alemán un telescopio pero no lo logró porque una de las lentes estaba rota y porque el precio era exorbitado. Este episodio ha llevado a pensar que Janssen vendía en realidad un objeto hecho por otro y a endosar la invención del telescopio a ópticos italianos como G. Battista della Porta o Rafael Gualterotti.

La hipótesis de Pielling comienza cuando un desconocido compra el telescopio de Galvany en Barcelona y pone inmediatamente rumbo a Francfort, la feria donde se presentaban anualmente los libros y las novedades científicas. Allí, al verse huérfano de contactos, conoce a Janssen y le ofrece ir a medias en el negocio a cambio de que éste le venda el objeto a sus clientes. Janssen, fascinado por el objeto, hace lo imposible por no venderlo. Cree que ha encontrado un gran hallazgo. Quiere quedárselo él y así lo hace.

Vuelve enseguida a Holanda, convencido de que será capaz de fabricar algo parecido. Pero Zacharias Janssen no es óptico y necesita lentes. Se las pide a los fabricantes de lentes Hans Lipperhey y a Jacob Metius de Alkmaar. No se da cuenta de que a la vez propaga el secreto y cava su propia tumba.

Hans Lipperhey presentó la solicitud de patente de telescopio, que no era más que un catalejo de baja potencia, el 2 de octubre de 1608. Cuando Janssen obtiene su propio telescopio, marcha a la oficina de patentes el 17 de octubre de 1608 y solicita lo mismo.

Pero días después las autoridades le informaron de un “hombre joven que había demostrado lo mismo con un instrumento similar”.

Se da cuenta de que Lipperhey le ha adelantado, patentando el ingenio dos semanas antes, arrebatándole de paso el mérito a un óptico de Gerona. Poco antes, el día 14, otro fabricante de lentes, Metius, también había intentado patentarlo.

Pero tal como dijo a la BBC Nick Pelling, esta versión de los hechos carece de fundamentos, porque “a través de la historia ha habido casos de personas que inventan objetos al mismo tiempo” señala el investigador. “Pero en general, siempre ha habido una buena razón para que ocurra así, y ésta es el hecho de que alguien plantea el desafío”. Tal como explica el historiador, en 1608, nadie había presentado el desafío de crear un telescopio, ni se había declarado la intención de hacerlo. “Y esto no tiene sentido porque tres personas no pudieron plantear del desafío de inventar un telescopio al mismo tiempo en el espacio de dos semanas. Incluso en esa época, creo que estaba clara que todos los solicitantes de patentes holandeses estaban mintiendo, engañando u ocultando hechos.”

Los cierto es que Juan Roget inventó el telescopio en 1590, dieciocho años antes de la patente de Hans Lippershey.

En varios países se ha difundido la idea errónea de que el inventor fue otro holandés llamado Christian Huygens, quien nació mucho tiempo después.


GALILEO GALILEI


La noticia del registro de tan revolucionario invento para la ciencia se difundió con rapidez por Holanda y toda Europa. Galileo Galilei decidió diseñar y construir uno. En 1609 mostró el primer telescopio astronómico registrado. Gracias al telescopio, hizo grandes descubrimientos en astronomía, entre los que destaca la observación, el 7 de enero de 1610, de cuatro de las lunas de Júpiter girando en torno a ese planeta.

Conocido hasta entonces como la lente espía, el nombre “telescopio” fue propuesto primero por el matemático griego Giovanni Demisiani el 14 de abril de 1611 durante una cena en Roma en honor de Galileo, cena en la que los asistentes pudieron observar las lunas de Júpiter por medio del telescopio que Galileo había traído consigo.

Existen varios tipos de telescopio: refractores, que utilizan lentes; reflectores, que tienen un espejo cóncavo en lugar de la lente del objetivo, y catadióptricos, que poseen un espejo cóncavo y una lente correctora. El telescopio reflector fue inventado por Isaac Newton en 1688 y constituyó un importante avance sobre los telescopios de su época al corregir fácilmente la aberración cromática característica de los telescopios refractores.


 
 
TELESCOPIOS DEL SIGLO XVIII
 
 

SANTA HERMANDAD, LA PRIMERA POLICÍA NACIONAL DE EUROPA

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La Santa Hermandad fue la primera unidad militar permanente que existió en España y una de las primeras tropas regulares organizadas de Occidente. Fue creada por los Reyes Católicos en 1476 para garantizar la seguridad y mantener el orden público en todos los territorios de la Corona, por tanto, fue el primer cuerpo nacional de policía de Occidente. Fue concebido como cuerpo de ejército permanente en teoría, pero en la práctica se formó para someter a la nobleza, ya que esta recurría al bandolerismo para solucionar sus problemas financieros.
 
 
 

Cuando los Reyes Católicos accedieron al trono, España sufría un periodo de disturbios y caos social, marcado por las pretensiones de la nobleza y por una guerra civil. En Castilla, numerosos nobles se dedicaban al bandolerismo y al saqueo, mientras que delincuentes controlaban los caminos y extorsionaban a los labradores. En Aragón, el bandolerismo era una constante en la vida cotidiana. Se trataba de un orden mafioso por el cual los magnates controlaban organizaciones de delincuentes y estos creyeron posible convertirse en magnates. Alguno de estos fueron el duque de Medina, el marqués de Cádiz, el conde de Cabra y Alonso de Aguilar, quienes controlaban Andalucía; el maestre de Alcántara, Alonso de Monroy devastaba la provincia de León; al alcalde de Castronuño, Pedro de Mendoza, quien sometía las ciudades de Valladolid, Toro, Salamanca o Zamora; y el conde de Treviño junto a con otros banderizos vascongados, quienes asolaron aquellas tierras hasta Fuenterrabía.

En el siglo XI los concejos de las villas y ciudades fundaron las primeras Hermandades de hombres armados, de carácter regional o local, con la intención de proteger sus campos, sus ferias y sus rutas comerciales de los ataques de los moros en tierras fronterizas o de los bandoleros. Estas milicias municipales, que tenían una organización similar a las Cofradías, eran asociaciones de ciudades o comarcas organizadas para la protección armada del comercio, los privilegios locales o la seguridad pública. La primera fue la de  Hermandad de Sisla Mayor o San Martín de la Montiña, en Toledo, fundada por Alfonso VI de Castilla quien concedió los primeros privilegios.

En el principado de Cataluña, tuvo su homólogo en el Somatén, y en Navarra en el Orde.

Más tarde, desde el siglo XIII y con el proceso de Reconquista avanzado, el poder feudal intentaba afirmarse frente al poder real y frente las villas y ciudades. El orden feudal ya no es lo que era, ya que la tradicional regla de la caballería cristiana, por la cual el fuerte debía proteger al débil, había sido quebrantada por una aristocracia en decadencia ante el poder del estamento de la burguesía y de las ciudades y villas.

 
 

 

Un precedente sucedió en 1300, cuando se unieron en una misma federación los toledanos de los Montes con los talaveranos de la Jara, y más tarde los de Villa Real, abriendo así una etapa donde la nueva institución resultante fue cobrando mayor efectividad al coordinar sus esfuerzos, aumentar el potencial humano y mejorar las estrategias de lucha contra el bandolerismo.

A petición de los procuradores, en 1473 Enrique IV de Castilla autorizó en Cortes la formación de la Hermandad Nueva General de los Reinos de Castilla y León, para asegurar el cumplimiento de la ley y perseguir la delincuencia en poblados y caminos. Este cuerpo se disolvió rápidamente, a la vez que el conflicto sucesorio a la muerte de Enrique agravó la situación de inseguridad en el reino.

Los Reyes Católicos sentaron las bases del primer Estado moderno de Europa, entre otras consideraciones establecieron como una prioridad el logro del orden público y la paz social. Para eso, prohibieron las luchas entre banderizos o clanes feudales, desterraron a los señores feudales más crueles y desmocharon los castillos de aquellos que no acataban las leyes. Pero estas medidas eran insuficientes, necesitaban ante todo renovar la Hermandad, entregar más autoridad, mejorar su organización, su unidad interna y su capacidad para actuar en todo el territorio del reino.

Los promotores de la idea fueron el contador mayor de cuentas, el asturiano Alonso de Quintanilla, el primer sacristán, el burgalés Juan de Ortega, y el provisor de Villafranca de Montes de Oca. En marzo de 1476, en la ciudad palentina de Dueñas organizaron la primera reunión general con representantes de las ciudades más importantes de la actual Castilla y León: Burgos, Palencia, Medina, Segovia, Olmedo, Salamanca y Zamora entre otras, componía el Consejo de la Hermandad.

Isabel y Fernando aceptaron la propuesta en la asamblea de las Cortes en Madrigal, y sancionaron sus Ordenanzas de Madrigal en carta fundacional con fecha del 19 de abril de 1476.



 

La creación de la Santa Hermandad fue una medida hábil porque limitó la jurisdicción de los alcaldes, actuó no solo contra los malhechores, sino también contra los nobles indisciplinados. La Hermandad se convirtió en un cuerpo policial y en un tribunal de justicia superior con la finalidad de perseguir delincuentes, obligando a las autoridades a entregar a los presos que reclamasen. Para ello, establecieron una reglamentación de delitos: asalto de caminos, robos de muebles o semovientes en despoblado, incendios en casas, saqueos en huertas, derramamientos de sangre, etc. El Ordenamientose esforzaba en preservar la objetividad de la justicia y las garantías para el acusado.

En sus inicios, las ciudades aportaron un jinete por cada cien vecinos, y un infante por cada ciento cincuenta, agrupados en cuadrillas. Asturias, las merindades del norte del Ebro y de Aguilar de Campóo aportaban sólo soldados de infantería. La financiación se consiguió mediante el establecimiento del impuesto de la sisa sobre todas las mercancías menos la carne. En total se dispuso de un cuerpo de unos 2.000 hombres armados que podían actuar en todo el territorio de la Corona. El primer capitán fue el duque de Villahermosa, Alfonso de Aragón, hermanastro del rey Fernando.





Más tarde, la Junta de Hermandad dictó que todas las villas y lugares del reino quedaban obligadas a entrar en el nuevo sistema de seguridad, bajo sanciones económicas. La seguridad se convirtió en política de Estado. Para evitar tensiones con los concejos, los reyes permitieron que sobrevivieran las hermandades municipales preexistentes pero integradas en la nueva, como son los casos de las hermandades de Guipúzcoa, Álava y Vizcaya, y también con las de Toledo y Talavera. También se introdujo en la Corona de Aragón, con la idea de unificar instituciones entre Castilla y Aragón, aunque este intento fracasó. Estas ideas evolucionaron hacia las Guardas de Castilla.

Fue un cuerpo muy eficaz. La paz interior, la seguridad en los caminos y la tranquilidad social se consiguieron rápidamente. Los castigos fueron muy duros y la nobleza perdió gran parte de su inmenso poder terminando por doblegarse a la autoridad central ostentada por los reyes.

Este cuerpo también participó en la toma de Granada, en las expediciones a Nápoles y las Canarias. Efectuó los primeros censos y padrones modernos de España gracias a la información recogida de los municipios a principios del siglo XVI.

Pero poco a poco fue decayendo debido a las siguientes causas: resultar escaso como Ejército permanente y, sin embargo excesiva como cuerpo de seguridad; suponer una considerable carga para los pueblos que debían pagarla; el error de los monarcas al eliminar la Capitanía General y otros cargos intermedios, confiando en cuadrilleros y alcaides (cargos militar y judicial), de carácter político que eran elegidos anualmente, provocando el desprestigio y su caída; y el emplear cada vez más frecuentemente al Ejército regular en misiones de orden público.

La Santa Hermandad fue decayendo, hasta que en 1834, fue votada una ley en las Cortes por la que se ordenaba su desaparición total. Diez años más tarde, se crearía la Guardia Civilcomo sustituto.




COMISARÍA DE POLICÍA DE ENSCHEDE (HOLANDA)
SITUADA EN LA CALLE HERMANDAD

REINO HISPANOVISIGODO, FUNDADORES DE LA PRIMERA NACIONALIDAD DE EUROPA

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Durante los primeros siglos de la Alta Edad Media, el pueblo visigodo fusionado con el hispano consiguió establecer un Estado independiente con identidad propia. Los visigodos recogieron el legado cultural de la Hispania romana, unificaron el territorio bajo una misma corona, se convirtieron al Catolicismo, establecieron un derecho común, se fusionaron con los hispanorromanos formando una misma sociedad y forjaron con todo ello un sentimiento de unidad política. Aunque no en el sentido moderno del concepto, los hispano-visigodos fueron los forjadores de una de las primeras nacionalidades de Europa: la Española

Cuando el brillo de Roma se oscureció, los hispano-visigodos recuperaronpara Europa el antiguoDerecho romano mediante el cual los súbditosformaban una sola comunidad yrevitalizaron la cultura clásica grecorromana cuyo máximo representante fue Isidoro de Sevilla.

CRUZ VISIGODA DE LOS ESPAÑOLES ALTOMEDIEVALES


Europa nace cuando el Imperio romano aceptó su cristiandad y se dividió en dos mitades: la latina y la griega. Por ello, Diocleciano y Constantino restructuraron el territorio según la existencia de diversas nacionalidades llamadas Diócesis, o su equivalente germánico Volk, cuyo significado equivale a “pueblo”.

Cinco grandes Diócesis se establecieron en el lado Oeste del aquel Imperio romano dividido: Italia, Galias, Britania, Germania e Hispania. Mientras las Galias, Britania y Germania abandonaron su nombre por el de los Volk germánicos (francos, británicos, teutones, etc.), Italia y España conservaron su nombre debido a su acusada herencia romana. Hispaniaobtuvo su identidad a través de Roma, cuando a comienzos del siglo IV, fue reconocida como diócesis cristiana, abandonando el helenismo.

Los hispanorromanos habían comenzado a tener conciencia de formar una unidad. No se trataba de una conciencia nacional, porque el concepto de nación moderna no existía aún, pero si se estaba forjando un sentimiento de comunidad en la península Ibérica.

La muerte del emperador Teodosio en el 395 fue un acontecimiento decisivo. Empujados desde el este por los hunos de Atila, sucesivas oleadas de germanos invadieron el Imperio romano cruzando el Rhin y el Danubio. En el 409 d. C, suevos, vándalos y alanos penetraron en el territorio de una Hispania en descomposición interna. Los suevos se extendieron por Galicia, y los vándalos por Bética, ambos pueblos eran germánicos; los alanos que se extienden por Lusitania eran indoarios.


 
EXPANSIÓN TERRITORIAL DE LAS TRIBUS GERMÁNICAS


En el 414 penetraron también los visigodos, que se habían asentado a ambos lados de los Pirineos. Se trata de un pueblo de unas 200.000 personas que había llegado desde algún territorio litoral al mar Báltico. Poseían un grado de civilización superior al resto de pueblos invasores, de hecho, llegaron a pactar con Roma. No eran un pueblo especialmente belicoso, tan sólo querían asentarse a vivir en tierras, por eso Roma aceptó su asentamiento a ambos lados de los Pirineos a cambio de derrotar a los pueblos invasores que estaban asolando el Imperio.

Al frente de los visigodos estaba el rey Ataúlfo, que sustituyó la legitimidad del Imperio romano y estableció su capital en Barcelona. La idea de los visigodos consistía en mantener las condiciones fijadas en la Lex de hospitalitate, intentando mantener la identidad germánica como el portador del poder.

Euricointentó ofrecer a la sociedad hispanorromana un sistema jurídico aceptable, codificando y ajustando las leyes del emperador Teodosio II, llamándolas Lex romana visigothurum.



VESTIMENTA DEL PUEBLO VISIGODO


Finalmente, el Imperio romano de Occidente se desintegró en el año 476, debido a la fuerza de las invasiones de los pueblos bárbaros y a su decadencia interna; los visigodos se encargaron de recoger su legado: unificaron el territorio bajo una misma corona, recuperaron la herencia cultural, se convirtieron al catolicismo, establecieron un derecho común, se fusionaron con los hispanorromanos formando una misma sociedad y forjaron con todo ello un sentimiento de unidad política.

Se produjeron duras luchas entre las tribus germánicas hasta que en 585, los visigodos se hicieron dueños de la situación, incorporando el territorio que ocupaban los suevos. Leovigildoconsiguió unificar políticamente el espacio hispano con capital en Toledo; un territorio que ahora formaba un Estado independiente con identidad propia.

Fue este rey quien permitió la fusión étnica, mediante la legalización de matrimonios mixtosentre godos e hispanorromanos. Fue en este siglo XVI cuando los hispanorromanos impusieron sus modos de ser y de vivir.

Desde 585, los visigodos dominaron en todo el territorio de la península Ibérica, y su dominio no se vio interrumpido hasta la invasión musulmana del 711. Durante ese tiempo, todo el territorio peninsular estuvo unificado bajo una única corona, una religión común, un legado cultural y un derecho unificado.

Durante el III Concilio de Toledo de 589, Recadero, hijo de Leovigildo, y su reino abrazaban la fe romana. El arrianismo fue sustituido por el catolicismo, el latín se impuso sobre la lengua goda, y se sometieron todos los habitantes a una Lex romana custodiada por los visigodos que adoptaron todos los usos y costumbres hispanorromanas. E incluso se terminó abandonando parte de su herencia consuetudinaria al aprobar, en 654, una reglamentación estatal de fuerte tradición romana, el Liber Iudiciorum, aplicable tanto a visigodos como a hispanorromanos.

 
CONVERSIÓN DE RECAREDO POR ANTONIO MUÑOZ DEGRAIN
 
 

Esta unidad religiosa condujo a una estrecha relación entre la Iglesia y la Monarquía, fortaleciéndose ambas merced a esta relación, pero significando también una cierta dependencia que se hizo especialmente acusada en la crisis de la Monarquía.

Por otra parte, la conversión al catolicismo de los distintos pueblos europeos determinó la vida cultural, así en la península Ibérica se desarrolló durante casi dos siglos una importante corriente, mezcla de la tradición latina con el espíritu cristiano.

Este movimiento de restauración cultural recuperó para Europa el antiguo Derecho romano mediante el cual los súbditos forman una sola comunidad, regida a su vez por esa ley hispano-visigoda, que reducía la servidumbre a dimensiones económicas. Era una ley que garantizaba a los campesinos la subsistencia mediante el trabajo de la tierra, aunque tenían que transcurrir todavía varios siglos para que la servidumbre desapareciera.

Cuando el brillo de Roma se oscureció, los visigodos revitalizaron la cultura clásica, adoptando como suyos el patrimonio y legado hispanorromanos. La cultura hispano-visigoda era floreciente, pujante y fecunda, la más refinada de todo Occidente durante los siglos VI y VII. Estaba basada en el mantenimiento de un sistema educativo heredado de las escuelas municipales que implantó el Imperio romano, y que había sido renovado en el siglo V, carente de parecidos en el resto de Occidente. Así pues, se fundaron nuevos monasterios que prosiguieron la labor evangelizadora, y las sedes episcopales organizaron escuelas, convirtiéndose en focos de cultura.

Destacaron los historiadores Paulo Osorio e Hidalcio, el poeta Prudencio, el filósofo Juan de Bíclaro, o el rey poeta Sisebuto. Cabe destacar, por la importancia de las obras conservadas, entre otros a Martín de Braga, Braulio de Zaragoza, Julián y Eugenio de Toledo, Fructuosos de Braga o Valerio del Bierzo.




EXPANSIÓN DEL REINO HISPANOVISIGODO HASTA LEOVIGILDO


Otra personalidad representativa de la cultura hispano-visigoda fue Leandro de Sevilla, hermano mayor de Isidoro de Sevilla, cuya obra se ha perdido por completo excepto la homilía De triumpho ecclesiae ob convesionem Gothorum y el tratado De institutione virginum.

San Isidoro de Sevillafue reconocido como el más sabio de su tiempo. Escribió innumerables obras. Las Etimologíasresumen las ciencias y los conocimientos de la cultura clásica, fue traducida por Alfonso X el Sabio. También escribió: Historia de regibus gothorum, vandalorum et suevorum, Chronica, y De Virus illustribus. En sus obras se recogen el "trivium" y el "cuadrivium", división de los estudios de la Antigüedad clásica y que pasó a la enseñanza durante la Edad Media.

Las Laudes Hispaniaeconstituyen un subgénero muy temprano de la literatura española. En ellos se reivindica la identidad nacional a partir del prólogo con el que Isidoro de Sevilla abre su Historia de regibus gothorum, vandalorum et suevorum (Historia de los reyes godos, vándalos y suevos).

Isidoro cantó las glorias de un pueblo en plena asunción de una existencia política propia. Su Loa a Hispania es una alabanza a la España de los primeros siglos de la Edad Media, que refleja el sentimiento de pertenencia y la identidad común de aquel reino hispano-visigodo, mezcla de la herencia romana, la cristiana y la germánica.

La influencia cultural gótica en la formación de España como nación y Estado fue enorme. Los vestidos visigodos, como el pantalón, la camisa y los zapatos, sustituyeron los vestidos telares romanos e ibéricos y las sandalias. Los balcones y voladizos en las casas los introdujeron los godos. Las reglas armónicas de la música son godas. Nuestro concepto del honor es godo, así como gran parte de nuestra ética. La lengua española está impregnada en su vocabulario, fonética y léxico de palabras góticas. Son palabras de orige gótico: zapato, gorro, galones, templado, daga, machete, garbo, estribo, trampa, trepar, rango, banda, bandera, ganado, heno, Galindo, Gutiérrez (hijo de godo), Godoy, Jiménez, Martínez, Rico, etc.

La filóloga Jurate Rosales ha demostrado que la lengua española ha recibido una influencia del latín vulgar gracias a los godos. Se comprueba en las diptongaciones de la o, a, e largas, en la pérdida de la f inicial, en la palatización de las silabas latinas ki y ti, en el cambio de la k latina por la g española, en la terminación ez de los patronímicos, en la ausencia de t en la terminación de la tercera persona del plural, cambios que son similares a los de las lenguas bálticas.




BRAULIO DE ZARAGOZA E ISIDORO DE SEVILLA


Codex Revisus, época de Leovigildo:

Que esté permitida la unión matrimonial tanto de un godo con una romana (Hispanorromana), como de un romano (Hispanorromano) con una goda. Se distingue una solícita preocupación en el Príncipe, cuando se procuran beneficios para su pueblo a través de ventajas futuras; y no poco deberá regocijarse la ingénita libertad al quebrantarse el vigor de una antigua ley con la abolición de la orden, que, incoherentemente, prefirió dividir con respecto al matrimonio a las personas que su dignidad igualaba como parejas en status. Saludablemente reflexionando por lo que aquí expuesto como mejor, con la remonición de la orden de la vieja ley, sancionamos con esta presente ley de validez perpetua: que tanto si un godo una romana, como también un romano una goda, quisiera tener por esposa-dignísima por su previa petición de mano-existía para ellos la capacidad de contraer nupcias y esté permitido a un hombre libre tomar por esposa a la mujer libre que quiera en honesta unión tras informar bien de su decisión y con el acompañamiento acostumbrado del consenso del linaje.



De Laude Spaniae por San Isidoro de Sevilla:
 
¡Oh España, madre sagrada y siempre feliz de príncipes y de pueblos! Eres la más hermosa de todas las tierras, habitadas y por habitar, desde Occidente hasta las Indias. Con todo derecho eres ahora la reina de todas las provincias, luminaria de la que se benefician tanto el orbe, la parte más ilustre de la tierra, en la que se regocijan sobremanera y florece espléndidamente la gloriosa fecunda del pueblo godo.

Con gran indulgencia, aunque merecidamente, te enriqueció la naturaleza con notable abundancia de todo tipo de bienes. Eres rica en frutos, copiosa en uvas, alegre en cosechas; te vistes de mieses, los olivos te ofrecen sus sombras, y las vides te sirven como vestido. Tus campos están llenos de flores, tus montes te hacen frondosa, y tus costas abundan en peces. Estás situada en la zona más agradable del mundo; gracias a ello, ni te abrasa el ardor del sol tropical, ni te agarrota el rigor de los hielos glaciares, sino que abrazada por la zona más templada del cielo, te nutres de felices céfiros. Porque, efectivamente, tú haces posible la fecundidad de los campos, el precioso valor de las minas, y cuanto de hermoso tienen los seres vivientes. Y de ninguna manera tienen por qué minusvalorarte esos ríos a los que ennoblece la merecida fama de sus rebaños.

Superas a Alfeo en caballos y al Clitumno en reses, por más que el sagrado Alfeo pueda entrenar a sus veloces cuadrigas por las pistas para hacerse con las palmas olímpicas, y el Clitumno se dedicara en el pasado a ofrecer en sacrificio enormes novillos en el Capitolio. Gracias a tus abundantísimos pastos, no necesitas ambicionar los prados de Etruria, ni rebosantes de palmas, te admiras ante los bosques de Molorco; tampoco sientes envidia de los carros de Élide en la carrera de tus caballos. Tú eres feracísima gracias a tus caudalosos ríos, los torrentes que arrastran pepitas de oro te visten de color amarillo, posees la fuente que engendra la mejor caballería, y te pertenecen los vellones teñidos de púrpura que brillan igual o más que los colores de Tiro. En ti se encuentra la piedra preciosa que brilla en el sombrío interior de los montes y resplandece casi como el sol.

Además, eres rica en hijos, en piedras preciosas y en púrpura; por otras parte, a tu otra parte, a tu gran fecundidad deben existencia numerosos talentos y gobernantes de imperios, eres opulenta para encumbrar príncipes y feliz a la hora de parirlos. Con razón te deseó desde siempre la áurea Roma, cabeza de los pueblos; y, aunque el romano terminara un día poseyéndote gracias a su Romúlea fortaleza, al final el floreciente pueblo godo, tras numerosas victorias por todo el orbe, te robó el corazón y te amó, y goza ahora de ti con segura felicidad entre la pompa regia y el esplendor del imperio.

 

EXPEDICIÓN BOTÁNICA A NUEVA ESPAÑA POR MARTÍN SESSÉ

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La Real Expedición Botánica al Virreinato de Nueva España fue organizada bajo la dirección científica del Real Jardín Botánico entre los años 1787-1803, para continuar los estudios sobre plantas medicinales de Nueva España y todo lo relacionado con su historia natural.


VIRREINATO DE NUEVA ESPAÑA AÑO 1796


La Expedición Botánica al virreinato de Nueva España se generó como resultado de la recuperación desde el Colegio Imperial de Madrid de los manuscritos de Francisco Hernández de Toledo. Este había sido el médico de Felipe II que en 1570 había efectuado la primera expedición científica para el estudio de la flora americana. La noticia fue comunicada a José de Gálvez, ministro de Indias y antiguo visitador de Nueva España. La flora y la fauna de México era hasta entonces poco conocidas para la ciencia Occidental y las especies conocidas no habían sido clasificadas científicamente.

En aquellas fechas el médico aragonés Martín Sessé,establecido en México, expresó sus deseos de realizar una expedición botánica destinada a la catalogación de los recursos naturales del virreinato de Nueva España y a la institucionalización de las nuevas enseñanzas sanitarias en el territorio ultramarino. Su iniciativa fue solicitada al médico, botánico y farmacéutico Casimiro Gómez Ortega, director del Real Jardín Botánico de Madrid, quien promovió ante la Corte una nueva Expedición Botánica al Virreinato de Nueva España.

En marzo de 1787, el rey ilustrado Carlos III autorizó esta gran expedición que tendría como director a Martín Sessé. Su objetivo principal era la creación de un Jardín Botánico en México destinado, como el de Madrid, a continuar la obra de Francisco Hernández renovando los estudios sanitarios y centralizando los trabajos de catalogación de las riquezas naturales del virreinato.



JARDÍN BOTÁNICO DE MADRID, SIGLO XVIII


La preparación de la expedición fue larga. Sessé recorrió Santo Domingo, Puerto Rico y Cuba, dónde se estaban realizando expediciones similares, para colaborar y aprender. En Cuba participó en la búsqueda de un remedio para una enfermedad parasitaria que se estaba extendiendo con rapidez.

En la expedición participaron un grupo de botánicos de España elegidos por Gómez Ortega entre los que se incluyen: Vicente Cervantes, uno de sus discípulos que fue nombrado catedrático de Botánica en México; Juan Diego del Castillo, botánico agregado que fue comisionado del Real Jardín desde 1785 en Puerto Rico, José Longinos Martínez, agregado naturalista que fue alumno de Cervantes en el Real Jardín de Madrid; y Jaime Senseve, incluido como profesor farmacéutico.

La expedición comenzó en octubre de 1787. Durante el primer año se realizaron cortas exploraciones: Sessé y Senseve herborizaron en el desierto de los Leones, mientras Cervantes preparaba las enseñanzas en el Jardín Botánico mexicano, que se inició en mayo de 1788. Los seis meses de aquella docencia fueron aprovechados por Longinos, Sessé y Senseve para visitar Morelos. Tras su vuelta a México, se incorporaron al equipo expedicionario Juan del Castillo, procedente de Puerto rico, y dos dibujantes novohispanos, Vicente de la Cerda y Atanasio Echeverría, formados en la Real Academia de San Carlos de México. Durante la primavera de 1789 los expedicionarios iniciaron su segundo periplo y visitaron, entre otros lugares, Cuernavaca, Tixtla, Chilpanzingo y Acapulco, lugares en los que fueron recogiendo numerosas y valiosas muestras.

En 1790, se incorporaron a la expedición dos alumnos de Cervantes formados en el Jardín Botánico de México, José Mariano Mociño y José Maldonado, en sustitución de Senseve, que fue trasladado contra su voluntad al jardín para hacerse cargo de las labores de disección y preparación de animales. Esta dirección molestó al naturalista de la expedición, José Longinos. Sus discrepancias como Sessé lo llevaron a abandonarla y a crear por su cuenta un Gabinete de Historia Natural en la Ciudad de México del cual se autoerigía en director. Juan a Senseve, realizó algunos viajes de exploración hacia el territorio de las Californias. Cuando el virrey de Nueva España les ordenó reintegrase a la expedición para estudiar los territorios de Guatemala, lo hicieron a disgusto, separándose del resto de los exploradores. Longinos permaneció en Guatemala hasta que las autoridades virreinales les obligaron a regresar a la Península.


INSTRUMENTOS DE INVESTIGACIÓN BOTÁNICA DEL SIGLO XVIII


Los exploradores realizaron una tercera salida para reconocer los territorios del noroeste novohispano, atravesando Michoacán, Sonora y Apatzingán hasta llegar a Guadalajara. Allí el grupo formado por Mociño, Castillo y Echeverría se dirigió hacia Aguascalientes, a través de Los Álamos y la sierra Tarahumara; mientras que Sessé alcanzó esta misma localidad cruzando el desierto de Sinaloa. Dos años que tardaron en hacer este recorrido (1790-1792). En Aguas Calientes recibieron la orden de desplazarse hasta la costa noroeste para estudiar la isla de Mazarredo (Nutka). Tenía un importante interés comercial para los gobiernos de España y Gran Bretaña y en aquellos tiempos se encontraba en disputa entre ambas potencias por hacerse con su control.

Allí zarparon Mociño, Echeverría y Maldonado en 1792. Juan del Castillo quedó enfermo de escorbuto en Aguas Calientes, donde murió en 1793. Los exploradores se integraron así en la parte de la Expedición de Límites dirigida por Juan Francisco de la Bodega y Quadra.



JUAN FRANCISCO DE LA BODEGA Y QUADRA


A la muerte de Castillo, Sessé volvió a la Ciudad de México con el propósito de fomentar el valor académico de los estudios impartidos en el jardín mexicano e iniciar los trámites burocráticos necesarios para la incorporación oficial de Mociñon a la expedición, en sustitución del difunto Castillo.

Una vez finalizada su estancia en Nutka, la expedición decidió afrontar el estudio del sur del virreinato: Mociño y Dela Cerda emprendieron viaje hacia Mixteca y la costa de Tabasco; Sessé, Del Villar y Echeverría se dirigieron a Jalapa y Guaztuco. Ambos grupos debían de confluir en Córdoba para, desde allí, partir a Veracruz. La expedición regresó a Ciudad de México pasando por Tehuantepec y Tabasco.

En 1794, Martín Sessé solicitó permiso a la Corte para una última exploración durante dos años. Su objetivo era reordenar las colecciones formadas y concluir el estudio de la América Central, esta vez en el Reino de Guatemala y las islas de Cuba, Santo Domingo y Puerto Rico. Mientras tanto, Cervantes permanecería, en Ciudad de México ocupándose del traslado del jardín botánico desde su pantanosa anterior ubicación hasta el Palacio Real. El resto del equipo expedicionario se dividió en dos grupos:

Por una parte, Sessé, Senseve y Echeverría emprendieron viaje hacia Cuba y llegaron a La Habana en junio de 1795; en marzo de 1796 se encontraban en Puerto Rico y desde allí retornaron a Cuba a la espera de conseguir permiso para visitar Santo Domingo. La situación de guerra y la sublevación de los esclavos negros en la isla hicieron que aquel viaje resultara imposible de realizar. Sessé y Senseve regresaron a México, adonde llegaron en mayo de 1798. El dibujante Echeverría no los acompañó, pues en La Habana se enroló en la expedición de fomento dirigida por el conde de Mopox.

Por otra parte, Mociño y De la Cerda, acompañados a distancia por Longinos, emprendieron el viaje a Guatemala, pasando por Tehuantepec. Mociño tardaría dos años en componer su Flora de Guatemala, trabajo que simultaneó con la realización de informes sobre la viabilidad del comercio entre Guatemala y las posesiones españoles en México y las Californias. El límite sur de ese viaje se encuentra en León de Nicaragua, donde Mociño y De la Cerda llegaron en mayo de 1797. Desde allí emprendieron viaje de vuelta a Ciudad de México; en su viaje visitaron Chiapas, durante el cual Mociño se entretuvo en estudia la potabilidad de sus aguas, minas de mercurio, el índigo y remedios para la posible curación de la lepra. Vicente de la Cerda llegó a México a finales de 1798 y Mociño en febrero del año siguiente.

En México, Sessé emprendió la recopilación y preparación del material que habría de trasladar a España. En esta tarea, en la que se invirtieron dos años, colaboró todo el equipo expedicionario, salvo Longinos. Durante dos años Mociño trabajó en el Hospital General de Naturales, en compañía de Luis Montaña, un médico criollo; ambos elaboraron un conjunto de notas farmacológicas que luego resumió Cervantes bajo el título Ensayo a la materia vegetal de México.

Sus trabajos en el Hospital General de San Andrés sentaron las bases para el desarrollo de la clínica moderna, sustituyendo la terapia humoral por la brownista (una derivación vitalista), de la que fueron firmes divulgadores.


DIBUJOS DE LA FLORA NOVOHISPANA


Tras solucionar algunos problemas, personales e institucionales, los expedicionarios decidieron regresar a la península. Mociño y la parte de los materiales que transportaba llegaron a Cádiz en julio de 1803. Sessé y Senseve, tras una larga estancia en La Habana, lo hicieron en octubre del mismo año junto a la parte correspondiente de las investigaciones. Vicente Cervantes permaneció definitivamente en México a cargo del Jardín Botánico de la capital, incluso hasta después de la independencia con respecto a España.

Los resultados que Sessé y Mociño ofrecieron en Madrid fueron más importantes y decisorios en los aspectos médicos y políticos que en los botánicos. Sessé promovió las reformas de las doctrinas médicas en la erradicación de la llamada “fiebre amarilla" aparecida en Andalucía en 1804, concienciando a los otros médicos españoles de que la causa de la enfermedad se debía a condiciones ambientales e higiénicas y no al supuesto efecto transmisor. Los trabajos médicos de ambos expedicionarios consiguieron su entrada como miembros de la Real Academia de Medicina de Madrid, en 1805.

El 4 de octubre de 1808 muere Martín Sessé. José María Mociño tuvo de abandonar España en 1812, refugiándose en Montpellier, por ser considerado un afrancesado. Allí conoció a De Candolle, a quien confió los manuscritos y dibujos de la Flora Mejicana cuando éste se trasladó a Ginebra. Finalmente murió en 1820 en Barcelona.


VIRREINATO DE NUEVA ESPAÑA AÑO 1796

PRIMER MAPAMUNDI POR JUAN DE LA COSA

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El primer gran expedicionario y cartógrafo español de ultramares del siglo XVI fue Juan de la Cosa. Participó en los dos primeros viajes de Colón, más tarde también realizó otros cinco por cuenta propia. Su aportación a la cartografía y geografía universal quedó de manifiesto en el primer mapamundi en el cual se representa América.


RETRATO DE JUAN DE LA COSA


Nacido en Santoña (Cantabria) participó en el descubrimiento de América como patrón de su navío mercante Santa María. De la Cosa no dudó en acompañar a Cristóbal Colón en su primer viaje. Ya era un navegante de sobra preparado para surcar el desconocido mar Océano, pues había navegado durante su juventud por el mar Cantábrico y por los mares de África occidental.

A pesar de que su nave encallase el día de Navidad de 1492 en la isla La Española, De la Cosa fue un hombre de confianza de Colón y por eso también tomó parte en el segundo viaje del marino genovés. Hacia finales del siglo XV su experiencia a bordo de las naos estaba demostrada y era respetada tanto por sus colegas de profesión como por los cortesanos, también estaba acreditada su habilidad en la construcción de mapas que le valieron su confianza para embarcar en tres grandes singladuras oceánicas.

 

JUAN DE LA COSA ESTUVO JUNTO A COLÓN EN EL DESCUBRIMIENTO
DE AMÉRICA AL MANDO DE LA NAO SANTA MARÍA


Su tercera expedición fue iniciada el 18 de mayo de 1499 desde el puerto de Cádiz con dos carabelas. Su máximo apoyo era una copia de la carta de marear que Colón trazó en su tercer viaje. Junto al cántabro viajaba el capitán Alonso de Hojeday Américo Vespucio.

Tras hacer escala en Lanzarote y La Gomera, llegó a la costa de Venezuela con la intención de cartografiar lugares desconocidos, pero también con el propósito de revisar zonas exploradas anteriormente. Los pilotos llegaron a creer que se ubicaban en los confines de Asia, pues desde los comienzos de la singladura la tripulación pensó hallarse frente al litoral del sureste asiático, que para ellos se extendía de forma uniforme de norte a sur.

Nada de eso estaba sucediendo, pues en este viaje De la Cosa fue el primer marino que pasó la línea equinoccial en los mares del Nuevo Mundo. Llegó a las bocas del Amazonas, Guayanas, bocas del Orinoco, navegó frente a las islas Margarita y Trinidad y el golfo de las Perlas en dirección a poniente, siguiendo el litoral de Maracapana, Caquetíos, la isla de los Gigantes, el golfo de Venezuela y efectuó el descubrimiento del lago Maracaibo y lo recorrió totalmente, hasta llegar al cabo de la Vela en Colombia, poniendo nombre a Venezuela. Este país lo reconoce en la actualidad como su descubridor y padrino. Puso proa al golfo de México hasta el río Misissippi, que llevaba pronto hacia Santa María, pudieron encontrar La Española. Todo un itinerario que representaría De la Cosa en su mapa del mundo.

Al regresar a España en 1500, De la Cosa realizó su inmemorial aportación a la cartografía y geografía universal cuando presentó ante los reyes Católicos el primer mapa del mundo en el que se representan las costas del continente americano, y que hoy se encuentra expuesto en el Museo Naval de Madrid.


 MAPA DEL MUNDO DE JUAN DE LA COSA


El mapamundi de Juan de la Cosa marcaba el inicio de la cartografía americana, considerado como una de las joyas de la historia de la cartografía. La gran carta está fechada en junio de 1500, en El Puerto de Santa María de Cádiz.

Se trata de un portulano pintado a color sobre una gran hoja de pergamino junto con dos pieles unidas, formando un rectángulo irregular de 96 cm de ancho y 183 cm., y artísticamente iluminada.

Se muestra el mundo conocido hasta entonces, a finales del siglo XV. Con precisión relativa se dibuja Europa y más defectuosamente Asia, hasta el Ganges. Al oeste de Europa y África aparece el mar Oceanuz y allí una rosa de los vientos con la imagen de la Virgen María y el Niño Jesús, de donde parten líneas o rumbos que parecen una telaraña. Limitando al mar Oceanuz por Occidente, se pintan de verde las tierras continentales recién descubiertas hacia el norte y hacia el sur por Colón, Ojeda, Yáñez Pinzón y Juan y Sebastián Caboto.

Muestra además a Asia y América separadas por una masa de agua independiente, el océano Pacífico, y a América del norte y América del sur como dos continentes autónomos. América del norte aparece representada como un gran seno marinero, que correspondería al golfo de México, y sobre el “círculo cangro” se ven la isla de Cuba y muchas isletas alrededor, las Antillas están representadas con sus nombres, pero faltan las penínsulas de La Florida y Yucatán. El litoral de América del sur está representado desde el cabo de la Vela al de San Agustín y una parte del Brasil actual.

El contorno de África está dibujado de acuerdo con los últimos descubrimientos portugueses, mientras que el de Asia es muy impreciso. Las costas de Europa y particularmente del Mediterráneo están trazadas conforme a los más avanzados portulanos mallorquines e italianos de la época. Toda la carta ha sido ampliamente decorada con rosas de los vientos, banderas, naos, carabelas, ciudades y reyes africanos, personajes bíblicos y figuras míticas. La planimetría comprende cursos de agua, puertos y núcleos de población con representación convencional.

El mapa fue hecho de manera vertical, es decir que el Occidente corresponde a la parte superior del mapa y el Oriente a la parte inferior, el norte se sitúa a la derecha y el sur a la izquierda. En la parte superior aparece una efigie de San Cristóbal, aunque puede ser un retrato del mismo Colón, situado a poniente de las Antillas y aparece una inscripción que dice: “Juan de la Cosa la fizo en el Puerto de S. Mª en año de 1500”.

 

 ISLAS DEL MAR CARIBE

COSTA DE BRASIL

EUROPA


Esta carta fue depositada por el Consejo de Indias en la Casa de la Contratación de Sevilla, de cuyas dependencias desapareció en circunstancias nunca aclaradas. En 1832, el barón de Walckenaer, ministro plenipotenciario de Holanda en París, la adquirió en una almoneda de esta capital. Al morir el barón en 1853, el Estado español la adquirió en una subasta por 4.321 francos gracias al interés de Ramón de la Sagra no sin ser objeto de una fuerte disputa entre diferentes interesados extranjeros y particularmente por la Biblioteca imperial española representada por M. Jomard. Finalmente fue depositada en el Museo Naval de Madrid por Real Orden de 14 de septiembre de 1853.

Entre finales de septiembre y mediados de octubre de 1501, el piloto santoñés efectuó desde el puerto de Cádiz su cuarto viaje al mando de dos carabelas. Junto a él viajaba Rodrigo de Bastidas. Pasaron por la Canarias, como marcaba la rutina del cabotaje en la Carrera de Indias, este viaje se coordinó con la cuarta expedición de Cristóbal Colón. Lejos de saltarse el Tratado de Tordesillas acordado entre españoles y portugueses en 1494, De la Cosa buscó un acceso al océano Índico.

Regresó al litoral venezolano, ya conocido en su anterior viaje, concretamente a la isla Verde, entre el sur de Guadalupe y Tierra Firme. Su exploración comenzó desde cabo de la Vela, recorrió la costa venezolana en dirección poniente, reconociendo una serie de accidentes geográficos desde la bahía de Santa Marta hasta la bahía del Retrete, pasando por la desembocadura del río Magdalena y el puerto de Galera de Zamba. Durante su curso pusieron nombre al puerto de Cartagena y las islas contiguas. Siguió por el golfo de Urabá, el puerto de Cispatá y el río Sinú, pero como consecuencia las carabelas sufrieron los efectos corrosivos de una plaga de moluscos anclada en los cascos de madera sumergida. Las naves tocaron fondo a pocas millas de la isla La Española, pero sobrevivieron tanto De la Cosa como su tripulación y consiguieron llegar a la isla. Allí se encontró con Colón en junio de 1502.


 
MONUMENTOS A JUAN DE LA COSA EN SANTOÑA
 


Cuando retornó a España en septiembre de 1503, el cosmógrafo cántabro presentó a la reina Isabel la Católica la primera carta marítima de las Indias fechada en 1500 y otros dos mapas hidrográficos más, que eran dos evoluciones con respecto al primero. La reina, por cédula real del 3 de Abril de 1503, le nombró alguacil mayor de Urabá y autorizó a navegar como capitán de tres navíos hacia el golfo de Urabá y provincia de las Perlas.

Esta vez estuvo al frente de las empresas geográficas de la Casa de Contratación de Sevilla, primera institución científica europea fundada por los reyes Católicos en el mismo año. Por lo tanto, se convirtió en el primer cartógrafo o maestro de hacer cartas de navegar de la Casa sevillana, sucedido en este arte por Américo Vespucio.

En el quinto viaje de 1504, fue con cuatro barcos, como capitán general de la expedición. Descubrió nuevas tierras y recorrió las islas de las Perlas, golfo de Uraba, Trinidad, Margarita, golfo de Cumaná, Cartagena y el Darién. Regresó el año 1506.

En el sexto viaje de 1507, con Bastidas, recorrió las costas e interior de Panamá volviendo en 1508. En el transcurso de estos últimos viajes, progresivamente fue abandonando sus funciones de cartógrafo y marinero para buscar oro.

En su séptimo y último viaje de 1509, iniciado el 10 de noviembre de 1509, De la Cosa ocupó el cargo de primer piloto de Ojeda y segundo comandante en una nueva travesía hacia La Española, la gran obsesión del marino santoñés. Embarcados en dos buques y dos bergantines, les acompañaba un joven Francisco Pizarro y 300 hombres.

Esta vez el puerto de salida estaba en Santo Domingo. Llegaron al litoral colombiano y a comienzos de 1510 tomaron tierra en el puerto de Cartagena. Tras el desembarco y a penas adentrarse en la selva, en Turbaco, una tribu de indígenas atacó a los expedicionarios que corrieron en retirada. Mala suerte para Juan de la Cosa, que murió alcanzado por una de las flechas envenenadas que usaron los indios durante su ataque.


RETRATO DE JUAN DE LA COSA EN SANTOÑA


Compañero de aquel fatal desenlace fue el cosmógrafo Martín Fernández de Enciso quien compuso la Suma de geografía que trata de todas las partes y provincias del mundo: en especial de las Indias; un obra sumamente curiosa e impresa en Sevilla en 1519.

Años más tarde a la publicación del primer mapamundi de Juan de la Cosa, en 1507 aparecía el planisferio Universalis Cosmographia del alemán Martin Waldseemüller. Fue el primer mapa en denominar América con este nombre. El autor lo nombró así por Américo Vespucio, navegante italiano que consideró a las tierras descubiertas como un nuevo continente.



MONUMENTO A JUAN DE LA COSA EN SANTOÑA
 

SUBMARINO MILITAR POR ISAAC PERAL

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Isaac Peral fue un excelente ingeniero y marino de la Real Armada española que pasó a la Historia de la ciencia por inventar del primer submarino militar, el Peral en 1885. Fue un submarino propulsado eléctricamente que revolucionó la navegación subacuática.

También destacó en trabajos y misiones de carácter científico: inventó un acumulador eléctrico, un varadero de torpederos premiado, un proyector luminoso y una ametralladora eléctrica. Escribió un Tratado teórico-práctico sobre huracanes.


RETRATO DE ISAAC PERAL


Isaac Tomás Peral Caballero era natural de Cartagena, donde nació en 1851, perteneciente a una familia con tradición militar y naviera; tanto su padre como sus dos hermanos fueron oficiales marines de la Real Armada. Siguiendo los pasos de sus familiares, ingresó en el Colegio Naval Militar de San Fernando de Cádiz a los catorce años, donde comenzó sus estudios, aplicándose por entero a la aritmética de Serret, la geografía de Rouche y Camberouse y al álgebra de Briot, aunque también se aplicó en materias propias de náutica como la construcción naval, maniobra, pilotaje, astronomía, mecánica, física, máquinas de vapor, historia naval e historia de España.

Durante toda su vida fue adquiriendo una amplia formación técnica pasando por varias instituciones científicas: el Observatorio Astronómico de San Fernando, la Comisión Hidrográfica y la nueva Escuela de la Armada, en la que fue profesor de física y química en 1882.

Su vida militar comenzó en 1866 cuando fue nombrado guardiamarina de segunda clase y, al año siguiente, embarcó en la corbeta Villa de Bilbao, con la que realizó varios viajes y evoluciones.

En noviembre de 1867 inició su primer viaje de ultramares en la urca Santa María, un navío muy robusto preparado para largas navegaciones de altura. Peral fue designado gaviero de la seca o vega mayor de mesana. Arribó en Manila en junio del año siguiente tras 201 días de navegación, regresando a Cádiz en octubre de 1869. Peral tomó notas de todo cuanto se encontraba en el viaje, así como hallando posiciones tanto diurnas como nocturnas, por lo que en ningún momento se encontró sin trabajo.

Continuó realizando varios viajes más por el Mediterráneo y Caribe. Participó en la Guerra de Cuba de los Diez Años (1868-1878), en la que supo apaciguar la insurrección de los independentistas cubanos tras el Grito de Yara, y también tomó parte en la III Guerra Carlista (1872-1876).

En 1877 pasó al observatorio de San Fernando como profesor en la Academia de Ampliación de Estudios de la Armada durante cuatro años. Allí impartió clases de matemáticas, geografía, física, ingeniería naval y electricidad. Apenas unos años antes algunos físicos definían la electricidad como “un fluido desconocido que quemaba y no podía ser ponderado”.

Sobre la labor a la investigación fueron destacables sus informes recogidos en el Tratado teórico práctico sobre huracanes que le valió la Cruz de Primera Clase del Mérito Naval con distintivo blanco. Su estancia en la institución científica y su contacto con otros profesores preocupados por la ciencia y la técnica naval, como José Luis Díaz y Joaquín Ariza, fueron decisivos para el futuro de Peral y de su invento.



ESQUEMA DEL SUBMARINO PERAL


En 1880 ascendió a teniente de navío, ocupando diversos destinos en Cádiz y Cartagena, a la Escuadra de Instrucción.

En 1881 fue enviado, nuevamente, en misión a Filipinas como jefe del arsenal de Cavite. El archipiélago era un territorio desconocido y hostil, que era preciso cartografiarlo. Más tarde fue miembro de la comisión hidrográfica, realizando misiones de control, vigilancia y transporte al mando del cañonero Caviteño y trabajó en el levantamiento de los planos del canal de Simanalés.

Al año siguiente regresó a España para trabajar en el observatorio de San Fernando como catedrático de física, química y alemán de la Escuela de Ampliación de Estudios de la Armada, alcanzado rápidamente la cátedra de física en la Academia de la Armada. Hasta aquí, había prestado servicio en 32 buques diferentes, embarcado durante 16 años con 1.318 días de mar.

En 1885 presentó el proyecto de torpedero sumergible a sus superiores del observatorio, los ilustres matemáticos Cecilio Pujazón y Juan Viniegra, proyecto en el que llevaba años trabajando en secreto en su domicilio gaditano. El comienzo del conflicto de las islas Carolinas, reivindicadas por Alemania, le hizo exponer su proyecto al servicio de la Armada para defender las costas del archipiélago. Mediante esta innovación tecnológica, Peral pretendía contribuir al Plan General de Renovación de la Armada española: el Plan Rodríguez Arias. La idea de su torpedero submarino empezaba a tomar forma en un contexto de creación de una Armada Nacional dotada de buques modernos y tecnológicamente adecuados a las nuevas misiones de las guerras modernas, con el objetivo de conservar los restos del Imperio español.

El ministro de Marina, vicealmirante Manuel de la Pezuela y Lobole hizo acudir a Madrid, donde demostró su proyecto ante una comisión técnica, recibiendo un informe favorable y siendo autorizada la construcción del aparato de profundidades. Por la Real Orden de 4 de octubre de 1886, el gobierno de Cánovas autorizó el primer presupuesto de 5.000 pesetas. También fue comisionado para adquirir en el extranjero los materiales que no encontraba en España: aparatos ópticos en París, accesorios y torpedos en Berlín, acumuladores en Bruselas, y aceros, motores eléctricos, hélices y tubos lanzatorpedos en Londres.

Las obras del torpedero submarino Peralcomenzaron en el arsenal de la Carraca Cádiz, el 23 de octubre de 1887 y, pese a todo y gracias al apoyo de la reina regenta María Cristina, fue finalmente botado el 8 de septiembre de 1888. El coste total del sumergible alcanzó las 300.000 pesetas de la época. Las pruebas oficiales se desarrollaron a lo largo de 1889 y 1890. Aunque las pruebas definitivas tuvieron gran éxito, el consejo superior de la marina no autorizó la construcción de nuevos submarinos.

Durante la construcción, presentó en Exposición Universal de Barcelonade 1888 un varadero de torpederos premiado con medalla de oro.



 
SUBMARINO PERAL REALIZANDO PRUEBAS DE EVALUACIÓN
ANTE LA COMISIÓN TÉCNICA
 


El submarino consistía en una nave de ensayo construido de plancha de acero, su forma era fusiforme y estaba capacitado para navegar a profundidades de hasta 30 metros. Medía 22 metros de eslora, 2´76 de puntal, 2´87, de manga y desplazaba 77 toneladas en superficie y 85 en inmersión. Sus dimensiones eran 22 metros de eslora y 2´87 metros de manga en su Cuaderna Maestra. Tenía una velocidad máxima de 7´7 nudos en superficie y 3´5 nudos en profundidad, pudiendo tener una autonomía de 396 millas.

La propulsión se obtenía mediante unos acumuladores eléctricos que suministraban corriente a unas dinamos. Estas, a su vez, por rotación, hacían girar dos hélices dispuestas en el eje vertical del submarino. Las hélices iban hundiendo la nave hasta que su resistencia era inferior a la presión del agua.

Como armamento tenía instalado 3 torpedos Schwarzkopff, con su correspondiente tubo lanzatorpedos, además de un periscopio, un sofisticado "aparato de profundidades", que permitía al submarino navegar hasta una cota máxima de inmersión de 30 metros de profundidad y mantener el rumbo del buque en todo momento, incluso tras el lanzamiento de los torpedos desde el tubo lanzatorpedos situado a proa, y todos los mecanismos necesarios para navegar en inmersión hacia el rumbo prefijado en mar abierto. Además, demostró que podía atacar sin ser visto a cualquier buque de superficie.

Todas estas características no volverían a verse, 30 años después, en los famosos Holland norteamericanos de la I Guerra Mundial.

Tenía todas las funcionalidades básicas que se pueden incorporar en un submarino militar moderno, y supuso un avance científico y militar sin comparación para la época.



PLANOS DEL SUBMARINO PERAL


La definición que la Real Academia española de la lengua dio a este buque submarino fue: "El de guerra que puede cerrarse herméticamente, sumergirse a voluntad con su tripulación y, por medio de una máquina eléctrica, navegar dentro del agua para hacer reconocimientos en los buques enemigos y lanzarles torpedos, o para exploraciones submarinas". Con esta definición se toma al submarino de Isaac Peral como el primer buque submarino de guerra de la historia, el cual puede ser visitado en el puerto de Cartagena.

La Comisión Técnica nombrada al efecto, avaló el éxito de las pruebas del primer submarino de la historia, ya que su rendimiento fue excelente. Recorrió cuatro millas bajo el agua durante más de una hora pasando prácticamente inadvertido y realizó el primer disparo de un torpedo en inmersión.

Con el éxito del Peral, este cartagenero había conseguido hacer realidad el sueño que otros científicos habían intentado infructuosamente antes que él: El Tortuga de David Bushell en 1776, el Nautilus de Robert Fulton, el Ictíneo I y II de Narciso Monturiol, el Plangeur del francés Bugeois o los ingenios de Cosme García y de Wilhem Bauer, todos resultaron un fracaso.




 
BOTADURA DEL SUBMARINO PERAL,
ARSENAL DE LA CARRACA, CÁDIZ, 08-09-1888
 
 
 


El 7 de Junio de 1890 se disparó por primera vez en la historia un torpedo en inmersión. Fue un Whitehead de 350 milímetros disparado por el submarino de Peral, y que se conserva en la Base de Submarinos de Cartagena.

Este mismo año fue elegido diputado por el Puerto de Santa María, arrebatando el escaño al hijo del almirante Berenguer, lo que ocasionó que la Armada rechazase el invento y lo consideraran un vehículo inservible, al igual que en otros casos anteriores (C. García o N. Monturiol). La independencia del científico resultaba incómoda para los partidos tanto de Cánovas como de Sagasta. Por desgracia, los ministros de Defensa de los siguientes gobiernos, los almirantes Rodríguez de Arias y Beránger, demostraron indiferencia o enemistad. Ningún gobierno le concedería el permiso para efectuar la prueba definitiva que había solicitado: atravesar sumergido el estrecho de Gibraltar, desde Algeciras hasta Ceuta.

Desanimado, solicitó el cese de su actividad militar en 1890, siendo relegado del servicio a la Marina definitivamente el 5 de noviembre de 1891.

Simultáneamente, Peral desarrollaba un cáncer cerebral que viajaba hacia la muerte, aunque fue operado de cáncer en Madrid.

Peral trató de explicar su proyecto y todo lo sucedido a la opinión pública mediante un Manifiesto. En él, rebatía las acusaciones y ofrecía su versión. A pesar de la campaña de desprestigio que sufrió y la prohibición de publicar su Manifiesto en ningún medio de comunicación, consiguió publicarlo, costeándoselo de su bolsillo, en un periódico satírico llamado El Matute.

Dedicado a la vida civil, nunca dejó de interesarse por desarrollar el submarino. Consiguió fundar varias empresas industriales con éxito, relacionadas con su especialidad: el aprovechamiento de la energía eléctrica. Algunas de estas empresas fueron el Centro Industrial de Consultas Electro-Mecánicas o Electra Peral-Zaragoza, dedicadas a la fabricación de acumuladores eléctricos, llegando a montar las 22 primeras centrales de alumbrado eléctrico de España.

Isaac Peral registró en España en siete patentes entre 1887 y 1891. Tres patentes estaban referidas al acumulador eléctrico de su nave (nº 7.073, nº 7.079 y nº 10.582). Las demás fueron un varadero para embarcaciones (nº 7.503), un proyector de luz (7.975) y un ascensor eléctrico (nº 12.703 y nº 12.837). También inventó una ametralladora que funcionaba con electricidad que no llegó a registrar en España.

El día 4 de mayo de 1895, Isaac Peral se trasladó a Berlín para ser operado de cáncer por el cirujano Bergman. Un problema durante el tratamiento le causó una meningitis que terminó finalmente con su vida el día 22 de mayo, a los 44 años, sin haber recibido ningún tipo de reconocimiento.



SUBMARINO PERAL EN EL PASEO MARÍTIMO DE CARTAGENA


Los restos de Peral fueron trasladados a Madrid y enterrados el día 29 en el cementerio de la Almudena, cuando deberían reposar en el Panteón de Marinos Ilustres con todos los honores. El 11 de noviembre de 1911, los restos fueron exhumados y trasladados a Cartagena, donde se construyó un mausoleo. Asimismo, a instancias del pueblo de Cartagena y a través de su alcalde Miguel Tobal Yúfera, se solicitó el traslado de los restos del submarino a la ciudad departamental, donde se expone en el muelle de Alfonso XIII.

En 1951 se realizó un monumento conmemorativo a Peral en Cartagena en su ciudad natal, Cartagena también dedica un barrio con su nombre y un parque en el barrio de La Flota. También Puerto de Santa María dedica la plaza de Isaac Peral en honor al marino.

Cada 1 de noviembre, desde hace mucho tiempo. Marinos de la Armada rinden homenaje en el Cementerio de Cartagena, frente al mausoleo. A este homenaje se han ido sumando otras marinas internacionales: como la Armada Peruana, la Armada Alemana y la Armada Italiana.

La noche del 30 de octubre de 1993 de produjo una celebración única en el Puerto de Cartagena. Consistente en una Naumaquia. Miles de personas de todas las edades y lugares se congregaron para contemplar con efusividad el sonido de cientos de bocinas de barcos, campanas de iglesias, tambores, cañones del ejército de tierra y fuegos artificiales. En todo el mundo, sólo dos veces se ha realizado una Naumaquia. La vez anterior fue en 1550, que Enrique II de Francia celebró en Ruan. La última, a finales del siglo XX, en honor a Peral.



ESTATUA MONUMENTO DEDICADO A ISAAC PERAL EN CARTAGENA

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